lunes, 30 de septiembre de 2019

Carta Apostólica en forma de Motu Proprio del Papa FRANCISCO Aperuit Illis con la que se instituye el Domingo de la Palabra de Dios

CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 30 de septiembre de 2019).-  Carta Apostólica en forma de Motu Proprio del Papa FRANCISCO Aperuit Illis con la que se instituye el Domingo de la Palabra de Dios


CARTA APOSTÓLICA
EN FORMA DE «MOTU PROPRIO»


DEL SANTO PADRE FRANCISCO


APERUIT ILLIS


CON LA QUE SE INSTITUYE EL DOMINGO DE LA PALABRA DE DIOS


1. «Les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras» (Lc 24,45). Es uno de los últimos gestos realizados por el Señor resucitado, antes de su Ascensión. Se les aparece a los discípulos mientras están reunidos, parte el pan con ellos y abre sus mentes para comprender la Sagrada Escritura. A aquellos hombres asustados y decepcionados les revela el sentido del misterio pascual: que según el plan eterno del Padre, Jesús tenía que sufrir y resucitar de entre los muertos para conceder la conversión y el perdón de los pecados (cf. Lc 24,26.46-47); y promete el Espíritu Santo que les dará la fuerza para ser testigos de este misterio de salvación (cf. Lc 24,49).


La relación entre el Resucitado, la comunidad de creyentes y la Sagrada Escritura es intensamente vital para nuestra identidad. Si el Señor no nos introduce es imposible comprender en profundidad la Sagrada Escritura, pero lo contrario también es cierto: sin la Sagrada Escritura, los acontecimientos de la misión de Jesús y de su Iglesia en el mundo permanecen indescifrables. San Jerónimo escribió con verdad: «La ignorancia de las Escrituras es ignorancia de Cristo» (In Is., Prólogo: PL 24,17).


2. Tras la conclusión del Jubileo extraordinario de la misericordia, pedí que se pensara en «un domingo completamente dedicado a la Palabra de Dios, para comprender la riqueza inagotable que proviene de ese diálogo constante de Dios con su pueblo» (Carta ap. Misericordia et misera, 7). Dedicar concretamente un domingo del Año litúrgico a la Palabra de Dios nos permite, sobre todo, hacer que la Iglesia reviva el gesto del Resucitado que abre también para nosotros el tesoro de su Palabra para que podamos anunciar por todo el mundo esta riqueza inagotable. En este sentido, me vienen a la memoria las enseñanzas de san Efrén: «¿Quién es capaz, Señor, de penetrar con su mente una sola de tus frases? Como el sediento que bebe de la fuente, mucho más es lo que dejamos que lo que tomamos. Porque la palabra del Señor presenta muy diversos aspectos, según la diversa capacidad de los que la estudian. El Señor pintó con multiplicidad de colores su palabra, para que todo el que la estudie pueda ver en ella lo que más le plazca. Escondió en su palabra variedad de tesoros, para que cada uno de nosotros pudiera enriquecerse en cualquiera de los puntos en que concentrar su reflexión» (Comentarios sobre el Diatésaron, 1,18).


Por tanto, con esta Carta tengo la intención de responder a las numerosas peticiones que me han llegado del pueblo de Dios, para que en toda la Iglesia se pueda celebrar con un mismo propósito el Domingo de la Palabra de Dios. Ahora se ha convertido en una práctica común vivir momentos en los que la comunidad cristiana se centra en el gran valor que la Palabra de Dios ocupa en su existencia cotidiana. En las diferentes Iglesias locales hay una gran cantidad de iniciativas que hacen cada vez más accesible la Sagrada Escritura a los creyentes, para que se sientan agradecidos por un don tan grande, con el compromiso de vivirlo cada día y la responsabilidad de testimoniarlo con coherencia.


El Concilio Ecuménico Vaticano II dio un gran impulso al redescubrimiento de la Palabra de Dios con la Constitución dogmática Dei Verbum. En aquellas páginas, que siempre merecen ser meditadas y vividas, emerge claramente la naturaleza de la Sagrada Escritura, su transmisión de generación en generación (cap. II), su inspiración divina (cap. III) que abarca el Antiguo y el Nuevo Testamento (capítulos IV y V) y su importancia para la vida de la Iglesia (cap. VI). Para aumentar esa enseñanza, Benedicto XVI convocó en el año 2008 una Asamblea del Sínodo de los Obispos sobre el tema “La Palabra de Dios en la vida y misión de la Iglesia”, publicando a continuación la Exhortación apostólica Verbum Domini, que constituye una enseñanza fundamental para nuestras comunidades[1]. En este Documento en particular se profundiza el carácter performativo de la Palabra de Dios, especialmente cuando su carácter específicamente sacramental emerge en la acción litúrgica[2].


Por tanto, es bueno que nunca falte en la vida de nuestro pueblo esta relación decisiva con la Palabra viva que el Señor nunca se cansa de dirigir a su Esposa, para que pueda crecer en el amor y en el testimonio de fe.


3. Así pues, establezco que el III Domingo del Tiempo Ordinario esté dedicado a la celebración, reflexión y divulgación de la Palabra de Dios. Este Domingo de la Palabra de Dios se colocará en un momento oportuno de ese periodo del año, en el que estamos invitados a fortalecer los lazos con los judíos y a rezar por la unidad de los cristianos. No se trata de una mera coincidencia temporal: celebrar el Domingo de la Palabra de Dios expresa un valor ecuménico, porque la Sagrada Escritura indica a los que se ponen en actitud de escucha el camino a seguir para llegar a una auténtica y sólida unidad.


Las comunidades encontrarán el modo de vivir este Domingo como un día solemne. En cualquier caso, será importante que en la celebración eucarística se entronice el texto sagrado, a fin de hacer evidente a la asamblea el valor normativo que tiene la Palabra de Dios. En este domingo, de manera especial, será útil destacar su proclamación y adaptar la homilía para poner de relieve el servicio que se hace a la Palabra del Señor. En este domingo, los obispos podrán celebrar el rito del Lectorado o confiar un ministerio similar para recordar la importancia de la proclamación de la Palabra de Dios en la liturgia. En efecto, es fundamental que no falte ningún esfuerzo para que algunos fieles se preparen con una formación adecuada a ser verdaderos anunciadores de la Palabra, como sucede de manera ya habitual para los acólitos o los ministros extraordinarios de la Comunión. Asimismo, los párrocos podrán encontrar el modo de entregar la Biblia, o uno de sus libros, a toda la asamblea, para resaltar la importancia de seguir en la vida diaria la lectura, la profundización y la oración con la Sagrada Escritura, con una particular consideración a la lectio divina.


4. El regreso del pueblo de Israel a su patria, después del exilio en Babilonia, estuvo marcado de manera significativa por la lectura del libro de la Ley. La Biblia nos ofrece una descripción conmovedora de ese momento en el libro de Nehemías. El pueblo estaba reunido en Jerusalén en la plaza de la Puerta del Agua, escuchando la Ley. Aquel pueblo había sido dispersado con la deportación, pero ahora se encuentra reunido alrededor de la Sagrada Escritura como si fuera «un solo hombre» (Ne 8,1). Cuando se leía el libro sagrado, el pueblo «escuchaba con atención» (Ne 8,3), sabiendo que podían encontrar en aquellas palabras el significado de los acontecimientos vividos. La reacción al anuncio de aquellas palabras fue la emoción y las lágrimas: «[Los levitas] leyeron el libro de la ley de Dios con claridad y explicando su sentido, de modo que entendieran la lectura. Entonces el gobernador Nehemías, el sacerdote y escriba Esdras, y los levitas que instruían al pueblo dijeron a toda la asamblea: “Este día está consagrado al Señor, vuestro Dios. No estéis tristes ni lloréis” (y es que todo el pueblo lloraba al escuchar las palabras de la ley). […] “¡No os pongáis tristes; el gozo del Señor es vuestra fuerza!”» (Ne 8,8-10).


Estas palabras contienen una gran enseñanza. La Biblia no puede ser sólo patrimonio de algunos, y mucho menos una colección de libros para unos pocos privilegiados. Pertenece, en primer lugar, al pueblo convocado para escucharla y reconocerse en esa Palabra. A menudo se dan tendencias que intentan monopolizar el texto sagrado relegándolo a ciertos círculos o grupos escogidos. No puede ser así. La Biblia es el libro del pueblo del Señor que al escucharlo pasa de la dispersión y la división a la unidad. La Palabra de Dios une a los creyentes y los convierte en un solo pueblo.


5. En esta unidad, generada con la escucha, los Pastores son los primeros que tienen la gran responsabilidad de explicar y permitir que todos entiendan la Sagrada Escritura. Puesto que es el libro del pueblo, los que tienen la vocación de ser ministros de la Palabra deben sentir con fuerza la necesidad de hacerla accesible a su comunidad.


La homilía, en particular, tiene una función muy peculiar, porque posee «un carácter cuasi sacramental» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 142). Ayudar a profundizar en la Palabra de Dios, con un lenguaje sencillo y adecuado para el que escucha, le permite al sacerdote mostrar también la «belleza de las imágenes que el Señor utilizaba para estimular a la práctica del bien» (ibíd.). Esta es una oportunidad pastoral que hay que aprovechar.


De hecho, para muchos de nuestros fieles esta es la única oportunidad que tienen para captar la belleza de la Palabra de Dios y verla relacionada con su vida cotidiana. Por lo tanto, es necesario dedicar el tiempo apropiado para la preparación de la homilía. No se puede improvisar el comentario de las lecturas sagradas. A los predicadores se nos pide más bien el esfuerzo de no alargarnos desmedidamente con homilías pedantes o temas extraños. Cuando uno se detiene a meditar y rezar sobre el texto sagrado, entonces se puede hablar con el corazón para alcanzar los corazones de las personas que escuchan, expresando lo esencial con vistas a que se comprenda y dé fruto. Que nunca nos cansemos de dedicar tiempo y oración a la Sagrada Escritura, para que sea acogida «no como palabra humana, sino, cual es en verdad, como Palabra de Dios» (1 Ts 2,13).


Es bueno que también los catequistas, por el ministerio que realizan de ayudar a crecer en la fe, sientan la urgencia de renovarse a través de la familiaridad y el estudio de la Sagrada Escritura, para favorecer un verdadero diálogo entre quienes los escuchan y la Palabra de Dios.


