VIAJE APOSTÓLICO DE SU SANTIDAD EL PAPA FRANCISCO
A RUMANÍA
(31 DE MAYO - 2 DE JUNIO DE 2019)
RUEDA DE PRENSA DEL SANTO PADRE
DURANTE EL VUELO DE REGRESO A ROMA
Domingo, 2 de junio de 2019
Y nuestro gran Francisco [fotógrafo], cuando vio la comunicación que tuve con aquella mujer con los ojos, tomó la foto y ahora se ha hecho pública: la vi esta tarde en Vatican Insider. Estas son las raíces, y esto crecerá. No será como yo, pero yo doy lo mío. Es importante este encuentro [entre ancianos y jóvenes]. Después están los verbos, cuando los abuelos escuchan que tienen nietos que llevarán adelante la historia, comienzan a soñar —los abuelos cuando no sueñan se deprimen—: ¡Ah, existe el futuro! Y los jóvenes animados por esto, comienzan a profetizar, y a hacer historia. Importante.
No sé qué decirte más... Pero lee ese discurso del alcalde del Bürgermeister de Aachen: es una joya.
A RUMANÍA
(31 DE MAYO - 2 DE JUNIO DE 2019)
RUEDA DE PRENSA DEL SANTO PADRE
DURANTE EL VUELO DE REGRESO A ROMA
Domingo, 2 de junio de 2019
Alessandro Gisotti:
Buenas tardes. Bienvenido, Santo Padre. Bienvenidos. Vuelo de
regreso... Santo Padre, el lema de este viaje ha sido: “Caminamos
juntos”, pero también “volamos juntos”, porque creo que hemos volado
realmente mucho, también la tarea, el cansancio… En su discurso ante la
prensa extranjera hace unos días, usted concluyó diciendo: “veo en los
viajes apostólicos vuestro cansancio”. He aquí el cansancio, la pasión,
el compromiso de los colegas que han contado este viaje... Hoy es la
Jornada de las Comunicaciones Sociales, como sabéis, dedicada a
nosotros, como periodistas, operadores de la comunicación, con el tema:
“Somos miembros unos de otros”. Santo Padre, sé que antes de las
preguntas quiere ofrecer alguna reflexión sobre esta jornada dedicada a
nosotros.
Papa FRANCISCO:
Buenas tardes. Muchas gracias por vuestra compañía, como ha dicho
Gisotti, hoy esta jornada hace que pensemos en vosotros. Vosotros
trabajáis en las comunicaciones, sois operadores —como dijo Alessandro—,
pero ante todo sois, deberíais ser, testigos de la comunicación. Hoy la
comunicación va en retroceso, en general; sigue adelante el contacto,
hacer contactos y no llegar a comunicar. Y vosotros, por vocación, sois
testigos del hecho de comunicar. Es cierto, debéis hacer los contactos,
pero no os detengáis ahí, avanzad. Os aliento a seguir adelante en este
testimonio de comunicar, porque este tiempo tiene menos necesidad de
contactos y más de comunicación. Gracias, felicidades por vuestra
Jornada y adelante con las preguntas.
Gisotti:
Entonces, Santo Padre, como es tradición, las primeras preguntas
están dirigidas por los medios del País en el que hemos estado. Empieza
Diana Dumitrascu de la televisión rumana TVR. Adelante.
Diana Dumitrascu:
Santo Padre, le agradecemos su visita a Rumanía. Santidad, usted sabe
que millones de nuestros connacionales han emigrado en los últimos
años. ¿Cuál es su mensaje para una familia que deja a sus propios hijos
para ir a trabajar al extranjero con el objetivo de asegurarles una vida
mejor? Gracias.
