Beirut, LÍBANO (Agencia Fides, 28/06/2021) - Patriarcas y jefes de Iglesias y comunidades
eclesiales del Líbano partirán hacia Roma el miércoles 1 de julio para
participar en el encuentro de reflexión y oración por la Tierra de los
Cedros convocado por el Papa Francisco en el Vaticano. El intenso
programa de la jornada incluye, entre otras cosas, tres sesiones de
diálogo y debate entre los asistentes, que se sentarán alrededor de una
mesa redonda situada en la Sala Clementina. No se ha publicado un orden
del día detallado sobre los temas que centrarán las sesiones de
reflexión conjunta. Pero los convulsos acontecimientos ocurridos en el
Líbano en los últimos años sugieren al menos algunas de las cuestiones
de emergencia que se tocarán en las intervenciones de los participantes
en la reunión.
Desde el pasado mes de agosto, el Líbano está sin gobierno. Tras la
dimisión del primer ministro Hassan Diab, a raíz de las explosiones en
el puerto de Beirut el 4 de agosto de 2020, la oposición entre los
bloques políticos y los distintos dirigentes han impedido al primer
ministro en funciones Saad Hariri, líder del Partido Futuro Suní, formar
un nuevo ejecutivo. La parálisis política se une a una emergencia
social y económica, agravada por la pandemia, que - como señaló el
Patriarca maronita Béchara Boutros Raï el pasado 14 de junio - corre el
riesgo de poner en peligro la propia subsistencia de la mitad de la
población. En las últimas semanas, la devaluación ha alcanzado cotas
vertiginosas: se necesitaban hasta 18.000 liras libanesas para comprar
un dólar en el mercado negro, mientras que el tipo de cambio oficial
sigue siendo de 1.570 por uno. El racionamiento de combustible y
electricidad y los asaltos a los bancos -como los ocurridos en los
últimos días en Tiro y Sidón- ofrecen la imagen de un país que parece
hundirse en el precipicio. La crisis político-económica es interpretada
por algunos analistas como un síntoma de un inminente colapso del modelo
de partición que rige toda la arquitectura institucional libanesa, y
que a pesar de todo ha garantizado la paz tras los feroces años de la
guerra civil. La "fórmula" libanesa prevé la participación igualitaria
de cristianos y musulmanes en el Parlamento, en el gobierno y en los
cargos institucionales. Y el delicado equilibrio del sistema reserva el
puesto presidencial a un cristiano maronita. Los bloques opuestos que
durante años han dominado la escena política libanesa también dividen a
los partidos cristianos. El Movimiento Patriótico Libre, fundado por
Aoun, es el partido más votado por los cristianos, y tiene una alianza
con Hezbolá, el partido chiíta con su propio ejército confesional,
vinculado a Irán y también alineado militarmente con la Siria de Assad.
En el frente opuesto, siglas cristianas como las Fuerzas Libanesas
llevan años formando una alianza con el partido suní "Futuro" en la
"Coalición del 14 de Marzo", respaldada por Arabia Saudí. A mediados de
agosto de 2020, en un intento de encontrar nuevas formas de proteger la
identidad y la peculiar fisonomía histórica del Líbano, el Patriarca Raï
expuso en un "Memorándum para el Líbano" la propuesta de reafirmar
solemne y oficialmente la "neutralidad libanesa" para evitar que la
nación se vea desgarrada tarde o temprano por los enfrentamientos entre
los bloques geopolíticos enfrentados en la zona de Oriente Medio.
El Patriarca maronita, en los últimos meses, ha pedido en varias
ocasiones que la propuesta sobre la "neutralidad" libanesa sea afirmada y
"anclada" a través de una Asamblea Internacional sobre el Líbano que se
celebre bajo su patrocinio. Pero los Patriarcas y los jefes de las
demás Iglesias y comunidades eclesiales presentes en el Líbano no se han
pronunciado oficialmente hasta ahora sobre la propuesta del cardenal
Raï.
La cuestión de los refugiados sirios. El conflicto que desgarra a la
vecina Siria desde hace años ha llevado a más de 1,2 millones de
refugiados sirios a buscar refugio en Líbano. Un fenómeno que, según
varios analistas, contribuye a la larga a desestabilizar la delicada
arquitectura institucional libanesa que garantiza la coexistencia de las
diferentes comunidades religiosas. El Patriarca Raï también ha
insistido en varias ocasiones en la necesidad de encontrar vías para
favorecer el regreso de los refugiados sirios a su país, también para
evitar que la multitud de sirios expatriados al Líbano pueda convertirse
en "masa de maniobra" para reavivar los enfrentamientos sectarios en el
país. Una gran parte de esos refugiados sirios -subrayó el Patriarca en
una entrevista publicada en Fides prefiere
permanecer en el Líbano, e incluso la comunidad internacional refuerza
esta intención, cuando afirma que los refugiados sirios no pueden
repatriarse "porque no hay seguridad en Siria y es necesario encontrar
primero una solución política". Una posición motivada, según el
Patriarca, por "objetivos políticos", que recuerda el traumático
escenario ya vivido en la reciente historia libanesa con la llegada de
los refugiados de Palestina: "Los palestinos", recordó el Patriarca
maronita en esa entrevista, "están en el Líbano desde 1948. Y llevan más
de setenta años esperando una solución política. Una solución que nunca
llegará. Se habló de la solución de dos pueblos-dos estados, pero ahora
se ha vuelto imposible. Porque la tierra que estaba destinada a ser el
Estado palestino está toda sembrada de asentamientos israelíes".
La crisis de las escuelas cristianas. La pandemia de Covid- 19 en el
Líbano ha tenido entre sus muchos efectos secundarios también el
agravamiento de la crisis de las escuelas cristianas, estructuras
históricas de la presencia cristiana en la Tierra de los cedros. La
condición económica de muchas escuelas católicas, como ya documentó la
Agencia Fides, se había deteriorado especialmente desde el verano de
2017, después de que el entonces gobierno dispusiera las nuevas "tablas
salariales" para los trabajadores del sector público, incluido el
escolar. Desde entonces, la situación ya se había vuelto insostenible,
especialmente para las instituciones educativas que operan en las zonas
urbanas y rurales menos prósperas del país. El agravamiento de la crisis
económica y luego el cierre de los edificios escolares impuesto por la
crisis de la pandemia han llevado al colapso de una situación ya muy
comprometida. Desde hace tiempo, los responsables de las escuelas
cristianas vienen denunciando la total inacción de las instituciones
públicas para proporcionar medidas de apoyo adecuadas a la emergencia,
en la que las escuelas que funcionan esencialmente de forma gratuita en
las regiones y zonas urbanas más deprimidas corren el riesgo de ser
diezmadas por la crisis.