6. Antes de reunirse con los discípulos, que estaban encerrados en casa, y de abrirles el entendimiento para comprender las Escrituras (cf. Lc 24,44-45), el Resucitado se aparece a dos de ellos en el camino que lleva de Jerusalén a Emaús (cf. Lc 24,13-35). La narración del evangelista Lucas indica que es el mismo día de la Resurrección, es decir el domingo. Aquellos dos discípulos discuten sobre los últimos acontecimientos de la pasión y muerte de Jesús. Su camino está marcado por la tristeza y la desilusión a causa del trágico final de Jesús. Esperaban que Él fuera el Mesías libertador, y se encuentran ante el escándalo del Crucificado. Con discreción, el mismo Resucitado se acerca y camina con los discípulos, pero ellos no lo reconocen (cf. v. 16). A lo largo del camino, el Señor los interroga, dándose cuenta de que no han comprendido el sentido de su pasión y su muerte; los llama «necios y torpes» (v. 25) y «comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a Él en todas las Escrituras» (v. 27). Cristo es el primer exegeta. No sólo las Escrituras antiguas anticiparon lo que Él iba a realizar, sino que Él mismo quiso ser fiel a esa Palabra para evidenciar la única historia de salvación que alcanza su plenitud en Cristo.


7. La Biblia, por tanto, en cuanto Sagrada Escritura, habla de Cristo y lo anuncia como el que debe soportar los sufrimientos para entrar en la gloria (cf. v. 26). No sólo una parte, sino toda la Escritura habla de Él. Su muerte y resurrección son indescifrables sin ella. Por esto una de las confesiones de fe más antiguas pone de relieve que Cristo «murió por nuestros pecados según las Escrituras; y que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; y que se apareció a Cefas» (1 Co 15,3-5). Puesto que las Escrituras hablan de Cristo, nos ayudan a creer que su muerte y resurrección no pertenecen a la mitología, sino a la historia y se encuentran en el centro de la fe de sus discípulos.


Es profundo el vínculo entre la Sagrada Escritura y la fe de los creyentes. Porque la fe proviene de la escucha y la escucha está centrada en la palabra de Cristo (cf. Rm 10,17), la invitación que surge es la urgencia y la importancia que los creyentes tienen que dar a la escucha de la Palabra del Señor tanto en la acción litúrgica como en la oración y la reflexión personal.


8. El “viaje” del Resucitado con los discípulos de Emaús concluye con la cena. El misterioso Viandante acepta la insistente petición que le dirigen aquellos dos: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída» (Lc 24,29). Se sientan a la mesa, Jesús toma el pan, pronuncia la bendición, lo parte y se lo ofrece a ellos. En ese momento sus ojos se abren y lo reconocen (cf. v. 31).


Esta escena nos hace comprender el inseparable vínculo entre la Sagrada Escritura y la Eucaristía. El Concilio Vaticano II nos enseña: «la Iglesia ha venerado siempre la Sagrada Escritura, como lo ha hecho con el Cuerpo de Cristo, pues, sobre todo en la sagrada liturgia, nunca ha cesado de tomar y repartir a sus fieles el pan de vida que ofrece la mesa de la Palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo» (Const. dogm. Dei Verbum, 21).


El contacto frecuente con la Sagrada Escritura y la celebración de la Eucaristía hace posible el reconocimiento entre las personas que se pertenecen. Como cristianos somos un solo pueblo que camina en la historia, fortalecido por la presencia del Señor en medio de nosotros que nos habla y nos nutre. El día dedicado a la Biblia no ha de ser “una vez al año”, sino una vez para todo el año, porque nos urge la necesidad de tener familiaridad e intimidad con la Sagrada Escritura y con el Resucitado, que no cesa de partir la Palabra y el Pan en la comunidad de los creyentes. Para esto necesitamos entablar un constante trato de familiaridad con la Sagrada Escritura, si no el corazón queda frío y los ojos permanecen cerrados, afectados como estamos por innumerables formas de ceguera.


La Sagrada Escritura y los Sacramentos no se pueden separar. Cuando los Sacramentos son introducidos e iluminados por la Palabra, se manifiestan más claramente como la meta de un camino en el que Cristo mismo abre la mente y el corazón al reconocimiento de su acción salvadora. Es necesario, en este contexto, no olvidar la enseñanza del libro del Apocalipsis, cuando dice que el Señor está a la puerta y llama. Si alguno escucha su voz y le abre, Él entra para cenar juntos (cf. 3,20). Jesucristo llama a nuestra puerta a través de la Sagrada Escritura; si escuchamos y abrimos la puerta de la mente y del corazón, entonces entra en nuestra vida y se queda con nosotros.


9. En la Segunda Carta a Timoteo, que constituye de algún modo su testamento espiritual, san Pablo recomienda a su fiel colaborador que lea constantemente la Sagrada Escritura. El Apóstol está convencido de que «toda Escritura es inspirada por Dios es también útil para enseñar, para argüir, para corregir, para educar» (3,16). Esta recomendación de Pablo a Timoteo constituye una base sobre la que la Constitución conciliar Dei Verbum trata el gran tema de la inspiración de la Sagrada Escritura, un fundamento del que emergen en particular la finalidad salvífica, la dimensión espiritual y el principio de la encarnación de la Sagrada Escritura.


Al evocar sobre todo la recomendación de Pablo a Timoteo, la Dei Verbum subraya que «los libros de la Escritura enseñan firmemente, con fidelidad y sin error, la verdad que Dios quiso consignar en las sagradas letras para nuestra salvación» (n. 11). Puesto que las mismas instruyen en vista a la salvación por la fe en Cristo (cf. 2 Tm 3,15), las verdades contenidas en ellas sirven para nuestra salvación. La Biblia no es una colección de libros de historia, ni de crónicas, sino que está totalmente dirigida a la salvación integral de la persona. El innegable fundamento histórico de los libros contenidos en el texto sagrado no debe hacernos olvidar esta finalidad primordial: nuestra salvación. Todo está dirigido a esta finalidad inscrita en la naturaleza misma de la Biblia, que está compuesta como historia de salvación en la que Dios habla y actúa para ir al encuentro de todos los hombres y salvarlos del mal y de la muerte. 


Para alcanzar esa finalidad salvífica, la Sagrada Escritura bajo la acción del Espíritu Santo transforma en Palabra de Dios la palabra de los hombres escrita de manera humana (cf. Const. dogm. Dei Verbum, 12). El papel del Espíritu Santo en la Sagrada Escritura es fundamental. Sin su acción, el riesgo de permanecer encerrados en el mero texto escrito estaría siempre presente, facilitando una interpretación fundamentalista, de la que es necesario alejarse para no traicionar el carácter inspirado, dinámico y espiritual que el texto sagrado posee. Como recuerda el Apóstol: «La letra mata, mientras que el Espíritu da vida» (2 Co 3,6). El Espíritu Santo, por tanto, transforma la Sagrada Escritura en Palabra viva de Dios, vivida y transmitida en la fe de su pueblo santo.


10. La acción del Espíritu Santo no se refiere sólo a la formación de la Sagrada Escritura, sino que actúa también en aquellos que se ponen a la escucha de la Palabra de Dios. Es importante la afirmación de los Padres conciliares, según la cual la Sagrada Escritura «se ha de leer e interpretar con el mismo Espíritu con que fue escrita» (Const. dogm. Dei Verbum, 12). Con Jesucristo la revelación de Dios alcanza su culminación y su plenitud; aun así, el Espíritu Santo continúa su acción. De hecho, sería reductivo limitar la acción del Espíritu Santo sólo a la naturaleza divinamente inspirada de la Sagrada Escritura y a sus distintos autores. Por tanto, es necesario tener fe en la acción del Espíritu Santo que sigue realizando una peculiar forma de inspiración cuando la Iglesia enseña la Sagrada Escritura, cuando el Magisterio la interpreta auténticamente (cf. ibíd., 10) y cuando cada creyente hace de ella su propia norma espiritual. En este sentido podemos comprender las palabras de Jesús cuando, a los discípulos que le confirman haber entendido el significado de sus parábolas, les dice: «Pues bien, un escriba que se ha hecho discípulo del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando de su tesoro lo nuevo y lo antiguo» (Mt 13,52).


11. La Dei Verbum afirma, además, que «la Palabra de Dios, expresada en lenguas humanas, se hace semejante al lenguaje humano, como la Palabra del eterno Padre, asumiendo nuestra débil condición humana, se hizo semejante a los hombres» (n. 13). Es como decir que la Encarnación del Verbo de Dios da forma y sentido a la relación entre la Palabra de Dios y el lenguaje humano, con sus condiciones históricas y culturales. En este acontecimiento toma forma la Tradición, que también es Palabra de Dios (cf. ibíd., 9). A menudo se corre el riesgo de separar la Sagrada Escritura de la Tradición, sin comprender que juntas forman la única fuente de la Revelación. El carácter escrito de la primera no le quita nada a su ser plenamente palabra viva; así como la Tradición viva de la Iglesia, que la transmite constantemente de generación en generación a lo largo de los siglos, tiene el libro sagrado como «regla suprema de la fe» (ibíd., 21). Por otra parte, antes de convertirse en texto escrito, la Sagrada Escritura se transmitió oralmente y se mantuvo viva por la fe de un pueblo que la reconocía como su historia y su principio de identidad en medio de muchos otros pueblos. Por consiguiente, la fe bíblica se basa en la Palabra viva, no en un libro.


12. Cuando la Sagrada Escritura se lee con el mismo Espíritu que fue escrita, permanece siempre nueva. El Antiguo Testamento no es nunca viejo en cuanto que es parte del Nuevo, porque todo es transformado por el único Espíritu que lo inspira. Todo el texto sagrado tiene una función profética: no se refiere al futuro, sino al presente de aquellos que se nutren de esta Palabra. Jesús mismo lo afirma claramente al comienzo de su ministerio: «Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír» (Lc 4,21). Quien se alimenta de la Palabra de Dios todos los días se convierte, como Jesús, en contemporáneo de las personas que encuentra; no tiene tentación de caer en nostalgias estériles por el pasado, ni en utopías desencarnadas hacia el futuro.


La Sagrada Escritura realiza su acción profética sobre todo en quien la escucha. Causa dulzura y amargura. Vienen a la mente las palabras del profeta Ezequiel cuando, invitado por el Señor a comerse el libro, manifiesta: «Me supo en la boca dulce como la miel» (3,3). También el evangelista Juan en la isla de Patmos evoca la misma experiencia de Ezequiel de comer el libro, pero agrega algo más específico: «En mi boca sabía dulce como la miel, pero, cuando lo comí, mi vientre se llenó de amargor» (Ap 10,10).


