Bamako, MALI (Agencia Fides 31/05/2021) – “En la noche del 28 de mayo, el Tribunal
Constitucional de Malí ha establecido que la Presidencia de la República
está vacante y ha nombrado al Coronel Goita, líder de los golpistas,
Presidente de la Transición. El coronel ha organizado inmediatamente
reuniones con la sociedad civil y los partidos políticos para explicar
las dificultades que tenía con el presidente Ndaw (en el cargo desde
septiembre de 2020 tras el golpe de Estado del mes anterior, hasta el 24
de mayo, ed). Está preparando el nombramiento de un Primer Ministro que
probablemente será un miembro civil del grupo de políticos llamado
"Movimiento 5 de Junio" (el mismo que derrocó al Presidente Keita en
agosto, ed)". Así lo dice a la Agencia Fides el Padre Edmond Dembele,
Secretario General de la Unión de Sacerdotes Católicos de Malí,
esperando una vuelta a la normalidad en el país, que ha sufrido en tan
sólo 9 meses, dos golpes de Estado.
“Ahora - dice el sacerdote -, estamos esperando las decisiones de la
ECOWAS, que organizó la reunión de los presidentes en Ghana sobre la
situación en Malí el 30 de mayo. El Coronel Goita estuvo presente en
esta reunión. Es necesario que la situación vuelva a estar totalmente
controlada para devolver la estabilidad al país y, en particular, que
los militares hagan frente a la presencia yihadista en el centro y el
norte del país”.
“Afortunadamente – continua -, el golpe fue bastante incruento, no hubo
muchos enfrentamientos, ni tampoco muertos o muchos heridos. En los días
siguientes, hubo manifestaciones a favor y en contra del golpe, sin
incidentes. La gente quiere volver a la normalidad y, sobre todo, quiere
que el ejército se ocupe de la seguridad y de contener la penetración
de los yihadistas, y no que pierda el tiempo con rencillas
político-militares. Estoy seguro de que se encontrará un compromiso para
un gobierno civil como, además, nos pide la comunidad internacional”.
Malí es un país con una gran mayoría islámica (80%), frente a un 5% de
cristianos (mayoritariamente católicos). Hasta hace menos de una década,
el país tenía un buen grado de convivencia religiosa: “Los problemas
surgieron con la llegada de los yihadistas en 2012, y desde entonces las
cosas han cambiado, aunque el diálogo y la convivencia en la sociedad
no han sufrido cambios sustanciales. Hay que decir que aquí los grupos
terroristas islámicos no atacan a las iglesias ni a los cristianos, sus
objetivos son el Estado y el ejército. Están fragmentados, son
percibidos como ajenos a nuestra cultura o extranjeros, y sus objetivos
son algo confusos, entre los que están interesados principalmente en la
conquista del poder y los que, en cambio, pretenden islamizar Malí”,
señala el padre Dembele.
La Iglesia católica desempeña un papel en la escena nacional: “Es muy importante, y su voz, en particular la del cardenal Jean Zerbo, es muy escuchada por todos, independientemente de su fe o afiliación. El cardenal es percibido por los malienses como una autoridad nacional que honra a nuestro país en el mundo, y cuando fue creado en 2017, el presidente expresó su alegría y envió a dos ministros a Roma, al igual que el Consejo Islámico, que envió a tres altos representantes. La Iglesia en general es vista como una institución que está del lado del pueblo”.
Esto -concluye- ocurre también “gracias a una historia de gran cercanía
que se remonta en particular al primer obispo maliense, Luc Auguste
Sangaré, fallecido en 1998, que se distinguió entre las pocas voces que
decían valientemente la verdad al Presidente incluso cuando era muy
peligroso porque había una dictadura militar y la gente vivía
aterrorizada”.