CIUDAD DE MÉXICO (Agencia Fides, 13/12/2018) – “Estamos comprometidos para que, a
través del Plan Pastoral Nacional, en 2031 (los 500 años de las
apariciones), Nuestra Señora de Guadalupe pase del corazón y la mente de
los mexicanos a su vida diaria, para que pueda ser realmente
evangélica”. Son las palabras del padre José Ayala, Director de las
Obras Misionales Pontificias en México, a la Agencia Fides, hablando
sobre cómo la Virgen de Guadalupe puede inspirar el trabajo misionero de
hoy en día.
Aunque no hay “una parroquia en México sin una imagen de ella, no se ha
hecho lo suficiente para que la dimensión misionera de Guadalupe se haga
más evidente”, señala. También por esta razón, en el Plan Pastoral
Nacional, el episcopado mexicano quiere volver a proponer el “método
misionero de Guadalupano” con el que Nuestra Señora quería “allanar el
camino para que sus hijos abran sus corazones a Cristo y encuentren
formas de reconciliación y perdón” mediante “el respeto por las
personas, la ternura y la predilección por los más humildes y pobres; a
través también del acto de asumir las cosas buenas de la cultura y de
las personas”.
Uno de los ejes en los que estamos trabajando, dice el padre Ayala, es
reprogramar los medios católicos “para una misión permanente que se haga
eco de su mensaje”. El Director de las OMP resume la efectividad de la
actividad misionera de Nuestra Señora de Guadalupe: “Cuando Juan Diego
le explica a la 'Señora' la imposibilidad de conceder su petición debido
a la grave enfermedad de su tío, Nuestra Señora responde: “¿No yo estoy
aquí, que soy tu madre?” La madre fue una figura es una figura muy
importante para la cultura indígena, insustituible, superior al padre
por su dignidad. Para las mujeres y, sobre todo, para las madres, la
'Morenita' sigue siendo una referencia importante, por lo que muchos de
sus hijos vienen a darle las gracias o a pedirle su agradecimiento: ella
es su madre querida. Durante su a menudo dolorosa historia, - añade el
sacerdote -, la gente siempre ha encontrado fortaleza, esperanza y apoyo
en ella”.
“Nuestra Señora de Guadalupe puede ser un icono y un paradigma del nuevo
escenario político del país”, se puede leer en el semanario “Desde la
fe” de la Arquidiócesis de la Ciudad de México en un editorial enviado a
la Agencia Fides. De hecho, México se encuentra en un momento crucial
con un nuevo gobierno a las puertas al tiempo que el país se sume en un
nuevo récord de violencia y corrupción. La participación de los
peregrinos en las celebraciones marianas también es de récord: desde el 9
de diciembre (fiesta litúrgica de San Juan Diego) hasta el 12 de
diciembre (fiesta de la Virgen de Guadalupe), más de ocho millones de
fieles acudieron al santuario.
“Su acción conciliadora para propiciar, a través de Juan Diego, la unión
de un pueblo naciente, es un incentivo para que podamos encontrar un
buen camino para todos, a pesar de las diferencias”, dice el texto. De
hecho, fue la conversión masiva de nueve millones de aztecas que se
produjo en los seis años posteriores a la aparición de la Virgen, la que
facilitó el nacimiento de un solo pueblo católico y Guadalupano,
compuesto por indígenas, españoles, mixtos y afromexicanos. Sucedió
porque la Virgen se dio a conocer a los aztecas con un lenguaje
comprensible, a través de la imagen impresa en la tilma de Juan Diego.
Se mostró mestiza, virgen, y Madre del Creador y de la Humanidad,
superior al sol, la luna y las estrellas pero también humilde. Hoy, la
Iglesia mexicana busca transformar uno de los fenómenos religiosos más
importantes del planeta (Guadalupe es el lugar de culto más visitado del
mundo tras la Basílica de San Pedro) en una oportunidad misionera.