La dulzura de la Palabra de Dios nos impulsa a compartirla con quienes encontramos en nuestra vida para manifestar la certeza de la esperanza que contiene (cf. 1 P 3,15-16). Por su parte, la amargura se percibe frecuentemente cuando comprobamos cuán difícil es para nosotros vivirla de manera coherente, o cuando experimentamos su rechazo porque no se considera válida para dar sentido a la vida. Por tanto, es necesario no acostumbrarse nunca a la Palabra de Dios, sino nutrirse de ella para descubrir y vivir en profundidad nuestra relación con Dios y con nuestros hermanos.


13. Otra interpelación que procede de la Sagrada Escritura se refiere a la caridad. La Palabra de Dios nos señala constantemente el amor misericordioso del Padre que pide a sus hijos que vivan en la caridad. La vida de Jesús es la expresión plena y perfecta de este amor divino que no se queda con nada para sí mismo, sino que se ofrece a todos incondicionalmente. En la parábola del pobre Lázaro encontramos una indicación valiosa. Cuando Lázaro y el rico mueren, este último, al ver al pobre en el seno de Abrahán, pide ser enviado a sus hermanos para aconsejarles que vivan el amor al prójimo, para evitar que ellos también sufran sus propios tormentos. La respuesta de Abrahán es aguda: «Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen» (Lc 16,29). Escuchar la Sagrada Escritura para practicar la misericordia: este es un gran desafío para nuestras vidas. La Palabra de Dios es capaz de abrir nuestros ojos para permitirnos salir del individualismo que conduce a la asfixia y la esterilidad, a la vez que nos manifiesta el camino del compartir y de la solidaridad.


14. Uno de los episodios más significativos de la relación entre Jesús y los discípulos es el relato de la Transfiguración. Jesús sube a la montaña para rezar con Pedro, Santiago y Juan. Los evangelistas recuerdan que, mientras el rostro y la ropa de Jesús resplandecían, dos hombres conversaban con Él: Moisés y Elías, que encarnan la Ley y los Profetas, es decir, la Sagrada Escritura. La reacción de Pedro ante esa visión está llena de un asombro gozoso: «Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías» (Lc 9,33). En aquel momento una nube los cubrió con su sombra y los discípulos se llenaron de temor.


La Transfiguración hace referencia a la fiesta de las Tiendas, cuando Esdras y Nehemías leían el texto sagrado al pueblo, después de su regreso del exilio. Al mismo tiempo, anticipa la gloria de Jesús en preparación para el escándalo de la pasión, gloria divina que es aludida por la nube que envuelve a los discípulos, símbolo de la presencia del Señor. Esta Transfiguración es similar a la de la Sagrada Escritura, que se trasciende a sí misma cuando alimenta la vida de los creyentes. Como recuerda la Verbum Domini: «Para restablecer la articulación entre los diferentes sentidos escriturísticos es decisivo comprender el paso de la letra al espíritu. No se trata de un paso automático y espontáneo; se necesita más bien trascender la letra» (n. 38).


15. En el camino de escucha de la Palabra de Dios, nos acompaña la Madre del Señor, reconocida como bienaventurada porque creyó en el cumplimiento de lo que el Señor le había dicho (cf. Lc 1,45). La bienaventuranza de María precede a todas las bienaventuranzas pronunciadas por Jesús para los pobres, los afligidos, los mansos, los pacificadores y los perseguidos, porque es la condición necesaria para cualquier otra bienaventuranza. Ningún pobre es bienaventurado porque es pobre; lo será si, como María, cree en el cumplimiento de la Palabra de Dios. Lo recuerda un gran discípulo y maestro de la Sagrada Escritura, san Agustín: «Entre la multitud ciertas personas dijeron admiradas: “Feliz el vientre que te llevó”; y Él: “Más bien, felices quienes oyen y custodian la Palabra de Dios”. Esto equivale a decir: también mi madre, a quien habéis calificado de feliz, es feliz precisamente porque custodia la Palabra de Dios; no porque en ella la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros, sino porque custodia la Palabra misma de Dios mediante la que ha sido hecha y que en ella se hizo carne» (Tratados sobre el evangelio de Juan, 10,3).


Que el domingo dedicado a la Palabra haga crecer en el pueblo de Dios la familiaridad religiosa y asidua con la Sagrada Escritura, como el autor sagrado lo enseñaba ya en tiempos antiguos: esta Palabra «está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca, para que la cumplas» (Dt 30,14).


Dado en Roma, en San Juan de Letrán, el 30 de septiembre de 2019.

Memoria litúrgica de San Jerónimo en el inicio del 1600 aniversario de la muerte.


FRANCISCO
 

[1] Cf. AAS 102 (2010), 692-787.

[2] «La sacramentalidad de la Palabra se puede entender en analogía con la presencia real de Cristo bajo las especies del pan y del vino consagrados. Al acercarnos al altar y participar en el banquete eucarístico, realmente comulgamos el cuerpo y la sangre de Cristo. La proclamación de la Palabra de Dios en la celebración comporta reconocer que es Cristo mismo quien está presente y se dirige a nosotros para ser recibido» (Exhort. ap. Verbum Domini, 56).


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Audiencia a las delegaciones de los Institutos Misioneros de fundación italiana

CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 30 de septiembre de 2019).-  El Santo Padre FRANCISCO ha recibido en Audiencia en la Sala Clementina del Palacio Apostólico Vaticano, a las delegaciones de los Institutos Misioneros de fundación italiana.
           

Texto del discurso que el Papa ha dirigido a los presentes durante la Audiencia:


DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LAS DELEGACIONES DE INSTITUTOS MISIONEROS DE FUNDACIÓN ITALIANA

Sala Clementina
Lunes, 30 de septiembre de 2019


Queridos hermanos y hermanas:


            Me alegra encontraros y os agradezco que hayáis pedido esta audiencia juntos, como Institutos religiosos específicamente misioneros nacidos  en Italia Agradezco el saludo y la introducción. Considero providencial que nos encontremos en vísperas del Mes Misionero Extraordinario, porque nos permite reflexionar juntos sobre la misión y, sobre todo, invocar para ella la gracia de Dios.


En primer lugar, siento la necesidad de expresar mi gratitud a vuestros fundadores. En una turbulenta época histórica -desde mediados del siglo XIX hasta mediados del siglo XX- la fundación de vuestras familias religiosas, con su generosa apertura al mundo, ha sido un signo de valentía y confianza en el Señor. Cuando todo parecía llevar a conservar lo existente, vuestros fundadores -aunque se podrían añadir otras figuras, como Santa Cabrini- fueron, por el contrario, los protagonistas de un nuevo impulso hacia el otro y hacia lo lejano. De la conservación al impulso.


            El misionero vive la valentía del Evangelio sin demasiados cálculos, a veces yendo más allá del sentido común, porque está empujado por la confianza depositada exclusivamente en Jesús. Hay una mística de la misión, una sed de comunión con Cristo a través del testimonio, que vuestros fundadores han vivido y que los ha llevado a entregarse totalmente. Es necesario redescubrir este misticismo en toda su fascinante belleza, porque conserva para siempre su extraordinario poder. Como dice San Pablo: "El amor de Cristo nos apremia, al pensar que uno murió por todos". (2 Cor 5,14).


            La Virgen María es también nuestra maestra: ella que, inmediatamente, después de haber concebido a Jesús, salió a toda prisa a ayudar a su prima; y así llevó a Jesús a esa casa, a esa familia, y al mismo tiempo lo llevó al pueblo de Israel y lo trajo al mundo. María sale porque está habitada por Cristo y por su Espíritu. Por eso también partís vosotros, porque estáis habitados por Cristo y por su Espíritu. No hay otra razón que el Cristo Resucitado para decidirse a partir, para dejar a vuestros seres queridos, a vuestro país, a vuestros amigos, a vuestra cultura. Es hermoso escuchar en vuestras palabras esta pasión por Cristo y por su Reino; como en el memorable discurso de Pablo VI en Manila que mencionáis en vuestro Documento.


            Entonces, sobre esta base, está bien fundamentada la confirmación de vuestra dedicación a la misión ad gentes. Os doy las gracias por el  claro testimonio que dais de vuestra vocación, que es inseparablemente eclesial y carismática. Eclesial en el fondo, enraizada en el Bautismo, y al mismo tiempo ligada al carisma al que el Señor os ha atraído y en el que vuestra vida ha tomado forma.


            Me ha emocionado escucharos repetir sin vacilar: "Somos misioneras y misioneros ad gentes... ad extra... ad vitam". Y no lo decís como un eslogan - ¡sería peligroso! -sino con las motivaciones y especificaciones necesarias. Lo decís sin triunfalismo ni sentido de desafío, al contrario, conscientes de la crisis actual, acogida como una oportunidad para el discernimiento, la conversión, la renovación.


            Consagrándoos a la misión ad gentes, aportáis vuestra contribución específica al esfuerzo de evangelización de toda la Iglesia. Con la riqueza de los carismas de vuestros Institutos –que quiere decir, corazones, rostros, historias y también la sangre de los misioneros- interpretáis el mensaje de la Evangelii nuntiandi de San Pablo VI, el de la Redemptoris missio de San Juan Pablo II y el de la Evangelii gaudium. Y con esta hermenéutica encarnada en vuestra vida y en la de vuestras comunidades enriquecéis el sentimiento y el camino de la Iglesia.


            Ayudáis a mantener viva en el pueblo de Dios la conciencia de ser constitucionalmente "en salida", enviado a llevar a todas las naciones la bendición de Dios que es Jesucristo. Y también le ayudáis a recordar que la misión no es una obra individual, de "campeones solitarios", sino comunitaria, fraterna, compartida. En este sentido, la colaboración entre vuestros Institutos es un valor añadido: ¡adelante!


