CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 13 de octubre de 2016).- El Papa FRANCISCO ha recibido esta mañana en el Aula Pablo VI a mil
luteranos, venidos de Alemania, cuna de Lutero, en peregrinación
ecuménica hasta la sede del Obispo de Roma. Una “hermosa iniciativa”,
como la definió el Santo Padre dando las gracias a los Obispos que la
habían sostenido y que acompañaban a los peregrinos.
“Demos gracias a Dios –dijo– porque hoy, luteranos y católicos,
estamos caminando por la senda que lleva del conflicto a la comunión. Ya
hemos recorrido juntos un tramo importante. A lo largo del camino hemos
experimentado sentimientos contrastantes: dolor por la división que
existe todavía entre nosotros, pero también alegría por la fraternidad
reencontrada. Vuestra presencia tan numerosa y entusiasta es un signo
evidente de esta fraternidad y nos llena de esperanza en que la
comprensión mutua siga creciendo”.
“Nos dice el apóstol Pablo que, en virtud de nuestro bautismo,
todos formamos un único Cuerpo de Cristo. Los diferentes miembros, de
hecho, son un solo cuerpo. Por eso pertenecemos los unos a los otros y
cuando uno sufre, todos sufrimos, cuando uno se alegra, se alegran
todos. Podemos continuar con confianza nuestro camino ecuménico,
porque sabemos que, más allá de las tantas cuestiones abiertas que aún
nos separan, ya estamos unidos. ¡Lo que nos une es mucho más que lo que
nos divide!”, subrayó el Santo Padre, que a finales de mes irá a Lund en
Suecia para recordar junto con la Federación Luterana Mundial, el
quinientos aniversario de la Reforma y dar gracias a Dios por el diálogo
oficial entre luteranos y católicos.
“Una parte esencial de esta conmemoración –observó– será dirigir la
mirada hacia el futuro, de cara a un testimonio cristiano común en el
mundo de hoy, que tiene tanta sed de Dios y de su misericordia. El
testimonio que el mundo espera de nosotros es, sobre todo, el de
hacer visible la misericordia de Dios hacia nosotros mediante el
servicio a los más pobres, a los enfermos, a los que han dejado su
tierra natal para buscar un futuro mejor para ellos y para sus seres
queridos. Cuando nos ponemos al servicio de los más necesitados sentimos
que ya estamos unidos: es la misericordia de Dios que nos une”.
Al final, animó especialmente a los jóvenes a que fueran “testigos de
misericordia”. “Mientras los teólogos prosiguen el diálogo en el
ámbito doctrinal, vosotros –aconsejó– seguid buscando con insistencia
ocasiones para encontraros, conoceros mejor, rezar juntos y ayudaros
los unos a los otros y a todos aquellos que tienen necesidad. Así,
libres de cualquier prejuicio y fiándoos solamente del Evangelio de
Jesucristo, que anuncia la paz y la reconciliación, seréis los
verdaderos protagonistas de una nueva estación de este camino, que, con
la ayuda de Dios, llevará a la plena comunión. Yo os aseguro mi oración,
y vosotros, por favor, rezad por mí, que lo necesito tanto. Gracias!”.