Haifa, ISRAEL (Agencia Fides, 18/05/2021) - Hasta hace dos años, miles de cristianos acudían en mayo a Haifa desde toda Tierra Santa para participar en la tradicional procesión en honor de Nuestra Señora del Monte Carmelo, llamada popularmente Taalat al-Adra, la “Subida de la Virgen”. A lo largo del recorrido de dos kilómetros y medio desde la parroquia latina de Haifa hasta el monasterio carmelita de Stella Maris, en el Monte Carmelo, equipos de scouts de todo el país abrían la procesión, y bautizados de todas las confesiones caminaban recitando oraciones y cantando himnos a la Virgen. Esa fiesta cristiana confirmaba a su manera el carácter abierto y plural de esa ciudad a orillas del mar, la más poblada de Israel después de Jerusalén y Tel Aviv. Ahora, esa rutina diaria de convivencia pacífica entre diferentes personas parece haberse desvanecido en un momento. La nueva espiral de violencia que envuelve a Tierra Santa, empezando por Jerusalén, ha visto estallar el odio sectario en el corazón de las llamadas “ciudades mixtas”, donde judíos y árabes israelíes han convivido durante mucho tiempo sin tensiones. “Hay manifestaciones diarias, enfrentamientos, asaltos a tiendas y casas, lanzamiento de piedras contra los coches”, dice a la Agencia Fides el sacerdote carmelita Mikhael Abdo Abdo, Director Nacional de las Obras Misionales Pontificias de Tierra Santa. La tensión aumenta al anochecer: en las calles de la ciudad se enfrentan jóvenes árabes y grupos de judíos que también han venido de fuera. “Ya estaba aquí también durante los años de la segunda y tercera Intifada, y en Haifa nunca he visto nada parecido. En poco tiempo, han conseguido reabrir heridas que nunca se curaron. Hay un odio que explota por doquier, y que sale quién sabe de dónde”.
En Haifa, de una población de menos de 300.000 habitantes, los árabes
israelíes son apenas 40.000. Entre los factores que han preparado el
terreno para el estallido del odio sectario, el padre Abdo enumera el
lenguaje político de los grupos que desde hace algún tiempo califican de
“terroristas” a todos los árabes de Israel. “No se trata de justificar
el mal y la violencia”, advierte el padre carmelita, “pero ciertamente
ese lenguaje ligado a la radicalización hacia la derecha del escenario
político israelí ha contribuido a romper la normalidad de la convivencia
pacífica que parecía haber prevalecido en los últimos años”. Lo que
está ocurriendo ahora ha demostrado que los cimientos de esa convivencia
no eran sólidos. Y ahora -señala el padre Abdo- es difícil imaginar
desde dónde retomar los caminos de la reconciliación. “En el fondo
-reconoce el Director Nacional de las OMP de Tierra Santa- lo que está
ocurriendo confirma el hecho de que la llamada
‘cuestión palestina’ no se puede ocultar y eliminar. Tarde o temprano,
este nudo sin resolver siempre vuelve a atormentar la convivencia
pacífica entre los pueblos de Oriente Medio, y sigue desestabilizando
incluso la escena política israelí: después de lo ocurrido en los
últimos días, se desvanece la posibilidad de ver a los partidos árabes
israelíes implicados en la creación de un gobierno que ponga fin al
sectarismo y las laceraciones”.
La nueva ola de violencia en Tierra Santa afecta incluso a los gestos
más ordinarios de las distintas comunidades de fe: “La gente - dice el
padre Abdo a Fides -, quiere vivir en paz, ahora se siente amenazada y
muchos se han retirado a sus casas. Tuvimos que eliminar las
celebraciones litúrgicas de la noche. Y ahora, sería inútil y poco
realista incluso convocar a los jefes de las diferentes comunidades
religiosas para intentar iniciar juntos procesos de reconciliación. Los
contactos interreligiosos están congelados. Es de nuevo el tiempo de la
desconfianza, la sospecha y la laceración”.