Ashgabat TURKMENISTÁN (Agencia Fides 18/10/2021) - La presencia de la Iglesia católica en
Turkmenistán "es un rebaño pequeño y muy humilde en una tierra de
mayoría islámica y por ello debe mantener un perfil discreto, pero esto
no es un límite para el anuncio de la Buena Noticia del Reino de Dios.
Lo cuenta a la Agencia Fides el P. Andrzej Madej, de los Oblatos de
María Inmaculada (OMI), Superior de la Missio sui iuris de Turkmenistán.
En su intervención en el reciente seminario web "La misión de
evangelización en Asia Central en tiempos de Evangelii Gaudium -
Contexto, dificultades, perspectivas", promovido por la Pontificia Unión
Misional, el padre Madej señala que la celebración de la liturgia en
varias lenguas, es el primer y más importante aspecto para la
evangelización: "Todos los domingos, en nuestra capilla de Ashgabat,
celebramos la Eucaristía en ruso y en inglés para los diplomáticos y
trabajadores de otros países, pero también leemos el Evangelio en
turcomano, porque nos hemos dado cuenta de que hoy en día la lengua rusa
se habla cada vez menos. También tenemos un catecumenado, que a veces
dura tres o cuatro años, porque si nos damos cuenta de que la gente no
está preparada, preferimos esperar antes de administrar el bautismo. A
menudo organizamos reuniones en los hogares de las familias católicas,
promovemos encuentros para niños, visitamos a personas en hospitales y
residencias de ancianos. También vamos a otras ciudades y pueblos, a
veces sólo para hacer amistad”.
Además de las formas más tradicionales de evangelización, no faltan
iniciativas que recuerdan la "creatividad misionera" a la que se refiere
el Papa Francisco en la "Evangelii Gaudium": "Puede parecer extraño,
pero uno de los medios que nos permite hablar de Dios al pueblo de
Turkmenistán es un coche: La gente nos pide a menudo que les llevemos y
es una magnífica oportunidad para hablarles de Dios. No perdemos ninguna
ocasión para anunciar el Evangelio: aprovechamos la oportunidad en cada
ocasión, por ejemplo en las recepciones diplomáticas a las que asisto
como ‘agregado’ al Vaticano; o en las entrevistas de televisión que
concedemos; o en las bodas y los funerales, cuando se da la palabra a la
gente para desear lo mejor a los novios o recordar al difunto. La gente
escucha con interés: todo el mundo quiere hablar de fe, conciencia o
religión. Se presta mucha atención a lo que dicen los sacerdotes
católicos”.
Los alrededores de la capilla de la Transfiguración del Señor, en la capital, Ashgabat, también se aprovechan para reunirse: "En nuestro patio, en una zona muy cercana a la carretera, hemos construido una gruta dedicada a María Inmaculada y hemos comprobado con gran alegría que incluso los musulmanes se detienen allí para rezar. Además, hemos organizado un espacio en el que los niños y jóvenes pueden circular con sus bicicletas de forma segura o dejarlas a buen recaudo, como un auténtico aparcamiento. De este modo, incluso los no católicos tienen la oportunidad de acercarse y conocernos", concluye el Superior.
La comunidad católica turcomana consta de unos 250 fieles, que se reúnen
en la capilla de la Transfiguración del Señor, en la capital, Ashgabat.
Este pequeño grupo está dirigido por dos sacerdotes oblatos de María
Inmaculada. La Iglesia católica local renació en 1997, cuando Juan Pablo
II estableció la Missio sui iuris de Turkmenistán. Durante trece años, a
los oblatos sólo se les permitió estar presentes como "representantes
de la Embajada del Vaticano". Al principio, se reunían en casas
particulares y la misa se celebraba en el territorio diplomático de la
Nunciatura Apostólica en Ashgabat. En 2010, el gobierno turcomano
reconoció oficialmente la presencia católica.