Acapulco, MÉXICO (Agencia Fides, 18/12/2018) – La seguridad en el estado de Guerrero no se
puede dejar "en manos de civiles armados", es necesario crear una
policía nacional que esté militarizada, para garantizar la seguridad de
los ciudadanos: así el Arzobispo de Acapulco, Mons. Leopoldo González
González, que apoyó con estas declaraciones al gobernador Héctor
Astudillo Flores, luego del surgimiento de la "policía ciudadana" y los
grupos de autodefensa en la Costa Grande. Este proyecto coincide con lo
anunciado por el nuevo presidente, Andrés Manuel López Obrador: para
enfrentar la violencia en México es necesario crear la "Guardia
Nacional", compuesta por 50,000 elementos, además de dividir el
territorio mexicano en 150 Coordinadores de Seguridad que trabajarán con
la policía del estado.
Según la información enviada a la Agencia Fides de fuentes locales,
Mons. Leopoldo González González, durante una conferencia de prensa
celebrada el pasado domingo 16 de diciembre, dijo que hay un gran dolor y
ansiedad entre los habitantes de los diversos municipios donde
aparecieron los grupos armados para defender la seguridad de las
ciudades de la Costa Grande. El establecimiento de estos grupos de
autodefensa revela un clima de inseguridad, y la gente comienza a tener
miedo solo para realizar las actividades normales del día.
"Está claro que la custodia de la sociedad no puede dejarse en manos de
civiles armados, esto es responsabilidad del gobierno federal, estatal y
municipal: la solución presentada por el gobernador, junto con el
diálogo, podría ayudar a todas las comunidades" dijo el Arzobispo.
Mons. González González considera que la formación de una "policía
nacional" es necesaria, no basta con militarizar a los agentes. Las
fuerzas de la policía local necesitan ser entrenadas y preparadas para
proteger a la comunidad.
La intervención del Arzobispo fue motivada por los constantes problemas
de seguridad y violencia en el área, ampliamente reportados por la
prensa local. De hecho, los secuestros y desapariciones están aumentando
en Acapulco, una situación que el obispo González González describió
como particularmente "dolorosa", debido a la impunidad que continúa
prevaleciendo.