CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 17 de septiembre de 2021).- En otras noticias durante los meses de verano, la Limosnería Apostólica no se fue de
vacaciones, dedicándose, entre otras cosas, a dos de las siete obras de
misericordia: visitar a los presos y consolar a los afligidos.
Además de la ayuda que se presta regularmente a través de los
capellanes, el "brazo caritativo del Santo Padre", la Limosnería ha
realizado pequeños gestos evangélicos para ayudar y dar esperanza a
miles de personas en las cárceles de Roma. En particular, en los últimos
días, el Limosnero, el Cardenal Konrad Krajewski, ha repartido 15.000
helados a los reclusos de la cárcel de Regina Coeli y a los de Rebibbia.
Las demás obras de misericordia corporal, dar de comer a los
hambrientos, dar de beber a los sedientos, vestir a los desnudos, alojar
a los peregrinos y a los forasteros, visitar y asistir a los enfermos y
enterrar a los muertos, se tienen especialmente en cuenta por la
Limosnería Apostólica durante los meses de verano, cuando muchos
comedores y estructuras caritativas tienen que limitar sus actividades.
Por ello, como cada año, pequeños grupos de personas sin hogar, o
alojadas en dormitorios, se llevaron al mar o al lago, cerca de Castel
Gandolfo, para pasar una tarde de esparcimiento y cenar en una pizzería.
Ciertamente, tampoco se ha olvidado a las personas más pobres de otras
naciones, que, por indicación y mediación de los nuncios apostólicos,
reciben medicamentos, respiradores pulmonares y suministros médicos
enviados directamente desde el Vaticano mediante la valija diplomática
de la Santa Sede.
Sólo en agosto, por ejemplo, se compró un tomógrafo para Madagascar, por
valor de unos 600.000 dólares, y se completó la preparación de clínicas
médicas, renovadas o de nueva construcción, por casi 2.000.000 de
euros, en tres de los países más pobres de África.
Las obras de misericordia, corporales y espirituales, se encuentran en
el Evangelio: "La predicación de Jesús nos presenta estas obras de
misericordia para que podamos comprender si vivimos o no como discípulos
suyos" (Papa FRANCISCO, Misericordiae Vultus, nº 15). Si son
válidas para todo cristiano, son indicaciones aún más valiosas para
regular también toda la acción de la Oficina caritativa del Santo Padre.