Ciudad de México, MÉXICO (Agencia Fides, 01/06/2021) – “Con el Motu Proprio ‘Antiquum
Ministerium’ del Papa Francisco, ofrecida el pasado 10 de mayo, se abre
un nuevo Pentecostés para la vida de los catequistas y de las
comunidades cristianas. Estos hermanos nuestros que a lo largo de la
historia han ocupado un papel primordial en la transmisión de la fe y
del Evangelio, ahora, por medio de la institución del ministerio del
catequista, se convertirán en un verdadero incienso que se consume para
elevarse hasta Dios y que llenará con su aroma agradable a la Iglesia y
a la sociedad, ya que revitalizarán los pies cansados de un ministerio
no siempre valorado ni reconocido; listos para asumir un renovado
protagonismo en las comunidades”. Lo escribe Mons. Fidencio López Plaza,
Obispo de Querétaro y Responsable de la Dimensión Nacional de la Nueva
Evangelización y Catequesis, en la Conferencia Episcopal de México.
En su mensaje pastoral a los catequistas, titulado “Catequesis y
pandemia” subraya que en este tiempo de sufrimiento por la pandemia, que
ha doblegado incluso las filas de la Iglesia, los catequistas están
llamados “a convertirse en antorchas que iluminen el camino; en
antorchas que muestren una ruta que va más allá del dolor histórico
que estamos pasando… Por tal motivo, nuestra actitud de discípulos
misioneros es la de convertir esta etapa oscura de la historia en un
verdadero tiempo de gracia”.
Al presentar la situación de la catequesis mexicana ante la pandemia, el
Obispo destaca que la prolongación del estado de contingencia
sanitaria provocado por la Pandemia sigue planteando desafíos y
problemas a la pastoral de evangelización y catequesis
“Afortunadamente, ha surgido una infinidad de iniciativas y respuestas
pastorales para atender la catequesis, especialmente con la asunción de
las tecnologías y medios de comunicación social. Como bendición, las
diócesis han entrado en un ambiente de comunión y sinodalidad, por lo
que ya es común ver cómo comparten sus experiencias de trabajo con
catequistas de otras diócesis. Los mismos catequistas, en su mayoría
no nativos digitales, han empezado a emigrar hacia las plataformas
digitales, en su celo pastoral por seguir atendiendo la evangelización y
catequesis”.
Sin embargo algunas actitudes podrían provocar “el desperdicio de este
tiempo de gracia en el cual la misma pandemia nos ha dado la oportunidad
de replantear los modelos pastorales que se venían manejando en lo
concerniente a la transmisión de la fe”. Aunque la catequesis ha
entrado formalmente al espacio o continente digital, se percibe que un
buen número de parroquias utiliza estos espacios para terminar de sacar
los Sacramentos que quedaron pendientes, y dando la catequesis con la
misma metodología, formas y contenidos de cuando era presencial. Para
el obispos esta situación comporta tres peligros: prevalencia de una
Pastoral Sacramentalista; espera de que, pasando la contingencia, se
retorne a los mismos modelos pastorales en la transmisión de la fe;
absolutización de los medios de comunicación en la atención de la
transmisión de la fe, con los desvíos que eso pueda comportar.
Este tiempo de contingencia ha revelado que muchas formas pastorales de
la Iglesia eran obsoletas por lo que es necesario realizar una atenta
revisión de la situación y de las estrategias para no volver a la misma
situación después de la pandemia. Por ello el obispo propone algunas
“consideraciones pastorales para la catequesis ante la pandemia y
pospandemia. En primer lugar, es nuestro deber repensar los elementos
fundamentales de la metodología y la praxis en la transmisión de la fe.
Los medios de comunicación que hemos utilizado no son “toda la
renovación”.
El segundo aspecto se refiere a la necesidad de “retomar el verdadero
significado de la experiencia de vida dentro de la transmisión de la
fe”, Esto requiere catequistas profetas, visionarios, capaces de
interpretar el paso de Dios por la vida y circunstancias que viven sus
discípulos.
Además, “la Iglesia de México, que cuenta con una sorprendente cantidad
de evangelizadores y catequistas, deberá encontrar en ellos la fuerza y
condición necesaria para convertirse en un ‘hospital de campaña’, en
una ‘Iglesia Samaritana’. Si bien es necesario organizar grupos de
catequistas para prepararlos a dar la catequesis valiéndose de los
medios digitales, es mucho más prioritario organizar a los catequistas
para ser parte de esa Iglesia samaritana”.
La pandemia nos ha hecho comprender mejor el papel de la familia como
Iglesia doméstica, por tanto, ya desde este momento de contingencia, y
cuando lo hayamos superado, será necesario repensar la atención y los
proyectos de evangelización y catequesis en esa perspectiva. Ahora es el
momento de experimentar nuevas oportunidades y soñar con nuevas formas
de transmitir la alegría del Evangelio. “La pandemia, más que un tiempo
para llorar por lo perdido, es un tiempo para cosechar y evaluar todo
lo que se ha adquirido en la formación y en la experiencia de ser
catequistas y, más aún, de dejar que el Espíritu suscite los nuevos
carismas que requerimos en estos tiempos históricos”. “Hoy, más que
nunca, se trata de renovarse o morir”. Es también tiempo de dejar a Dios
que hable directamente a través de la Palabra escrita, la catequesis
debe afirmar que Dios está vivo y que habla desde las Escrituras: “a
Palabra de Dios es en este momento el maná que cae
del cielo para alimentar a sus hijos que atraviesan las inclemencias del
desierto”.
Por último en el mensaje afirma: “Ante las emergencias pastorales y de
caridad que requerían atención en estos períodos críticos, de
repente descubrimos que no teníamos la suficiente fuerza para
responder... simplemente porque no todos estábamos haciendo comunidad.
Esa es una de las grandes verdades que nos ha mostrado la pandemia”.