Hakha, MYANMAR (Agencia Fides, 04/06/2021) – “Es urgente detener los combates. Muchas
personas inocentes sufren y están desesperadas. Se necesita ayuda
internacional porque aquí hay una emergencia humanitaria. Pedimos a las
agencias de la ONU y a las ONG que abran oficialmente los campos de
refugiados para poder ofrecer ayuda humanitaria a los desplazados de
Mindat y sus alrededores”: es el sentido llamamiento entregado a la
Agencia Fides por el p. Joseph Sethang, sacerdote católico y párroco en
Mindat, que ha llevado a 80 refugiados, en su mayoría niños, mujeres y
ancianos, a su iglesia del Sagrado Corazón en Mindat, una ciudad de la
diócesis católica de Hakha, capital del estado birmano de Chin, en el
oeste de Mynamar, en la frontera con la India y Bangladesh. En el estado
de Chin, un estado rural y montañoso del noroeste de Myanmar, que se
encuentra entre los menos desarrollados del país, existe una fuerte
resistencia de las “Fuerzas Populares de Defensa” que, tras el golpe de
Estado del 1 de febrero, se oponen al ejército birmano. En Mindat, los
enfrentamientos comenzaron a finales de abril después de que los
militares se negaran a liberar a siete jóvenes detenidos que protestaban
pacíficamente contra el golpe de Estado y a favor de la democracia.
Según ha sabido la Agencia Fides, el p. Joseph Sethang se dirigió a la
selva donde habían huido los desplazados y los condujo y acogió en el
recinto de su parroquia. Mang Ling, director de la escuela primaria,
cristiano mayor de la Iglesia Bautista de Mindat, informa que “en la
ciudad de Mindat, de una población de 40.000 habitantes, ahora sólo
quedan unas 700 personas. Todos han huido a causa de los combates”. “Hay
que poner fin a la violencia. Pedimos a las fuerzas armadas birmanas y a
las Fuerzas Populares de Defensa de Mindat que detengan los combates y
dejen de dañar a civiles inocentes, mujeres, niños y ancianos que ya
están sufriendo demasiado”, reitera el sacerdote católico.
Según la información de la Agencia Fides, las autoridades militares
están siguiendo con extrema atención la situación en el estado de Chin:
en los últimos días el Viceministro de Defensa llegó a Mindat y se
reunió, entre otros, con tres sacerdotes católicos (el padre Joseph
Sethang, el padre Timothy Shing y el padre John Omse) y un pastor
baptista, el reverendo Sehaa Hung, pidiéndoles que convenzan a las
personas que huyeron para que vuelvan a la ciudad. Pero los desplazados
no se atreven a volver a sus casas en la ciudad, porque temen por su
seguridad.
Para ayudar a los desplazados de su iglesia, el padre Joseph Sethang ya
había hecho acopio de alimentos en los últimos meses, que ahora
suministra a los desplazados. En esta fase crítica para la población, la
ayuda humanitaria está siendo proporcionada por organizaciones
sociales, especialmente por sacerdotes y religiosos de iglesias
católicas y pastores bautistas. La Iglesia Bautista de Mindat acoge y
protege a unas 700 personas, entre ellas discapacitados, ancianos y
sordos. Los militares birmanos aún no han atacado ni a la Iglesia
Bautista ni a la Católica en Mindat.
Según la Chin Human Rights Organization (CHRO) los militares, han cometido “crímenes de guerra y graves violaciones de la Convención de Ginebra” en Mindat. Desde que se impuso la ley marcial el 13 de mayo, según la CHRO, los militares han utilizado a los jóvenes locales como escudos humanos, han ocupado escuelas y hospitales, han destruido propiedades y han llevado a cabo ataques con armas pesadas por aire y tierra. Desgastados por la sangrienta represión y las detenciones arbitrarias, los combatientes de Mindat forman parte de las fuerzas populares de todo el país que actualmente optan por la resistencia armada para oponerse al gobierno militar.