Maputo, MOZAMBIQUE (Agencia Fides, 22/09/2021) – “La seguridad sigue siendo precaria. Lo primero
que tenemos que garantizar es que la gente pueda volver a la seguridad
para poder retomar su vida con tranquilidad. Pero creo que aún
necesitamos tiempo”, dice Su Exc. Mons. António Juliasse Ferreira
Sandramo, administrador apostólico de Pemba, capital de la provincia de
Cabo Delgado, en el norte de Mozambique, asolada desde 2017 por la
violencia cometida por grupos yihadistas. Desde julio, una ofensiva de
las tropas gubernamentales, con el apoyo de Ruanda y de la Comunidad
para el Desarrollo del África Meridional (SADC), han conseguido aumentar
la seguridad, recuperando varias zonas en las que había presencia
rebelde, entre ellas la localidad de Mocímboa da Praia, que estaba
ocupada desde agosto de 2020.
El problema ahora es el retorno de los desplazados a sus hogares. “Si la
gente regresa, también consideraremos la posibilidad de que los
misioneros vuelvan allí. Pero para nosotros el termómetro será
comprender el grado de seguridad real”, subraya Mons. Juliasse. Entre
otras cosas, sigue sin resolverse la cuestión de quién destruyó una
iglesia en Mocímboa da Praia. Mons. Juliasse dice: “La destrucción vino
de arriba, de los bombardeos de los helicópteros. Tanto en Muidumbe como
en Mocímboa da Praia. La pregunta sigue siendo la misma: ¿quién
destruyó la Iglesia?”.
En julio, la directora de la Comisión de Migrantes, Refugiados y Desplazados (CEMIRDE) de la Conferencia Episcopal de Mozambique, la hermana Marines Biasibetti, dijo que unas 900.000 personas se habían desplazado en las provincias de Cabo Delgado y sus alrededores, como Niassa, Zambézia y Nampula. De ellos, la mitad son niños.
Mons. Juliasse reconoce que, gracias a los esfuerzos de los militares,
se han reconquistado varias zonas a los insurgentes, “pero todavía no
hay garantía de seguridad, de que esas zonas sean realmente seguras”.
Además, subraya también que la Iglesia colabora estrechamente con
diversos organismos de la ONU para prestar ayuda humanitaria a los
desplazados, principalmente mediante el suministro de alimentos y
medicinas, pero también con asistencia psicológica y la distribución de
semillas y herramientas agrícolas para que la gente pueda producir sus
propios alimentos.
Ayer, 21 de septiembre, el gobierno de Maputo aprobó un plan para la
reconstrucción de Cabo Delgado, que se extenderá de 2021 a 2024.