Johannesburgo, SUDÁFRICA (Agencia Fides, 28/08/2021) - “Después de la violencia que estalló en
julio, sugerimos al gobierno que tomara medidas para favorecer la
reconciliación, pidiendo a los que han robado y saqueado las tiendas que
devuelvan los bienes sustraídos para así obtener una amnistía. El
gobierno ha dado el visto bueno y algunas personas están respondiendo”.
Lo explica monseñor Sithembele Sipuka, obispo de Mthatha, Sudáfrica, y
presidente de la SACBC (Conferencia de Obispos Católicos del Sur de
África, que reúne a los obispos de Sudáfrica, Botswana y eSwatini) en
una entrevista con Fides. Más de 300 personas murieron y unas 3.000
tiendas fueron saqueadas cuando estallaron las protestas y la violencia
en julio provocadas por la detención del ex presidente Jacob Zuma, pero
luego agitadas por la ira por la pobreza y la desigualdad.
“La situación ha vuelto a la calma, pero ahora nos preguntamos cómo fue
posible que miles de los ciudadanos irrumpieran en comercios, locales y
casas sin una intervención inmediata para detenerlos”, asegura el
obispo. Sudáfrica, tras días de enfrentamientos que han dejado señales
de saqueos y devastación en varias ciudades, está lidiando con las
profundas divisiones que se han abierto tras la detención del
expresidente Jacob Zuma, acusado de corrupción durante su mandato y
encarcelado el 7 de julio. Zuma, condenado a 15 meses de prisión por
negarse a ser juzgado por los delitos de los que es sospechoso, todavía
tiene muchos seguidores en el país, algunos de los cuales han optado por
la revuelta.
“La violencia no es solo una respuesta al encarcelamiento del ex
presidente. Hay varias razones que explican lo sucedido. En primer
lugar, una polarización política entre quienes continúan apoyando a Zuma
y quienes, en cambio, se declaran del lado de la ley y quieren que la
justicia siga su curso. Todo esto tiene una consecuencia directa en la
sociedad porque órganos institucionales como el ejército o la policía
dependen de ministerios encabezados por representantes de distintas
facciones. Las profundas divisiones en el partido gobernante han
provocado divisiones en los servicios secretos, la policía y el
ejército, provocando una gran pasividad porque quienes piensan en sus
propios intereses no anteponen al país. Un segundo motivo que pesa mucho
es la pobreza de la población, con personas que incluso pasan hambre.
Muchos han sido utilizados por quienes quieren fomentar la violencia.
Hay un tercer elemento que es el crimen: los delincuentes aprovechan
estas oportunidades para ampliar el campo de acción y crear el caos”,
explica monseñor Sipuka.
La Iglesia Católica, que emitió un llamamiento firmado por la SACBC
(acompañado de un documento del Consejo Sudafricano de Iglesias) invita a
la paz y, al mismo tiempo, desentraña las raíces del conflicto.
Monseñor Sithembele Sipuka asegura que “la violencia siempre se tiene
que condenar y si hay diferencias en un partido, en la política o en la
sociedad, la única forma es sentarse y dialogar. Nunca se debe explotar a
los pobres para beneficio de los propios intereses porque lo primero es
el bien del país. Nuestro mensaje para los más pobres es ‘no dejéis que
os utilicen’. Son las primeras víctimas porque en muchos lugares no se
puede comprar pan a un precio justo porque los comercios han quedado
destrozados”. El obispo prosigue: “También creemos que un punto
fundamental es la colaboración entre las empresas, el mundo laboral y el
gobierno. Necesitamos cambiar hacia una economía que incluya y reduzca
la pobreza, dado el alto número de desempleados. La educación es de mala
calidad y los jóvenes abandonan la formación sin ser productivos.
Nuestra mirada se dirige también a las zonas más rurales del país, ahí
el gobierno debe promover el desarrollo para que las poblaciones que las
habitan puedan ganarse la vida y porque son áreas fundamentales para la
economía”.
El obispo concluye con la esperanza de que “se escuche la voz del
Consejo de Iglesias, como sucedió, por ejemplo, cuando ofreció
indicaciones sobre cómo afrontar la pandemia. En algunos casos, nuestras
propuestas se han convertido en acciones, como las subvenciones para
quienes han perdido su empleo por culpa del coronavirus”.