            Otra contribución que ofrecéis a la Iglesia es la de mostrar que la misión no es "unidireccional" -de Europa al resto del mundo-, estas son las huellas del viejo colonialismo… sino que vive de un intercambio, que ahora es evidente pero que debe ser entendido como un valor, un signo de los tiempos. Hoy la mayoría de las vocaciones sacerdotales y religiosas surgen en territorios que antes sólo recibían misioneros. Este hecho, por una parte, aumenta en nosotros el sentido de gratitud hacia los santos evangelizadores que sembraron con grandes sacrificios en esas tierras; y, por otra, constituye un desafío para las Iglesias y para los Institutos: un desafío para la comunión y para la formación. Pero es un desafío que debe aceptarse sin miedo, con confianza en el Espíritu Santo que es el Maestro en armonizar las diferencias. Pero, recuerdo que en nuestra Congregación General XXXII -estoy hablando de 1974- recuerdo que se hablaba de la Compañía de Jesús en varios lugares, y alguien dijo: "Pero, tal vez tengamos un general indio, un general africano": en aquella época era extraño. Todo el mundo tenía que ser europeo. Y hoy cuántas, cuántas congregaciones religiosas tienen superiores y superioras generales que vienen de esas tierras. También nosotros tenemos un latinoamericano allí, como general, hoy.... La cosa se ha invertido: lo que en 1974 era una utopía, hoy es la realidad.


            Queridos hermanos y hermanas, dejar vuestro amado país es un signo que devuelve la fuerza y el valor a vuestras comunidades de origen. Con vuestra partida seguís diciendo: con Cristo no hay aburrimiento, ni cansancio, ni tristeza, porque Él es la continua novedad de nuestra vida. El misionero necesita la alegría del Evangelio: sin ella no se hace misión, se anuncia un Evangelio que no atrae. Y el núcleo de la misión es esta atracción de Cristo: es el único que atrae. Los hombres y mujeres de hoy, en Italia y en el mundo, necesitan ver personas que tengan en sus corazones la alegría del Resucitado – que han sido atraídos por el Señor- . Este testimonio, visible en el diálogo, en la caridad mutua, en la aceptación mutua y en el compartir, dice la belleza del Evangelio, atrae la alegría de creer en Jesús y de anclarse en Él. Es Jesús mismo quien nos atrae. ¡Es Él!. Que esta alegría, esta belleza del Evangelio, encuentre siempre un espacio en vuestros corazones, en vuestros gestos, en vuestras palabras, en la manera de vivir las relaciones.


            El anuncio de la belleza, de la alegría y de la novedad del Evangelio sea explícito e implícito; abarque todas las situaciones de la aventura humana. No tengáis miedo de dar testimonio de Jesús aun cuando sea incómodo o poco conveniente. Pero testimoniarlo con toda la vida, no con métodos empresariales que parecen más una mística de proselitismo que una verdadera evangelización. No olvidéis que el protagonista de la evangelización es el Espíritu Santo... El sabrá, el Señor,  encontrar la manera de arraigar esa pequeña semilla que es su nombre pronunciado en el amor por un misionero o  una misionera y transformarla poco a poco en una planta de fe sólida a cuya sombra tantos podrán descansar. La semilla enterrada... y recuerdo algo que me dijo el Cardenal Hummes: está jubilado pero es el responsable del episcopado brasileño para toda la región del Amazonas, y cuando va a un pueblo, a un pueblo, una de las primeras cosas que hace es ir al cementerio, a ver las tumbas de los misioneros. Me dijo esto y añadió: "Todos estos se merecen que los canonicen, por la semill enterrada allí". Un hermoso pensamiento.


            La Iglesia italiana necesita también de vosotros, de vuestro testimonio, de vuestro entusiasmo y de vuestra valentía para emprender nuevos caminos de anuncio del Evangelio. Necesita darse cuenta de que las gentes lejanas han venido a vivir a nuestros países, son los desconocidos de la puerta de al lado. También los italianos de la puerta de al lado, Nuestros paisanos. Es necesario redescubrir la fascinante aventura de estar cerca unos de otros, de hacerse amigos, de acogerse y de ayudarse mutuamente. Esta actitud concierne a todos: sacerdotes, personas consagradas y fieles laicos. El tema del mes misionero extraordinario de octubre de 2019 es “Bautizado y enviado”, elegido precisamente para recordarnos que la naturaleza intrínseca de la Iglesia es misionera.


            ¡Ojalá vuestros Institutos colaboren cada vez más con las Iglesias particulares "con el fin de despertar aún más la conciencia misionera de la missio ad gentes y de retomar con un nuevo impulso la transformación misionera de la vida y de la pastoral!” (Carta de convocatoria del mes misionero extraordinario de 2019) Os  acompaño con mi oración y de todo corazón os bendigo. Y vosotros, por favor, no os olvidéis de rezar por mí. Gracias.


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Audiencias y Actos Pontifiicos del Santo Padre [Lunes 30 de septiembre de 2019]

CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 30 de septiembre de 2019).-  El Santo Padre FRANCISCO ha recibido esta mañana en Audiencia a:



* Delegaciones de los Institutos Misioneros de fundación Italiana.



* Delegaciones de los Institutos Misioneros de fundación Italiana.
Excmos. Prelados de la Conferencia Episcopal del Pacífico, en visita "ad Limina Apostolorum":

- S.E. Mons. Michael Jude Byrnes, Arzobispo de Agaña (Guam).

- Mons. Amando Samo, Obispo de las Islas Carolinas (Estados Federados de Micronesia y Palau), con el Obispo Coadjutor, S.E. Mons. Julio Angkel.

- S.E. Mons.. Ryan Jiménez, Obispo de Chalan Kanoa (Islas Marianas del Norte).

- Padre Ariel Galido, M.S.C., Prefecto Apostólico de las Islas Marshall (Islas Marshall).

- S.E. Mons. Michel-Marie-Bernard Calvet, S.M., Arzobispo de Noumea (Nueva Caledonia).

- S.E. Mons. Jean-Bosco Baremes, S.M., Obispo de Port-Vila (Vanuatu).

- S.E. Mons. Susitino Sionepoe, S.M., Obispo de Wallis y Futuna (Wallis y Futuna).

- S.E. Mons. Jean-Pierre Cottanceau, SS.CC., Arzobispo de Papeete (Tahití).

- S.E. Mons. Pascal Chang-Soi, SS.CC., Obispo de Taiohae o Tefenuaenata (Islas Marquesas).

- S.E. Mons. Alapati Lui Mata'eliga, Arzobispo de Samoa-Apia (Samoa) y Superior de la Misión "sui iuris" de Tokelau (Tokelau).

- S.E. Mons. Peter Loy Chong, Arzobispo de Suva (Fiji).

- S.E. Mons. Paul Patrick Donoghue, S.M., Obispo de Rarotonga (Islas Cook).

- S.E. Mons. Paul Eusebius Mea Kaiuea, M.S.C., Obispo de Tarawa y Nauru (Kiribati y Nauru).

- S.E. el Cardenal Soane Patita Paini Mafi, Obispo de Tonga (Tonga y Niue)

- Padre Reynaldo B. Getalado, M.S.P., Superior de la Misión "sui iuris" de Funafuti (Tuvalu).

- S.E. Mons. Peter Hugh Brown, C.S.R., Obispo de Samoa-Pago Pago (Samoa Americana).

- Padre James Martin, S.I.


*     *     *


Así mismo en otros Actos Pntificios hoy el Papa ha aceptado la renuncia al cargo de Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Dublín (Irlanda), presentada por Su Excelencia Revda. Monseñor Eamonn Oliver Walsh.

Intervención del Cardenal Secretario de Estado en el 74º período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre la República Centroafricana

CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 30 de septiembre de 2019).-  Discurso que el Cardenal Secretario de Estado Pietro Parolin, Jefe de la Delegación de la Santa Sede, pronunció el pasado 26 de septiembre en Nueva York, en el  74º período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en el contexto de la Reunión Ministerial sobre la República Centroafricana:


Discurso del Secretario de Estado


Sr. Presidente,


Durante la Reunión Ministerial de Alto Nivel del año pasado (27 de septiembre de 2018), se expresó preocupación por la precaria situación humanitaria en todo el país. Últimamente, hemos sido testigos de signos concretos de esperanza y de algunos pasos positivos. Desde la firma en Bangui, el pasado mes de febrero, del tan esperado Acuerdo Político para la Paz y la Reconciliación en la República Centroafricana entre el Gobierno y 14 grupos armados, los niveles de violencia han disminuido considerablemente.

Hay que reiterar que la compleja crisis de la República Centroafricana no puede resolverse ni se resolverá recurriendo a la violencia.


Ahora que el nuevo código electoral ha sido validado en vista de las elecciones de 2020/2021, es imperativo que tanto el período de  campaña como el regreso a las urnas previsto para finales de diciembre de 2020 se aprovechen como una nueva oportunidad  para situar al país en el camino hacia una paz y una estabilidad duraderas. La comunidad internacional está llamada a ayudar a la República Centroafricana a garantizar elecciones seguras, libres, justas y democráticas.


En este contexto, es fundamental garantizar la plena protección de la población civil y de los agentes humanitarios de conformidad con los principios del derecho internacional humanitario. Los grupos armados se han comprometido específicamente a respetar estos principios al firmar el Acuerdo. Aunque el país se está acercando a la estabilización, existe el peligro de que se pasen por alto las necesidades humanitarias. Un indicador de ello es el hecho de que el Plan de Respuesta Humanitaria para 2019 está financiado en menos del 50%.


En particular, no podemos minimizar la repercusión que el conflicto ha tenido en los niños de un país en el que, hasta la fecha, tres millones de personas, -aproximadamente dos tercios de la población-, necesitan asistencia humanitaria, más de la mitad de las cuales son niños. A este respecto, quisiera señalar la contribución de la Santa Sede para sostener  la rehabilitación general del único hospital infantil del país, la construcción de un centro especializado en nutrición terapéutica y la formación continua de profesionales médicos pediátricos, a fin de garantizar que el Complejo Pediátrico de Bangui pueda ofrecer un servicio de alta calidad durante muchos años. El Papa Francisco se hizo portavoz de estas iniciativas tras  su visita a Bangui en 2015.


Sr. Presidente,


La República Centroafricana es un país con un notable potencial no sólo desde el punto de vista de los recursos naturales, sino sobre todo por su población joven y dinámica. Es hora de que salga de la pobreza y el conflicto y de que sus ciudadanos avancen irreversiblemente por el camino del desarrollo integral. Si bien esta responsabilidad recae principalmente en los dirigentes del país, incumbe a la comunidad internacional ayudarlos a hacerla realidad.

