Manila, FILIPINAS (Agencia Fides 28/09/2021) - "Los marineros filipinos forman parte del
círculo de amigos de Dios. Desafían el peligro y sufren la soledad por
el bien de sus familias y su país. Rezamos para que sigan siendo
embajadores y fieles mensajeros de Cristo", dijo el obispo Narciso V.
Abellana, a la cabeza de la diócesis de Romblon, y presidente de la
Comisión para el Cuidado Pastoral de los Migrantes e Itinerantes, dentro
de la Conferencia Episcopal de Filipinas (CBCP). En Filipinas, el Día
Mundial del Migrante y del Refugiado (que se celebra el 26 de septiembre) coincide también con la celebración del Día Nacional de la
Gente de Mar, es decir, de aquellos que trabajan en barcos, marineros
activos o jubilados, pescadores o personas que se dedican a trabajar en
el mar.
El Día es un recordatorio de que los marineros "realizan su trabajo con
competencia profesional y sentido de la responsabilidad, manteniéndose
fuertes en los momentos de tentación y soledad, inspirados por los
valores de la cultura filipina y la fe cristiana", añadió Mons. Honesto
F. Ongtioco, Obispo de Cubao, al celebrar la misa el 26 de septiembre en
la Catedral de la Inmaculada Concepción, en Cubao y recordando que unos
400.000 de los 1,6 millones de marinos del mundo son de nacionalidad
filipina.
En otro mensaje, el padre Jerry M. Orbos, misionero del Verbo Divino y
comprometido con la pastoral de los marinos, dijo: "Hoy rezamos por
nuestros marineros y sus familias. Que los Arcángeles Miguel, Gabriel y
Rafael sigan protegiéndolos, defendiéndolos y guiándolos. Que el Señor
proteja a nuestros marineros filipinos de todos los peligros: físicos,
morales y espirituales. Que el vínculo de amor y unidad con sus familias
siga siendo fuerte a pesar de la soledad del trabajo, la distancia y la
larga separación”.
Recordando la experiencia y las dificultades de los marineros y los emigrantes en el Día dedicado a ellos, el obispo Narciso V. Abellana señaló: "Cuando el 'diferente' (por el color de la piel, la etnia, el credo, la cultura) trata de encajar en una comunidad determinada, encuentra dificultades y una aceptación no tan inmediata. Se les mira con recelo. La vida de un emigrante no es fácil, y la de un refugiado es aún más difícil. Hay prejuicios y discriminación, incluso entre los que nos declaramos cristianos y pertenecemos a la Iglesia católica.
El obispo apeló a "ser inclusivos, no sólo en el uso del lenguaje sino,
sobre todo, en las relaciones humanas", recordando las palabras del Papa
Francisco en su encíclica "Fratelli tutti". Comentando el Mensaje del
Papa para la Jornada del Emigrante, titulado "Hacia un "nosotros" cada
vez más amplio", el Obispo señaló que "a menudo tenemos miedo de la
diversidad; sin embargo, la diversidad puede enriquecernos, debe ser
acogida".