''Con
gran dolor y profunda preocupación -ha dicho- seguimos cuanto sucede en
Siria, Iraq, Jerusalén y Cisjordania, donde está en curso una escalada
de violencia que involucra a civiles inocentes y continúa alimentando
una crisis humanitaria de enormes proporciones. La guerra trae
destrucción y multiplica el sufrimiento del pueblo. La esperanza y el
progreso solo se consiguen con opciones de paz. Unámonos, por lo tanto,
en una oración intensa y confiada al Señor, una oración que sea al mismo
tiempo expresión de solidaridad hacia los hermanos patriarcas y los
obispos aquí presentes que provienen de estas regiones, a sus sacerdotes
y fieles así como a todos sus habitantes''.
''Al
mismo tiempo dirijo, con el Sínodo un ferviente llamamiento a la
Comunidad para que encuentre el modo de ayudar eficazmente a las partes
interesadas, a ampliar sus horizontes más allá de los intereses
inmediatos y a utilizar los instrumentos del derecho internacional y la
diplomacia, para resolver los conflictos en curso''.