A las 16.10 hora local (22.10 horas en Roma) tuvo lugar el encuentro con los voluntarios de la Jornada Mundial de la Juventud. Después del saludo del Coordinador General de la JMJ, tomaron la palabra un joven voluntario de Polonia, un joven voluntario panameño y un voluntario de Portugal, el país que albergará la próxima JMJ.
Después de las palabras de agradecimiento del Arzobispo de Panamá, el Santo Padre pronunció su discurso. Al final, después de la oración y la bendición final, el Papa FRANCISCO se desplazó al Aeropuerto Internacional de Tocumen para despedirse de Panamá.
Texto del discurso que el Papa pronunció durante el encuentro con los voluntarios:
(23-28 ENERO 2019)
Domingo, 27 de enero de 2019
VIAJE APOSTÓLICO DE SU SANTIDAD FRANCISCO
A PANAMÁ CON OCASIÓN DE LA
XXXIV JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD
(23-28 DE ENERO DE 2019)
A PANAMÁ CON OCASIÓN DE LA
XXXIV JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD
(23-28 DE ENERO DE 2019)
ENCUENTRO CON LOS VOLUNTARIOS DE LA JMJ
DISCURSO DEL SANTO PADRE
Estadio Rommel Fernández
Domingo, 27 de enero de 2019
Domingo, 27 de enero de 2019
Queridos voluntarios:
Antes de finalizar esta Jornada Mundial de la Juventud, quise
encontrarme con ustedes para agradecerles a cada uno el servicio que han
realizado durante estos días y en los últimos meses que precedieron a
la Jornada.
Gracias a Bartosz, Stella Maris del Carmen y Maria Margarida por
compartir sus experiencias en primera persona. Para mí fue muy
importante escucharlos y darme cuenta de la comunión que se genera
cuando nos unimos para servir a los demás. Experimentamos cómo la fe
adquiere un sabor y una fuerza completamente nueva: la fe se vuelve más
viva, más dinámica y más real. Se experimenta una alegría – se está
viendo aquí - una alegría distinta por haber tenido la oportunidad de
trabajar codo a codo con otros para lograr un sueño común. Sé que todos
ustedes han experimentado todo esto.
Ustedes ahora saben cómo palpita el corazón cuando se vive una
misión, y no porque alguien se los contó, sino porque lo vivieron.
Tocaron con su propia vida que «no hay amor más grande que dar la vida
por los amigos» (Jn 15,13).
También
han tenido que vivir momentos duros que les exigió algún que otro
sacrificio. Como nos decías, Bartosz, uno también experimenta las
propias debilidades.
Lo bueno es que estas debilidades no te detuvieron en tu entrega ni se
volvieron lo central, ni lo más importante. Las experimentaste en el
servicio, sí; intentando entender y servir a los otros voluntarios y
peregrinos, sí; pero tuviste la valentía de que esto no te frenara, no
te paralizara, seguiste adelante. Que nuestros límites y nuestras
debilidades no nos paralicen, seguir adelante con nuestros defectos – ya
los corregiremos -, con nuestras debilidades, para seguir adelante y
así es la belleza de sabernos enviados, la alegría de saber que por
encima de todos los inconvenientes tenemos una misión que llevar
adelante. No dejar que las limitaciones, las debilidades e incluso los
pecados nos frenen e impidan vivir la misión, porque Dios nos invita a
hacer lo que podamos y a pedir lo que no podemos, sabiendo que su amor
nos va tomando y transformando de manera progresiva (cf. Exhort. ap. Gaudete et exsultate,
49-50). No se asusten si ven sus debilidades, no se asusten incluso si
ven sus pecados, se levantan y adelante, siempre adelante. No se queden
caídos, no se cierren, vayan adelante con lo que tengan encima, vayan
adelante, que Dios sabe perdonar todas las cosas. Aprendamos de tantos
que como Bartosz pusieron el servicio y la misión en primer lugar, el
resto vas a ver que vendrá por añadidura.
Gracias a todos, porque en estos días han estado atentos y pendientes
hasta de los más pequeños, los más cotidianos y hasta los más
aparentemente insignificantes detalles, como ofrecer un vaso de agua, y
―a la vez― atendieron las cosas más grandes que requerían mucha
planificación. Han preparado cada detalle con alegría, creatividad y
compromiso, y con mucha oración. Porque las cosas rezadas se sienten y
se viven con hondura. La oración le da espesura, le da vitalidad a todo
lo que hacemos. Rezando descubrimos que somos parte de una familia más
grande de lo que podemos ver e imaginar. Rezando le “abrimos la jugada” a
la Iglesia que nos sostiene y acompaña desde el cielo, a los santos y
santas que nos han marcado el camino, pero sobre todo rezando “le
abrimos la jugada” a Dios para que Él pueda actuar y pueda entrar y
pueda vencer.
