domingo, 31 de marzo de 2019

Viaje Apostólico a Marruecos: Visita al "Centro Rural de Servicios Sociales" de Témara y Encuentro con el clero, los religiosos, las religiosas y el Consejo Mundial de las Iglesias en la Catedral de Rabat

Rabat, MARRUECOS (http://press.vatican.va - 31 de marzo de 2019).- A las 9.30 de esta mañana (10.30 de la mañana, hora de Roma), el Santo Padre FRANCISCO, se despidió de la Nunciatura Apostólica y se trasladó en automóvil al "Centro Rural de Servicios Sociales" de Témara, gestionado por las Hijas de la Caridad, que opera en el sector gracias a las monjas y a numerosos voluntarios.



Visita privada al "Centro Rural de Servicios Sociales" de Témara


A su llegada, el Papa fue recibido por las cuatro hermanas que trabajan en el Centro y dos niños que le ofrecieron flores. Mientras el Santo Padre iba a saludar a los pequeños enfermos, un coro de 150 niños cantaba una canción.



Antes de dejar el Centro, el Papa se despidió de las monjas y de los voluntarios y saludó por último a los padres de los niños asistidos mientras éstos cantaban.


Luego se trasladó en automóvil a la catedral de Rabat para el encuentro con el clero, los religiosos, los religiosas y el Consejo Mundial de las Iglesias.


Encuentro con el clero, los religiosos, los religiosas y el Consejo Mundial de Iglesias en la catedral de Rabat


A las 10.20 (11.20 hora de Roma), el Papa FRANCISCO llegó a la Catedral de Rabat para encontrarse con el clero, los religiosos, las religiosas y el Consejo Mundial de Iglesias.



A su llegada fue recibido por el párroco y tres sacerdotes encargados del cuidado pastoral que le entregaron el crucifijo y el agua bendita para aspersión. Después recorrió la nave central mientras el coro entonaba un canto. Después de un momento de oración en silencio ante el Santísimo Sacramento, precedido  por las breves palabras y los saludos de dos sacerdotes y dos monjas, el Papa FRANCISCO pronunció su discurso. Luego dirigió el rezo del Ángelus.



Al final, mientras se cantaba un canto mariano, el Papa saludó a los tres líderes del Consejo Mundial de Iglesias, que reúne a las cinco iglesias cristianas presentes en Marruecos: católica, anglicana, evangélica, griega ortodoxa y rusa ortodoxa. Luego regresó en coche a la Nunciatura Apostólica.



Texto del discurso pronunciado por el Santo Padre durante el encuentro con el clero, los religiosos, los religiosos y el Consejo Mundial de Iglesias:



ENCUENTRO CON LOS SACERDOTES, RELIGIOSOS, CONSAGRADOS
Y EL CONSEJO ECUMÉNICO DE LAS IGLESIAS

DISCURSO DEL SANTO PADRE

Catedral de Rabat
Domingo, 31 de marzo de 2019


Queridos hermanos y hermanas, buenos días. 


Estoy muy contento de encontrarme con vosotros. Agradezco especialmente al padre Germain y a sor Mary sus testimonios. También deseo saludar al Consejo Ecuménico de las Iglesias, que manifiesta visiblemente la comunión que se vive aquí en Marruecos entre cristianos de diversas confesiones, en el camino de la unidad. Los cristianos son un grupo pequeño en este país. Pero para mí esta realidad no es un problema, aun cuando reconozco que a veces la vida pueda resultar difícil para algunos. Vuestra situación me trae a la memoria la pregunta de Jesús: «¿A qué es semejante el reino de Dios o a qué lo compararé? […] Es semejante a la levadura que una mujer tomó y metió en tres medidas de harina, hasta que todo fermentó» (Lc 13,18.21). Parafraseando las palabras del Señor podríamos preguntarnos: ¿A qué es semejante un cristiano en estas tierras? ¿A qué se puede comparar? Es semejante a un poco de levadura que la madre Iglesia quiere mezclar con una gran cantidad de harina, hasta que toda la masa fermente. En efecto, Jesús no nos ha elegido y enviado para que seamos los más numerosos. Nos ha llamado para una misión. Nos ha puesto en la sociedad como esa pequeña cantidad de levadura: la levadura de las bienaventuranzas y el amor fraterno donde todos como cristianos nos podemos encontrar para que su Reino se haga presente. Aquí me viene a la mente el consejo que dio san Francisco a sus frailes, cuando los envió: «Id y predicad el Evangelio: si fuera necesario, también con palabras».


Queridos amigos: esto significa que nuestra misión de bautizados, sacerdotes, consagrados, no está determinada principalmente por el número o la cantidad de espacios que se ocupan, sino por la capacidad que se tiene de generar y suscitar transformación, estupor y compasión; por el modo en el que vivamos como discípulos de Jesús, junto a aquellos con quienes compartimos lo cotidiano, las alegrías, los dolores, los sufrimientos y las esperanzas (cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, 1). En otras palabras, los caminos de la misión no pasan por el proselitismo. Por favor, no pasan por el proselitismo. Recordamos a Benedicto XVI: «La Iglesia crece no por proselitismo, sino por atracción, por testimonio». No pasan por el proselitismo, que lleva siempre a un callejón sin salida, sino por nuestro modo de ser con Jesús y con los demás. Por tanto, el problema no es ser pocos, sino ser insignificantes, convertirse en una sal que ya no tiene sabor de Evangelio —este es el problema—, o en una luz que ya no ilumina (cf. Mt 5,13-15).


Creo que la preocupación surge cuando a nosotros, cristianos, nos abruma pensar que solo podemos ser significativos si somos la masa y si ocupamos todos los espacios. Vosotros sabéis bien que la vida se juega en la capacidad que tengamos de “ser fermento” allí donde nos encontremos y con quien nos encontremos, «aunque eso aparentemente no nos aporte beneficios tangibles e inmediatos» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 210). Porque cristiano no es el que se adhiere a una doctrina, a un templo o a un grupo étnico. Ser cristiano es un encuentro, un encuentro con Jesucristo. Somos cristianos porque hemos sido amados y encontrados, y no gracias al proselitismo. Ser cristianos es reconocerse perdonados, reconocerse llamados a actuar del mismo modo que Dios ha obrado con nosotros, porque «en esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros» (Jn 13,35).


Queridos hermanos y hermanas: consciente del contexto en el que estáis llamados a vivir vuestra vocación bautismal, vuestro ministerio, vuestra consagración, me vienen a la mente las palabras del Papa san Pablo VI en la encíclica Ecclesiam suam: «La Iglesia debe ir hacia el diálogo con el mundo en que le toca vivir. La Iglesia se hace palabra; la Iglesia se hace mensaje; la Iglesia se hace coloquio» (n. 34). Afirmar que la Iglesia debe entablar un diálogo no depende de una moda —hoy está la moda del diálogo, no, no depende de eso—, menos aún de una estrategia para que aumente el número de sus miembros, no, tampoco es una estrategia. Si la Iglesia debe entablar un diálogo es por fidelidad a su Señor y Maestro que, desde el comienzo, movido por el amor, ha querido dialogar como amigo e invitarnos a participar de su amistad (cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Dei Verbum, 2). Así, como discípulos de Jesucristo estamos llamados, desde el día de nuestro Bautismo, a formar parte de este diálogo de salvación y de amistad, del que somos los primeros beneficiarios.


