En el trayecto hacia Loreto, sobrevolando Amendola, uno de los centros más afectados por el terremoto de 2016, el Papa ha saludado a la población reunida a su paso en el campo de deportes de la ciudad.
A su llegada al Centro Juvenil "Juan Pablo II" en Montorso, el Papa ha sido recibido por el Arzobispo Prelado de Loreto, S.E. Mons. Fabio Dal Cin; por el Presidente de la Región de las Marcas Dr. Luca Ceriscioli, por el Prefecto de Ancona, Dr. Antonio D’Acunto; y por el Alcalde de Loreto, Dr. Paolo Niccoletti.
Sucesivamente se trasladó en automóvil al Santuario de Loreto donde el Santo Padre fue recibido por el Rector del Santuario, el padre Franco Carollo, el Vicario General de la Delegación Pontificia para el Santuario de la Santa Casa de Loreto, Don Andrea Principini, el Vicario General de la Prelatura de la Santa Casa de Loreto, el Padre Vincenzo Mattia y por el Secretario General de la Delegación Pontificia para el Santuario de la Santa Casa de Loreto, el Dr. Claudio Quattrini.
A las 9.30 el Papa FRANCISCO ha celebrado la Eucaristía en la Santa Casa y al final de la Santa Misa ha firmado la Exhortación Apostólica postsinodal dedicada a los jóvenes titulada “Christus vivit- Cristo vive”. Al final de la celebración eucarística, el Santo Padre saludó en la sacristía a la comunidad de frailes capuchinos y a las monjas de clausura. Luego, en el Santuario, saludó a los enfermos y, a los representantes de la pastoral para los sordos de Las Marcas y fuera del templo saludó a los diez mil fieles y peregrinos allí reunidos.
Después del saludo del Arzobispo prelado de Loreto, S.E. Monseñor Fabio Dal Cin, el Papa ha pronunciado un discurso y luego ha rezado el Ángelus.
Una vez rezado el Ángelus, las campanas de todos los campanarios de Las Marcas han repicado y el Papa ha dado una vuelta en papamóvil entre los fieles y peregrinos antes de ir a almorzar con los Obispos.
Al final del almuerzo el Papa dejó el Santuario para dirigirse al helipuerto de Montorso, desde donde emprende el regreso al Vaticano.
Texto del discurso dirigido por el Papa a los fieles e introduciendo el Ángelus:
[25 DE MARZO DE 2019]
ENCUENTRO CON LOS FIELES
DISCURSO DEL SANTO PADRE
Santuario de Loreto
Lunes, 25 de marzo de 2019
Lunes, 25 de marzo de 2019
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! Y gracias por vuestro calurosa bienvenida, ¡gracias!
Las palabras del ángel Gabriel a María: "Alégrate, llena de gracia"
(Lc 1, 28), resuenan de manera singular en este Santuario, un lugar
privilegiado para contemplar el misterio de la Encarnación del Hijo de
Dios. Aquí, de hecho, están las paredes que, según la tradición,
provienen de Nazaret, entre las cuales la Santísima Virgen pronunció su
"sí", convirtiéndose en la madre de Jesús. Desde que la llamada "casa
de María" se convirtió en una presencia venerada y amada en este lugar,
la Madre de Dios no ha dejado de conseguir beneficios espirituales para
aquellos que, con fe y devoción, vienen aquí para rezar. Entre estos,
hoy también me coloco yo, y agradezco a Dios el habérmelo concedido
precisamente en la fiesta de la Anunciación.
Saludo a las Autoridades, con gratitud por su acogida y su
colaboración. Saludo al arzobispo Fabio Dal Cin, que ha expresado los
sentimientos de todos vosotros. Con él saludo a los otros prelados, a
los sacerdotes, a las personas consagradas, con un pensamiento especial
para los Padres capuchinos, a quienes está confiada la custodia de este
insigne santuario tan querido por el pueblo italiano. ¡Son buenos estos
capuchinos! Siempre en el confesionario, siempre, hasta el punto de que
entras en el santuario y siempre hay allí, uno, o dos, o tres o cuatro,
pero siempre; tanto por la mañana como por la tarde y es un trabajo
difícil. Son buenos y les agradezco especialmente este precioso
ministerio del confesionario continuo durante toda la jornada. ¡Gracias!
