PANAMÁ (http://press.vatican.va
- 24 de enero de 2019).- Esta mañana, a las 9.30 hora local (15.30 horas en Roma), después de
haber celebrado la Santa Misa en privado en la Nunciatura Apostólica, en
presencia del personal de la Nunciatura con familiares y amigos, el
Santo Padre FRANCISCO se trasladó al Palacio Presidencial para la
ceremonia de bienvenida y la visita de cortesía al Presidente de la
República de Panamá, Sr. Juan Carlos Varela Rodríguez.
A su llegada, el Papa fue recibido en la entrada principal por el Presidente de la República y su consorte. Después de la foto, el Presidente acompañó al Papa al primer piso. El Santo Padre, antes de ir al despacho presidencial, para el encuentro privado, se asomó unos breves momentos al balcón para dirigir un saludo a los presentes.
Después del encuentro privado con el Presidente y la presentación de la familia, tuvo lugar el intercambio de regalos.
A su llegada, el Papa fue recibido en la entrada principal por el Presidente de la República y su consorte. Después de la foto, el Presidente acompañó al Papa al primer piso. El Santo Padre, antes de ir al despacho presidencial, para el encuentro privado, se asomó unos breves momentos al balcón para dirigir un saludo a los presentes.
Después del encuentro privado con el Presidente y la presentación de la familia, tuvo lugar el intercambio de regalos.
Al final, acompañado por el Presidente y su consorte, el Papa salió
del Palacio y se dirigió en automóvil al Palacio de Bolívar para
encontrarse con las Autoridades, los Miembros del Cuerpo Diplomático y
los Representantes de la Sociedad Civil.
(23-28 ENERO 2019)
Jueves, 24 de enero de 2019
ENCUENTRO CON LAS AUTORIDADES, EL CUERPO DIPLOMÁTICO
Y REPRESENTANTES DE LA SOCIEDAD
Y REPRESENTANTES DE LA SOCIEDAD
DISCURSO DEL SANTO PADRE
Palacio Bolívar – Ministerio de Relaciones Exteriores
Jueves, 24 de enero de 2019
Jueves, 24 de enero de 2019
Señor Presidente,
Señora Vicepresidente,
Distinguidas autoridades,
Señoras y señores:
Señora Vicepresidente,
Distinguidas autoridades,
Señoras y señores:
Le agradezco señor Presidente sus palabras de bienvenida y su amable
invitación a visitar esta nación. En su persona quiero saludar y
agradecer a todo el pueblo panameño que, desde Darién hasta Chiriquí y
Bocas del Toro, han realizado un esfuerzo invalorable para acoger a
tantos jóvenes provenientes de todas partes del mundo. Gracias por
abrirnos las puertas de la casa.
Comienzo mi peregrinación en este histórico recinto donde Simón
Bolívar – como lo acaba de recordar el señor Presidente - afirmó que «si
el mundo hubiese de elegir su capital, el istmo de Panamá sería
señalado para este augusto destino», y convocó a los líderes de su
tiempo para forjar el sueño de la unificación de la Patria Grande.
Convocatoria que nos ayuda a comprender que nuestros pueblos son capaces
de crear, forjar y, sobre todo, soñar una patria grande que sepa y
pueda albergar, respetar y abrazar la riqueza multicultural de cada
pueblo y cultura. Siguiendo esta inspiración podemos contemplar a Panamá
como tierra de convocatoria y como tierra de sueños.
1. Panamá es tierra de convocatoria
Así lo transparentó el Congreso Anfictiónico, y así también lo
transparenta hoy el desembarco de miles de jóvenes que traen consigo el
deseo y las ganas de encontrarse y celebrar.
Vuestro País, por su privilegiada ubicación, se vuelve un enclave
estratégico no solo para la región sino para el mundo entero. Puente
entre océanos y tierra natural de encuentros, Panamá, el país más
angosto de todo el continente americano, es símbolo de la
sustentabilidad que nace de la capacidad de crear vínculos y alianzas.
Esta capacidad configura el corazón del pueblo panameño.
Cada uno de ustedes ocupa un lugar especial en la construcción de la
nación y está llamado a velar para que esta tierra pueda cumplir su
vocación de ser tierra de convocatorias y encuentros; esto implica la
decisión, el compromiso y el trabajo cotidiano para que todos los
habitantes de este suelo tengan la oportunidad de sentirse actores de su
destino, del de sus familias y de la nación toda. Es imposible pensar
el futuro de una sociedad sin la participación activa ―y no solo
nominal― de cada uno de sus miembros, de tal modo que la dignidad se vea
reconocida y garantizada en el acceso a la educación de calidad y en la
promoción de trabajos dignos. Ambas realidades tienen la fuerza de
ayudar a reconocer y valorar la genialidad y el dinamismo creador de
este pueblo y a su vez, son el mejor antídoto ante cualquier tipo de
tutelaje que pretenda recortar la libertad y someta o saltee la dignidad
ciudadana, especialmente la de los más pobres.