Las palabras del Papa en la oración del Ángelus

CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 29 de septiembre de 2019).- Al final de la Santa Misa celebrada en el atrio de la Basílica Vaticana para la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado, el Papa FRANCISCO rezó el Ángelus con los fieles y peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro.


Estas fueron las palabras del Santo Padre antes de la oración mariana:


PAPA FRANCISCO

ÁNGELUS

Plaza de San Pedro
Domingo, 29 de septiembre de 2019


Queridos hermanos y hermanas,


Quiero saludar a todos los que habéis participado en este acto de oración, con el que hemos renovado la atención de la Iglesia por las diversas categorías de personas vulnerables en movimiento. En unión con los fieles de todas las diócesis del mundo, hemos celebrado la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado, para reafirmar la necesidad de que nadie quede excluido de la sociedad, ya sea un ciudadano residente de larga data o un recién llegado.


Para subrayar este compromiso, pronto inauguraré la escultura inspirada por estas palabras de la Carta a los Hebreos: "No os olvidéis de la hospitalidad; gracias a ella hospedaron algunos, sin saberlo, a ángeles" (13,2). Dicha escultura de bronce y arcilla representa a un grupo de migrantes de varias culturas y diferentes períodos históricos. He querido que esta obra de arte estuviera aquí, en la Plaza de San Pedro, para que recordara a todos el desafío evangélico de la acogida.


Mañana, lunes 30 de septiembre, se abrirá en Camerún una reunión de diálogo nacional para la búsqueda de una solución a la difícil crisis que aflige al país desde hace años. Me siento cercano a los sufrimientos y esperanzas del amado pueblo camerunés e invito a todos a orar para que este diálogo sea fructuoso y conduzca a soluciones de paz justas y duraderas, en beneficio de todos. ¡Qué María, Reina de la Paz, interceda por nosotros!.








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Santa Misa celebrada por el Papa FRANCISCO para la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado

CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 29 de septiembre de 2019).-  A las 10.30 horas de hoy, XXVI Domingo del Tiempo Ordinario, el Papa FRANCISCO celebró la Santa Misa en el exterior de la Basílica Vaticana con ocasión de la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado. Después de leer el Evangelio de san Lucas donde se narra la parábola del pobre Lázaro y el rico Epulón y centrándose en la frase “Recuerda que recibiste tus bienes durante tu vida y Lázaro, al contrario sus males”(Lc 16, 19-31), el Pontífice pronunció la siguiente homilía:



HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO

Plaza de San Pedro
XXVI Domingo del Tiempo Ordinario
29 de septiembre de 2019


En el Salmo Responsorial se nos recuerda que el Señor sostiene a los forasteros, así como a las viudas y a los huérfanos del pueblo. El salmista menciona de forma explícita aquellas categorías que son especialmente vulnerables, a menudo olvidadas y expuestas a abusos. Los forasteros, las viudas y los huérfanos son los que carecen de derechos, los excluidos, los marginados, por quienes el Señor muestra una particular solicitud. Por esta razón, Dios les pide a los israelitas que les presten una especial atención.


En el libro del Éxodo, el Señor advierte al pueblo de no maltratar de ningún modo a las viudas y a los huérfanos, porque Él escucha su clamor (cf. 22,23). La misma admonición se repite dos veces en el Deuteronomio (cf. 24,17; 27,19), incluyendo a los extranjeros entre las categorías protegidas. La razón de esta advertencia se explica claramente en el mismo libro: el Dios de Israel es Aquel que «hace justicia al huérfano y a la viuda, y que ama al emigrante, dándole pan y vestido» (10,18). Esta preocupación amorosa por los menos favorecidos se presenta como un rasgo distintivo del Dios de Israel, y también se le requiere, como un deber moral, a todos los que quieran pertenecer a su pueblo.


Por eso debemos prestar especial atención a los forasteros, como también a las viudas, a los huérfanos y a todos los que son descartados en nuestros días. En el Mensaje para esta 105 Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, el lema se repite como un estribillo: “No se trata sólo de migrantes”. Y es verdad: no se trata sólo de forasteros, se trata de todos los habitantes de las periferias existenciales que, junto con los migrantes y los refugiados, son víctimas de la cultura del descarte. El Señor nos pide que pongamos en práctica la caridad hacia ellos; nos pide que restauremos su humanidad, a la vez que la nuestra, sin excluir a nadie, sin dejar a nadie afuera.


Pero, junto con el ejercicio de la caridad, el Señor nos pide que reflexionemos sobre las injusticias que generan exclusión, en particular sobre los privilegios de unos pocos, que perjudican a muchos otros cuando perduran. «El mundo actual es cada día más elitista y cruel con los excluidos. Es una verdad que causa dolor: este mundo es cada día más elitista, más cruel con los excluidos. Los países en vías de desarrollo siguen agotando sus mejores recursos naturales y humanos en beneficio de unos pocos mercados privilegiados. Las guerras afectan sólo a algunas regiones del mundo; sin embargo, la fabricación de armas y su venta se lleva a cabo en otras regiones, que luego no quieren hacerse cargo de los refugiados que dichos conflictos generan. Quienes padecen las consecuencias son siempre los pequeños, los pobres, los más vulnerables, a quienes se les impide sentarse a la mesa y se les deja sólo las “migajas” del banquete» (Mensaje para la 105 Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado).
Así se entienden las duras palabras del profeta Amós, proclamadas en la primera lectura (6,1.4-7). ¡Ay, ay de los que viven despreocupadamente y buscando placer en Sion, que no se preocupan por la ruina del pueblo de Dios, que sin embargo está a la vista de todos! No se dan cuenta de la ruina de Israel, porque están demasiado ocupados asegurándose una buena vida, alimentos exquisitos y bebidas refinadas. Sorprende ver cómo, después de 28 siglos, estas advertencias conservan toda su actualidad. De hecho, también hoy día la «cultura del bienestar [...] nos lleva a pensar en nosotros mismos, nos hace insensibles al grito de los otros, [...] lleva a la indiferencia hacia los otros, o mejor, lleva a la globalización de la indiferencia» (Homilía en Lampedusa, 8 julio 2013).


Al final, también nosotros corremos el riesgo de convertirnos en ese hombre rico del que nos habla el Evangelio, que no se preocupa por el pobre Lázaro «cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico» (Lc 16,20-21). Demasiado ocupado en comprarse vestidos elegantes y organizar banquetes espléndidos, el rico de la parábola no advierte el sufrimiento de Lázaro. Y también nosotros, demasiado concentrados en preservar nuestro bienestar, corremos el riesgo de no ver al hermano y a la hermana en dificultad.


Pero como cristianos no podemos permanecer indiferentes ante el drama de las viejas y nuevas pobrezas, de las soledades más oscuras, del desprecio y de la discriminación de quienes no pertenecen a “nuestro” grupo. No podemos permanecer insensibles, con el corazón anestesiado, ante la miseria de tantas personas inocentes. No podemos sino llorar. No podemos dejar de reaccionar. Pidámosle al Señor la gracia de llorar, la gracia de aquel llanto que convierte el corazón ante esos pecados.


Si queremos ser hombres y mujeres de Dios, como le pide san Pablo a Timoteo, debemos guardar «el mandamiento sin mancha ni reproche hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo» (1 Tm 6,14); y el mandamiento es amar a Dios y amar al prójimo. No podemos separarlos. Y amar al prójimo como a uno mismo significa también comprometerse seriamente en la construcción de un mundo más justo, donde todos puedan acceder a los bienes de la tierra, donde todos tengan la posibilidad de realizarse como personas y como familias, donde los derechos fundamentales y la dignidad estén garantizados para todos.


Amar al prójimo significa sentir compasión por el sufrimiento de los hermanos y las hermanas, acercarse, tocar sus llagas, compartir sus historias, para manifestarles concretamente la ternura que Dios les tiene. Significa hacerse prójimo de todos los viandantes apaleados y abandonados en los caminos del mundo, para aliviar sus heridas y llevarlos al lugar de acogida más cercano, donde se les pueda atender en sus necesidades.


Este santo mandamiento, Dios se lo dio a su pueblo, y lo selló con la sangre de su Hijo Jesús, para que sea fuente de bendición para toda la humanidad. Porque todos juntos podemos comprometernos en la edificación de la familia humana según el plan original, revelado en Jesucristo: todos hermanos, hijos del único Padre.


Hoy tenemos también necesidad de una madre, y encomendamos hoy al amor maternal de María, Nuestra Señora del Camino, Nuestra Señora de los muchos caminos dolorosos, encomendamos a ella a los migrantes y refugiados, junto con los habitantes de las periferias del mundo y a quienes se hacen sus compañeros de viaje.


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Santa Misa para el Cuerpo de la Gendarmería Vaticana

CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 28 de septiembre de 2019).- Esta tarde en la Gruta de Lourdes, en los Jardines Vaticanos, el Papa FRANCISCO ha presidido la celebración eucarística para el Cuerpo de la Gendarmería Vaticana, con ocasión de la fiesta de San Miguel Arcángel, patrono y protector de la Policía del Estado italiano y del Cuerpo de la Gendarmería Vaticana.


Texto de la homilía del Santo Padre durante la Misa:


 SANTA MISA PARA EL CUERPO DE LA GENDARMERÍA

HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO

Gruta de Lourdes en los Jardines Vaticanos
Sábado, 28 de septiembre de 2019


Una primera lectura del Evangelio, de este pasaje del Evangelio, pueda quizás hacer que nos equivoquemos con el mensaje y pensemos  que se trata de una enseñanza de Jesús en favor de la limosna, en favor de la justicia, es decir, de una enseñanza de Jesús de tipo moral. Pero es otra cosa. Jesús quiere entrar precisamente en el camino humano de toda una vida, y por eso este Evangelio habla de dos vidas, la de un hombre rico y la de un hombre pobre, de cómo es el camino de una y otra. Este Evangelio nos muestra el destino - no el destino mágico, no - el destino que un hombre o una mujer puede hacer de sí mismo, porque hacemos nuestro destino, caminamos nuestro camino y nuestro camino muchas veces lo hacemos. A veces el Señor interviene, el Señor da la gracia, pero nosotros somos responsables de nuestro camino. El Señor nos da la gratuidad de la gracia, nos ayuda a caminar siempre en su presencia, pero nuestro camino, la responsabilidad de nuestro camino es nuestra. Me gustaría entrar un poco en este mensaje.