Papa FRANCISCO:
Antes de nada, esto me hace pensar en el amor de la familia, porque
separarse en dos, en tres, no es algo bonito. Siempre hay nostalgia de
reencontrarse. Pero separarse para que no falte nada a la familia es un
acto de amor. En la misa de ayer escuchamos la última petición de esa
señora que trabajaba en el extranjero para ayudar a la familia. Una
separación así siempre es dolorosa. Pero, ¿por qué se van? No para hacer
turismo, sino por necesidad. Necesidad. Y muchas veces no es porque el
país no encuentre… Muchas veces son resultados de una política mundial
que incide en esto. Sé lo que es la historia de tu país, después de la
caída del comunismo… Después tantas empresas extranjeras cerraron para
abrir en el extranjero, para ganar más. Cerrar hoy una empresa y dejar a
la gente en la calle. Y esto también es una injusticia mundial,
general, de falta de solidaridad. Es un sufrimiento. ¿Cómo luchar?
Intentando abrir fuentes de trabajo. No es fácil; no es fácil en la
situación mundial actual de las finanzas, de la economía. Pero pensad
que tenéis un nivel de nacimientos impresionante: aquí no se ve el
invierno demográfico que vemos en Europa. Es una injusticia no poder
tener fuentes de trabajo para tantos jóvenes. Y por eso deseo que se
resuelva esta situación que no depende solamente de Rumanía, sino del
orden mundial financiero, de esta sociedad del consumismo, del tener
más, del ganar más… y mucha gente se queda allí, sola. No sé, esta es mi
respuesta: una llamada a la solidaridad mundial en este momento en el
que Rumanía tiene la presidencia de la Unión Europea, considerarla un
poco… Gracias.
Gisotti:
Le dirige ahora la pregunta Cristian Micaci de Radio María-Rumanía.
Cristian Micaci:
Santo Padre, como ha dicho también el director antes, se ha hablado
en estos días de “caminar juntos”. Ahora, en su partida, yo le quisiera
preguntar: ¿Qué nos aconseja a nosotros, de Rumanía? ¿Cuáles deberían
ser las relaciones entre las confesiones, de modo particular entre la
Iglesia Católica y la Ortodoxa —la minoría católica y la mayoría
ortodoxa—, la relación entre las diferentes etnias y la relación entre
el mundo político y la sociedad civil?
Papa FRANCISCO:
En general, yo diría que la relación de la mano tendida, cuando hay
conflictos. Hoy un país en desarrollo con un alto nivel de nacimientos
como vosotros, con este futuro, no puede permitirse el lujo de tener
enemigos dentro. Se debe hacer un proceso de acercamiento, siempre:
entre las diferentes etnias, entre las diferentes confesiones
religiosas, sobre todo las dos cristianas… Esto es lo primero: siempre
la mano tendida, escuchar al otro. Con la iglesia ortodoxa: vosotros
tenéis un gran Patriarca, un hombre de gran corazón y un gran estudioso.
Conoce la mística de los Padres del desierto, la mística espiritual, ha
estudiado en Alemania… Es también un hombre de oración. Es fácil
acercarse a Daniel, es fácil porque yo lo siento hermano y hemos hablado
como hermanos. Yo no diré: “Porque vosotros…”, y él no dirá: “Porque
vosotros…”. ¡Avanzamos juntos! Teniendo siempre esta idea: el ecumenismo
no es llegar al final del partido, de las discusiones; el ecumenismo se
hace caminando juntos: Caminando juntos, rezando juntos. El ecumenismo
de la oración. Tenemos en la historia el ecumenismo de la sangre: cuando
asesinaban a los cristianos no preguntaban: “¿Tú eres ortodoxo?, ¿tú
eres católico?, ¿tú eres luterano?, ¿tú eres anglicano?” No. “Tú eres
cristiano”, y la sangre se mezclaba. Un ecumenismo del testimonio, es
otro ecumenismo. De la oración, de la sangre, del testimonio. Después,
el ecumenismo del pobre, como lo llamo yo, que es trabajar juntos,
en lo que podemos, trabajar para ayudar a los enfermos, a la gente que
está un poco al margen del mínimo bienestar: ayudar. Mateo 25: este es
un hermoso programa ecuménico. Caminar juntos es ya la unidad de los cristianos.
Pero no esperéis que los teólogos se pongan de acuerdo para llegar a la
Eucaristía.
