Bagdad, IRAK (Agencia Fides 31/08/2021) – “La cumbre internacional celebrada en Bagdad
con la participación del presidente francés fue un evento importante,
una importante señal de apoyo a Irak y a su camino para recuperar la
estabilidad. Pero luego, otros momentos de la visita de Emmanuel Macron a
Irak, y especialmente su viaje a Mosul, estuvieron marcados por gestos y
palabras que a muchos iraquíes les parecieron inadecuados y que podrían
alimentar malentendidos”. Son las palabras del cardenal iraquí Louis
Raphael Sako, patriarca de la Iglesia caldea, sobre la visita del jefe
del Elíseo a Irak.
En conversación con la Agencia Fides, el Patriarca se centra en los
aspectos generales y particulares que le llevan a definir la visita de
Macron como una “visita apresurada y mal preparada”.
En primer lugar, el cardenal Sako advierte sobre el manido cliché de las
visitas de líderes occidentales a zonas de crisis presentándose como
posibles “solucionadores” de los conflictos y las situaciones
enquistadas: “Hemos visto a muchos políticos y militares occidentales en
'misiones' en Oriente Medio y hemos visto tantas promesas de ayuda que,
al final, se han quedado en palabrería o ni siquiera en eso. Pensemos
en lo que ha sucedido en Afganistán. Pensemos en las muchas promesas
hechas recientemente al Líbano, que sigue bregando con una crisis muy
grave. La realidad es que los países occidentales no pueden hacer nada,
sobre todo, ahora que están todos ocupados resolviendo sus problemas
económicos y concentrando sus recursos en la lucha contra la pandemia”.
El error de esperar la salvación y la solución de los problemas de
Occidente, - señala el Patriarca caldeo -, ha tenido efectos
devastadores también cuando se ha centrado en las comunidades cristianas
de Oriente Medio. “La del Occidente que defiende a los cristianos en
otras zonas del mundo es una cantinela que ha hecho mucho daño. Y
algunos momentos de la visita de Macron a Mosul sonaban a lo mismo”,
recalca el cardenal. En la ciudad mártir, el presidente Macron visitó la
iglesia latina de Notre-Dame-de-l’Heure, de los padres Dominicos. “En
esa circunstancia, los interlocutores de Macron eran principalmente
europeos e incluso los obispos iraquíes presentes parecían ser
invitados. Había una atmósfera de cordial familiaridad entre los
compatriotas europeos, en contraste con la atmósfera formal y fría
creada cuando el presidente francés visitó la Gran Mezquita de Al Nuri.
Algunos imanes sunitas criticaron la visita de Macron mientras se estaba
produciendo. Lo que quiero decir es que nuestro primer deseo es que los
cristianos que huyeron de esas tierras regresen y se queden en sus
casas. Es necesario promover el restablecimiento de una convivencia
armoniosa entre las diferentes comunidades étnicas y religiosas, la
misma que caracterizó a Mosul en tiempos pasados. En este sentido, la
visita de Macron no ayudó, fue una oportunidad perdida e incluso se
arriesgó a alimentar la desconfianza entre los conciudadanos musulmanes.
Lo último que pueden hacer los cristianos aquí es depositar su
confianza en la política occidental. Si Francia abre un consulado en
Mosul o construye un aeropuerto allí, estos no son asuntos que
conciernen a los obispos o a las cosas que los obispos deben pedir a las
autoridades civiles locales”.
En su viaje de dos días a Irak, Macron visitó Bagdad, Mosul y Erbil. En
la capital iraquí, el presidente francés asistió a la cumbre regional
organizada por el gobierno iraquí el sábado 28 de septiembre en la que
participaron, entre otros, ministros de Asuntos Exteriores (no jefes de
Estado) de Arabia Saudí, Irán y Turquía. “¡Irak no puede ser escenario
de enfrentamientos regionales!”, aseguró el primer ministro iraquí
Mustafa al Kadhimi en la apertura de la reunión.