En estas tierras, el cristiano aprende a ser sacramento vivo del diálogo que Dios quiere entablar con cada hombre y mujer, en cualquier situación que viva. Por tanto, es un diálogo que estamos llamados a realizar a la manera de Jesús, manso y humilde de corazón (cf. Mt 11,29), con un amor ferviente y desinteresado, sin cálculos y sin límites, respetando la libertad de las personas. En este espíritu, encontramos hermanos mayores que nos muestran el camino, porque con su vida han testimoniado que esto es posible, un “listón alto” que nos desafía y estimula. Cómo no recordar la figura de san Francisco de Asís que, en plena cruzada, fue a encontrarse con el sultán al-Malik al-Kamil. Y cómo no mencionar al beato Carlos de Foucauld que, profundamente impresionado por la vida humilde y escondida de Jesús en Nazaret, a quien adoraba en silencio, quiso ser un “hermano universal”. E incluso a los hermanos y hermanas cristianos que han elegido ser solidarios con un pueblo hasta dar la propia vida. Así, cuando la Iglesia, fiel a la misión recibida del Señor, entabla un diálogo con el mundo y se hace coloquio, contribuye a la llegada de la fraternidad, que tiene su fuente profunda no en nosotros, sino en la paternidad de Dios.


Como consagrados, estamos llamados a vivir dicho diálogo de salvación como intercesión por el pueblo que nos ha sido confiado. Recuerdo una vez —hablando con un sacerdote que se encontraba como vosotros en un lugar donde los cristianos son minoría—, me contaba que la oración del “Padre nuestro” había adquirido una resonancia especial en él porque, rezando en medio de personas de otras religiones, sentía con fuerza las palabras «danos hoy nuestro pan de cada día». La oración de intercesión del misionero también por ese pueblo, que en cierta medida le había sido confiado, no para administrar sino para amar, lo llevaba a rezar esta oración con un tono y un gusto especiales. El consagrado, el sacerdote, lleva a su altar con su oración la vida de sus compatriotas y mantiene viva, como a través de una pequeña grieta en esa tierra, la fuerza vivificante del Espíritu. Qué hermoso es saber que, en los distintos rincones de esta tierra, en vuestras voces, la creación implora y sigue diciendo: “Padre nuestro”.


Por tanto, es un diálogo que se convierte en oración y que podemos realizar concretamente todos los días en nombre «de la “fraternidad humana” que abraza a todos los hombres, los une y los hace iguales. En el nombre de esta fraternidad golpeada por las políticas de integrismo y división y por los sistemas de ganancia insaciable y las tendencias ideológicas odiosas, que manipulan las acciones y los destinos de los hombres» (Documento sobre la fraternidad humana, Abu Dabi, 4 febrero 2019). Una oración que no distingue, no separa, no margina, sino que se hace eco de la vida del prójimo; oración de intercesión que es capaz de decir al Padre: «Venga tu reino». No con la violencia, el odio o la supremacía étnica, religiosa, económica y otras, sino con la fuerza de la compasión derramada en la Cruz por todos los hombres. Esta es la experiencia vivida por la mayor parte de vosotros.


Doy gracias a Dios por lo que habéis hecho aquí en Marruecos, como discípulos de Jesucristo, encontrando cada día en el diálogo, en la colaboración y en la amistad los instrumentos para sembrar futuro y esperanza. Así desenmascaráis y lográis poner en evidencia todos los intentos de utilizar las diferencias y la ignorancia para sembrar miedo, odio y conflicto. Porque sabemos que el miedo y el odio, alimentados y manipulados, desestabilizan y dejan nuestras comunidades espiritualmente indefensas.


Sin otro deseo que el de hacer visible la presencia y el amor de Cristo, que se ha hecho pobre por nosotros para enriquecernos con su pobreza (cf. 2 Co 8,9), os animo a que sigáis estando cerca de quienes a menudo son dejados atrás, de los pequeños y los pobres, de los presos y los migrantes. Que vuestra caridad sea siempre activa y un camino de comunión entre los cristianos de todas las confesiones presentes en Marruecos: el ecumenismo de la caridad. Que pueda ser también un camino de diálogo y de cooperación con nuestros hermanos y hermanas musulmanes, y con todas las personas de buena voluntad. La caridad, especialmente hacia los más débiles, es la mejor oportunidad que tenemos para seguir trabajando en favor de una cultura del encuentro. Que ese sea el camino que permita a las personas heridas, probadas, excluidas, reconocerse por fin miembros de la única familia humana, en el signo de la fraternidad. Como discípulos de Jesucristo, en este mismo espíritu de diálogo y de cooperación, tened siempre el deseo de contribuir al servicio de la justicia y la paz, de la educación de los niños y los jóvenes, de la protección y el acompañamiento de los ancianos, los débiles, las personas con discapacidades y los oprimidos.


Hermanos y hermanas: agradezco nuevamente a todos vosotros vuestra presencia y vuestra misión aquí en Marruecos. Gracias por vuestro servicio humilde y discreto, siguiendo el ejemplo de nuestros mayores en la vida consagrada, entre los cuales quiero mencionar a la decana, sor Ersilia. Querida hermana: a través de ti dirijo un cordial saludo a las hermanas y a los hermanos ancianos que, a causa de su estado de salud, no están físicamente presentes con nosotros, pero permanecen unidos a través de la oración.


Todos vosotros sois testigos de una historia que es gloriosa porque es historia de sacrificios, esperanzas, lucha cotidiana, vida gastada en el servicio, constancia en el trabajo fatigoso, porque toda labor es sudor de la frente. Pero permitidme también deciros: «¡Vosotros no solamente tenéis una historia gloriosa para recordar y contar, sino una gran historia que construir! Poned los ojos en el futuro —frecuentad el futuro—, hacia el que el Espíritu os impulsa» (Exhort. ap. Postsin. Vita consecrata, 110), para seguir siendo signo vivo de esa fraternidad a la que el Padre nos ha llamado, sin voluntarismos y sin resignación, sino como creyentes que saben que el Señor siempre nos precede y abre espacios de esperanza donde parecía que algo o alguien se había perdido.


El Señor os bendiga a cada uno de vosotros y, por medio de vosotros, a los miembros de vuestras comunidades. Que su Espíritu os ayude a dar frutos en abundancia: frutos de diálogo, de justicia, de paz, de verdad y de amor para que en esta tierra amada por Dios crezca la fraternidad humana. Y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí. Gracias.


[Cuatro niños se ponen al lado del Papa. Él dice:] «He aquí el futuro. El ahora y el futuro».


Y ahora nos ponemos bajo la protección de la Virgen María recitando el Ángelus.
 













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Viaje Apostólico a Marruecos: Encuentro con los migrantes en la Caritas Diocesana de Rabat

Rabat, MARRUECOS (http://press.vatican.va - 30 de marzo de 2019).- A las 18.20 horas el Santo Padre FRANCISCO fue a la sede de la Caritas Diocesana de Rabat para encontrarse con los migrantes.


A su llegada, fue recibido en la entrada principal de Caritas por el Arzobispo de Tánger, S.E. Mons. Santiago Agrelo Martínez, O.F.M., y por el Director de la sedede Caritas, a quien el Papa entregó como regalo una imagen de la Virgen de mármol.


Tras el saludo de bienvenida del arzobispo de Tánger, el breve testimonio de un migrante y una representación artística, el Santo Padre pronunció su discurso.


Al final del encuentro, el Papa se trasladó a la Nunciatura Apostólica de Rabat.


A su llegada a la Nunciatura, el Santo Padre saludó a numerosos fieles que lo esperaban, entre los  cuales muchos niños, scouts y un nutrido grupo de estudiantes de las escuelas católicas de la ciudad.



Texto del discurso que pronunció el Papa FRANCISCO durante el encuentro con los migrantes:




ENCUENTRO CON LOS MIGRANTES


SALUDO DEL SANTO PADRE


Sede de la Cáritas diocesana
Sábado, 30 de marzo de 2019


Queridos amigos:


Me complace tener esta oportunidad de encontraros durante mi visita al Reino de Marruecos. Es una ocasión que me permite expresaros nuevamente mi cercanía y hacer frente con vosotros a esta herida grande y dolorosa que continúa desgarrando los inicios de este siglo XXI. Herida que clama al cielo, y por eso no queremos que nuestra palabra sea la indiferencia y el silencio (cf. Ex 3,7). Mucho más cuando se constata que son muchos millones los refugiados y los demás migrantes forzados que piden la protección internacional, sin contar a las víctimas de la trata y de las nuevas formas de esclavitud en manos de organizaciones criminales. Nadie puede ser indiferente ante este dolor.