La Eucaristía se hace todos los días con la oración, con la memoria de la sangre de nuestros mártires, con las obras de caridad y también queriéndose bien. En una ciudad de Europa había una buena relación —¡hay!— entre el arzobispo católico y el arzobispo luterano. El arzobispo católico debía ir al Vaticano el domingo por la tarde y llamó para decir que llegaría el lunes por la mañana. Cuando llegó me dijo: “Discúlpeme, pero ayer el arzobispo luterano debía ir a una reunión y me pidió: Por favor, ven a mi catedral y encárgate tú del culto”. ¡Hay hermandad! Llegar a esto es mucho. Y la homilía la hizo el católico. No celebró la Eucaristía, pero la homilía sí. Esto es hermandad. Cuando yo estaba en Buenos Aires, fui invitado por la Iglesia escocesa para predicar varias veces, e iba allí y predicaba… ¡Se puede! Se puede caminar juntos. Unidad, hermandad, mano tendida, mirarse con bondad, no hablar mal de los demás… defectos tenemos todos, todos. Pero si caminamos juntos, dejemos los defectos a un lado: esos que critican los “solterones”. Gracias.
La Eucaristía se hace todos los días con la oración, con la memoria de la sangre de nuestros mártires, con las obras de caridad y también queriéndose bien. En una ciudad de Europa había una buena relación —¡hay!— entre el arzobispo católico y el arzobispo luterano. El arzobispo católico debía ir al Vaticano el domingo por la tarde y llamó para decir que llegaría el lunes por la mañana. Cuando llegó me dijo: “Discúlpeme, pero ayer el arzobispo luterano debía ir a una reunión y me pidió: Por favor, ven a mi catedral y encárgate tú del culto”. ¡Hay hermandad! Llegar a esto es mucho. Y la homilía la hizo el católico. No celebró la Eucaristía, pero la homilía sí. Esto es hermandad. Cuando yo estaba en Buenos Aires, fui invitado por la Iglesia escocesa para predicar varias veces, e iba allí y predicaba… ¡Se puede! Se puede caminar juntos. Unidad, hermandad, mano tendida, mirarse con bondad, no hablar mal de los demás… defectos tenemos todos, todos. Pero si caminamos juntos, dejemos los defectos a un lado: esos que critican los “solterones”. Gracias.
Gisotti:
Xavier Lenormand, de Média francés.
Xavier Lenormand:
Santidad, mi pregunta está un poco relacionada con la de antes. El
primer día de este viaje, usted se dirigió a la catedral ortodoxa para
un momento hermoso, pero también un poco duro, la oración del
Padrenuestro. Un poco duro porque si los católicos y los ortodoxos
estaban juntos, no rezaron juntos. Usted recién habló del ecumenismo de
la oración. Entonces, mi pregunta es: Santidad, ¿en qué pensaba usted
cuando se quedó en silencio durante el Padrenuestro en rumano? Y,
¿cuáles son los próximos pasos concretos en este camino juntos? Gracias,
Santidad.
Papa FRANCISCO:
Yo te haré una confidencia: yo no me quedé en silencio, recé el
Padrenuestro en italiano. ¿También tú? Está bien. Y vi, durante la
oración del Padrenuestro, que la mayoría de la gente, ya sea en rumano o
en latín, rezaba. La gente va más allá de nosotros, los dirigentes:
nosotros, los jefes, debemos hacer equilibrios diplomáticos para
asegurar que vamos juntos. Hay costumbres, reglas diplomáticas que está
bien conservar para que las cosas no se arruinen; pero el pueblo reza
junto. También nosotros, cuando estamos solos, rezamos juntos. Este es
un testimonio. Yo tengo la experiencia de rezar con muchos, con muchos
pastores luteranos, evangélicos y también ortodoxos. Los patriarcas son
abiertos. Sí, también nosotros los católicos tenemos gente cerrada, que
no quiere, y dice: “No, los ortodoxos son cismáticos”. Esto es algo
anticuado. Los ortodoxos son cristianos. Pero hay grupos católicos un
poco fundamentalistas: debemos tolerarlos, rezar por ellos para que el
Señor y el Espíritu Santo les ablanden un poco el corazón. Pero yo recé.
Los dos. No miré a Daniel, pero creo que él hizo lo mismo.
