Roma, ITALIA (Agencia Fides, 30/06/2021) - Con toda probabilidad, 10 altos representantes de
las Iglesias y comunidades eclesiales presentes en el Líbano
participarán en el encuentro convocado en el Vaticano por el Papa
Francisco para reflexionar y rezar juntos sobre el presente y el futuro
del País de los Cedros. En la Sala Clementina del Palacio Apostólico ya
se ha colocado la mesa circular en torno a la cual los participantes
compartirán las tres sesiones de diálogo y debate que marcarán el
intenso programa de la jornada.
Además del Papa Francisco, se sentarán a la mesa el Catolicós de Cilicia
de los armenios, Aram I (señalado por algunos medios como el principal
"inspirador" de la idea de la cumbre); el cardenal Béchara Boutros Raï,
patriarca de Antioquía de los maronitas; el patriarca de Antioquía de
los greco-ortodoxos Yohanna X Yazigi; el patriarca de Antioquía de los
sirio-ortodoxos Ignacio Aphrem II; Monseñor César Essayan, Vicario
Apostólico de Beirut de los Latinos; el Reverendo Joseph Kassab,
Presidente del Consejo Supremo de las Comunidades Evangélicas de Siria y
Líbano; el Patriarca de Antioquía de los Siro-Católicos Ignace Youssif
III Younan; el Patriarca de Antioquía de los Greco Melkitas Youssef Absi
y el Obispo de Beirut de los Caldeos, Michel Kassarji. El Arzobispo
Joseph Spiteri, Nuncio Apostólico en el Líbano, también estará presente
en la reunión, mientras que por el momento parece confirmada la ausencia
de un representante del Patriarcado de Cilicia de los Armenios
Católicos, dado que todos los Obispos de esa Iglesia Patriarcal se
encuentran todavía en el Líbano para participar en el Sínodo convocado
para la elección del nuevo Patriarca.
Analistas libaneses consultados por la Agencia Fides expresan su deseo
de que la cumbre convocada por el Papa Francisco no se reduzca a repetir
la consabida lista de quejas y críticas dirigidas al inmovilismo y a
los pecados de la clase política libanesa, sino que sea una oportunidad
para mirar con realismo y esperanza, sin censuras ni remociones, los
“signos de los tiempos” que aquejan la actual fase, incierta y
dramática, de la historia del País de los Cedros, teniendo siempre
presente la vocación de las comunidades eclesiales en el contexto
libanés.
A pesar de todo, la convivencia entre las 18 confesiones religiosas que componen el mosaico libanés no se ha visto seriamente afectada por los conflictos sectarios que han desgarrado la vecina Siria y otros países de Oriente Medio, como Irak, en la última década. El “milagro” libanés, en el aire, entre la convivencia diaria entre cristianos y musulmanes chiíes y suníes, sigue estando siempre en peligro, pero el trágico recuerdo de los años de guerra civil -que también vio a cristianos matar a otros cristianos, y a musulmanes matar a otros musulmanes- parece haber sembrado en el alma de muchos libaneses poderosos anticuerpos que resisten las presiones de quienes querrían reducir las diferentes identidades confesionales a banderas ideológicas de frentes que luchan por el poder.
Ahora, la anomalía del "gran compromiso" libanés podría encontrar nueva
inspiración en los caminos de la fraternidad sugeridos también por el
Papa Francisco con el Documento de Abu Dhabi, con el viaje a Irak y el
encuentro con el ayatolá Ali al Sistani y con la encíclica Fratelli
Tutti. Superar las narrativas obsoletas y manipuladoras y engañosas que,
especialmente en Occidente, siguen representando al Líbano como una
especie de "bastión cristiano" asediado por la hostilidad islámica.