Agradezco a Mons. Santiago sus palabras de bienvenida y el compromiso de la Iglesia en favor de los migrantes. También agradezco a Jackson por su testimonio, y a todos vosotros, migrantes y miembros de las asociaciones que están a su servicio, que habéis venido aquí esta tarde para estar juntos, para fortalecer los lazos entre nosotros y que sigamos comprometiéndonos en asegurar condiciones de vida dignas para todos. Y gracias a los niños. Ellos son la esperanza. Por ellos tenemos que luchar, por ellos. Ellos tienen derecho, derecho a la vida, derecho a la dignidad. Luchemos por ellos. Todos estamos llamados a responder a los numerosos desafíos planteados por las migraciones contemporáneas,con generosidad, diligencia, sabiduría y amplitud de miras, cada uno según sus propias posibilidades (cf. Mensaje para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2018).


Hace algunos meses tuvo lugar aquí en Marruecos la Conferencia Intergubernamental de Marrakech, que ratificó la adopción del Pacto Mundial para una migración segura, ordenada y regular. «El Pacto sobre migración representa un importante paso adelante para la comunidad internacional que, por primera vez a nivel multilateral y en el ámbito de las Naciones Unidas, aborda el tema en un documento relevante»(Discurso a los miembros del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, 7 enero 2019).


Este Pacto nos permite reconocer y tomar conciencia de que «no se trata solo de migrantes» (cf. Tema de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2019), como si sus vidas fueran una realidad extraña o marginal que no tuviera nada que ver con el resto de la sociedad. Como si su condición de personas con derechos permaneciera “suspendida” debido a su situación actual; «en efecto, un migrante no es más humano o menos humano, en función de su ubicación a un lado o a otro de una frontera»[1].


Lo que está en juego es el rostro que queremos darnos como sociedad y el valor de cada vida. Se han dado muchos pasos positivos en diferentes ámbitos, especialmente en las sociedades desarrolladas, pero no podemos olvidar que el progreso de nuestros pueblos no puede medirse solo por el desarrollo tecnológico o económico. Este depende sobre todo de la capacidad de dejarse conmover por quien llama a la puerta y que con su mirada estigmatiza y depone a todos los falsos ídolos que hipotecan y esclavizan la vida, ídolos que prometen una aparente y fugaz felicidad, construida al margen de la realidad y del sufrimiento de los demás. ¡Qué desierta e inhóspita se vuelve una ciudad cuando pierde la capacidad de compasión! Una sociedad sin corazón... una madre estéril. Vosotros no estáis marginados, estáis en el centro del corazón de la Iglesia.


He querido ofrecer cuatro verbos —acoger, proteger, promover e integrar— para que quien quiera ayudar a hacer esta alianza más concreta y real pueda involucrarse con sabiduría en vez de permanecer en silencio, ayudar en lugar de aislar, construir en vez de abandonar.


Queridos amigos, me gustaría insistir sobre la importancia de estos cuatro verbos. Forman como un marco de referencia para todos. De hecho, en este compromiso estamos todos implicados —de diferentes maneras, pero todos implicados—, y todos somos necesarios para garantizar una vida más digna, segura y solidaria. Me gusta pensar que el primer voluntario, asistente, socorrista y amigo de un migrante es otro migrante que conoce en primera persona el sufrimiento del camino. No se puede pensar en estrategias a gran escala, capaces de dar dignidad, limitándose solo a acciones de asistencia al migrante. Son indispensables, pero insuficientes. Es necesario que vosotros, migrantes, os sintáis como los primeros protagonistas y ejecutores en todo este proceso.


Estos cuatro verbos pueden ayudar a crear alianzas capaces de recuperar espacios donde acoger, proteger, promover e integrar. En definitiva, espacios para dar dignidad.


«Considerando el escenario actual, acoger significa, ante todo, ampliar las posibilidades para que los emigrantes y refugiados puedan entrar de modo seguro y legal en los países de destino» (Mensaje para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2018). De hecho, la ampliación de los canales migratorios regulares es uno de los principales objetivos del Pacto Mundial. Este compromiso común es necesario para no otorgar nuevos espacios a los “mercaderes de carne humana” que especulan con los sueños y las necesidades de los migrantes. Y hasta que este compromiso no se realice plenamente, habrá que afrontar la realidad apremiante de los flujos irregulares con justicia, solidaridad y misericordia. Las formas de expulsión colectiva, que no permiten un manejo correcto de los casos particulares, no pueden ser aceptadas. Por otro lado, los caminos extraordinarios de regularización, especialmente en el caso de las familias y de los menores, han de ser alentados y simplificados.


Proteger quiere decir que se garantice la defensa «de los derechos y de la dignidad de los emigrantes y refugiados, independientemente de su estatus migratorio» (ibíd.). En lo que concierne a la realidad de esta región, la protección se debe asegurar ante todo a lo largo de las rutas migratorias que, lamentablemente, son a menudo escenarios de violencia, explotación y abusos de todo tipo. Aquí también es necesario prestar especial atención a los migrantes en situación de gran vulnerabilidad, a los numerosos menores no acompañados y a las mujeres. Es esencial poder garantizar a todos una asistencia médica, psicológica y social adecuada con el propósito de devolver la dignidad a quienes la han perdido en el camino, como hacen con dedicación los trabajadores de esta estructura. Y hay algunos entre vosotros que pueden testimoniar lo importante que son estos servicios de protección, para dar esperanza durante el tiempo de permanencia en los países que los han acogido.


Promover significa garantizar a todos, migrantes y locales, la posibilidad de encontrar un ambiente seguro que les permita realizarse integralmente. Esta promoción comienza reconociendo que ninguno es un desecho humano, sino que es portador de una riqueza personal, cultural y profesional que puede aportar mucho ahí donde se encuentra. Las sociedades de acogida se enriquecerán si saben valorizar adecuadamente la aportación de los migrantes, evitando todo tipo de discriminación y cualquier sentimiento xenófobo. Debe fomentarse vivamente el aprendizaje de la lengua local como vehículo esencial de comunicación intercultural, así como toda forma positiva de responsabilizar a los migrantes respecto a la sociedad que los acoge, aprendiendo a respetar las personas y las relaciones sociales, las leyes y la cultura, para que así ofrezcan una mejor aportación al desarrollo humano integral de todos.


Pero no nos olvidemos que la promoción humana de los migrantes y sus familias empieza ya desde sus comunidades de origen, donde se debe garantizar, junto al derecho a emigrar, también el de no estar obligados a emigrar, es decir, el derecho a encontrar en la propia patria las condiciones que permitan una vida digna. Aprecio y aliento los esfuerzos de los programas de cooperación internacional y de desarrollo transnacional desvinculados de intereses parciales, que tienen a los migrantes como protagonistas principales (cf. Discurso a los participantes en el foro internacional sobre "migración y paz", 21 febrero 2017).


Integrar quiere decir comprometerse en un proceso que valorice tanto el patrimonio cultural de la comunidad receptora como el de los migrantes, construyendo así una sociedad intercultural y abierta. Sabemos que no es nada fácil entrar en una cultura que nos es ajena —ya sea para quienes llegan como para quien acoge—, ponernos en el lugar de personas tan diferentes a nosotros, comprender sus pensamientos y experiencias. Así, a menudo renunciamos al encuentro con el otro y levantamos barreras para defendernos (cf. Homilía en la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, 14 enero 2018). Integrar requiere, por consiguiente, no dejarse condicionar por los miedos y la ignorancia.