Y a todos vosotros, ciudadanos de Loreto y peregrinos reunidos aquí,
extiendo mi cordial saludo.
A este oasis de silencio y piedad, vienen muchos, de Italia y de
todo el mundo, para conseguir fortaleza y esperanza. Pienso en
particular en los jóvenes, las familias y los enfermos.
La Santa Casa es la casa de los jóvenes, porque aquí la Virgen
María, la joven llena de gracia, sigue hablando a las nuevas
generaciones, acompañando a cada uno en la búsqueda de su propia
vocación. Por eso he querido firmar aquí la Exhortación Apostólica,
fruto del Sínodo dedicado a los jóvenes. Se titula "Christus vivit
- Cristo vive". En el evento de la Anunciación, aparece la dinámica de
la vocación, expresada en los tres momentos que marcaron el Sínodo: 1)
escucha del proyecto de la Palabra de Dios; 2) discernimiento; 3)
decisión.
El primer momento, el de la escucha, se manifiesta con las
palabras del ángel: "No temas María, [...] concebirás un hijo, le darás a
luz y le pondrás por nombre Jesús" (vv. 30-31). Siempre es Dios quien
toma la iniciativa de llamar para que lo sigamos. Dios es quien toma la
iniciativa. Él nos precede siempre, nos precede, abre camino en
nuestra vida. La llamada a la fe y al camino coherente de vida
cristiana o a la consagración especial es una irrumpir discreto pero
fuerte de Dios en la vida de un joven, para ofrecerle su amor como un
regalo. Es necesario estar listos y dispuestos a escuchar y aceptar la
voz de Dios, que no se reconoce en el ruido y la agitación. Su diseño
sobre nuestra vida personal y social no se percibe quedándose en la
superficie, sino bajando a un nivel más profundo, donde actúan las
fuerzas morales y espirituales. Es allí donde María invita a los jóvenes
a bajar y entra en sintonía con la acción de Dios.
El segundo momento de cada vocación es el discernimiento,
expresado en las palabras de María: "¿Cómo será esto?" (V. 34). María no
duda; su pregunta no es una falta de fe; de hecho, expresa el deseo de
descubrir las "sorpresas" de Dios. Ella está atenta para captar todas
las exigencias del plan de Dios para su vida, para conocerlo en todas
sus facetas, para que su colaboración sea más completa y más
responsable. Es la actitud propia del discípulo: toda colaboración
humana con la iniciativa gratuita de Dios debe inspirarse en una
profundización de las propias capacidades y actitudes, conjugadas con el
saber que siempre es Dios es el que da, el que actúa; así también la
pobreza y la pequeñez de aquellos a quienes el Señor llama a seguirlo en
el camino del Evangelio se transforma en la riqueza de la manifestación
del Señor y en la fuerza del Todopoderoso.
La decisión es el tercer pasaje que caracteriza toda vocación
cristiana y se hace explícita en la respuesta de María al ángel:
"Hágase en mí según tu palabra" (v. 38). Su "sí" al proyecto de
salvación de Dios, actuado a través de la Encarnación, es la entrega a
Él de toda su vida. Es el "sí" de la plena confianza y la total
disponibilidad a la voluntad de Dios. María es el modelo de cada
vocación y la inspiradora de toda pastoral vocacional: los jóvenes que
buscan o se preguntan sobre su futuro, pueden encontrar en María
aquella que los ayuda a discernir el plan de Dios para sí mismos y la
fuerza para adherirse a él.
