PANAMÁ (Agencia Fides, 29/01/2019) - “Nuestros jóvenes estaban muy emocionados, fue un momento que trasciende
las historias de vida de cada uno de ellos”. Así fue como el padre
Domingo Escobar, director de la Casa Hogar “El buen samaritano” se
expresó en una entrevista con la Agencia Fides después de la visita del
Papa del domingo 27 de enero. 16 personas con SIDA viven en la casa.
Además de ellos, estuvieron presentes en esta reunión los trabajadores y
los beneficiarios de las obras de la Iglesia que se ocupan de la
prevención y el tratamiento de personas con adicciones, personas que
ejercen la prostitución, ancianos abandonados, niños discapacitados y
huérfanos, personas sin hogar y presos.
“Cada uno de nuestros muchachos pudo saludar al Papa” continúa el padre
Escobar, “que ha correspondido con mucho afecto, comunicando la vida de
una manera extraordinaria, con sencillez y amabilidad, y que ha estado
disponible, sonriente y amable”. El Santo Padre agradeció a todos la
“generosidad” en su trabajo. “Estar con ustedes es renovar la
esperanza”, exclamó. También contó que había leído el testimonio de un
invitado de la Casa Hogar: “Me tocó el corazón porque dijo: 'Aquí nací
de nuevo'. Esta casa y todos los centros que ustedes representáis son
una señal de la nueva vida que el Señor quiere darnos, pero no solo
ustedes. Aquí la Iglesia y la fe se renuevan continuamente a través de
la caridad”.
Para el padre Escobar, la visita del Papa fue “un acto de apoyo y
reconocimiento a lo que la Iglesia está haciendo en todo el mundo para
las personas con SIDA”. “Fue un mensaje de acogida para todos los
portadores del VIH del mundo”. En Panamá, explica, a menudo son víctimas
de prejuicios, estigmatización y discriminación. “Gracias, Santo Padre,
por venir a visitarnos sin temor, como hizo Jesús con los leprosos”,
dijo un usuario al Papa Francisco. El objetivo del centro es devolver a
los pacientes las condiciones para reanudar una vida normal. “Si el
paciente accede regularmente a los antivirales, si es disciplinado y
mantiene una buena nutrición y un estilo de vida adecuado, hay garantías
concretas para una buena esperanza de vida”, dice el sacerdote que
trabaja desde hace años en este campo. “Queremos dotar a las personas de
estas herramientas y fortalecer en ellas la autoestima. Necesitamos de
esta casa y de otras como esta”, destaca.
La “vocación en la vocación” del padre Domingo nació cuando un chico
llegó a su parroquia para pedir ayuda para él y para otras personas que
vivían en la calle abandonadas por sus familias. “No sabía nada sobre el
SIDA”, recuerda, “pero en la Iglesia sabemos que cuando Dios nos hace
encontrarnos con alguien con un problema, lo hace para hacer algo al
respecto y para que ayudemos”.
Al entregar sus regalos al Papa, los jóvenes del Centro San Juan Pablo
II pudieron hablar brevemente con él. “El Santo Padre los escuchó por
unos momentos y bendijo los objetos que ofrecieron”, dice el director,
el laico Ariel López. “Estamos muy contentos, también porque muchas
personas han podido conocer nuestro Centro y podrán utilizarlo”. López
cuenta que en una reciente entrevista televisiva, el arzobispo de
Panamá, José Domingo Ulloa Mendieta, reveló que el Papa fue “quedó
profundamente conmovido por la obra del Centro San Juan Pablo II, porque
llega a los más necesitados”.