Abuja, NIGERIA (Agencia Fides 04/06/2021) - El padre Joe Keke, el sacerdote secuestrado la
noche del 20 de mayo en el ataque a la parroquia de San Vicente Ferrer
en Malunfashi, en el Estado de Katsina, en el norte de Nigeria ha sido liberado. Junto con él, los bandidos habían
secuestrado al padre Alphonsus Bello, cuyo cadáver fue encontrado a la
mañana siguiente no lejos de la parroquia.
Así lo anunció ayer, 3 de mayo, el director de comunicaciones de la diócesis de Sokoto, el padre Chris Omotosho.
“Anunciamos que el Padre Keke ha sido liberado de las manos de sus
secuestradores. Agradecemos a los que han rezado por su liberación”. El
sacerdote, de 75 años, ha sido trasladado a un centro sanitario para
comprobar su estado de salud.
Los secuestros con fines de extorsión se han convertido en una lacra
diaria en diversas zonas de Nigeria, y en muchos casos entre las
víctimas se encuentran sacerdotes, religiosos y religiosas, a pesar de
la prohibición expresa impuesta desde hace años por la Conferencia
Episcopal local de pagar rescates.
Los obispos denuncian con fuerza desde hace tiempo, la inseguridad generalizada en el país. Con motivo de la vigilia fúnebre del p. Alfonso Bello, Su Exc. Mons. Matthew Hassan Kukah, Obispo de Sokoto había dirigido una fuerte reprimenda a las autoridades del país porque no hacen nada para proteger a la población de la ola de violencia.
El Arzobispo de Lagos, Su Exc. Mons. Alfred Adewale Martins también ha
afirmado que “de norte a sur, todas las partes del país son testigos de
una u otra forma del vandalismo”. Mons. Martins se ha planteado la
cuestión del derecho a la autodefensa, en ausencia de la capacidad del
Estado para proteger a sus ciudadanos, diciendo que la cuestión “debe
ser examinada a fondo antes de ponerla en práctica”. De hecho, el obispo
Martins ha recordado el riesgo de que la práctica de la autodefensa
pueda degenerar en más violencia. “Espero que si la gente se defiende,
reconozca que no puede ser el agresor y que sólo se defenderá cuando sea
necesario”.
El problema sigue siendo el del pacto entre los ciudadanos y el Estado -
subraya el arzobispo – “Dad al César lo que es del César y a Dios lo
que es de Dios. Cuando las personas celebran un contrato social con el
Estado, existen obligaciones y responsabilidades por ambas partes para
encontrar un equilibrio. Las personas deben al Estado sus deberes
cívicos, mientras que el Estado debe a las personas los servicios
necesarios para mantener su confianza y construir una sociedad mejor”.