Zamboanga, FILIPINAS (Agencia Fides, 08/10/2015) – “Hay pocas noticias y se desconocen quienes
son los autores del secuestro de Rolando Del Torchio, que en la
actualidad trabaja en la hostelería y que era un ex misionero del PIME
(Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras). Lo más probable es que
pretendan un rescate con dinero”: dice a la Agencia Fides el padre
Sebastiano D'Ambra, misionero del PIME que desde hace más de treinta
años vive en la ciudad de Zamboanga, la isla más meridional de Mindanao.
El secuestro tuvo lugar ayer por la tarde. El hombre, de 57 años, fue
tomado por unos hombres armados, en el restaurante que él dirigía en la
región de Zamboanga del Norte.
“Estamos muy consternados – dice el misionero - porque el área de
Dipolog, donde se ha producido el secuestro, no está infestada por
grupos o bandas de delincuentes y se considera bastante segura. Pero la
semana pasada se llevó a cabo otro secuestro de tres ciudadanos
occidentales y de un filipino en la isla de Samal, otra área consideran
protegida y segura. No sabemos quién está detrás de estos secuestros, si
son grupos y bandas islamistas o si se trata de la micro-criminalidad
local. El hecho es que los secuestro son un negocio rentable y se han
convertido en una plaga que, a veces, se hace más extendida y próspera.
Ahora, según algunos, con el acercarse de las elecciones parlamentarias
en mayo de 2016, los secuestros son una manera de aumentar las tensiones
políticas y sociales”.
El padre D'Ambra, que conoce directamente a Del Torchio, su ex hermano
de comunidad, dice a Fides: “En la mayoría de los casos, el objetivo es
pedir un rescate. Secuestrar a un blanco, a un occidental, un europeo,
proporciona una mayor visibilidad en los medios de comunicación, implica
a los gobiernos occidentales y por lo tanto da la oportunidad de sacar
una mayor cantidad de dinero”.
En cualquier caso, comenta, “por experiencia digo que cuanto menor es la
atención de los medios de comunicación, mayor será la posibilidad de
traerle a casa sano y salvo”.