Yucatán, MÉXICO (Agencia Fides, 31/08/2021) - “Llamamos la atención sobre la desaparición de
miles de migrantes en nuestro continente. Hay muchas rutas y diferentes
formas de migración irregular, todas llenas de riesgos como desaparecer
o morir. Recordamos a todos los migrantes que desaparecieron en México.
Muchos fueron víctimas de masacres, otros, tal vez, se encuentren entre
los restos no identificados y, de muchos, muchos más, no hay ni
rastro”. La Red Clamor, la red eclesial latinoamericana y caribeña, lo
denuncia en un comunicado enviado a la Agencia Fides firmado por su
presidente, el arzobispo Gustavo Rodríguez, arzobispo de Yucatán
(México). Con motivo de la Jornada Internacional de las Víctimas de
Desapariciones Forzadas, el presidente expresa “su solidaridad con las
víctimas de desapariciones forzadas”, y pide a los Estados “que
incrementen sus esfuerzos para proteger a la población y garantizar sus
derechos”.
Citando la Resolución de la Asamblea General de la ONU del 18 de
diciembre de 1992 sobre la protección de las personas contra las
desapariciones forzadas, el comunicado subraya que “lamentablemente, en
nuestro continente americano, las desapariciones forzadas no son cosa
del pasado y no se han producido solo durante los conflictos o en
tiempos de dictadura. No se ha asegurado la verdad y la justicia para
los casos pasados y, día a día, el número de nuevos casos va en
aumento”. Por eso, “pedimos a los gobernantes de todos los países que
recuerden a sus fuerzas armadas y a todo tipo de instituciones dedicadas
a la seguridad pública que su deber es servir y garantizar la
seguridad, no perseguir, arrestar, hacer desaparecer y matar a civiles”.
Al mismo tiempo solicita investigar, juzgar y condenar a los militares y
miembros de las fuerzas de seguridad que sean autores o estén
involucrados en las desapariciones forzadas.
La Red Clamor recuerda a las instituciones gubernamentales de los países
de origen, tránsito y destino que “la verdad, la justicia y la
reparación son un derecho de las víctimas”, que se deben garantizar con
todos sus esfuerzos y sin distinciones. Finalmente, que los cristianos,
ciudadanos de buena voluntad y los sensibles a los sufrimientos de los
últimos, sigan estando cerca de las personas que sufren la desaparición
de un ser querido y se unan a su lucha por la verdad y la justicia.