Al comienzo de la homilía, expresando su alegría de participar en este acontecimiento eclesial, el cardenal llevó el saludo y la cercanía espiritual del Papa Francisco, y reflexionó sobre el significado de los dos términos: "congreso eucarístico". "El término ‘congreso’ recuerda un acontecimiento de particular importancia -explicó- y esto es lo que es hoy en día, como un acontecimiento de agregación de todos los bautizados. El término "eucarístico" nos recuerda ese ‘signo’, la identidad propia de Jesús, que quiso dejar a los discípulos y a la Iglesia naciente, porque en esa ‘señal de identidad’ los cristianos se unirían a Él y se encontrarían como familia de Dios en una ‘nueva alianza’ abierta a todos los hombres y mujeres de todos los tiempos y lugares, basada en el ofrecimiento de Jesús de sus vidas al Padre".
Refiriéndose al Evangelio del día, subrayó que las multitudes estaban "fascinadas y asombradas" por la palabra y la persona de Jesús, y estaban tan deseosas de oírlo que "a veces la gente se olvidaba de proveer para sus necesidades, porque su charla sobre Dios fascinaba. Lo que atrajo a los contemporáneos de Jesucristo fue el hecho de que les hablaba de Dios no como una idea, una teoría o una doctrina árida, sino como un padre o una madre que ama a su propio hijo... Revelaba el rostro de Dios como un Dios que no abandona a su criatura a su propio destino, desinteresándose de él; un Dios que no es frío e indiferente al sufrimiento humano, sino que comparte las realidades humanas".
A continuación el cardenal Filoni agregó: "En este Congreso deseamos que Cristo también nos hable. En particular, queremos que hable a nuestras vidas: a los recién casados que no se entienden y no se aman como antes; a las madres y a los padres que tienen graves problemas con sus hijos a causa del alcohol y de la drogadicción; a los que padecen de cáncer o de una enfermedad grave; a los que, por falta de trabajo o por otros motivos, tienen problemas muy graves de pobreza. Por último, a las personas mayores o que se encuentran al final de sus vidas y a quienes todavía se les escapa el sentido de la vida.
Un Congreso Eucarístico no es "un acontecimiento extra para celebrar, sino "un gran momento de alegría por la presencia de Jesús y por el encuentro con Jesús que vive en la eucaristía. La eucaristía es el gran don que Jesús mismo dejó a su Iglesia como memorial de sí mismo, es decir, de aquella infinita ofrenda hecha eternamente al Padre", subrayó el cardenal. Citando entonces la primera Carta de San Pablo a los Corintios, en la que el apóstol relata cómo Jesús celebró la última cena de su vida terrena, subrayó: "De este modo, Pablo completa su ministerio de evangelizador. De hecho, no habría bastado con llevar sólo el mensaje oral de Jesús, sino que también era necesario dar a la comunidad de Corinto la eucaristía, sin la cual la obra de salvación habría sido incompleta. Es con el trabajo misionero del anuncio del Evangelio y de la celebración de la eucaristía que la Iglesia adquiere plenitud y vigor para su testimonio de Jesús y su actividad misionera entre los pueblos. La eucaristía, memoria cotidiana que la Iglesia hace de Jesús, trae la gracia y el compromiso de la actividad misionera".
El cardenal Filoni insistió en la importancia del trabajo misionero, "tan necesario en esta isla de Taiwán, donde la Iglesia es una pequeña realidad, a pesar de tantos años de evangelización y de tantas obras sociales y educativas apreciadas", subrayando que la evangelización "no puede delegarse sólo a algunos misioneros, sino que debe implicar a todos: obispos, sacerdotes, religiosos, religiosos, laicos, familias e incluso niños, misioneros a sus pares. La actividad misionera, si se nutre de la eucaristía, hace fructificar el Evangelio; de hecho, es la fuente de la misión evangelizadora. La actividad misionera, es decir, el anuncio de Jesús a todos, no es una opción, un corolario en la vida de la Iglesia, sino una parte esencial de ella, porque una Iglesia sin impulso misionero es estéril".
Tras recordar el magisterio misionero del papa Francisco, el prefecto del Departamento Misionero subrayó que "la Iglesia desea todavía hoy, más que nunca, responder al mandato de Jesús resucitado de llevar el Evangelio a todos los pueblos. Con el Evangelio y con la eucaristía nace y se desarrolla la fraternidad, cual nueva frontera del cristianismo entre los pueblos; y la Iglesia, con su mensaje y sus valores, quiere contribuir profundamente a la fraternidad entre los pueblos, como una nueva frontera, ya que conserva en sí misma y lleva todos los signos de la bendición de Dios y de la riqueza espiritual de la que es depositaria. Más allá de las fronteras existenciales y geográficas, marcadas por las lenguas y los hombres, la fraternidad se convierte en don de Dios a la humanidad".
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El texto integral de la homilía del Cardenal, en inglés -> http://www.fides.org/it/