"Era un hombre rico, que vestía de púrpura y lino, y celebraba todos los días espléndidas fiestas". Esta es una vida. Hay otra: "Y uno pobre, llamado Lázaro, que echado junto a su portal, cubierto de llagas, deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico; pero hasta  los perros venían y le lamían las llagas". Dos vidas. No un momento de la vida: dos caminos de la vida, porque el rico seguía llevando ese estilo de vida y el pobres seguía sufriendo en la pobreza. No es algo imaginativo, es algo que sucede todos los días en cada ciudad, en cada parte del mundo. El Señor narra este pasaje del Evangelio con gran paz y serenidad.


En cambio, en la primera lectura hemos escuchado al profeta Amós que no habla con tanta serenidad. "Ay -comienza- de aquellos que se sienten seguros en Sión y de los confiados en la montaña de Samaria! Acostados en camas de marfil, arrellanados en sus lechos comen corderos del rebaño y becerros sacados del establo. Canturrean al son del arpa, se inventan como David instrumentos de música; beben vino en anchas copas, con los mejores aceites se ungen, más no se afligen por el desastre de José -es decir, de los pobres, del desastre del pueblo de Israel-. Por eso, ahora van a ir al cautiverio a la cabeza de los cautivos y cesará la orgía de los sibaritas. Está la orgía de los sibaritas, está el rico y está la injusticia hacia el pueblo elegido del Señor, y aquí está la amenaza del Señor que castiga enviando al exilio.


Hasta aquí parece ser sólo una enseñanza moral: por favor, haced justicia entre vosotros. Pero lo más esencial, lo más fuerte, la clave para comprenderlo, viene dada por la oración inicial, la oración de la Colecta, que dice: "Oh Dios, tú llamas a tus pobres por su nombre, mientras que el rico no tiene nombre". Este es el problema. Ambos hacen sus vidas, cada uno en la elección que ha hecho de la vida. Uno logró tener un nombre, hacerse un nombre, ser llamado por su nombre, con un sustantivo; el otro, el rico, no sabemos cuál es su nombre, sólo el adjetivo, un "rico": no ha conseguido que creciera su nombre, su dignidad ante Dios. La vida se juega: la coherencia de tener un nombre o la inconsistencia que nos lleva a no tener un nombre. El rico sabía que en la puerta de su casa estaba este pobre hombre y pretendía no verlo, porque se miraba a sí mismo, centrado en sí mismo, en la vanidad, se creía dueño del universo, preocupado por las riquezas y las fiestas y las cosas que hacía. ¿No sabía cómo se llamaba el pobre hombre? Sí, lo sabía, porque cuando estaba en el infierno le pidió a Abraham: "Manda a Lázaro". La hipocresía de la vanidad, la hipocresía de los que creen que pueden ser redentores de sí mismos, para salvarse, sólo con las cosas. Pero sus nombre no crece, no tienen nombre, son anónimos. En cambio, en el texto del Evangelio se dice cinco veces el nombre de los pobres. Cinco veces, una exageración, pero ¿por qué hace esto Jesús? Porque como dice la oración: "Señor, tú llamas a tus pobres por su nombre, mientras que el rico no tiene nombre". Esta es la historia de este Evangelio, la historia de dos caminos de vida: uno que ha conseguido llevar su propio nombre; el otro que, preocupado por sí mismo, por el egoísmo, es incapaz de hacer que crezca su persona, su dignidad. No tiene nombre.


Toda nuestra vida es un camino de consolidación, de fortalecimiento de nuestro nombre con la honestidad de la vida, con el camino que el Señor nos indica, y para ello debemos ayudarnos unos a otros.


Alguien me puede decir: "Padre, el Evangelio está bien, pero ¿qué tiene que ver esto con la Gendarmería hoy? Vosotros también debéis proteger a todas las personas que están aquí, que tengan la posibilidad de crecer, de tener un nombre. Vosotros sois hombres que trabajáis por la dignidad de cada uno de nosotros para que cada uno de nosotros pueda tener un nombre y llevar su propio nombre, el nombre que el Señor quiere que llevemos. Y cuando se toma alguna medida disciplinaria - "Esto no se puede hacer" - es precisamente para detener esta orgía de anonimato que es la más fea de las orgías humanas: no aceptar un nombre y querer volver a la oscuridad del anonimato. Por eso se me ocurrió que se puede decir que la Gendarmería es la custodia de los nombres, de todos nuestros nombres. No para limpiar  la carpeta de todos: si hay algo malo, lo quemamos... No, este nombre no es válido. Sino  para ayudar a la disciplina del Estado de la Ciudad del Vaticano, que cada uno de sus habitantes tenga un nombre. Y por eso os estoy muy agradecido. Seguid así, trabajad por la dignidad de las personas, de cada una de ellas, y así llevaréis adelante vuestra vocación.
Al final, me gustaría decir una sola palabra sobre un pecado que he cometido hoy, y a vosotros que sois policías: ¡hoy he hecho contrabando! En esta Misa hice contrabando porque tengo una familia de amigos que celebran el 50 aniversario de mi matrimonio y yo tenía esta misa y ellos querían que la celebrara por ellos y yo los traje aquí a esta Misa con vosotros. Son 46 personas, están ahí. Los cónyuges, hijos y nietos. Un total de 46. ¡Bonita familia! Rezad también por ellos, para que tengan un nombre. Gracias.


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Tema del Mensaje del Papa FRANCISCO para la 54ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales

CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 28 de septiembre de 2019).-  Este es el tema que el Santo Padre FRANCISCO ha elegido para la 54ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que se celebra en 2020:


MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
PARA LA 53 JORNADA MUNDIAL
DE LAS COMUNICACIONES SOCIALES

« “Somos miembros unos de otros” (Ef 4,25).
De las comunidades en las redes sociales a la comunidad humana »


Queridos hermanos y hermanas:


Desde que internet ha estado disponible, la Iglesia siempre ha intentado promover su uso al servicio del encuentro entre las personas y de la solidaridad entre todos. Con este Mensaje, quisiera invitarles una vez más a reflexionar sobre el fundamento y la importancia de nuestro estar-en-relación; y a redescubrir, en la vastedad de los desafíos del contexto comunicativo actual, el deseo del hombre que no quiere permanecer en su propia soledad.


Las metáforas de la “red” y de la “comunidad”


El ambiente mediático es hoy tan omnipresente que resulta muy difícil distinguirlo de la esfera de la vida cotidiana. La red es un recurso de nuestro tiempo. Constituye una fuente de conocimientos y de relaciones hasta hace poco inimaginable. Sin embargo, a causa de las profundas transformaciones que la tecnología ha impreso en las lógicas de producción, circulación y disfrute de los contenidos, numerosos expertos han subrayado los riesgos que amenazan la búsqueda y la posibilidad de compartir una información auténtica a escala global. Internet representa una posibilidad extraordinaria de acceso al saber; pero también es cierto que se ha manifestado como uno de los lugares más expuestos a la desinformación y a la distorsión consciente y planificada de los hechos y de las relaciones interpersonales, que a menudo asumen la forma del descrédito.


Hay que reconocer que, por un lado, las redes sociales sirven para que estemos más en contacto, nos encontremos y ayudemos los unos a los otros; pero por otro, se prestan también a un uso manipulador de los datos personales con la finalidad de obtener ventajas políticas y económicas, sin el respeto debido a la persona y a sus derechos. Entre los más jóvenes, las estadísticas revelan que uno de cada cuatro chicos se ha visto envuelto en episodios de acoso cibernético[1].


Ante la complejidad de este escenario, puede ser útil volver a reflexionar sobre la metáfora de la red que fue propuesta al principio como fundamento de internet, para redescubrir sus potencialidades positivas. La figura de la red nos invita a reflexionar sobre la multiplicidad de recorridos y nudos que aseguran su resistencia sin que haya un centro, una estructura de tipo jerárquico, una organización de tipo vertical. La red funciona gracias a la coparticipación de todos los elementos.


La metáfora de la red, trasladada a la dimensión antropológica, nos recuerda otra figura llena de significados: la comunidad. Cuanto más cohesionada y solidaria es una comunidad, cuanto más está animada por sentimientos de confianza y persigue objetivos compartidos, mayor es su fuerza. La comunidad como red solidaria precisa de la escucha recíproca y del diálogo basado en el uso responsable del lenguaje.


Es evidente que, en el escenario actual, la social network community no es automáticamente sinónimo de comunidad. En el mejor de los casos, las comunidades de las redes sociales consiguen dar prueba de cohesión y solidaridad; pero a menudo se quedan solamente en agregaciones de individuos que se agrupan en torno a intereses o temas caracterizados por vínculos débiles. Además, la identidad en las redes sociales se basa demasiadas veces en la contraposición frente al otro, frente al que no pertenece al grupo: este se define a partir de lo que divide en lugar de lo que une, dejando espacio a la sospecha y a la explosión de todo tipo de prejuicios (étnicos, sexuales, religiosos y otros). 
Esta tendencia alimenta grupos que excluyen la heterogeneidad, que favorecen, también en el ambiente digital, un individualismo desenfrenado, terminando a veces por fomentar espirales de odio. Lo que debería ser una ventana abierta al mundo se convierte así en un escaparate en el que exhibir el propio narcisismo.


La red constituye una ocasión para favorecer el encuentro con los demás, pero puede también potenciar nuestro autoaislamiento, como una telaraña que atrapa. Los jóvenes son los más expuestos a la ilusión de pensar que las redes sociales satisfacen completamente en el plano relacional; se llega así al peligroso fenómeno de los jóvenes que se convierten en “ermitaños sociales”, con el consiguiente riesgo de apartarse completamente de la sociedad. Esta dramática dinámica pone de manifiesto un grave desgarro en el tejido relacional de la sociedad, una laceración que no podemos ignorar.


Esta realidad multiforme e insidiosa plantea diversas cuestiones de carácter ético, social, jurídico, político y económico; e interpela también a la Iglesia. Mientras los gobiernos buscan vías de reglamentación legal para salvar la visión original de una red libre, abierta y segura, todos tenemos la posibilidad y la responsabilidad de favorecer su uso positivo.


Está claro que no basta con multiplicar las conexiones para que aumente la comprensión recíproca. ¿Cómo reencontrar la verdadera identidad comunitaria siendo conscientes de la responsabilidad que tenemos unos con otros también en la red?