Este es un camino que hemos de recorrer juntos, como verdaderos compañeros de viaje, que involucra a todos, migrantes y locales, en la construcción de ciudades acogedoras, plurales y atentas a los procesos interculturales, ciudades capaces de valorizar la riqueza de las diferencias en el encuentro con el otro. Y también en este caso, muchos de vosotros podéis manifestar personalmente la necesidad de un compromiso como este.


Queridos amigos migrantes: la Iglesia reconoce los sufrimientos que afligen vuestro camino y padece con vosotros. Ella desea recordar, acercándose a vuestra situación particular, que Dios quiere que todos tengamos vida. También quiere estar a vuestro lado para construir con vosotros lo que sea mejor para vuestra vida. Porque todo hombre tiene derecho a la vida, todo hombre tiene derecho a soñar y a poder encontrar el lugar que le corresponde en nuestra “casa común”. Toda persona tiene derecho al futuro.


Asimismo, quisiera expresar mi gratitud a todas las personas que se han puesto al servicio de los migrantes y refugiados en todo el mundo, y hoy de manera especial a vosotros, miembros de Caritas que, en nombre de toda la Iglesia, tenéis el honor de manifestar el amor misericordioso de Dios a tantas hermanas y hermanos nuestros, así como también a todos los miembros de las demás asociaciones vinculadas. Vosotros bien sabéis y experimentáis que para el cristiano “no se trata solo de migrantes”, sino de Cristo mismo que llama a nuestra puerta.


Que el Señor, que durante su vida terrenal vivió en carne propia el sufrimiento del exilio, bendiga a cada uno de vosotros, os dé la fuerza necesaria para no desanimaros y para ser unos con otros “puerto seguro” de acogida.


Muchas gracias.




[1] Discurso de S.M. el Rey de Marruecos a la Conferencia Intergubernamental sobre las migraciones, Marrakech, 10 diciembre 2018.






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Viaje Apostólico a Marruecos: Visita al Mausoleo de Mohammed V, visita de cortesía al Rey Mohammed VI y visita al Instituto de Imanes, Predicadores y Predicadoras Mohammed VI

Rabat, MARRUECOS (http://press.vatican.va - 30 de marzo de 2019).-  Visita al mausoleo de Mohammed V


Esta tarde, el Santo Padre FRANCISCO y el Rey Mohammed VI fueron en privado al Mausoleo de Mohammed V y visitaron las tumbas de Mohammed V y Hassan II, dejando allí ramos de flores.


Antes de abandonar el Mausoleo, el Papa firmó el Libro de Oro. Luego, el conservador del mausoleo entregó al Santo Padre un regalo y un libro sobre la historia del monumento sepulcral.


Al final de la visita, el Papa se trasladó en automóvil al Palacio Real para una visita de cortesía al Rey Mohammed VI.


Visita de cortesía al rey Mohammed VI.



A las 16.25 el Santo Padre FRANCISCO efectuó una visita de cortesía al Rey Mohammed VI.


Al llegar al Palacio, antes de entrar al Gabinete Real, Su Majestad Mohammed VI y el Papa FRANCISCO recibieron los honores de la Guardia Real.


Después de la presentación de la familia y el intercambio de regalos, tuvo lugar el encuentro privado.


Al final del encuentro, en la Sala del Trono, Su Majestad Mohammed VI y el Papa FRANCISCO firmaron un llamamiento común sobre la Ciudad Santa de Jerusalén / Al Qods y lugar de encuentro.


Luego, el rey Mohammed VI acompañó al Papa a la entrada del palacio recibiendo nuevamente los honores de la Guardia Real. Después de despedirse del rey, el Santo Padre se trasladó en automóvil al Instituto de Imanes, Predicadores y Predicadoras Mohammed VI.


Visita al Instituto de Imanes, Predicadores y Predicadoras Mohammed VI


A las 17.10, el Santo Padre FRANCISCO visitó el Instituto Mohammed VI de Imanes, Predicadores y Predicadoras.


A su llegada, fue recibido por Su Majestad Mohammed VI, el Ministro de Asuntos Religiosos, el Director del Instituto y el Presidente del Consejo de  los Ulema. Después, juntos, recibiendo los honores de la Guardia Real, llegaron al auditorio.
Después de la proyección de un video y el saludo del Ministro de Asuntos Religiosos, tomaron la palabra una estudiante africana y un estudiante europeo. Después de la ejecución de  piezas musicales de la tradición judía, cristiana y musulmana, el rey Mohammed VI acompañó al papa Francisco al automóvil y se despidió de él.


Luego, el Santo Padre se trasladó en automóvil a la sede de la Caritas Diocesana de Rabat para encontrarse con los migrantes.






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Viaje Apostólico a Marruecos: Llamamiento de Su Majestad el Rey Mohamed VI y de Su Santidad el Papa FRANCISCO sobre Jerusalén/Al Qods Ciudad santa y lugar de encuentro

Rabat, MARRUECOS (http://press.vatican.va - 30 de marzo de 2019).-  Esta tarde durante el encuentro privado en el Palacio Real, Su Majestad Mohammed VI y el Papa FRANCISCO firmaron un llamamiento sobre Jerusalén/ Al Qods Ciudad Santa y lugar de encuentro cuyo texto reproducimos a continuación:




LLAMAMIENTO
DE SU MAJESTAD EL REY MOHAMED VI
Y DE SU SANTIDAD EL PAPA FRANCISCO
SOBRE JERUSALÉN / AL QODS
CIUDAD SANTA Y LUGAR DE ENCUENTRO


Sábado, 30 de marzo de 2019



Con motivo de la visita al Reino de Marruecos, Su Santidad el Papa Francisco y Su Majestad el Rey Mohammed VI, reconociendo la singularidad y la sacralidad de Jerusalén / Al Qods Acharif, y teniendo en cuenta su significado espiritual y su vocación peculiar como Ciudad de Paz, comparten el siguiente llamamiento:


«Creemos que es importante preservar la Ciudad Santa de Jerusalén / Al Qods Acharif como patrimonio común de la humanidad y, sobre todo, para los fieles de las tres religiones monoteístas, como lugar de encuentro y símbolo de coexistencia pacífica, en el que se cultivan el respeto mutuo y el diálogo.


Con este fin, el específico carácter multirreligioso, la dimensión espiritual y la peculiar identidad cultural de Jerusalén / Al Qods Acharif deben ser preservados y promovidos.


Esperamos, por consiguiente, que se garanticen en la Ciudad Santa la plena libertad de acceso a los fieles de las tres religiones monoteístas y el derecho de cada una de ellas a realizar allí sus propios actos de culto, de modo que sus fieles eleven en Jerusalén / Al Qods Acharif, su oración a Dios, creador de todo, por un futuro de paz y fraternidad en la tierra».


Rabat, 30 de marzo de 2019


S.M. el Rey Mohammed VI
Amir al Mouminine
S.S. Papa Francisco








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Viaje Apostólico a Marruecos: Recibimiento oficial en el aeropuerto de Rabat-Salé, ceremonia de bienvenida a Marruecos y encuentro con el pueblo marroquí, las autoridades, la sociedad civil y el Cuerpo Diplomático

Rabat, MARRUECOS (http://press.vatican.va - 30 de marzo de 2019).-  Recibimiento oficial en el aeropuerto internacional de Rabat-Salé

A su llegada al Aeropuerto Internacional de Rabat-Salé, el Santo Padre FRANCISCO fue recibido por el Rey de Marruecos Mohammed VI. Dos niños con trajes típicos, entregaron un ramo de flores al Papa. Después del piquete de honor, el Santo Padre, acompañado por el Rey, saludó al Arzobispo de Rabat, S.E. Mons. Cristóbal López Romero, S.D.B., antes de ir al Salón Royal, donde le ofrecieron dátiles y leche de almendras como signo de hospitalidad y bienvenida. Sucesivamente se trasladó en automóvil a la explanada de la  Torre de Hassan para la ceremonia de bienvenida en Marruecos.


