Juba, SUDÁN DEL SUR (Agencia Fides, 28/09/2021) - "Condenamos sin reservas el asesinato, el 16 de
agosto, de nuestras queridas hermanas del Sagrado Corazón, Mary Daniel
Abbud y Regina Roba, y de sus acompañantes en la carretera Juba-Nimule. Y
aunque pedimos el perdón y la reconciliación, también exigimos que los
asesinos sean identificados y llevados ante la justicia. Ya no podemos
aceptar que se hable genéricamente de "pistoleros desconocidos"; la
comunidad local suele saber quiénes son los asesinos, pero siempre
consiguen salir impunes". En un mensaje valiente y sincero, los obispos
católicos de Sudán del Sur hacen un llamamiento a las autoridades
políticas para que intervengan y garanticen la justicia y continúen sin
demora el camino hacia la paz que se inició con la firma del ‘Revitalsed
Accord’ hace exactamente tres años.
En la Carta emitida por los obispos al término de la Asamblea celebrada
en Juba los días 14 y 15 de septiembre, y recibida por la Agencia Fides,
se afirma: "Rechazamos los intentos de utilizar esta tragedia para
hacer descarrilar el proceso de paz. Nuestro país está oficialmente en
paz, pero hay muchos de nuestros conciudadanos que sufren la violencia a
diario. Mientras escribimos, la gente está siendo asesinada o forzada a
huir en la zona de Tombura y en el resto de Equatoria Occidental, así
como en otras zonas, y muchos viven aterrorizados en los campos de la
ONU. Queremos recordar al gobierno que es su deber proporcionar
seguridad al pueblo, pero al mismo tiempo nos vemos obligados a
implorarle que no cree más violencia utilizando el aparato de
seguridad”.
Representantes de la fe cristiana han pagado en persona por su
testimonio de fe en Sudán del Sur. Los obispos mencionan algunos de los
últimos ataques violentos sufridos por hombres, mujeres y bienes de la
Iglesia católica. Entre ellos, el obispo de Rumbek, monseñor Christian
Carlassare, gravemente herido en una emboscada el pasado mes de abril,
la hermana Veronika Racková, asesinada en Yei en 2016, Juliano Ambrose
Otwali, asesinado el pasado mes de noviembre, o el padre jesuita keniano
Victor Odhiambo, asesinado en Rumbek en 2018. La lista también incluye
incidentes de destrucción de locales y señala la imposibilidad de muchos
misioneros de llevar a cabo actividades pastorales y sociales.
Los obispos también expresan su decepción por los retrasos en el
cumplimiento de las obligaciones contraídas en presencia del Papa en
abril de 2019, cuando, convocados por el Papa Francisco, los líderes
políticos se comprometieron -sellados con el beso de los pies por el
Pontífice- a buscar la paz. “El gesto del Papa nos conmovió
profundamente, fue una verdadera bendición. Pero hay que constatar con
tristeza que ese beso evidentemente no les movió lo suficiente hacia un
compromiso para demostrar su verdadero deseo de paz: la violencia, de
hecho, sigue presente. Rezamos para que encuentren en su interior la
fuerza para tomar las decisiones necesarias para llevar la paz a nuestro
pueblo que sufre”.
La carta recuerda al gobierno su responsabilidad de “crear un entorno
económico que garantice los servicios esenciales” a los ciudadanos y
también se dirige al Presidente: “Aconsejamos al Presidente que trabaje
con diligencia para mejorar la economía, como ha prometido”.
Constatando la falta de infraestructuras, la expropiación de tierras, el desprecio de los derechos humanos, los Prelados piden con fuerza una solución no violenta a los numerosos problemas siguiendo los dictados del mensaje del Papa Francisco con motivo de la Jornada Mundial de la Paz 2017: “La no violencia: un estilo de política para la paz”. El mensaje señala que, ante la lentitud de la aplicación del Acuerdo de Revitalización, la Iglesia ofrece una vez más su contribución en la búsqueda de la paz y la justicia, ya que “desea implicarse más en el proceso de paz”.
En el documento, la Iglesia se sitúa sobre todo en la defensa de los
derechos de la población afectada por la pobreza, las catástrofes
naturales y los conflictos. El texto concluye: “Rezamos por todos
vosotros en estos momentos difíciles y queremos animar a todos nuestros
fieles y personas de buena voluntad, especialmente a nuestras hermanas y
hermanos de otras confesiones cristianas y otras religiones, a ser
fuertes en la fe y la esperanza y a seguir trabajando por la paz y la
justicia”.