Alepo, SIRIA (Agencia Fides 24/05/2021) – “Son las elecciones a Presidente de la
República, es normal que pidamos al pueblo, y especialmente a los
cristianos, que participen en las elecciones”. El obispo sirio y jesuita
Antoine Audo, jefe de la diócesis caldea de Alepo, responde así a las
preguntas y también a las críticas que surgen sobre el llamamiento con
el que el jueves 20 de mayo los patriarcas y obispos de las iglesias
católicas de Siria invitaron a los ciudadanos sirios a participar en las
próximas elecciones presidenciales, previstas para el miércoles 26 de
mayo.
Los candidatos admitidos por el Tribunal Constitucional sirio para
presentarse a las elecciones son sólo 3, de los 51 que se habían
propuesto. Los grupos de la oposición han hecho un llamamiento a la
población para que deserte ante las urnas, ya que la reelección del
actual presidente Bashar al Assad, en el poder desde el año 2000, tras
la muerte de su padre Hafez al Assad (que como presidente había
gobernado Siria durante 30 años), parece una conclusión inevitable. En
las últimas elecciones, en 2014, Bashar había obtenido el 88% de los
votos. Ahora aspira a un cuarto mandato, tras una década de conflicto
que ha devastado el país, con la implicación más o menos directa de las
potencias mundiales y regionales.
El llamamiento a participar en las elecciones realizado por los patriarcas y los obispos católicos puede suscitar nuevas críticas por parte de los observadores y los círculos occidentales que desde hace tiempo acusan a las comunidades eclesiales sirias de una excesiva sumisión al aparato de poder que dirige Assad. Insinuaciones que el obispo Audo rechaza tajantemente: “Nos limitamos a pedir a la gente que cumpla con su deber”, ha dicho el obispo caldeo, entrevistado por la Agencia Fides, “y no expresamos preferencias de voto”. Sabemos muy bien que la mayoría de los que irán a votar volverán a elegir a Assad, pero más allá de todo lo que puedan decir y hacer los analistas y grupos de Occidente, somos nosotros los que estamos aquí. Somos gente de este país, sabemos cómo son las cosas. Estamos inmersos en este contexto, sirio y de Oriente Medio. Vemos sus conexiones con el nivel geopolítico más amplio. Nos damos cuenta de que frente a todo esto no sirven las teorías abstractas sobre la democracia, y que siempre es fácil dar lecciones a los demás desde fuera”.
Las valoraciones de la contingencia política que vive Siria dan pie al
obispo jesuita sirio a ampliar el horizonte, expresando opiniones
esclarecedoras e inconformistas sobre el presente y el futuro de las
comunidades cristianas del país en todo Oriente Medio. Su condición y
sus opciones -señala Antoine Audo- no pueden captarse y evaluarse
adecuadamente si no se tienen en cuenta los criterios prioritarios que
inspiran su modus operandi: “Queremos hacer todo lo posible -explica el
obispo caldeo de Alepo- para que las comunidades cristianas puedan
continuar su presencia y su testimonio en el contexto de Oriente Medio,
marcado en estos tiempos también por el factor del extremismo islamista.
Esta es nuestra prioridad, y a partir de ella deben considerarse y
evaluarse las decisiones prácticas que tomemos. Intentamos tomar
decisiones concretas siguiendo lo que puede definirse como un espíritu
‘sapiencial’ en circunstancias concretas. Para permanecer en nuestro
país no necesitamos hacer alarde de teorías o ideologías, sino retomar
ese arte de convivir con los conciudadanos musulmanes, y así ver crecer
el tejido de la vida cristiana en este contexto, en la convivencia que
ya hemos experimentado en el pasado. No queremos autoridad ni dinero,
sino sólo poder dar testimonio de nuestra hermosa fe cristiana también
ante los musulmanes, con los que ya hemos compartido durante tanto
tiempo la experiencia de la convivencia, con cierto respeto y escucha
mutua”.
