Lima, PERÚ (Agencia Fides 24/05/2021) – El Papa Francisco autorizó el 22 de mayo a la
Congregación para las Causas de los Santos a promulgar varios decretos,
entre ellos el que reconoce el martirio de la Sierva de Dios sor María
Agostina Rivas López, conocida como Aguchita, religiosa peruana
comprometida con la defensa de los pueblos y jóvenes asháninkas, un
pueblo indígena amazónico ampliamente presente en Sudamérica,
especialmente en Perú y Brasil. Fue asesinada por odio a la fe en 1990
por el grupo terrorista Sendero Luminoso. La fecha de su beatificación
se anunciará en breve.
La nota de la Conferencia Episcopal Peruana, enviada a la Agencia Fides,
recuerda que Aguchita nació el 13 de junio de 1920 en Coracora,
Ayacucho. A los 14 años se trasladó a Lima para estudiar en el Colegio
de Sevilla, dirigido por las Hermanas de la Congregación de Nuestra
Señora de la Caridad del Buen Pastor. Atraída por la vida consagrada,
entró en esta Congregación en 1941 e hizo su profesión religiosa
perpetua el 8 de febrero de 1949. En 1988 fue enviada a la misión de la
Congregación en la ciudad de La Florida, Junín, donde permaneció a pesar
de los peligros y riesgos que corría.
Se comprometió en la defensa de los pueblos asháninkas, diezmados a
principios del siglo XX por la explotación del caucho y la destrucción
de sus bosques, así como por las enfermedades y la esclavitud. Dedicó
sus esfuerzos en particular a la educación de los jóvenes. El 27 de
septiembre de 1990, cuando se encontraba en la comunidad de La Florida,
los terroristas de Sendero Luminoso asesinaron a Aguchita y a otras ocho
personas en la plaza del centro del pueblo.
Anunciando con gran alegría la noticia de la próxima beatificación de Sor María Agostina, la Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor recuerda las etapas del proceso de beatificación, que comenzó en 2017 y concluyó en poco tiempo. “Los signos de heroísmo se verificaron en el ejercicio de sus virtudes y en la entrega de su vida en el martirio, dando testimonio de una vida dedicada a los demás, fiel hasta la muerte -dice la nota de las religiosas-. Aguchita intercede por todas las necesidades de nuestra Congregación y del pueblo de Dios”.
“Aguchita era una mujer santa, ‘de la puerta de al lado’. Si no hubiera
sido por su martirio, habría pasado desapercibida para la mayoría”,
escriben sus hermanas. Siempre soñó con ser misionera en la selva, y
Dios se lo concedió. “El martirio de Aguchita es un fruto maduro de la
Iglesia peruana. Hija de nuestra Iglesia, campesina de la sierra, del
Perú profundo, emigrante a la caótica Lima, religiosa formada en el
Perú, promotora de la juventud y la mujer peruana, mártir del
terrorismo. La hermana Agustina es nuestra, de todos los peruanos, el
fruto maduro de una Iglesia que lucha por crecer y madurar, por hacerse
adulta, por aceptar y enriquecerse de toda la variedad de culturas que
hay en el Perú”.