Ustedes han querido dedicar su tiempo, su energía, recursos, a soñar y
armar este encuentro. Podrían perfectamente haber optado por otras
cosas, ustedes quisieron comprometerse. Esa palabra que la quieren
borrar: compromiso. Eso los hace crecer, eso los agiganta, como estén,
pero compromiso. Dar lo mejor de sí para hacer posible el milagro de la
multiplicación no solo de los panes sino de la esperanza. Y ustedes
dando lo mejor de sí, comprometiéndose, hacen el milagro de la
multiplicación de la esperanza. Necesitamos multiplicar la esperanza.
¡Gracias, gracias por todo eso! Y en esto demuestran una vez más, que es
posible renunciar a los propios intereses en favor de los demás. Como
también lo hiciste tú, Stella Maris. Yo había leído los testimonios
ante, por eso pude escribir esto, y cuando leí el tuyo sentí algo como
ganas de llorar. Renunciaste a tus intereses, habías juntado pesito a
pesito para poder participar en la Jornada Mundial de la Juventud en
Cracovia, pero renunciaste para ir a cubrir el sufragio de tus tres
abuelos. Renunciaste para honrar tus raíces y eso te hace mujer, te hace
adulta, te hace valiente. Renunciaste a participar en algo que te
gustaba y que habías soñado para poder ayudar y acompañar a tu familia,
para honrar tus raíces, para poder estar ahí; y el Señor, sin que vos lo
esperaras ni lo pensaras, te estaba preparando el regalo de la Jornada
Mundial de la Juventud en tu tierra. Al Señor le gusta hacer estos
chistes, al Señor le gusta responder de esta manera a la generosidad,
siempre gana en generosidad: Vos le das un poquito así y Él te da un
montón así. Así es el Señor, qué le vamos a hacer, así nos quiere. Como
Stella Maris, muchos de ustedes también realizaron renuncias de todo
tipo. Tantos de ustedes renunciaron... Piensen ahora, a qué renuncié yo
para meterme de voluntario. Piensen un minuto. Ustedes con lo que han
pensado han tenido que postergar sueños para cuidar su tierra y sus
raíces. Eso siempre el Señor lo bendice, no se deja ganar en
generosidad. Cada vez que postergamos algo que nos gusta por el bien de
los otros y especialmente por los más frágiles, o por el bien de
nuestras raíces como son nuestros abuelos y nuestros ancianos, el Señor
lo devuelve ciento por uno. Te gana en generosidad, porque nadie le
puede ganar a Él en generosidad, nadie lo puede superar en amor. Amigos:
den y se les dará, y experimentarán cómo el Señor «les volcará sobre el
regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante» (Lc 6,38), como dice el Evangelio.
Queridos amigos, han tenido una experiencia de fe más viva, más real;
han vivido la fuerza que nace de la oración y la novedad de una alegría
diferente fruto del trabajo codo a codo incluso con personas que no
conocían. Ahora llega el momento del envío: vayan cuenten, vayan
testimonien, vayan contagien lo que han visto y oído. Y esto no lo hagan
con muchas palabras sino, como lo hicieron aquí, con gestos simples y
con gestos cotidianos, esos que transforman y hacen nuevas todas las
cosas, esos gestos capaces de armar lio, un lio constructivo, un lio de
amor. Les cuento una cosa, cuando venía el primer día por el camino
había una señora con un bonete, una señora mayor ya, abuela, ahí en la
reja por donde yo pasaba con el auto y tenía un cartel que decía:
“Nosotras las abuelas también sabemos armar lio”. Y ponía: “Con
sabiduría”. Júntense con los abuelos para armar lio, va a ser un lio
contundente, un lio genial, no el tengan miedo, vayan y hablen. Me
parecía muy viejita la señora y le pregunté la edad: tenía 14 años menos
que yo, qué vergüenza.
Pidámosle al Señor su bendición. Que bendiga a sus familias y a sus
comunidades y a todas las personas con las que ustedes se van a
encontrar en el futuro próximo. Pongamos también bajo el manto de la
Virgen Santa nuestro corazón, lo que siente nuestro corazón. Que ella
los acompañe. Y como les dije en Cracovia, yo no sé si en la próxima
Jornada Mundial de la Juventud voy a estar, pero les aseguro que Pedro
va a estar y los va a confirmar en la fe. Sigan adelante, con coraje y
valentía y, por favor -soy pecador de alma-, no se olviden de rezar por
mí. Gracias.
Oración –
Y ahora les doy la bendición. Ponemos en nuestro corazón lo que
somos, lo que deseamos, a las personas con las cuales trabajamos en este
tiempo, a los otros voluntarios, a la gente que hemos visto. Ponemos en
nuestro corazón a los amigos para que reciban la bendición; y también
ponemos en nuestro corazón a los que no nos quieren, a los enemigos,
cada uno de nosotros tiene alguno, para que Jesús los bendiga también, y
todos juntos podamos ir adelante.
Bendición.
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