La genialidad de estas tierras está marcada por la riqueza de sus
pueblos originarios: bribri, buglé, emberá, kuna, nasoteribe, ngäbe y
waunana, que tanto tienen que decir y recordar desde su cultura y visión
del mundo: a ellos mi saludo, mi reconocimiento. Y no deja de ser un
signo esperanzador el hecho de que esta Jornada Mundial de la Juventud
haya comenzado una semana atrás con la Jornada de los jóvenes de los
pueblos indígenas y la Jornada de los jóvenes de descendencia africana.
Los saludo desde aquí y les agradezco que hayan dado este primer paso de
esta Jornada Mundial de la Juventud. Ser tierra de convocatorias supone
celebrar, reconocer y escuchar lo específico de cada uno de estos
pueblos y de todos los hombres y mujeres que conforman el rostro
panameño y animarse a entretejer un futuro esperanzador, porque solo se
es capaz de defender el bien común por encima de los intereses de unos
pocos o para unos pocos cuando existe la firme decisión de compartir con
justicia los propios bienes.
Las nuevas generaciones, desde su alegría y entusiasmo, desde su
libertad, sensibilidad y capacidad crítica reclaman de los adultos, pero
especialmente de todos aquellos que tienen una función de liderazgo en
la vida pública, llevar una vida conforme a la dignidad y autoridad que
revisten y que les ha sido confiada. Es una invitación a vivir con
austeridad y transparencia, en la responsabilidad concreta por los demás
y por el mundo; una invitación a llevar una vida que demuestre que el
servicio público es sinónimo de honestidad y justicia, y antónimo de
cualquier forma de corrupción. Ellos reclaman un compromiso, en el que
todos ―comenzando por quienes nos llamamos cristianos― tengamos la
osadía de construir «una política auténticamente humana» (Const. past. Gaudium et spes,
73) que ponga a la persona en el centro como corazón de todo; lo cual
impulsa a crear una cultura de mayor transparencia entre los gobiernos,
el sector privado y la población toda, como reza esa hermosa oración que
ustedes tienen por la patria: «Danos el pan de cada día: que lo podamos
comer en casa propia y en salud digna de seres humanos».
2. Además de tierra de convocatoria, Panamá es tierra de sueños
En estos días Panamá no solo será recordada como centro regional o
punto estratégico para el comercio o el tránsito de personas; se
convertirá en un “hub” de la esperanza. Punto de encuentro donde
jóvenes provenientes de los cinco continentes, cargados de sueños y
esperanzas, celebrarán, se encontrarán, rezarán y reavivarán el deseo y
su compromiso por crear un mundo más humano. Así desafiarán las miopes
miradas cortoplacistas que, seducidas por la resignación, por la avidez,
o presas del paradigma tecnocrático, creen que el único camino posible
se transita en el «juego de la competitividad, [de la especulación] y de
la ley del más fuerte donde el poderoso se come al más débil» (Exhort.
ap. Evangelii gaudium,
53), cerrando el mañana a una nueva imaginación de la humanidad. Al
hospedar los sueños de estos jóvenes, hoy Panamá se vuelve tierra de
sueños que desafía tantas certezas de nuestro tiempo y genera horizontes
vitales que señalan una nueva espesura al caminar con una nueva mirada
respetuosa y llena de compasión por los otros. Durante este tiempo
seremos testigos de la apertura de nuevos canales de comunicación y de
entendimiento, de solidaridad, de creatividad y ayuda mutua; canales de
medida humana que impulsen el compromiso, rompan el anonimato y el
aislamiento en vistas a una nueva manera de construir la historia.
Otro mundo es posible, lo sabemos y los jóvenes nos invitan a
involucrarnos en su construcción para que los sueños no queden en algo
efímero o etéreo, para que impulsen un pacto social en el que todos
puedan tener la oportunidad de soñar un mañana: el derecho al futuro
también es un derecho humano.
En este horizonte parecieran tomar cuerpo las palabras de Ricardo
Miró que, al cantarle al terruño de sus amores, decía: «Porque viéndote,
Patria, se dijera /que te formó la voluntad divina/ para que bajo el
sol que te ilumina /se uniera en ti la Humanidad entera» (Patria de mis amores).
Les renuevo mi agradecimiento por todo lo que han hecho especialmente
usted, señor Presidente - para que este encuentro sea posible y expreso
a usted, nuevamente señor Presidente, a todos los aquí presentes, y a
quienes siguen por los medios de comunicación, mis mejores deseos de un
renovada esperanza y alegría en el servicio al bien común.
Que Santa María la Antigua bendiga y proteja a Panamá.
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