Gisotti:
Gracias, Santo Padre. Le dirige ahora la pregunta Manuela Tulli de la Agencia Ansa.
Manuela Tulli:
Buenas tardes, Santo Padre. Hemos estado en Rumanía, un país que se
ha mostrado europeísta. En estas recientes elecciones, algunos líderes
políticos, como nuestro viceprimer ministro, Matteo Salvini, hicieron
campaña electoral mostrando los símbolos religiosos: en los mítines
hemos visto rosarios, cruces, consagraciones al Corazón Inmaculado de
María. Quería saber qué impresión le ha dado esto a usted y si es
cierto, como dice alguna indiscreción, que usted no quiere encontrarse
con nuestro viceprimer ministro.
Papa FRANCISCO:
Primero —comienzo por la segunda— yo no he escuchado que ninguno del
gobierno [italiano], excepto el primer ministro, haya pedido audiencia.
Ninguno. Para pedir una audiencia, se debe hablar con la Secretaría de
Estado, se pide una audiencia. El primer ministro Conte la pidió y se le
concedió, como indica el protocolo. Fue una hermosa audiencia, con el
primer ministro, de una hora o más. Un hombre inteligente, un profesor
que sabe de lo que habla. Respecto al viceprimer ministro, no he
recibido ninguna petición, ni tampoco de otros ministros. Pero sí he
recibido al presidente de la República.
Segundo, sobre esas imágenes. He dicho muchas veces que solo leo dos
periódicos: el “periódico del partido”, es decir, “L’Osservatore
Romano”, este lo leo y sería hermoso que vosotros lo leyerais, porque
ahí hay claves de interpretación muy interesantes. Y también cosas que
yo digo que están ahí. Y después “Il Messaggero”, que me gusta, Il
Messaggero, porque tiene titulares grandes: lo hojeo, algunas veces me
detengo… y no me detuve en esas noticias sobre la propaganda electoral,
cómo ha hecho un partido u otro esa propaganda… De verdad.
Hay un tercer elemento, en eso me confieso ignorante: yo no entiendo
la política italiana. Es cierto, debo estudiarla, no la entiendo. Dar
una opinión sobre las actitudes de una campaña electoral, de uno de los
partidos, sin información, así, sería muy imprudente por mi parte. Yo
rezo por todos, para que Italia vaya adelante, para que los italianos se
unan y sean leales en su compromiso. También yo soy italiano porque soy
hijo de emigrantes italianos: soy italiano de sangre. Mis hermanos,
todos tienen la ciudadanía. Yo no quise tenerla porque en el tiempo en
el que la adquirieron yo era obispo y dije: “No, el obispo debe ser de
la patria” y no quise tomarla. Y por eso no la tengo. Existe en la
política de muchos países —muchos— la enfermedad de la corrupción, por
todas partes. No digáis mañana: “el Papa ha dicho que la política
italiana es corrupta”, no. Yo he dicho que una de las enfermedades de la
política por todas partes es patinar en la corrupción. Un hecho
universal. Por favor, no me hagáis decir algo que no he dicho. Y una vez
me dijeron cómo son los pactos políticos: imaginemos una reunión de
nueve emprendedores en la mesa; discuten para ponerse de acuerdo sobre
el desarrollo de sus empresas y al final, después de horas y horas y
horas, y café y café y café, se ponen de acuerdo. Han hecho las actas,
hacen el resumen, lo leen… ¿De acuerdo? De acuerdo. Mientras lo imprimen
toman un whisky para celebrar y después comienzan a circular los
papeles para firmar el acuerdo. En el momento en el que giran los
papeles, bajo la mesa, yo y el otro… hago otro bajo la mesa. Esto es
corrupción política, que se hace un poco en todas partes. Debemos ayudar
a los políticos a ser honestos, a no hacer campañas con banderas
deshonestas: la calumnia, la difamación, los escándalos… y, tantas
veces, sembrar odio y miedo; esto es terrible. Una política, un político
nunca, nunca debe sembrar odio y miedo. Solamente esperanza. Justa,
exigente, pero esperanza. Porque debe conducir al país hacia allí y no
darle miedo. No sé si he respondido. Pero sobre los particulares de la
conducta de los políticos, no sé.