Ceremonia de bienvenida a Marruecos

A su llegada a la explanada de la Torre Hassan, el Santo Padre, acompañado por Su Majestad Mohammed VI, se dirigió a la entrada principal de la explanada para la ceremonia de bienvenida.


Tras la ejecución de los himnos, los honores militares y la presentación de las delegaciones, el Santo Padre y el Rey subieron al podio para el encuentro con el pueblo marroquí, las autoridades, los representantes de la sociedad civil y los miembros del Cuerpo diplomático.


Encuentro con el pueblo marroquí, las autoridades, la sociedad civil y el cuerpo diplomático

El Papa FRANCISCO se encontró en la explanada de la Torre Hassan al pueblo de Marruecos, a las autoridades, a los representantes de la sociedad civil y a los miembros del cuerpo diplomático.


Después del discurso del Rey de Marruecos, Su Majestad Mohammed VI, el Papa Francisco pronunció un discurso, acabado el cual fue a pie hasta el Mausoleo de Mohammed V.


Texto del discurso del Santo Padre al pueblo de Marruecos, a las autoridades, a los representantes de la sociedad civil y a los miembros del cuerpo diplomático:





ENCUENTRO CON EL PUEBLO MARROQUÍ, LAS AUTORIDADES,
LA SOCIEDAD CIVIL Y EL CUERPO DIPLOMÁTICO


DISCURSO DEL SANTO PADRE

Explanada de la Torre Hasán
Sábado, 30 de marzo de 2019


Majestad,
Altezas reales,
distinguidas Autoridades del Reino de Marruecos,
miembros del Cuerpo diplomático,
queridos amigos marroquíes,

As-Salam Alaikum!


Me alegro de pisar el suelo de este país, rico en tantas bellezas naturales, custodio de vestigios de antiguas civilizaciones y testigo de una historia fascinante. Ante todo, deseo expresar mi sincero y cordial agradecimiento a Su Majestad Mohammed VI por su gentil invitación y por la calurosa acogida que me ha dispensado en nombre de todo el pueblo marroquí, y especialmente por las amables palabras que me ha dirigido.


Esta visita es para mí motivo de gozo y gratitud porque me permite descubrir la riqueza de vuestra tierra, de vuestro pueblo y de vuestras tradiciones. Gratitud que se transforma en una importante oportunidad para promover el diálogo interreligioso y el conocimiento recíproco entre los fieles de nuestras dos religiones, al mismo tiempo que recordamos —ochocientos años después— el histórico encuentro entre san Francisco de Asís y el sultán al-Malik al-Kamil. Aquel acontecimiento profético manifiesta que la valentía del encuentro y de la mano tendida son un camino de paz y de armonía para la humanidad, allí donde el extremismo y el odio son factores de división y destrucción. Además, deseo que la estima, el respeto y la colaboración entre nosotros contribuyan a profundizar nuestros lazos de amistad sincera, para que nuestras comunidades preparen un futuro mejor para las nuevas generaciones.


Aquí en esta tierra, puente natural entre África y Europa, deseo insistir en la necesidad de unir nuestros esfuerzos para dar un nuevo impulso a la construcción de un mundo más solidario, más comprometido en el empeño honesto, valiente e indispensable por un diálogo que respete las riquezas y particularidades de cada pueblo y de cada persona. Este es un desafío que todos nosotros estamos llamados a afrontar, sobre todo en este tiempo en el que se corre el riesgo de hacer de las diferencias y el desconocimiento recíproco motivos de rivalidad y disgregación.


Por tanto, para participar en la edificación de una sociedad abierta, plural y solidaria, es esencial desarrollar y asumir constantemente y sin flaquear la cultura del diálogo como el camino a seguir; la colaboración, como conducta; el conocimiento recíproco, como método y criterio (cf. Documento sobre la fraternidad humana, Abu Dabi, 4 febrero 2019). Este es el camino que estamos llamados a recorrer sin cansarnos nunca, para ayudarnos a superar juntos las tensiones y las incomprensiones, las máscaras y los estereotipos que conducen siempre al miedo y a las contraposiciones; y así abrir el camino a un espíritu de colaboración fructífera y respetuosa. En efecto, es indispensable oponer al fanatismo y al fundamentalismo la solidaridad de todos los creyentes, teniendo como referencias inestimables de nuestro actuar los valores que nos son comunes. En este sentido, me alegro de poder visitar en unos momentos el Instituto Mohammed VI para imanes, predicadores y predicadoras, que Vuestra Majestad ha deseado para ofrecer una formación adecuada y sana contra todas las formas de extremismo, que llevan a menudo a la violencia y al terrorismo y que, en todo caso, constituyen una ofensa a la religión y a Dios mismo. De hecho, sabemos que los futuros líderes religiosos necesitan una preparación apropiada, si queremos reavivar el verdadero sentido religioso en el corazón de las nuevas generaciones.


Por tanto, un diálogo auténtico nos invita a no subestimar la importancia del factor religioso para construir puentes entre los hombres y para afrontar con éxito los desafíos mencionados anteriormente. Ciertamente, y en el respeto de nuestras diferencias, la fe en Dios nos lleva a reconocer la eminente dignidad de todo ser humano, como también sus derechos inalienables. Nosotros creemos que Dios ha creado los seres humanos iguales en derechos, deberes y dignidad, y que los ha llamado a vivir como hermanos y a difundir los valores del bien, de la caridad y de la paz. Por esa razón, la libertad de conciencia y la libertad religiosa —que no se limita solo a la libertad de culto, sino a permitir que cada uno viva según la propia convicción religiosa— están inseparablemente unidas a la dignidad humana. Con este espíritu, es necesario que pasemos siempre de la simple tolerancia al respeto y a la estima de los demás. Porque se trata de descubrir y aceptar al otro en la peculiaridad de su fe y enriquecerse mutuamente con la diferencia, en una relación marcada por la benevolencia y la búsqueda de lo que podemos hacer juntos. Así entendida, la construcción de puentes entre los hombres, desde el punto de vista interreligioso, pide ser vivida bajo el signo de la convivencia, de la amistad y, más aún, de la fraternidad.


La Conferencia internacional sobre los derechos de las minorías religiosas en el mundo islámico, realizada en Marrakech en enero de 2016, afrontó dicha cuestión. Y me alegro que ella haya permitido condenar cualquier uso instrumental de una religión para discriminar o agredir a las otras, evidenciando la necesidad de ir más allá del concepto de minoría religiosa en favor de aquel de ciudadanía y de reconocimiento del valor de la persona, que debe poseer un carácter central en todo ordenamiento jurídico.


También considero un gesto profético la creación del Instituto Ecuménico Al Mowafaqa, en Rabat, en el año 2012, por iniciativa católica y protestante en Marruecos, Instituto que quiere contribuir a la promoción del ecumenismo, como también del diálogo con la cultura y con el Islam. Esta loable iniciativa expresa la preocupación y la voluntad de los cristianos que viven en este país en construir puentes que manifiesten y sirvan a la fraternidad humana.


Todos estos procesos que detendrán la «instrumentalización de las religiones para incitar al odio, a la violencia, al extremismo o al fanatismo ciego y que se deje de usar el nombre de Dios para justificar actos de homicidio, exilio, terrorismo y opresión» (Documento sobre la fraternidad humana, Abu Dabi, 4 febrero 2019).


