Nebek, SIRIA (Agencia Fides, 18/12/2018) - Dolor (alam) y esperanza (amal) son dos palabras
compuestas, en árabe, “de letras idénticas, pero con un significado
completamente diferente: dos palabras, sin embargo, estrechamente
relacionadas por un vínculo que se manifiesta de forma clara y tangible
en la oración y en la proximidad de Dios”. Así comienza la Carta de
Navidad enviada en estos días a amigos, benefactores y conocidos de los
monjes y monjas de Deir Mar Musa, la comunidad monástica fundada por el
jesuita romano Paolo Dall'Oglio, desaparecido en Siria a fines de julio
de 2013, en Raqqa, en ese momento el bastión de los grupos yihadistas.
La carta se abre con las reflexiones de la hermana Houda Fadoul, actual
jefa de la comunidad. Recuerda que “los verdaderos consuelos
espirituales nos vienen de Dios en los momentos de oración”, mientras
que la posibilidad de dar una respuesta cristiana cuando nos sorprende
el dolor solo puede fluir de la imitación y la compañía de
Cristo, cuando “unimos nuestro dolor con el de nuestro amado Jesús,
ofreciéndolo a Dios por un mundo de justicia y paz”.
En su carta de Navidad, los monjes y monjas de Mar Mousa trazan un breve
relato de los acontecimientos y las obras que han marcado la vida de
cada uno de ellos en los últimos tiempos, en un contexto para la Iglesia
definido como “complejo y preocupante”. En la larga epístola
comunitaria, se dice, entre otras cosas, que el padre Jacques Murad, el
monje secuestrado durante algunos meses en 2015 por los jihadistas del
Estado Islámico (Daesh), “celebró la Semana Santa y las vacaciones de
Pascua con los refugiados iraquíes en Turquía”. Frà Jens, en el
monasterio confiado a la comunidad en Sulaymaniyah, en el Kurdistán
iraquí, “pudo terminar la construcción de dos edificios adyacentes a la
iglesia, uno destinado como escuela de idiomas y de formación
profesional (Mali Dangakan- La Casa delle Voci), donde cada vez más
gente se interesa por el estudio de los idiomas “algo que les ayudará a
encontrar un trabajo y un futuro en la región”.
En ese monasterio, dicen los monjes de Deir Mar Musa, “la escuela de
verano ha contado con un gran número de niños en la región, musulmanes y
cristianos, ciudadanos locales y refugiados, kurdos, árabes, caldeos. y
los sirios. Durante dos meses, los niños experimentaron juntos la
alegría de aprender, de desarrollar sus talentos artísticos y de jugar
bajo la supervisión de maestros calificados bajo la atenta mirada del
padre Jens”.
La hermana Deema “pasó la mayor parte del año en Mar Musa acogiendo,
escuchando y ayudando a los invitados, especialmente a los jóvenes que
soportan el dolor de la situación en Siria en sus corazones y la
esperanza de un futuro mejor”. La carta ofrece también datos de las
escuelas de música y infantiles administradas por la comunidad, y
recuerda que este año hay 150 niños que “crecen y maduran en nuestra
escuela infantil Rawdat al-Qalamoun”. También se explica el resultado de
la ayuda a los refugiados de la ciudad siria de Qaryatayn alojadas en
las aldeas de Zaydal y Fayrouzé: “Hubo matrimonios, nacieron niños”, -se
lee en la carta-, “y este hecho demuestra el deseo de estas familias de
permanecer en Siria. Es precisamente lo que esperamos poder lograr
gracias a la ayuda recibida en estos años”.
Los monjes y monjas de Deir Mar Musa, en su carta de Navidad, no se
olvidan, por supuesto del padre Paolo Dall'Oglio: “El destino de nuestro
hermano y padre fundador es aún desconocido. Multiplicamos nuestras
ardientes oraciones a Dios por él y por los miles de desaparecidos de la
guerra siria, de los cuales las familias no tienen noticias. Nos ha
dado mucha alegría conocer a los doctorados en un curso sobre su
teología del diálogo islámico-cristiano, tan necesario para nuestro
mundo de hoy”.