“Somos miembros unos de otros”


Se puede esbozar una posible respuesta a partir de una tercera metáfora, la del cuerpo y los miembros, que san Pablo usa para hablar de la relación de reciprocidad entre las personas, fundada en un organismo que las une. «Por lo tanto, dejaos de mentiras, y hable cada uno con verdad a su prójimo, que somos miembros unos de otros» (Ef 4,25). El ser miembros unos de otros es la motivación profunda con la que el Apóstol exhorta a abandonar la mentira y a decir la verdad: la obligación de custodiar la verdad nace de la exigencia de no desmentir la recíproca relación de comunión. De hecho, la verdad se revela en la comunión. En cambio, la mentira es el rechazo egoísta del reconocimiento de la propia pertenencia al cuerpo; es el no querer donarse a los demás, perdiendo así la única vía para encontrarse a uno mismo.


La metáfora del cuerpo y los miembros nos lleva a reflexionar sobre nuestra identidad, que está fundada en la comunión y la alteridad. Como cristianos, todos nos reconocemos miembros del único cuerpo del que Cristo es la cabeza. Esto nos ayuda a ver a las personas no como competidores potenciales, sino a considerar incluso a los enemigos como personas. Ya no hay necesidad del adversario para autodefinirse, porque la mirada de inclusión que aprendemos de Cristo nos hace descubrir la alteridad de un modo nuevo, como parte integrante y condición de la relación y de la proximidad.


Esta capacidad de comprensión y de comunicación entre las personas humanas tiene su fundamento en la comunión de amor entre las Personas divinas. Dios no es soledad, sino comunión; es amor, y, por ello, comunicación, porque el amor siempre comunica, es más, se comunica a sí mismo para encontrar al otro. Para comunicar con nosotros y para comunicarse a nosotros, Dios se adapta a nuestro lenguaje, estableciendo en la historia un verdadero diálogo con la humanidad (cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Dei Verbum, 2).


En virtud de nuestro ser creados a imagen y semejanza de Dios, que es comunión y comunicación-de-sí, llevamos siempre en el corazón la nostalgia de vivir en comunión, de pertenecer a una comunidad. «Nada es tan específico de nuestra naturaleza –afirma san Basilio– como el entrar en relación unos con otros, el tener necesidad unos de otros»[2].


El contexto actual nos llama a todos a invertir en las relaciones, a afirmar también en la red y mediante la red el carácter interpersonal de nuestra humanidad. Los cristianos estamos llamados con mayor razón, a manifestar esa comunión que define nuestra identidad de creyentes. Efectivamente, la fe misma es una relación, un encuentro; y mediante el impulso del amor de Dios podemos comunicar, acoger, comprender y corresponder al don del otro.


La comunión a imagen de la Trinidad es lo que distingue precisamente la persona del individuo. De la fe en un Dios que es Trinidad se sigue que para ser yo mismo necesito al otro. Soy verdaderamente humano, verdaderamente personal, solamente si me relaciono con los demás. El término persona, de hecho, denota al ser humano como ‘rostro’ dirigido hacia el otro, que interactúa con los demás. Nuestra vida crece en humanidad al pasar del carácter individual al personal. El auténtico camino de humanización va desde el individuo que percibe al otro como rival, hasta la persona que lo reconoce como compañero de viaje.


Del “like” al “amén”


La imagen del cuerpo y de los miembros nos recuerda que el uso de las redes sociales es complementario al encuentro en carne y hueso, que se da a través del cuerpo, el corazón, los ojos, la mirada, la respiración del otro. Si se usa la red como prolongación o como espera de ese encuentro, entonces no se traiciona a sí misma y sigue siendo un recurso para la comunión. Si una familia usa la red para estar más conectada y luego se encuentra en la mesa y se mira a los ojos, entonces es un recurso. Si una comunidad eclesial coordina sus actividades a través de la red, para luego celebrar la Eucaristía juntos, entonces es un recurso. Si la red me proporciona la ocasión para acercarme a historias y experiencias de belleza o de sufrimiento físicamente lejanas de mí, para rezar juntos y buscar juntos el bien en el redescubrimiento de lo que nos une, entonces es un recurso.


Podemos pasar así del diagnóstico al tratamiento: abriendo el camino al diálogo, al encuentro, a la sonrisa, a la caricia... Esta es la red que queremos. Una red hecha no para atrapar, sino para liberar, para custodiar una comunión de personas libres. La Iglesia misma es una red tejida por la comunión eucarística, en la que la unión no se funda sobre los “like” sino sobre la verdad, sobre el “amén” con el que cada uno se adhiere al Cuerpo de Cristo acogiendo a los demás.


Vaticano, 24 de enero de 2019, fiesta de san Francisco de Sales.


FRANCISCUS
 

[1] Para reaccionar ante este fenómeno, se instituirá un Observador internacional sobre el acoso cibernético con sede en el Vaticano.

[2] Regole ampie, III, 1: PG 31, 917; cf. Benedicto XVI, Mensaje para la 43 Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales (2009).


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Audiencia a los jóvenes del "Centro Social Padre David de Oliveira Martins" en Braga (Portugal)

CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 28 de septiembre de 2019).-  Esta mañana, en la sala adyacente al Aula Pablo VI, el Santo Padre FRANCISCO ha recibido en Audiencia a los jóvenes del"Centro Social David de Oliveira Martins" de Braga (Portugal).
          

Texto del discurso que el Papa ha dirigido a los presentes durante el encuentro:


DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS MUCHACHOS DEL "CENTRO SOCIAL PADRE DAVID" DE BRAGA (PORTUGAL)

Sala adyacente al Aula Pablo VI
Sábado, 28 de septiembre de 2019


¡Queridos hermanos y hermanas!


Os saludo a todos y agradezco a Dom Jorge sus amables palabras de saludo y presentación de este hermoso don de Dios, de esta maravilla que es el Centro Social de Ruuílhe. Es especialmente el fruto de las ofertas de la gente humilde y generosa en respuesta al llamamiento del Padre David de Oliveira Martins. No pedía para sí mismo, sino para sus hermanos, que tendían los brazos en busca de ayuda. Dios le dio la gracia de tocar el corazón de los pobres y humildes, desencadenando por doquier la revolución de la ternura, bajo la bandera de los “Niños del Padre David”. Desde Roma, va mi abrazo a las personas asistidas y a los asistentes de la Institución en sus diversas valencias al servicio de los niños, de los jóvenes, de los pobres y de los ancianos. Como embajadores del amor que tenéis a la Iglesia y del que nutrís por mí, habéis enviado a los más pequeños. ¡Gracias, Padre Manuel Joaquim!


Vuestro camino os lleva a mirar juntos hacia el futuro: no a mirarlo solos, ni tampoco solo para vosotros. Como enseña Pablo, «el presente o el futuro es todo vuestro. Pero vosotros sois de Cristo y Cristo es de Dios» (1 Cor 3, 21.23). ¡Vosotros sois de Cristo! Este es el sentido profundo de vuestra historia hasta el día de hoy, pero es sobre todo la clave para afrontar el futuro. Sed siempre de Cristo en la oración, al cuidado de vuestros hermanos y hermanas más pequeños. No tengáis miedo de participar en la revolución a la que él os llama: la revolución de la ternura (cf. Exhortación apostólica Evangelii Gaudium, 88). Cristo camina con vosotros y os guía.


Antes de saludarlos de una manera más personal, quiero aseguraros a todos y cada uno mi afectuosa solidaridad. Nunca dejéis que el pasado determine vuestra vida.  Mirad siempre hacia adelante. Trabajad y luchad para lograr las cosas que queréis. Y que ninguno de vosotros se sienta nunca solo; en verdad, es tarea de cada hombre, creado a imagen de Cristo, estar cerca de su prójimo. ¡Que Dios os conceda ser portadores de su misericordia, ternura y amor los unos por los otros. ¡Y que bendiga al Centro Social Padre David, con todos los que acoge y con todos los que lo administran, animan y apoyan. Yo rezo por vosotros, y vosotros rezad por mí. Gracias.








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Audiencia a la Federación Italiana de Gimnasia

CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 28 de septiembre de 2019).-  Esta mañana en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico, el Santo Padre FRANCISCO ha recibido en Audiencia a los Representantes de la Federación Italiana de Gimnasia, con ocasión del 150º aniversario de su fundación.
        

Texto del discurso que el Papa ha dirigido a los presentes en la Audiencia:


DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LA FEDERACIÓN ITALIANA DE GIMNASIA


Sala del Consistorio
Sábado, 28 de septiembre de 2019


Queridos amigos:


Bienvenidos a este encuentro, que conmemora el 150º aniversario de vuestra institución, fundada para promover la cultura del deporte a través de la educación física. Os saludo a todos y agradezco a vuestro Presidente sus palabras.


La presencia de las asociaciones deportivas en la sociedad no sólo es funcional para organizar la actividad deportiva. También están llamadas a fomentar una mentalidad que, a través del deporte, promueva el desarrollo integral de la persona humana y la amistad social. Se trata de comprender y vivir la práctica del deporte no sólo como fuente de bienestar físico, sino como ideal de una vida valiente, positivo y optimista. En este sentido, el deporte se convierte en una experiencia formativa que ayuda a las nuevas generaciones a cultivar los valores de la vida: el amor a la lealtad y la justicia, el gusto por la belleza y el bien, la búsqueda de la libertad y la solidaridad.


En nuestros días el sistema deportivo a veces parece estar condicionado por una lógica del beneficio, por un espíritu competitivo exasperado y, por desgracia, también por actitudes violentas. Tres cosas malas: el beneficio, un espíritu competitivo exasperado y, a veces, las actitudes violentas. Y a estas tres malas actitudes les falta una cosa: la dimensión amateur del deporte. Cuando el deporte pierde su dimensión de amateur, salen a la luz estas actitudes que rebajan el nivel del deporte. Frente a estos aspectos negativos, los líderes y atletas animados por la fe cristiana pueden dar testimonio de la fuerza humanizadora del Evangelio, incluso en el ámbito deportivo, y contribuir así a la construcción de una sociedad más fraterna.


Esto es lo que yo también os deseo en este aniversario. Que viváis siempre el deporte con lealtad y un sano espíritu competitivo, sin perder la dimensión amateur. Esto os ayudará a afrontar los retos de la vida con valentía y honestidad, con alegría y confianza serena en el futuro. Confío vuestra Federación al Señor y os bendigo. Por favor, os pido que recéis por mí. ¡Gracias!