El diálogo genuino que queremos desarrollar nos lleva también a tomar en consideración el mundo en el que vivimos, nuestra casa común. Por esta razón, la Conferencia internacional sobre el cambio climático, COP 22, también realizada aquí en Marruecos, ha confirmado una vez más la toma de conciencia, por parte de muchas naciones, sobre la necesidad de proteger el planeta en el que Dios nos ha dado la vida y de contribuir a una verdadera conversión ecológica para un desarrollo humano integral. Expreso mi agradecimiento por todos los avances realizados en este campo y celebro la puesta en acto de una verdadera solidaridad entre las naciones y los pueblos, con el fin de encontrar soluciones justas y duraderas a los flagelos que amenazan la casa común y la supervivencia misma de la familia humana. De forma conjunta y en un diálogo paciente y prudente, franco y sincero, es como esperamos que se puedan encontrar respuestas adecuadas, para invertir el proceso del calentamiento global y lograr erradicar la pobreza (cf. Carta enc. Laudato si’, 175).


Del mismo modo, la grave crisis migratoria que hoy estamos afrontando es una llamada urgente para que todos busquemos los medios concretos para erradicar las causas que obligan a tantas personas a dejar su país, su familia, y a encontrarse frecuentemente marginadas, rechazadas. Desde este punto de vista, el pasado mes de diciembre, aquí en Marruecos, la Conferencia intergubernamental sobre el Pacto mundial para una migración segura, ordenada y regular aprobó un documento que quiere ser un punto de referencia para toda la comunidad internacional. Al mismo tiempo, es verdad que aún queda mucho por hacer, sobre todo porque es necesario pasar de los compromisos contraídos con ese documento, al menos a nivel moral, a acciones concretas y, en especial, a un cambio de disposición hacia los migrantes, que los afirme como personas, no como números, que reconozca sus derechos y su dignidad en los hechos y en las decisiones políticas. Vosotros sabéis cuánto me preocupa la suerte, a menudo terrible, de estas personas que en gran parte no dejarían sus países si no estuvieran obligadas a hacerlo. Espero que Marruecos, que con gran disponibilidad y exquisita hospitalidad acogió esa Conferencia, quiera continuar siendo, en la comunidad internacional, un ejemplo de humanidad para los migrantes y los refugiados, de manera que puedan ser, aquí, como en cualquier otro lugar, acogidos y protegidos con humanidad, se promueva su situación y sean integrados con dignidad. Que, cuando las condiciones lo permitan, puedan decidir regresar a casa en condiciones de seguridad, que respeten su dignidad y sus derechos. Se trata de un fenómeno que nunca encontrará una solución en la construcción de barreras, en la difusión del miedo al otro o en la negación de asistencia a cuantos aspiran a una legítima mejora para sí mismos y para sus familias. Sabemos también que la consolidación de una paz verdadera pasa a través de la búsqueda de justicia social, indispensable para corregir los desequilibrios económicos y los desórdenes políticos que han sido siempre los principales factores de tensión y de amenaza para toda la humanidad.


Majestad y honorables autoridades, queridos amigos: Los cristianos se alegran por el lugar que les han hecho en la sociedad marroquí. Ellos quieren contribuir en la edificación de una nación solidaria y próspera, teniendo como preocupación el bien común del pueblo. Desde este punto de vista, me parece significativo el compromiso de la Iglesia Católica en Marruecos, en sus obras sociales y en el campo de la educación a través de sus escuelas abiertas a los estudiantes de cualquier confesión, religión y origen. Por eso, mientras doy gracias a Dios por el camino realizado, permitidme animar a los católicos y cristianos a ser aquí, en Marruecos, servidores, promotores y defensores de la fraternidad humana.


Majestad, distinguidas autoridades, queridos amigos: Os agradezco una vez más, así como a todo el pueblo marroquí, vuestra acogida tan calurosa y vuestra cortés atención. Shukran bi-saf! El Omnipotente, clemente y misericordioso, os proteja y bendiga a Marruecos. Gracias.










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Saludo del Papa FRANCISCO a los periodistas durante el vuelo de Roma a Marruecos

VUELO PAPAL ROMA - MARRUECOS (http://catolicidad.blogspot.mx - 30 de marzo de 2019).- Esta mañana, durante el vuelo a Marruecos, el Papa FRANCISCO, como de costumbre, fue a saludar a los operadores de medios que lo acompañan en esta visita.


Tras la presentación del Director “ad interim” de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Alessandro Gisotti, el Pontífice dirigió las siguientes palabras a los periodistas:




SALUDO DEL SANTO PADRE A LOS PERIODISTAS
DURANTE EL VUELO DIRECTO A RABAT


Vuelo Papal
Sábado, 30 de marzo de 2019


Alessandro Gisotti:


Bienvenido, Santo Padre; bienvenidos todos vosotros. Bienvenidos colegas periodistas de Marruecos para esta visita, la primer visita histólirca del Papa FRANCISCO a vuestro País.


Santo Padre, el lema de este viaje es “Servidor de la esperanza”: es bello que esto suceda en un País donde existe convivencia y hermandad entre cristianos y musulmanes, justo después de la firma del documento sobre la fraternidad humana en Abu Dhabi.


Papa FRANCISCO:


Buenos días a todos vosotros. Gracias por la compañía. Espero que vuestro trabajo sea fructífero. Será agotador, de seguro, pero espera sea fructífero, di sicuro, ma spero sia fecondo. También me dijero que hoy hay fiesta: no se habrá pastel,  pero hay dos cumpleaños ¿no es verdad? ¡Muchas felicidades! Gracias.


[Traducido del original italiano y francés por http://catolicidad.blogspot.mx]


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Telegramas a los Jefes de Estado en el vuelo de avión de Roma a Rabat

CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 30 de marzo de 2019).- Mientras sobrevolaba Francia y España, en dirección a Rabat, el Santo Padre FRANCISCO envió a los respectivos Jefes de Estado los siguientes telegramas:


Sobrevuelo Francia


A SU EXCELENCIA EMMANUEL MACRON
PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA FRANCESA
PARÍS

 

MIENTRAS SOBREVUELO FRANCIA EN MI CAMINO A MARRUECOS PARA UNA VISITA APOSTÓLICA, SALUDO CORDIALMENTE  A SU EXCELENCIA Y A SUS CIUDADANOS. RUEGO POR LOS DONES DE PAZ Y ARMONÍA EN LA NACIÓN E INVOCO DE TODO CORAZÓN  LAS BENDICIONES DE DIOS SOBRE TODOS.



FRANCISCUS PP.

Sobrevuelo España


A SU MAJESTAD FELIPE VI
REY DE ESPAÑA
MADRID

 

AL ENTRAR EN EL ESPACIO AÉREO DE ESPAÑA EN MI VIAJE A MARRUECOS, SALUDO CORDIALMENE A SU MAJESTAD, A LOS MIEMBROS DE LA FAMILIA REAL Y AL PUEBLO DE ESPAÑA. INVOCO  BENDICIONES DIVINAS PARA TODOS, PIDIENDO A DIOS TODOPODEROSO QUE OTORGUE A LA NACIÓN EL DON DEL BIENESTAR Y LA PAZ.


FRANCISCUS PP.

sábado, 30 de marzo de 2019

Viaje Apostólico de Su Santidad FRANCISCO a Marruecos (30-31 de marzo de 2019) - Salida de Roma y telegrama al Presidente de la República Italiana

CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 30 de marzo de 2019).- El Papa FRANCISCO se ha desplazado esta mañana a Marruecos, dando así comienzo a su 28° Viaje Apostólico internacional.


Antes de salir de la Casa Santa Marta, el Papa saludó a un grupo de inmigrantes marroquíes alojados en Italia por la Comunidad de San Egidio. Se trata de dos familias, cada una con dos hijos; dos mujeres jóvenes y un chico. El grupo estaba acompañado por el Limosnero Apostólico, el cardenal Konrad Krajewski.