¡Pienso en Loreto como en un lugar privilegiado donde los jóvenes
pueden venir en busca de su vocación, a la escuela de María! Un polo
espiritual al servicio de la pastoral vocacional. Por lo tanto, espero
que se relance el Centro "Juan Pablo II" al servicio de la Iglesia en
Italia e internacionalmente, en continuidad con las indicaciones
surgidas del Sínodo. Un lugar donde los jóvenes y sus educadores puedan
sentirse bienvenidos, acompañados y ayudados a discernir. Por este
motivo, también pido encarecidamente a los frailes capuchinos un
servicio más: el servicio de ampliar el horario de apertura de la
basílica y de la Santa Casa a última hora de la tarde y también a
primera de la noche cuando haya grupos de jóvenes que vienen a orar y
discernir su vocación. El Santuario de la Santa Casa de Loreto, también
debido a su ubicación geográfica en el centro de la península, se presta
a convertirse, para la Iglesia que está en Italia, en un lugar de
propuesta para la continuación de los encuentros mundiales de los
jóvenes y de la familia. Es necesario, en efecto, que el entusiasmo de
la preparación y celebración de estos eventos se corresponda con la
actualización pastoral, lo que da sustancia a la riqueza de los
contenidos, a través de propuestas de profundización, oración y
compartición
La casa de María es también la casa de la familia. En la
delicada situación del mundo actual, la familia fundada en el matrimonio
entre un hombre y una mujer asume una importancia y una misión
esenciales. Es necesario redescubrir el plan trazado por Dios para la
familia, reafirmar su grandeza y su carácter insustituible al servicio
de la vida y de la sociedad. En la casa de Nazaret, María vivió la
multiplicidad de las relaciones familiares como hija, novia, esposa y
madre. Por eso, cada familia, en sus diferentes componentes, encuentra
aquí acogida e inspiración para vivir su identidad. La experiencia
doméstica de la Virgen Santa indica que la familia y los jóvenes
no pueden ser dos sectores paralelos de la pastoral de nuestras
comunidades, sino que deben caminar juntos, porque muy a menudo los
jóvenes son aquella que una familia les ha dado durante su crecimiento.
Esta perspectiva recompensa en unidad una pastoral vocacional atenta a
expresar el rostro de Jesús en sus muchos aspectos, como sacerdote, como
esposo, como pastor.
La casa de María es la casa de los enfermos. Aquí encuentran
acogida los que sufren en cuerpo y espíritu, y la Madre da a todos la
misericordia del Señor de generación en generación. La enfermedad hiere a
la familia y los enfermos deben ser acogidos dentro de la familia. Por
favor, no caigamos en esa cultura del descarte que proponen las
múltiples colonizaciones ideológicas que hoy nos atacan. La casa y la
familia son la primera cura del enfermo para amarlo, apoyarlo, alentarlo
y cuidarlo. Por eso el santuario de la Santa Casa es el símbolo de cada
casa acogedora y santuario de los enfermos. Desde aquí les envío a
todos, en cualquier parte del mundo, un pensamiento afectuoso y les
digo: Vosotros estáis en el centro de la obra de Cristo, porque
compartís y lleváis de manera más concreta la cruz de cada día detrás de
Él. Vuestro sufrimiento puede convertirse en una colaboración decisiva
para la venida del Reino de Dios.
Queridos hermanos y hermanas: Dios, a través de María, confía una
misión en nuestro tiempo a vosotros y a quienes están vinculados a este
Santuario: Llevar el Evangelio de la paz y de la vida a nuestros
contemporáneos a menudo distraídos, atrapados por intereses terrenales o
inmersos en un clima de aridez espiritual. Hay necesidad de personas
sencillas y sabias, humildes y valientes, pobres y generosas. En
resumen, personas que, según la escuela de María, acojan el Evangelio
sin reservas en sus vidas. Así, a través de la santidad del pueblo de
Dios, desde este lugar seguirán difundiéndose en Italia, en Europa y
en el mundo testimonios de santidad en cada estado de vida, para renovar
la Iglesia y animar a la sociedad con la levadura del Reino de Dios.
¡Qué la Santísima Virgen ayude a todos, especialmente a los jóvenes, a
recorrer el camino de la paz y la fraternidad fundadas en la acogida y
el perdón, en el respeto a los demás y en el amor, que es entrega de uno
mismo! Nuestra Madre, estrella luminosa de alegría y serenidad,
conceda a las familias, santuarios del amor, la bendición y la alegría
de la vida. María, fuente de todo consuelo, brinde ayuda y confortación a
los que están sometidos a duras pruebas.
Con estas intenciones, ahora nos unimos en la oración del Ángelus.
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