Beirut, LÍBANO (Agencia Fides, 30/04/2019) – Esclavas. Este es el destino de las mujeres
africanas que han emigrado a muchos países de Oriente Medio. Su sueño de
una vida mejor choca contra la “kafala”, un tipo de trato que se ha
convertido en un instrumento de opresión. Sin embargo, un proyecto de
Cáritas junto con ONGs italianas está tratando de rescatar a estas
trabajadoras de la explotación.
El funcionamiento de la kafala es simple: las mujeres que quieren
emigrar por trabajo, entran en contacto con las agencias en el país
donde emigrarán. Estos últimos les proporcionan un “patrocinador” que
les permite ingresar al país anfitrión. Normalmente, el patrocinador es
el empleador que anticipa los gastos del permiso de trabajo y es
responsable de la visa y el estado legal. Muchas mujeres así se
convierten realmente en esclavas.
Los empleadores tienen un poder sobre ellas que va más allá de la
relación entre jefe y empleado. El 65% de las trabajadoras tenía ha
vivido experiencia de trabajo forzoso y esclavitud. La violencia sexual,
los embarazos no deseados, los abusos, las palizas y la explotación
están a la orden del día. Sus salarios son bajos, en algunos casos menos
de 200 dólares al mes. Según la Confederación Sindical Internacional,
hay más de dos millones de migrantes afectados por el fenómeno de la
kafala, que es común en todo Oriente Medio: Arabia Saudita, Bahrein,
Emiratos Árabes Unidos, Jordania, Irak, Kuwait, Omán… pero es en el
Líbano donde la kafala produce efectos negativos. En el país de los
cedros, se estima que 250.000 mujeres inmigrantes padecen esto. Son
sobre todo de Sri Lanka, Etiopía, Bangladesh y Filipinas.
En el Líbano, algunas mujeres logran escapar y encuentran refugio en los
centros de recepción para trabajadores migrantes establecidos por
Cáritas. En los refugios de Olive, Pine y Laksetha se ha llevado a cabo
un proyecto impulsado por Celim, Comunidades voluntarias para el mundo,
el Centro de estudios de la política internacional, la Universidad
Católica del Sagrado Corazón, Municipio de Milán y la International
domestic workers federation.
Los responsables de Celim explican a Fides que trabajan para devolver
una vida digna a las mujeres que han huido de sus abusadores. Se les
ofrece protección en el anonimato. Se les provee de asistencia médica,
psicológica y legal. “Acogemos a muchas mujeres que vuelven a encontrar
su identidad y, poco a poco, incluso un poco de esperanza”, aseguran.
Junto con la primera acogida y asistencia en el Líbano, el proyecto
incluye la posibilidad de repatriación voluntaria y reintegración en los
países de origen. “En tres años tenemos la intención de acoger y ayudar
a más de 1.500 mujeres en los refugios en Beirut y 30.000 detenidas en
la prisión en Adlieh”. Paralelamente, en Etiopía se organizan cursos de
formación profesional para dar a conocer los derechos de los migrantes y
así poder construir una vida con sus propios recursos.
El objetivo de fondo es impulsar un cambio de sistema. Según la ONG
Human Rights Watch en Oriente Medio “debe cambiar esto para permitir que
los trabajadores cambien de trabajo o regresen a sus países, incluso
sin el permiso del empleador. Los países de Oriente Medio (y los del
Golfo en particular) deben reconocer el papel crucial de los
trabajadores migrantes en sus economías y tomar medidas para garantizar
que sus derechos estén plenamente garantizados”.