Terminado el encuentro, el Papa se trasladó en automóvil al Aeropuerto Internacional Roma-Fiumicino desde donde, a las 10.57 de la mañana, a bordo de un Alitalia A320, partió para Rabat.


La llegada al aeropuerto internacional de Rabat-Salé está programada para las 14.00.


Telegrama al presidente de la República Italiana.



Al salir del territorio italiano, el Santo Padre FRANCISCO envió el siguiente telegrama al Presidente de la República Italiana, Hon. Sergio Mattarella:


A SU EXCELENCIA
HON. SERGIO MATTARELLA
PRESIDENTE DE LA REPUBLICA ITALIANA
PALACIO DEL QUIRINAL
00187 ROMA

CUANDO ME DISPONGO A COMENZAR MI VIAJE APOSTÓLICO  MARRUECOS,PAR ENCONTRAR A ESE NOBLE PUEBLO, COMPARTIENDO CON LA COMUNIDAD CATÓLICA MOMENTOS DE ORACIÓN Y DE COMUNIÓN, Y ALENTANDO  EL DIALOGO INTERRELIGIOSO, ME AGRADA DIRIGIRLE, SEÑOR PRESIDENTE, ASÍ COMO A LA NACIÓN ITALIANA MI CORDIAL SALUDO QUE ACOMPAÑO CON LOS MEJORES DESEOS DE QUE ITALIA MANTENGA SIEMPRE GRAN ATENCIÓN  A LOS VALORES ÉTICOS Y ESPIRITUALES DE LA PERSONA Y DE LA CONVIVENCIA SOCIAL, BUSCANDO, CON ESFUERZO CONCORDE, SOLUCIONES INSPIRADAS POR LA SOLIDARIDAD.



FRANCISCUS PP.





Link:

Programa del Viaje Apostólico de Su Santidad FRANCISCO a Marruecos

CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 30 de marzo de 2019).- Programa del Viaje Apostólico de Su Santidad FRANCISCO a Marruecos este fin de semana.


VIAJE APOSTÓLICO DE SU SANTIDAD EL PAPA FRANCISCO
A MARRUECOS


30-31 DE MARZO DE 2019

Viaggio Apostolico del Santo Padre in Marocco (30-31 marzo 2019)

P R O G R A M A
Sábado, 30 de marzo de 2019


ROMA- RABAT

10.45 Salida en avión del aeropuerto de Roma/Fiumicino hacia Rabat
14.00 Llegada al aeropuerto internacional de Rabat-Salé

Recibimiento oficial
14.40 Ceremonia de bienvenida en la explanada de la Torre Hasán
15.00 Encuentro con el pueblo marroquí, las autoridades, con la sociedad civil y con el Cuerpo Diplomático en la explanada de la Torre Hasán
16.00 Visita al Mausoleo Mohamed V
16.25 Visita de cortesía al Rey Mohamed VI en el Palacio Real
17.10 Visita al Instituto Mohamed VI de los imanes, predicadores y predicadoras
18.10 Encuentro con los migrantes en la sede de la Cáritas diocesana de Rabat

Domingo, 31 de marzo de 2019


RABAT- ROMA

9.30 Visita al Centre Rural des Services Sociaux de Témara
10.35 Encuentro con los sacerdotes, religiosos, consagrados y el Consejo Ecuménico de las Iglesias en la Catedral de Rabat

Ángelus
12.00 Almuerzo con algunos Miembros del Séquito Papal y los Obispos de Marruecos
14.45 Santa Misa en el Estadio Príncipe Moulay Abdellah
17.00 Ceremonia de despedida en el aeropuerto internacional de Rabat/Salé
17.15 Salida en avión para Roma
21.30 Llegada al aeropuerto internacional de Roma/Ciampino

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Papa nombra Jefe de Oficina de la Congregación para la Doctrina de la Fe

CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 30 de marzo de 2019).- En otros Actos Pontificios hoy el Santo Padre FRANCISCO ha nombrado Jefe de Oficina de la Congregación para la Doctrina de la Fe al Reverendo Mons. Patrick Descourtieux, Oficial del mismo Dicasterio.

Celebración de la Penitencia presidida por el Santo Padre

CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 30 de marzo de 2019).- Ayer a las 17.00 horas, en la Basílica de San Pedro, el Santo Padre FRANCISCO presidió el rito de la Reconciliación para varios penitentes con la confesión y la absolución individual.


Texto de la Homilía pronunciada por el Papa durante la celebración penitencial:



HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO

Basílica Vaticana
Viernes, 29 de marzo de 2019


«Quedaron solo ellos dos: la miserable y la misericordia» (In Io. Ev. tract. 33,5). Así encuadra san Agustín el final del Evangelio que hemos escuchado recientemente. Se fueron los que habían venido para arrojar piedras contra la mujer o para acusar a Jesús siguiendo la Ley. Se fueron, no tenían otros intereses. En cambio, Jesús se queda. Se queda, porque se ha quedado lo que es precioso a sus ojos: esa mujer, esa persona. Para él, antes que el pecado está el pecador. Yo, tú, cada uno de nosotros estamos antes en el corazón de Dios: antes que los errores, que las reglas, que los juicios y que nuestras caídas. Pidamos la gracia de una mirada semejante a la de Jesús, pidamos tener el enfoque cristiano de la vida, donde antes que el pecado veamos con amor al pecador, antes que los errores a quien se equivoca, antes que la historia a la persona.


«Quedaron solo ellos dos: la miserable y la misericordia». Para Jesús, esa mujer sorprendida en adulterio no representa un parágrafo de la Ley, sino una situación concreta en la que implicarse. Por eso se queda allí, en silencio. Y mientras tanto realiza dos veces un gesto misterioso: «escribe con el dedo en el suelo» (Jn 8,6.8). No sabemos qué escribió, y quizás no es lo más importante: el Evangelio resalta el hecho de que el Señor escribe. Viene a la mente el episodio del Sinaí, cuando Dios había escrito las tablas de la Ley con su dedo (cf. Ex 31,18), tal como hace ahora Jesús. Más tarde Dios, por medio de los profetas, prometió que no escribiría más en tablas de piedra, sino directamente en los corazones (cf. Jr 31,33), en las tablas de carne de nuestros corazones (cf. 2 Co 3,3). Con Jesús, misericordia de Dios encarnada, ha llegado el momento de escribir en el corazón del hombre, de dar una esperanza cierta a la miseria humana: de dar no tanto leyes exteriores, que a menudo dejan distanciados a Dios y al hombre, sino la ley del Espíritu, que entra en el corazón y lo libera. Así sucede con esa mujer, que encuentra a Jesús y vuelve a vivir. Y se marcha para no pecar más (cf. Jn 8,11). Jesús es quien, con la fuerza del Espíritu Santo, nos libra del mal que tenemos dentro, del pecado que la Ley podía impedir, pero no eliminar.


Sin embargo, el mal es fuerte, tiene un poder seductor: atrae, cautiva. Para apartarse de él no basta nuestro esfuerzo, se necesita un amor más grande. Sin Dios no se puede vencer el mal: solo su amor nos conforta dentro, solo su ternura derramada en el corazón nos hace libres. Si queremos la liberación del mal hay que dejar actuar al Señor, que perdona y sana. Y lo hace sobre todo a través del sacramento que estamos por celebrar. La confesión es el paso de la miseria a la misericordia, es la escritura de Dios en el corazón. Allí leemos que somos preciosos a los ojos de Dios, que él es Padre y nos ama más que nosotros mismos.