Gisotti:
Santo Padre, le dirige ahora la pregunta Eva Fernández, periodista de la Cope.
Eva Fernández:
Santo Padre, ayer durante el encuentro con los jóvenes y las
familias, insistió de nuevo en la importancia de la relación entre
abuelos y jóvenes, para que los jóvenes tengan las raíces para seguir
adelante y los abuelos puedan soñar. Usted no tiene una familia cerca,
pero ha dicho que Benedicto XVI es como un abuelo, es como tener un
abuelo en casa...
Papa FRANCISCO:
Es verdad.
Eva Fernández:
¿Sigue viéndolo como un abuelo?
Papa FRANCISCO:
Más aún. Cada vez que voy a verle lo siento así. Y le cojo la mano y
le dejo hablar. Habla poco, habla despacio, pero con la misma
profundidad de siempre. Porque el problema de Benedicto son las
rodillas, no la cabeza: tiene una gran lucidez y yo escuchándole, me
hago más fuerte, siento que me viene la “savia” de las raíces y me ayuda
a seguir adelante. Siento esta tradición de la Iglesia que no es una
cosa de museo; la tradición, no. La tradición es como las raíces, que te
dan la savia para crecer. Y tú no serás como las raíces, no: tú
florecerás, el árbol crecerá, dará frutos y las semillas se convertirán
en raíces para otros. La tradición de la Iglesia está siempre en
movimiento. En una entrevista que hizo Andrea Monda en «L'Osservatore
Romano» hace algunos días —vosotros leéis L'Osservatore, ¿no?—, había
una situación que me gustó mucho del músico Gustav Mahler. Y hablando de
las tradiciones, él decía: «La tradición es la garantía del futuro y no
la guardiana de las cenizas». No es un museo. La tradición no custodia
las cenizas, la nostalgia de los fundamentalistas, regresar a las
cenizas, no. La tradición son las raíces que garantizan que el árbol
crezca, florezca y dé frutos. Y repito esa pieza del poeta argentino que
me gusta tanto citar: «Todo lo que el árbol tiene de florido, vive de
lo sepultado». Estoy contento porque en Iasi hice referencia a esa
abuela [con el nietecillo recién nacido entre los brazos]: fue un gesto
de “complicidad” y con aquellos ojos... en aquel momento he estado tan
emocionado que no he reaccionado, y después el papamóvil siguió
adelante; y, en definitiva, habría podido decirle a esta abuela que
viniera delante para hacer ver este gesto... Y dije al Señor Jesús: “es
una pena, pero Tú eres capaz de resolver”.
Y nuestro gran Francisco [fotógrafo], cuando vio la comunicación que tuve con aquella mujer con los ojos, tomó la foto y ahora se ha hecho pública: la vi esta tarde en Vatican Insider. Estas son las raíces, y esto crecerá. No será como yo, pero yo doy lo mío. Es importante este encuentro [entre ancianos y jóvenes]. Después están los verbos, cuando los abuelos escuchan que tienen nietos que llevarán adelante la historia, comienzan a soñar —los abuelos cuando no sueñan se deprimen—: ¡Ah, existe el futuro! Y los jóvenes animados por esto, comienzan a profetizar, y a hacer historia. Importante.
Eva Fernández:
Gracias, Santo Padre.
Gisotti:
Tenemos espacio, creo todavía, para una pregunta: Lucas Wiegelmann de la Herder Korrespondenz...
Papa FRANCISCO:
Esta revista la leía en Buenos Aires...
Lucas Wiegelmann:
Santo Padre, en estos días ha hablado tanto de la fraternidad y de la
gente y de caminar juntos, algo que ya habíamos escuchado. Pero vemos
que en Europa crece el número de los que no desean la fraternidad, sino
el egoísmo y el aislamiento, prefieren caminar solos. ¿Por qué es así,
según usted, y qué debe hacer Europa para cambiarlo? Gracias.
