Yaoundé, CAMERÚN (Agencia Fides 26/06/2021) – “La gran crisis en la que está inmerso
Camerún, debido a las tensiones en las regiones anglófonas del país,
está teniendo un fuerte impacto en varios sectores, desde la educación
hasta la sanidad. Ni el peligro del coronavirus, ni la apertura de las
negociaciones han detenido el conflicto civil: los enfrentamientos entre
los rebeldes independentistas y el ejército regular continúan, con
consecuencias preocupantes, especialmente entre los civiles. El trabajo
de los frailes es difícil, pero la intención de perseverar en su
cercanía al pueblo es fuerte”.
Así lo dice a la Agencia Fides fray Marino Pacchioni, misionero
capuchino, haciendo un balance de la dolorosa situación que, desde 2016,
ve a las regiones anglófonas del país atravesadas por el conflicto, la
violencia y la pobreza.
“La situación actual - explica Fr. Marino -, hace que el trabajo de los
frailes en Camerún sea complejo porque es una crisis que toca los
aspectos sociales, económicos, apostólicos y cotidianos”. Los capuchinos
del país están presentes sobre todo en las 2 regiones donde, a causa de
los continuos combates entre los militares del ejército y los hombres
armados, se han producido muchos daños. “En esta parte del país -
informa el religioso -, la gente vive de la agricultura cultivando
pequeñas parcelas. Ahora no tienen nada. A causa de los incendios
provocados por el conflicto, se ha perdido gran parte de la producción”.
“Muchos desplazados -continúa- han encontrado refugio en algunas de
nuestras fraternidades y en algunas parroquias, como la del Sagrado
Corazón en Shisong. Cientos de personas han sido ayudadas por los
frailes en cuerpo y espíritu, con alimentos y apoyo fraternal para
ayudarles a superar el shock de la violencia que han sufrido”.
El sector de la educación es uno de aquellos en los que están más
implicados los Hermanos Capuchinos y que pueden llevar adelante gracias a
la ayuda que reciben a través de un programa de apoyo a distancia. El
Colegio San Antonio de Mbohtong, con casi 400 alumnos, se cerró hace
cuatro años. “Por razones de seguridad - dice Fray Marino -, se
consideró oportuno trasladarlos a todos a regiones más seguras del país.
La tragedia es que estos niños y niñas, además de sufrir la guerra,
también sufrirán en el futuro la falta de educación provocada por la
imposibilidad de asistir a cursos regulares”.
La situación es difícil incluso para los más jóvenes: “Por ahora -
observa el misionero - no se habla de reabrir las escuelas, sería
demasiado complejo”. Y concluye explicando que actualmente “estamos
inmersos en la construcción de un foyer para acoger a los niños e
intentar darles continuidad educativa”.
La crisis tiene sus raíces en la declaración de independencia de Camerún
(1960). Desde entonces, las fricciones entre la minoría anglófona y la
mayoría francófona han ido en aumento hasta culminar, en 2017, con la
declaración de independencia de los irredentistas y el nacimiento de la
República de Ambazonia. Desde entonces, el enfrentamiento, que antes se
limitaba a un debate político, se ha convertido en enfrentamientos muy
graves entre los separatistas y el ejército regular. En los últimos
años, la situación ha empeorado. Según Naciones Unidas, el conflicto se
ha cobrado la vida de más de 3. 500 personas y ha obligado a más de
medio millón de habitantes a huir a las regiones francófonas de Camerún o
a la vecina Nigeria.