«Quedaron solo ellos dos: la miserable y la misericordia». Solo ellos. Cuántas veces nos sentimos solos y perdemos el hilo de la vida. Cuántas veces no sabemos ya cómo recomenzar, oprimidos por el cansancio de aceptarnos. Necesitamos comenzar de nuevo, pero no sabemos desde dónde. El cristiano nace con el perdón que recibe en el Bautismo. Y renace siempre de allí: del perdón sorprendente de Dios, de su misericordia que nos restablece. Solo sintiéndonos perdonados podemos salir renovados, después de haber experimentado la alegría de ser amados plenamente por el Padre. Solo a través del perdón de Dios suceden cosas realmente nuevas en nosotros. Volvamos a escuchar una frase que el Señor nos ha dicho por medio del profeta Isaías: «Realizo algo nuevo» (Is 43,18). El perdón nos da un nuevo comienzo, nos hace criaturas nuevas, nos hace ser testigos de la vida nueva. El perdón no es una fotocopia que se reproduce idéntica cada vez que se pasa por el confesionario. Recibir el perdón de los pecados a través del sacerdote es una experiencia siempre nueva, original e inimitable. Nos hace pasar de estar solos con nuestras miserias y nuestros acusadores, como la mujer del Evangelio, a sentirnos liberados y animados por el Señor, que nos hace empezar de nuevo.


«Quedaron solo ellos dos: la miserable y la misericordia». ¿Qué hacer para dejarse cautivar por la misericordia, para superar el miedo a la confesión? Escuchemos de nuevo la invitación de Isaías: «¿No lo reconocéis?» (Is 43,18). Reconocer el perdón de Dios es importante. Sería hermoso, después de la confesión, quedarse como aquella mujer, con la mirada fija en Jesús que nos acaba de liberar: Ya no en nuestras miserias, sino en su misericordia. Mirar al Crucificado y decir con asombro: “Allí es donde han ido mis pecados. Tú los has cargado sobre ti. No me has apuntado con el dedo, me has abierto los brazos y me has perdonado otra vez”. Es importante recordar el perdón de Dios, recordar la ternura, volver a gustar la paz y la libertad que hemos experimentado. Porque este es el corazón de la confesión: no los pecados que decimos, sino el amor divino que recibimos y que siempre necesitamos. Sin embargo, nos puede asaltar una duda: “no sirve confesarse, siempre cometo los mismos pecados”. Pero el Señor nos conoce, sabe que la lucha interior es dura, que somos débiles y propensos a caer, a menudo reincidiendo en el mal. Y nos propone comenzar a reincidir en el bien, en pedir misericordia. Él será quien nos levantará y convertirá en criaturas nuevas. Entonces reemprendamos el camino desde la confesión, devolvamos a este sacramento el lugar que merece en nuestra vida y en la pastoral.


«Quedaron solo ellos dos: la miserable y la misericordia». También nosotros vivimos hoy en la confesión este encuentro de salvación: nosotros, con nuestras miserias y nuestro pecado; el Señor, que nos conoce, nos ama y nos libera del mal. Entremos en este encuentro, pidiendo la gracia de redescubrirlo.

 
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Arzobispo de Rabat: la Iglesia que espera al Papa sigue los pasos de San Francisco de Asís y de Carlos de Foucauld

Rabat, MARRUECOS (Agencia Fides, 29/03/2019) - La Iglesia que dará la bienvenida al sucesor de Pedro “comparte el rasgo de su buena espiritualidad con la del buen samaritano, San Francisco de Asís y Carlos de Foucauld”. Así lo explica el salesiano Cristóbal López Romero, arzobispo católico de Rabat, destacando las características de una estructura eclesial “no autorreferencial, una Iglesia que no trabaja para sí misma, sino al servicio del Reino de Dios”.

Lo primero que el arzobispo Cristóbal sugiere es que se preste atención a la caridad gratuita y operante: “En las estructuras de salud pública marroquí hay 27 empleos reservados para las monjas católicas. Una vez un funcionario me dijo que esta presencia de las hermanas es parte del patrimonio inmaterial de Marruecos, y no podemos perderla, porque su contribución da un plus de vocación al trabajo en materia sanitaria. Utilizó la misma palabra “vocación” para sugerir los efectos de ese trabajo silencioso que cambia la realidad cotidiana de muchas personas”.

El trabajo de la Iglesia en Marruecos también se expresa en el trabajo diario de las 15 escuelas católicas, donde 800 profesores musulmanes contribuyen a la formación de 12.000 estudiantes, todos de familias musulmanas. “Desafortunadamente nuestras escuelas no tienen subvención pública, y esto nos hace difícil poder trabajar para estudiantes de las familias más pobres. El nivel que ofrecemos en nuestras escuelas es valorado por todos. Y el trabajo conjunto de cristianos y musulmanes en el campo de la educación, la salud, la promoción social, a favor de la emancipación de las mujeres y la abolición del trabajo infantil, representa una forma concreta de realizar un diálogo interreligioso y de caminar en el tiempo hacia el Reino de Dios que se revela a los pequeños”, dice el obispo.

“En Marruecos la Iglesia vive un tiempo de paz y opera libremente. Caritas, en las diócesis de Rabat y Tánger, sostiene el proyecto Kantara (que significa “Puente”) para migrantes necesitados (enfermos, menores, personas con problemas de salud mental y mujeres embarazadas). Cada año, al menos 20.000 migrantes del África subsahariana pasan por Europa y reciben asistencia de Cáritas Marruecos. Su estancia temporal puede durar semanas, meses, años, dependiendo del caso. Y también hay alguien que se instala para siempre en el país que, a priori, consideraban de tránsito. Cáritas de Rabat tiene casi un centenar de empleados, cuyo trabajo es muy apreciado por las autoridades, tanto que el gobierno ha pedido al personal de Caritas que contribuya a la formación de funcionarios estatales involucrados en el campo de las emergencias sociales”, explica el obispo salesiano. También a través de Caritas la Iglesia de Marruecos se viste con las ropas “del buen samaritano, que cuida al hombre herido sin siquiera saber su nombre, sin preguntarle por qué está en esa condición”, añade.

La llegada a Marruecos de muchos estudiantes de los países del África subsahariana ha puesto también a prueba a Iglesia a nivel pastoral. El curso para prepararse para el bautismo dura tres años, y en el verano hay campamentos para grupos de 30 a 40 jóvenes que desean profundizar su pertenencia a la Iglesia también a nivel teológico y litúrgico. “El trabajo pastoral dirigido a jóvenes de otros países africanos se lleva a cabo sin problemas. Muchos ya son cristianos, o quieren convertirse. No hay detrás ningún proselitismo”, destaca el arzobispo Cristóbal López.

Después de la experiencia colonial, incluso los eventos históricos llevaron a la comunidad católica marroquí a preferir lo que el arzobispo salesiano define como la “espiritualidad de la encarnación”, siguiendo el ejemplo de los años vividos por Cristo antes de su vida pública: “nosotros también vivimos la encarnación como Iglesia entre el pueblo marroquí. Seguimos los pasos de San Francisco de Asís, quien invitó a sus seguidores a confesar a Cristo en primer lugar con el testimonio de la vida, y si es necesario, incluso con palabras. También seguimos la estela del beato Charles de Foucauld. Pienso en las pequeñas comunidades de religiosos que viven solos en aldeas y barrios en medio de musulmanes, sin otros cristianos, y que son apreciados por todos. Esta es nuestra tradición, que no debemos perder, y que podemos ofrecer como regalo a la Iglesia universal, también con respecto a las relaciones con nuestros hermanos musulmanes”. El obispo se expresa así con la confianza de que con esta discreta presencia la Iglesia se manifiesta “como una señal, sacramento e instrumento del Reino de Dios. No como una realidad autorreferencial, sino como un medio” . Lo hace también con la mirada puesta en la naturaleza íntima del trabajo apostólico que se abre a la comunión con otros cristianos (como lo atestigua el instituto de teología ecuménica nacido de la colaboración entre católicos y evangélicos).