Papa FRANCISCO:
Discúlpame si me cito, pero lo hago sin vanidad, por utilidad. Hablé
de este problema en los dos [tres] discursos: en Estrasburgo; en el
discurso que he dado cuando recibí el Premio Carlo Magno y después en el
discurso ante todos los jefes de Estado y de gobierno en la Sala Regia:
estaban todos, cuando fue el aniversario de los Pactos para la
fundación de la Unión Europea. En estos discursos he dicho todo lo que
pienso. Y también hay otro discurso que no es mío, sino del alcalde de
Bürgermeister de Aachen. Ese es una joya, una joya vuestra, alemana. Una
joya. Léelo y encontrarás elementos. Europa debe entablar un coloquio.
Europa no debe decir: “Estamos unidos, ahora digámosle a Bruselas:
arreglaos entre vosotros, seguid vosotros adelante”. No. Todos somos
responsables de la Unión Europea, todos. Y esta circulación de la
presidencia no es un gesto de cortesía como bailar el minué: te toca a
ti, te toca a ti. No, es un símbolo de la responsabilidad que cada uno
de los países tiene ante Europa. Si Europa no mira bien los retos
futuros, Europa se marchitará. Me permití decir en Estrasburgo que
siento que Europa está dejando de ser la “madre Europa”; y se está
convirtiendo en la “abuela Europa”. Se ha envejecido, ha perdido el
deseo de trabajar juntos. Quizás a escondidas alguno se puede hacer la
pregunta: ¿no será este el fin de una aventura de 70 años? Hay que
retomar el espíritu de los Padres fundadores: retomar esto. Europa tiene
necesidad de sí misma, de ser ella misma, de la propia identidad, de la
propia unidad; y superar con esto, con tantas cosas que la buena
política ofrece, superar las divisiones y las fronteras. Estamos viendo
las fronteras en Europa: esto no hace bien. Ni siquiera las fronteras
culturales, no hacen bien. Es verdad que cada país tiene su propia
cultura y debe cuidarla, pero con el espíritu del poliedro: hay una
globalización donde se respetan la cultura de todos, pero todos unidos.
Pero, por favor, que Europa no se deje vencer por el pesimismo o las
ideologías, porque Europa, en este momento, es atacada no con cañones o
bombas, sino con ideologías: ideologías que no son europeas, que vienen
de afuera, o nacen en los grupitos europeos, pero no son grandes. Pensad
en la Europa, dividida y beligerante, de 1914 y de 1932-1933 a 1939,
cuando estalló la guerra: pero no regresemos a esto, por favor.
Aprendamos de la historia, no caigamos en el mismo pozo. La otra vez os
dije que se dice que el único animal que tropieza dos veces es el
hombre: el asno nunca lo hace.
No sé qué decirte más... Pero lee ese discurso del alcalde del Bürgermeister de Aachen: es una joya.
Gisotti:
Gracias, Santo Padre. Gracias por esta disponibilidad al término de
tres días tan intensos, también por estos cinco viajes, uno detrás de
otro, en esta primera
parte del año, ricos de momentos, tan diferentes
por los encuentros que ha tenido. Gracias.
Papa FRANCISCO:
Ahora dos cosas. Por motivos del clima [de las condiciones
meteorológicas], ayer tuve que ir en coche: dos horas y cuarenta. Fue
una gracia de Dios: he visto un paisaje hermosísimo como nunca había
visto. He cruzado toda Transilvania, es una belleza. Jamás había visto
algo así. Y hoy, para ir a Blaj, lo mismo: algo hermoso, hermoso el
paisaje de este país. Agradezco también la lluvia que me ha hecho viajar
así y no en helicóptero; tener más contacto con la realidad.
Y lo segundo: sé que algunos de vosotros sois creyentes, otros no
tanto, pero diré a los creyentes: recen por Europa, recen por Europa,
por la unidad. Que el Señor nos dé la gracia. A los no creyentes: desead
la buena voluntad, el deseo de corazón, el deseo para que Europa
regrese a ser el sueño de los Padres fundadores. Gracias. Muchas
gracias. Y buen fin de vuestra “fiesta” [la Jornada Mundial de las
Comunicaciones Sociales].
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