Salto, URUGUAY (Agencia Fides, 16/04/2019) - "La evangelización del mundo no es imposible.
Jesucristo no nos engañó", subrayó el obispo de Salto, mons. Fernando
Gil, durante la celebración de la Misa Crismal que presidió ayer en la
parroquia de San Benito de Palermo y Nuestra Señora del Rosario de
Paysandú. En la misa, concelebrada por todos los sacerdotes de la
diócesis, el obispo bendijo los aceites sagrados, los sacerdotes
renovaron sus compromisos sacerdotales y un joven fue admitido como
candidato al sacerdocio.
Según la información publicada por la Conferencia Episcopal Uruguaya,
recibida por la Agencia Fides, el obispo, refiriéndose a la unción del
espíritu que reciben los sacerdotes en el sacramento del Orden, advirtió
de dos tentaciones: "apropiarse de lo sagrado como si fuera nuestro
producto" y "caer de alguna manera en la negación del don que Dios nos
ha dado, secularizando la gracia y el ministerio confiado. Cada época
histórica tiene sus propias inclinaciones y tendencias. Al mismo tiempo,
cada fase de nuestra vida -si sabemos mirarla con sinceridad- ha tenido
sus tentaciones, sus caídas, sus pecados y sus gracias", subrayó.
Luego Mons. Gil recordó que los sacerdotes son "hombres ordinarios" y,
al mismo tiempo, "personas elegidas por Dios, a quienes por la
imposición de manos se confiere la gracia del Espíritu Santo. Hoy el
mundo que tenemos que evangelizar se ha vuelto difícil y complicado
-añadió-, pero Cristo, el Ungido de Dios, no vino a un mundo fácil, vino
precisamente porque era difícil". Su trabajo era 'ungir' al mundo con
el espíritu de Dios. No importa que parezca dañado. El mundo, obra del
espíritu de Dios, a pesar de toda la carga del pecado, lleva siempre la
huella del espíritu creador, y anhela y clama su presencia.
"La evangelización del mundo no es imposible. Jesucristo no nos engañó.
Para lograrlo, él, el Ungido de Dios, se dignó ungirnos con su propio
espíritu, para que pudiéramos ser sus colaboradores en esta misión".
Pidamos, pues, a Dios Padre que renueve en nosotros el espíritu de
santidad con el que hemos sido ungidos - concluyó el obispo de Salto -
La unción puede llegar a todos, especialmente -como nos pide el papa
Francisco- las "periferias"... Qué nuestro pueblo se sienta `discípulo
del Señor' y reciba, con nuestras palabras y acciones, ese aceite de
alegría que vino a traer a Jesús, el Ungido de Dios", dijo Mons. Gil.