sábado, 16 de octubre de 2021

El gobierno continúa con las prácticas de militarización y represión de los migrantes, provocando violaciones de los derechos humanos

Ciudad Juárez, MÉXICO (Agencia Fides 16/10/2021) – “Hacemos un respetuoso pero enérgico llamado al Gobierno de México, para que su política migratoria abandone la represión hacia las personas migrantes, y cumpla con la encomienda constitucional de hacer efectivos los derechos humanos de todas y todos. Consideramos que existen caminos más fraternos para la movilidad humana en general, por ello, seguimos extendiendo nuestra mano al Gobierno de México, siempre en beneficio de las personas migrantes y de las personas mexicanas, sabedores de que creemos en un mundo en el cual somos hermanas y hermanos, hijas e hijos de un mismo Dios, sin fronteras, prejuicios, odios o xenofobia”. Este es el llamamiento a las autoridades mexicanas lanzado durante el Encuentro nacional de coordinadores de movilidad humana y directores de casas de migrantes, de la Conferencia del Episcopado Mexicano, firmado por Mons. J. Guadalupe Torres Campos, obispo de Ciudad Juárez, responsable de la dimensión episcopal de la Dimensión pastoral de movilidad humana.
 

En la reunión se ha reflexionado sobre los problemas a los que se enfrenta la población inmigrante, y con tristeza los participantes han observado que “la actual política migratoria del Gobierno de México ha recrudecido sus acciones de contención a los flujos migratorios, y se aleja cada vez más de una visión humanitaria para la atención integral de las personas en contexto de migración, lo que ha derivado en violaciones a los derechos humanos de estas personas: secuestros, desapariciones forzadas, homicidios, detenciones ilegales, hacinamientos, por mencionar algunos”. Por ello, consideran que el Gobierno de México ha evadido su responsabilidad de proteger y garantizar el ejercicio de los derechos humanos de las personas en situación de vulnerabilidad, como lo son las personas migrantes y ha delegado a las Casas de migrantes gestionadas por la Iglesia católica, la responsabilidad de cuidar de las personas migrantes, “ignorando el mandato de promover y defender los derechos humanos de todas las personas”. Pese a las exhortaciones realizadas desde muchas partes, el gobierno mexicano “ha continuado con prácticas de militarización y represión hacia las personas migrantes, lo que ha derivado en múltiples violaciones a los derechos humanos”.
 

Insistiendo sobre el buscar vías más humanas y no violentas para el tránsito de los migrantes, los participantes al encuentro reiteran: “no queremos ver más muertes ni dolor, no queremos un México en donde se separen a las familias migrantes. 


No queremos un país en donde las autoridades municipales, estatales y federales sean cómplices de la delincuencia organizada. No queremos un México en donde se trafique con el cuerpo y el dolor de personas extranjeras que decidieron migrar para encontrar una vida mejor. Queremos una nación fraterna, en donde todas y todos podamos vivir sin miedo; alegres de que en esta tierra peregrina nos recibe el amor, la esperanza y la caridad”.