Roma, ITALIA (Agencia Fides, 22/02/2019) - "Puede parecer difícil de creer, pero hoy en día hay más mártires que en
los primeros siglos. Son perseguidos porque dicen la verdad y proclaman
a Jesucristo a esta sociedad, especialmente donde la libertad religiosa
no está garantizada, pero también en países que en teoría y sobre el
papel protegen la libertad y los derechos humanos". Son palabras del
papa Francisco anunciando la intención de oración de este mes de marzo
por los cristianos perseguidos, promovida por la Red Mundial de Oración.
En este contexto, el 24 de marzo será la 27ª Jornada de oración y ayuno
en memoria de los misioneros mártires.
Según los datos de la Agencia Fides, en la década 1980-1989 115
misioneros perdieron la vida de manera violenta. El resumen de los años
1990-2000 muestra un total de 604 misioneros asesinados, en los que
destaca el genocidio de Ruanda (1994), que causó al menos 248 víctimas
entre el personal eclesiástico. En los años 2001-2017 el número total de
trabajadores pastorales asesinados fue de 416. Durante el año 2018, 40
misioneros fueron asesinados en el mundo, casi el doble que los 23 del
año anterior, y la mayoría eran sacerdotes: 35. Después de ocho años
consecutivos en los que se había registrado el mayor número de
misioneros asesinados en América, en 2018 África fue la primera en este
trágico ranking. Según los datos recogidos por Fides, en 2018 fueron
asesinados 40 misioneros: 35 sacerdotes, 1 seminarista, 4 laicos. En
África 19 sacerdotes, 1 seminarista y 1 laico fueron asesinados (21); en
América 12 sacerdotes y 3 laicos fueron asesinados (15); en Asia 3
sacerdotes fueron asesinados (3); en Europa 1 sacerdote fue asesinado
(1).
Estos primeros meses de 2019 son ya cinco los sacerdotes asesinados: p.
Nicolás Ratodisoa, atacado el 9 de febrero por unos bandoleros en el
camino a Mahitsy, Madagascar, mientras regresaba después de llevar la
eucaristía a un enfermo, falleció el 14 de febrero; el salesiano
español, el padre Antonio César Fernández Fernández, asesinado el 15 de
febrero durante un ataque yihadista a cuarenta kilómetros de la frontera
sur de Burkina Faso; el sacerdote Carlos Ernesto Jaramillo, dedicado a
ayudar a los refugiados venezolanos, fue asesinado el 18 de febrero, al
sur de la capital colombiana, Bogotá; un capuchino de nacionalidad
centroafricana fue asesinado en Camerún entre el 19 y el 20 de marzo,
cuando regresaba a su fraternidad en Chad después de haber animado un
curso de formación para sacerdotes; por esos mismos días se encontró el
cuerpo de don Clemente Rapuluchukwu Ugwu, un sacerdote nigeriano
secuestrado una semana antes en el estado de Enugu.
Para algunos de los muchos misioneros asesinados, llega el
reconocimiento oficial de la Iglesia, que los propone como ejemplos de
vida y de abnegación. El 7 de marzo se abrió en Palermo, Italia, la
investigación diocesana sobre el martirio del sacerdote Giovanni Sidoti,
vicario apostólico de Japón, y de dos fieles laicos japoneses,
asesinados en odio a la fe en la actual Tokio, en 1715. Asimismo, el 9
de marzo, la fase diocesana de la causa de beatificación de don Jacques
Hamel concluyó en Rouen, Francia, donde fue asesinado el 26 de julio de
2016 mientras celebraba la misa en la iglesia de Saint Etienne du
Rouvray, en Normandía, por dos militantes del llamado Estado islámico,
que lo mataron en el altar.
El 19 de marzo fue reconocido el martirio de Alfredo Cremonesi,
sacerdote del Instituto Pontificio para las Misiones Extranjeras (PIME),
asesinado en odio a la fe en Myanmar, el 7 de febrero de 1953, por
soldados del gobierno, después de haber pasado 28 años de misión. El
sábado 27 de abril, en la fiesta de San Toribio de Mogrovejo, patrono de
los obispos latinoamericanos, serán beatificados en La Rioja,
Argentina, mons. Enrique Angelelli, obispo de La Rioja; los sacerdotes
Carlos Murias ofm y Gabriel Longueville; y el laico Wenceslao Pedernera,
todos ellos asesinados en odio a la fe en el verano de 1976 con pocos
días de diferencia.