jueves, 23 de septiembre de 2021

El Patriarca caldeo Sako: el aborto es un asesinato a la manera de Caín

Bagdad, IRAK (Agencia Fides 23/09/2021) - La práctica del aborto provocado repite lo sucedido en la historia de Caín, que cometió el primer “asesinato premeditado” relatado en la Biblia. Y para la Iglesia “toda vida humana, incluida la del no nacido, tiene su dignidad y tiene derecho a ser protegida”. Así lo escribe el Patriarca caldeo Louis Raphael Sako en un texto publicado en la página web del Patriarcado caldeo, en el que también cita el párrafo de la Encíclica Evangelium Vitae en el que el Papa Juan Pablo II recordaba que en la interrupción voluntaria del embarazo se elimina «un ser humano que comienza a vivir, es decir, lo más inocente en absoluto que se pueda imaginar: ¡jamás podrá ser considerado un agresor, y menos aún un agresor injusto! Es débil, inerme, hasta el punto de estar privado incluso de aquella mínima forma de defensa que constituye la fuerza implorante de los gemidos y del llanto del recién nacido. Se halla totalmente confiado a la protección y al cuidado de la mujer que lo lleva en su seno» (Evangelium vitae, 58).
 

Las consideraciones patriarcales sobre las prácticas abortivas forman parte de un texto de reflexiones sobre la Sagrada Escritura y la doctrina de la Iglesia: una especie de “catecismo del Patriarca”, difundido con referencias a los problemas y acontecimientos actuales, que el cardenal Sako está publicando por entregas en los medios de comunicación del Patriarcado caldeo. En el texto en cuestión, la historia bíblica de Caín y Abel, «los dos primeros hijos de Adán y Eva», plantea cuestiones radicales sobre el misterio del mal que acompaña la historia de la humanidad. « ¿Cómo es posible que el hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, pueda llegar a ser como una bestia voraz?», se pregunta el Patriarca. «La Biblia -continúa el cardenal iraquí- señala en el libro del Génesis que el odio y la violencia forman parte de la historia humana. E incluso nuestros tiempos están marcados por asesinatos y actos de muerte que “se llevan a cabo bajo el manto de Dios y la religión”. La historia de Caín y Abel muestra que el horror de la violencia homicida también puede ensangrentar y romper el vínculo de la hermandad, de la filiación compartida». El mal, como refiere el texto bíblico, no entró en el mundo por voluntad de Dios, que quiso la muerte en la obra de su Creación. Las puertas de la violencia y la muerte fueron abiertas por la ingratitud y el orgullo presagiados en la historia bíblica del Pecado Original, cuyos frutos corruptos encuentran su primera manifestación en la muerte de Abel a manos de su hermano Caín. «Al igual que Adán y Eva se alejaron de la presencia de Dios - continúa el Patriarca Sako -, también lo hizo el asesino Caín, y así lo hará todo autor de un asesinato premeditado. Porque la vida humana es un don sagrado de Dios, y nadie tiene derecho a quitarla». El mal, al haber entrado en el mundo, toca las relaciones entre hermanos. Destruye la armonía entre los seres humanos. Y frente a todo ello, no son necesarios esfuerzos de voluntad ni apelaciones genéricas a la compasión, dado que el ser humano es incapaz de “humanizarse”. Sólo el acontecimiento gratuito e inédito de la salvación traída al mundo por Cristo puede, por gracia, hacer brotar las semillas del perdón en el corazón de las relaciones humanas. Un milagro sin el cual todo llamamiento al diálogo y a la fraternidad corre el riesgo de convertirse en un moralismo asfixiante, o en un “juego de las partes”.