Antoine Audo confiesa cómo las solicitaciones procedentes del contexto
en el que viven tocan de manera singular hasta el nivel más íntimo de su
vida de sacerdote y obispo: “Para mí -señala Audo en conversación con
la Agencia Fides- lo que cuenta es vivir mi vida y mi fe aquí, en Siria,
en medio de los musulmanes, incluso de los más tradicionalistas o
fanáticos. A veces no es fácil, pero me ayuda a ir a la fuente de mi fe
cristiana. No vivo ni hablo en Roma, ni en París, ni en Nueva York. Como
cristiano oriental, mi lugar está aquí. Este es el lugar donde Dios me
ha colocado, para vivir mi fe y ser testigo de Cristo. Espero que en
Occidente todavía se encuentre gente capaz de darse cuenta de lo que
vivimos hoy en Oriente Medio, en sus dificultades y contradicciones,
para ayudarnos realmente, de forma sincera y auténtica, con respeto por
todos”.
Reconocer y tomar nota del contexto dado -subraya Antoine Audo- no significa eliminar toda reflexión crítica con respecto a las estructuras de poder y la labor de los organismos y las autoridades políticas. “Como cristianos y como obispos”, explica el obispo caldeo, “también estamos llamados a educar las conciencias en la libertad. Pero esto sólo puede suceder si no nos separamos y no nos convertimos en extraños con respecto al contexto en el que nos encontramos”. En las últimas décadas, un factor que ha surgido en el contexto de Oriente Medio ha sido el del extremismo islamista, que se ha manifestado de forma extrema en el fenómeno de las milicias yihadistas. Audo sugiere que también se tenga en cuenta este factor, que ha entrado con fuerza devastadora en el conflicto sirio. “Me parece que también los musulmanes - continúa su reflexión el obispo caldeo de Alepo -, esperan algo de nosotros. Muchos musulmanes tienen dificultades para entrar en una relación no desestabilizadora con la modernidad, que se ha desarrollado en Occidente, en la evolución de la historia y la cultura occidental. La Iglesia ya ha aceptado la modernidad occidental, sobre todo gracias al Concilio Vaticano II. En cambio, para muchos musulmanes sigue representando algo insidioso y peligroso”. Ante esta reacción, según Monseñor Audo, es mejor esperar a que las cosas se tomen su tiempo para madurar, sin pensar en forzar la mano, incluso utilizando de forma violenta y arrogante eslóganes sobre la “superioridad” de los sistemas democráticos pluralistas. “Esta paciencia -señala Mons. Audo- tiene un rasgo auténticamente cristiano. Y me parece que el Papa Francisco ha entendido estas cosas y nos está mostrando el camino. Realiza gestos e iniciativas -como las reuniones vistas durante su viaje a Irak- que representan un modelo precioso. Nos muestra el camino que vale la pena seguir. Su encíclica ‘Hermanos todos’ también nos ayuda a reflexionar, y veo que se está abriendo camino también en las sociedades musulmanas”.
Mons. Audo sugiere mirar con realismo y paciencia el fenómeno del éxodo
de Siria y de Oriente Medio de muchos jóvenes, y de muchos cristianos.
Una hemorragia que representa una de las mayores preocupaciones para las
comunidades cristianas locales. Muchos grupos dicen que quieren ayudar a
los cristianos, envían dinero, hacen proyectos. El obispo Audo admite
que no existe una fórmula mágica para mantener a los cristianos en
Oriente Medio. “Los aspectos económicos son importantes, pero lo
esencial es que nuestra vocación de vivir nuestra fe aquí sea siempre
redescubierta y custodiada, mostrando a los demás su riqueza, con
respeto, sin orgullo ni presunción. Por esta razón - concluye el obispo
caldeo de Alepo - no debemos pensar en la presencia cristiana en Oriente
Medio como era hace 50 años, sino como será en los 50 años venideros.
Me parece que los musulmanes también esperan algo de nosotros. Esperan
ver que somos personas del siglo XXI, y que incluso en este tiempo
marcado por la modernidad y la secularización en gran parte del mundo,
vivimos como hombres y mujeres de fe, con respeto hacia todos”.