Roma ITALIA (Agencia Fides, 10/03/2021) – Los musulmanes de Mosul que invitan a sus
conciudadanos cristianos a volver, y “juntos restaurar iglesias y
mezquitas” es la imagen que el Papa Francisco ha querido recordar como
signo del renacimiento de esa ciudad mártir y de todo su viaje a Irak,
tras años de guerras, invasiones y terror. Lo ha dicho en la Audiencia
general del miércoles 10 de marzo, dedicada a recorrer de nuevo su
visita apostólica en Irak, que acaba de concluir. “En estos días
pasados” ha comenzado diciendo el Papa “el Señor me ha concedido visitar
Irak, realizando un proyecto de San Juan Pablo II. Nunca un Papa había
estado en la tierra de Abrahán; la Providencia ha querido que esto
sucediera ahora, como signo de esperanza después de años de guerra y
terrorismo y durante una dura pandemia”. El Papa ha recordado el
“inolvidable” encuentro con el Gran Ayatolá Al-Sistani, que lo recibió
en su casa en Nayaf, mencionando el “sentido penitencial” de la
peregrinación iraquí: “no podía acercarme a ese pueblo atormentado, a
esa Iglesia mártir” ha explicado el Sucesor de Pedro “sin tomar sobre
mí, en nombre de la Iglesia católica, la cruz que ellos llevan desde
hace años; una cruz grande, como esa colocada en la entrada de Qaraqosh.
Lo sentí de forma particular viendo las heridas todavía abiertas de las
destrucciones, y más todavía encontrando y escuchando a los testigos
supervivientes de la violencia, la persecución, el exilio… Y al mismo
tiempo vi en torno a mí la alegría de acoger al mensajero de Cristo; vi
la esperanza de abrirse a un horizonte de paz y de fraternidad, resumido
en las palabras de Jesús que eran el lema de la visita: «Vosotros sois
todos hermanos»”. Una esperanza que el Papa ha dicho que ha encontrado
también “en muchos saludos y testimonios, en los cantos y en los gestos
de la gente. La leí en los rostros luminosos de los jóvenes y en los
ojos vivaces de los ancianos. La gente que esperaba al Papa desde hacía
cinco horas, de pie…; también mujeres con niños en brazos… Esperaba, y
en sus ojos había esperanza”.
Recordando los distintos momentos de la visita, el obispo de Roma
también ha mencionado el encuentro eclesial celebrado en la catedral
sirio-católica de Bagdad, donde en 2010 un atentado terrorista mató a
los fieles reunidos para la celebración de la misa. “La Iglesia en Irak”
ha subrayado el Papa “es una Iglesia mártir y en ese templo, que lleva
inscrito en la piedra el recuerdo de esos mártires, resonó la alegría
del encuentro: mi asombro de estar en medio de ellos se fusionaba con su
alegría de tener al Papa con ellos”. Luego, refiriéndose a las visitas
de Mosul y Quaraqosh, aún marcadas por la devastación tras la invasión
de los milicianos del Estado Islámico, ha hablado de “la fuga de miles y
miles de habitantes, entre los cuales muchos cristianos de diferentes
confesiones y otras minorías perseguidas, especialmente los yazidíes”
provocada por la ocupación yihadista. “Se ha destruido la antigua
identidad de estas ciudades. Ahora se está tratando de reconstruir con
mucho esfuerzo; los musulmanes invitan a los cristianos a volver, y
juntos restauran iglesias y mezquitas. Fraternidad, está ahí. Y sigamos,
por favor, rezando por estos hermanos y hermanas nuestros tan probados,
para que tengan fuerza de volver a comenzar”.
Con una referencia significativa a los acontecimientos históricos
recientes de Irak, el Papa ha recordado que “Mesopotamia es cuna de
civilización” y “Bagdad ha sido en la historia una ciudad de importancia
primordial, que albergó durante siglos la biblioteca más rica del
mundo. ¿Y qué la destruyó? La guerra. La guerra siempre es el monstruo
que, con el cambio de épocas, se transforma y continúa devorando a la
humanidad. Pero la respuesta a la guerra no es otra guerra, la respuesta
a las armas no son otras armas - ha insistido el Papa-. Y yo me he
preguntado: ¿quién vendía las armas a los terroristas? ¿Quién vende hoy
las armas a los terroristas, que están realizando masacres en otros
lugares, pensemos en África por ejemplo? Es una pregunta que yo quisiera
que alguien respondiera. La respuesta no es la guerra, la respuesta es
la fraternidad”.
El Papa también se ha detenido a recordar el encuentro interreligioso
realizado en Ur, “donde Abrahán recibió la llamada de Dios hace unos
cuatro mil años –ha explicado el Papa Francisco diciendo -, Abrahán es
padre en la fe porque escuchó la voz de Dios que le prometía una
descendencia, dejó todo y partió. Dios es fiel a sus promesas y todavía
hoy guía nuestros pasos de paz, guía los pasos de quién camina en la
Tierra con la mirada dirigida al Cielo. Y en Ur, estando juntos bajo ese
cielo luminoso, el mismo cielo en el cual nuestro padre Abrahán nos vio
a nosotros, su descendencia, nos pareció que resonaba todavía en los
corazones esa frase: Vosotros sois todos hermanos”.