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Audiencias diarias del Papa [Sábado 28 de septiembre de 2019]

CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 28 de septiembre de 2019).- El Santo Padre FRANCISCO ha recibido esta mañana en Audiencia a:


- S.E. el Cardenal Marc Ouellet, P.S.S., Prefecto de la Congregación para los Obispos.


- Federación Italiana de Gimnasia.


- Muchachos del “Centro Social Padre David de Oliveira Martins” de Braga (Portugal).


- Scholae Cantorum de la Asociación Italiana Santa Cecilia.

Nombramientos del Santo Padre [Sábado 28 de septiembre de 2019]

CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 28 de septiembre de 2019).-  En otros Actos Pontificios este sábado el Papa FRANCISCO ha:


Ha erigido la Provincia Eclesiástica de Toluca (México), elevando al rango de Iglesia Metropolitana la diócesis de Toluca y asignándole como sufragáneas  las diócesis de Atlacomulco, Tenancingo y Cuernavaca, que hasta ahora pertenecían a la Provincia Eclesiástica de México.


Ha nombrado primer Arzobispo Metropolitano de Toluca (México) a S.E. Mons. Francisco Javier Chavolla Ramos, hasta ahora Obispo de Toluca.


S.E. Mons. Francisco Javier Chavolla Ramos nació en Autlán el 3 de junio de 1946. Ingresó al Seminario Menor de la diócesis de Tijuana, donde asistió a la escuela secundaria y luego a cursos de filosofía. Completó sus estudios teológicos en el Seminario Pontificio de Montezuma en los Estados Unidos. Fue ordenado sacerdote el 10 de diciembre de 1972, siendo incardinado en la diócesis de Tijuana.


Como Sacerdote ejerció el Ministerio Pastoral como Vicario Cooperador y Párroco en varias parroquias. En 1978 fue nombrado Director Espiritual del Seminario Mayor de Tijuana, cargo que ocupó hasta su nombramiento episcopal.


Nombrado Obispo de Matamoros el 1° de junio de 1991, recibió la ordenación episcopal el 16 de julio siguiente. Fue trasladado a la diócesis de Toluca el 27 de diciembre de 2003.


ERECCIONES DE LA DIÓCESIS DE MÉXICO


Erección de la diócesis de Azcapotzalco
Erección de la diócesis de Iztapalapa
Erección de la diócesis de Xochimilco


* Erigió la diócesis de Azcapotzalco (México) con territorio desmembrado de la Arquidiócesis de México, haciéndola sufragánea de la misma Iglesia Metropolitana de México.


Ha nombrado primer Obispo de Azcapotzalco (México) a S.E. Mons. Adolfo Miguel Castaño, hasta ahora Obispo titular de Vadesi y Auxiliar de la Arquidiócesis de México.


                S.E. Mons. Adolfo Miguel Castaño nació en San Mateo Mozoquilpan, diócesis de Toluca, el 27 de septiembre de 1962. Estudió en el Seminario de Toluca y fue ordenado Sacerdote el 19 de marzo de 1987.


Obtuvo la Licenciatura en Sagrada Escritura en la Pontificia Universidad de México y el Doctorado en Teología Bíblica en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma.


Fue Profesor de la Universidad Pontificia de México y Prefecto de Estudios del Seminario de Toluca. Ha publicado varios libros de tema bíblico.
              

El 22 de junio de 2010 fue nombrado Obispo titular de Vadesi y Auxiliar de la Arquidiócesis de México. La consagración episcopal tuvo lugar el 30 de julio siguiente.
              

Actualmente en la Conferencia Episcopal Mexicana es responsable de la dimensión de Pastoral Bíblica.
                                                                             

 ***


* Erigió la diócesis de Iztapalapa (México) con territorio desmembrado de la Arquidiócesis de México, haciéndola sufragánea de la misma Iglesia Metropolitana de México.
       

Ha nombrado primer Obispo de Iztapalapa (México) a S.E. Mons. Jesús Antonio Lerma Nolasco, hasta ahora Obispo titular de Aulona y Auxiliar de la Arquidiócesis de México.


                S.E. Mons. Jesús Antonio Lerna Nolasco nació en Xalisco, diócesis de Tepic, el 4 de julio de 1945. Fue ordenado Sacerdote el 24 de diciembre de 1971 e incardinado en la diócesis de Tepic.


Ha sido Vicario Parroquial, Vicario Episcopal y de la Pastoral Diocesana, Director de la revista "Pescador" y Vicario General.


                El 7 de mayo de 2009 fue nombrado Obispo titular de Aulona y Auxiliar de la Arquidiócesis de México. La consagración episcopal tuvo lugar el 10 de julio siguiente.
              

Durante estos 10 años, Mons. Lerma Nolasco ejerció su Ministerio en la Vicaría VII, cuyo territorio coincide con el de la nueva diócesis de Iztapalapa.


                                   ***                                                                                 
              

* Erigió la diócesis de Xochimilco (México) con territorio desmembrado de la Arquidiócesis de México, haciéndola sufragánea de la misma Iglesia Metropolitana de México.


Ha nombrado primer Obispo de Xochimilco (México) a S.E. Mons. Andrés Vargas Peña, hasta ahora Obispo titular de Utimmira y Auxiliar de la Arquidiócesis de México.


S.E. Mons. Vargas Peña nació en Villa de la Paz, Arquidiócesis de San Luis Potosí, el 6 de diciembre de 1946. Fue ordenado Sacerdote el 12 de octubre de 1973 e incardinado en la Arquidiócesis de San Luis Potosí. Obtuvo la Licenciatura en Filosofía en la Universidad Gregoriana de Roma.
              

Ha sido Profesor y Director Espiritual del Seminario Mayor de San Luis Potosí, Párroco, Vicario Episcopal de Pastoral, Director de la Escuela Arquidiocesana de Teología para el Laicado, Miembro del Colegio de Consultores, Miembro del Consejo Presbiteral y Asistente para la formación permanente de Sacerdotes ordenados en los últimos años.
              

El 22 de junio de 2010 fue nombrado Obispo titular de Utimmira y Auxiliar de México y consagrado el 30 de julio siguiente.
              

Desde el inicio de su Ministerio Episcopal estuvo a cargo de la Vicaría VIII, que coincide con el territorio de la futura diócesis de Xochimilco.


***


La Provincia Eclesiástica de México, después de la reestructuración, tendrá como sufragáneas a las nuevas diócesis de Azcapotzalco, Iztapalapa y Xochimilco.


Los datos estadísticos de la Arquidiócesis de México, tras el desmembramiento, son los siguientes:


 Superficie:  799.8 km2
 Población:  5.265.309

 Católicos:  4.212.247
 Parroquias:  307
 Sacerdotes diocesanos:  458
 Sacerdotes religiosos:  442
 Diáconos permanentes:  152
 Seminaristas:  71
 Religiosos profesos:  300
 Religiosas:  4500


La lista de municipios que forman el territorio de la Arquidiócesis de México, tras el desmembramiento es:


1. Álvaro Obregón
2. Benito Juárez
3. Coyoacán
4. Cuajimalpa de Morelos
5. Cuauhtémoc
6. Iztacalco
7. Magdalena Contreras
8. Miguel Hidalgo
9. Tlalpan
10. Venustiano Carranza
11. Gustavo A. Madero (una parte, región Oriente).


Los datos estadísticos de la nueva diócesis de Azcapotzalco, tras el desmembramiento, son los siguientes:



Superficie:
 80.8 km2
 Población:  1.000.000
 .
 Católicos:  850.000
 Parroquias:  59
 Sacerdotes diocesanos:  53
 Sacerdotes religiosos:  46
 Diáconos permanentes:  12
 Seminaristas:  16
 Religiosas:  300


La lista de municipios que forman el territorio de la diócesis de Azcapotzalco, después del desmembramiento es:

- Azcapotzalco
- Parte de Gustavo A. Madero


Los datos estadísticos de la nueva diócesis de Iztapalapa, después del desmembramiento son los siguientes:


Superficie: 117 km2
Población: 1.827.868
Católicos: 1.517.130
Parroquias: 75
Casi-Parroquias: 30
Iglesias: 110
Sacerdotes diocesanos: 91
Sacerdotes religiosos: 34
Diáconos permanentes: 29
Seminaristas: 16
Religiosos Profesos: 34
Religiosas 120


La lista de municipios que forman el territorio de la nueva diócesis de Iztapalapa, tras el desmembramiento:


- Iztapalapa


Los datos estadísticos de la nueva diócesis de Xochimilco, tras el desmembramiento, son los siguientes:


Superficie:  433 km2
 Población:  769.250
 Católicos:  85%
 Parroquias:  40
 Sacerdotes diocesanos:  44
 Sacerdotes religiosos:  2
 Diáconos permanentes:  7
 Seminaristas:  17
 Religiosos profesos:  18
 Religiosas:  100


Lista de los municipios que forman el territorio de la diócesis de Xochimilco, tras el desmembramiento:


- Alcaldía de Xochimilco
- Alcaldía de Tláhuac
- Alcaldía de Milpa Alta


*     *     *


* Ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la diócesis de Kotor (Montenegro) presentada por S.E. Mons. Ilija Janjić


* Ha nombrado como Administrador Apostólico sede vacante de la diócesis de Kotor a S.E. Mons. Rrok Gjonlleshaj, Arzobispo de Bar (Montenegro).


*     *     *


* Ha nombrado a S.E. el Cardenal Dieudonné Nzapalainga, C.S.Sp., Arzobispo de Bangui, Su Enviado Especial a la ceremonia de clausura de la 4ª Conferencia Panafricana, titulada "La Miséricorde Divine, une grace pour notre temps", que se celebrará en el Santuario Mariano de Uagadugú (Burkina Faso) el 24 de noviembre de 2019.


*     *     *


* Ha nombrado Promotor de Justicia del Tribunal de la Rota Romana al Reverendo Tomasz Kubiczek, del clero de la Arquidiócesis de Częstochowa, hasta ahora notario en el mismo Tribunal.


*     *     *


* Ha nombrado como Consultores del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, al Reverendo Padre Humberto Miguel Yáñez, S.I. (Argentina) Profesor de la Facultad de Teología Moral de la Pontificia Universidad Gregoriana, a los Ilmos. cónyuges Emilio Inzaurraga y Claudia Alejandra Carvajal (Argentina), respectivamente Coordinador para América del Equipo Promotor del Foro Internacional de la Acción Católica – FIAC y Profesor de Ciencias de la Educación de la Universidad Católica Argentina.