Roma, ITALIA (Agencia Fides, 17/04/2019) - El incendio que devastó la Catedral de París, Notre-Dame, ha tenido un
fuerte eco en África. "Enviamos nuestras sinceras condolencias a la
Iglesia y a la nación francesa por la pérdida de este gran monumento de
su fe", dicen en un comunicado los obispos de Sudáfrica. "Notre-Dame es
un recordatorio visible de la presencia de Dios en el corazón de la
sociedad, la historia y la cultura francesa durante 850 años", subraya
el comunicado. "Mientras el fuego se apaga, la fe de la Iglesia católica
francesa puede ser vigorosamente vivificada. Expresamos nuestra
admiración por los bomberos que lucharon contra el fuego y salvaron tan
gran valor. Ofrecemos nuestras oraciones por el arzobispo y por la gente
de la arquidiócesis de París. Nos alienta la determinación del
presidente de Francia y de su gobierno de restaurar este gran icono de
la fe y la cultura francesas", concluyen los obispos sudafricanos.
En la República Democrática del Congo, el presidente de la República,
Félix Tshisekedi, dijo que estaba "consternado de ver este edificio del
siglo VIII en llamas. Esta Catedral es patrimonio de la humanidad.
Comparto el dolor de la Iglesia católica, de los cristianos de todo el
mundo y de Francia".
En la inmediatez de lo sucedido, mons. Fulgence Muteba, obispo de
Kilwa-Kasenga, expresó su apoyo a la Iglesia francesa: "Notre-Dame
devorada por las llamas de un fuego cuyo origen es aún desconocido. La
Pasión del Señor se hace más trágica", dice, señalando que el fuego se
desarrolló al comienzo de la Semana Santa. "Estoy asombrado y triste,
tanto más cuanto que hace dos semanas concelebré una misa en Notre-Dame
junto con el arzobispo de París", dijo mons. Fridolin Ambongo, arzobispo
de Kinshasa. "Vi con el corazón traspasado las imágenes del incendio de
Notre-Dame, que es una madre que acoge y une a sus hijos", declaró el
cardenal Dieudonné Nzapalainga, arzobispo de Bangui, capital de la
República Centroafricana.
Recordando que Notre-Dame es una obra de arte y un lugar de cultura, el
cardenal Théodore-Adrien Sarr, arzobispo emérito de Dakar, declaró que
dirigía sus pensamientos "no solo a los fieles, sino a todos los hombres
de buena voluntad y a las personas de cultura que se vieron afectadas
por esta ruina".