miércoles, 31 de marzo de 2021

Audiencia General del Papa FRANCISCO: "El Triduo Pascual"

CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 31 de marzo de 2021).-  La Audiencia General de esta mañana tuvo lugar a las 9.15 horas en la Biblioteca del Palacio Apostólico Vaticano.

En su catequesis, en la víspera del Triduo Pascual, el Papa FRANCISCO centró su meditación en la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo (Lectura: Is 52, 13-15).

Después de resumir su catequesis en diferentes idiomas, el Santo Padre dirigió unas palabras de saludo a los fieles.

La Audiencia General concluyó con el rezo del Pater Noster y la Bendición Apostólica.


PAPA FRANCISCO

AUDIENCIA GENERAL

Miércoles, 31 de marzo de 2021

 

Catequesis. El Triduo Pascual

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Ya inmersos en el clima espiritual de la Semana Santa, estamos en la vigilia del Triduo pascual. Desde mañana y hasta el domingo viviremos los días centrales del Año litúrgico, celebrando el misterio de la Pasión, de la Muerte y de la Resurrección del Señor. Y este misterio lo vivimos cada vez que celebramos la Eucaristía. Cuando nosotros vamos a Misa, no vamos solo a rezar, no: vamos a renovar, a hacer de nuevo, este misterio, el misterio pascual. Es importante no olvidar esto. Es como si nosotros fuéramos al Calvario —es lo mismo— para renovar, para hacer de nuevo el misterio pascual.

La tarde del Jueves Santo, entrando en el Triduo pascual, reviviremos la Misa que se llama in Coena Domini, es decir la Misa donde se conmemora la Última cena, lo que sucedió allí, en ese momento. Es la tarde en la que Cristo dejó a sus discípulos el testamento de su amor en la Eucaristía, pero no como recuerdo, sino como memorial, como su presencia perenne. Cada vez que se celebra la Eucaristía, como dije al principio, se renueva este misterio de la redención. En este Sacramento, Jesús sustituyó la víctima del sacrificio —el cordero pascual— consigo mismo: su Cuerpo y su Sangre nos donan la salvación de la esclavitud del pecado y de la muerte. La salvación de toda esclavitud está ahí. Es la tarde en la que Él nos pide que nos amemos haciéndonos siervos los unos de los otros, como hizo Él lavando los pies a los discípulos. Un gesto que anticipa la cruenta oblación en la cruz. Y de hecho el Maestro y Señor morirá el día después para limpiar no los pies, sino los corazones y toda la vida de sus discípulos. Ha sido una oblación de servicio a todos nosotros, porque con ese servicio de su sacrificio nos ha redimido a todos.

El Viernes Santo es día de penitencia, de ayuno y de oración. A través de los textos de la Sagrada Escritura y las oraciones litúrgicas, estaremos como reunidos en el Calvario para conmemorar la Pasión y la Muerte redentora de Jesucristo. En la intensidad del rito de la Acción litúrgica se nos presentará el Crucificado para adorar. Adorando la Cruz, reviviremos el camino del Cordero inocente inmolado por nuestra salvación. Llevaremos en la mente y en el corazón los sufrimientos de los enfermos, de los pobres, de los descartados de este mundo; recordaremos a los “corderos inmolados” víctimas inocentes de las guerras, de las dictaduras, de las violencias cotidianas, de los abortos… Delante de la imagen de Dios crucificado llevaremos, en la oración, los muchos, demasiados crucificados de hoy, que solo desde Él pueden recibir el consuelo y el sentido de su sufrimiento. Y hoy hay muchos: no olvidar a los crucificados de hoy, que son la imagen del Jesús Crucificado, y en ellos está Jesús.

Desde que Jesús tomó sobre sí las llagas de la humanidad y la misma muerte, el amor de Dios ha regado nuestros desiertos, ha iluminado nuestras tinieblas. Por que el mundo está en las tinieblas. Hagamos una lista de todas las guerras que se están combatiendo en este momento; de todos los niños que mueren de hambre; de los niños que no tienen educación; de pueblos enteros destruidos por las guerras, el terrorismo. De tanta, tanta gente que para sentirse un poco mejor necesita de la droga, de la industria de la droga que mata… ¡Es una calamidad, es un desierto! Hay pequeñas “islas” del pueblo de Dios, tanto cristiano como de cualquier otra fe, que conservan en el corazón las ganas de ser mejores. Pero digámonos la realidad: en este Calvario de muerte, es Jesús quien sufre en sus discípulos. Durante su ministerio, el Hijo de Dios había derramado generosamente la vida, sanando, perdonando, resucitando… Ahora, en la hora del supremo Sacrificio en la cruz, lleva a cumplimiento la obra encomendada por el Padre: entra en el abismo del sufrimiento, entra en estas calamidades de este mundo, para redimir y transformar. Y también para liberarnos a cada uno de nosotros del poder de las tinieblas, de la soberbia, de la resistencia a ser amados por Dios. Y esto, solo el amor de Dios puede hacerlo. Por sus llagas hemos sido sanados (cf. 1 P 2,24), dice el apóstol Pedro, de su muerte hemos sido regenerados, todos nosotros. Y gracias a Él, abandonado en la cruz, nunca nadie está solo en la oscuridad de la muerte. Nunca, Él está siempre al lado: solo hay que abrir el corazón y dejarse mirar por Él.

El Sábado Santo es el día del silencio: hay un gran silencio sobre toda la Tierra; un silencio vivido en el llanto y en el desconcierto de los primeros discípulos, conmocionados por la muerte ignominiosa de Jesús. Mientras el Verbo calla, mientras la Vida está en el sepulcro, aquellos que habían esperado en Él son sometidos a dura prueba, se sienten huérfanos, quizá también huérfanos de Dios. Este sábado es también el día de María: también ella lo vive en el llanto, pero su corazón está lleno de fe, lleno de esperanza, lleno de amor. La Madre de Jesús había seguido al Hijo a lo largo de la vía dolorosa y se había quedado a los pies de la cruz, con el alma traspasada. Pero cuando todo parece haber terminado, ella vela, vela a la espera manteniendo la esperanza en la promesa de Dios que resucita a los muertos. Así, en la hora más oscura del mundo, se ha convertido en Madre de los creyentes, Madre de la Iglesia y signo de la esperanza. Su testimonio y su intercesión nos sostienen cuando el peso de la cruz se vuelve demasiado pesado para cada uno de nosotros.

En las tinieblas del Sábado Santo irrumpirán la alegría y la luz con los ritos de la Vigilia pascual, tarde por la noche, y el canto festivo del Aleluya. Será el encuentro en la fe con Cristo resucitado y la alegría pascual se prolongará durante los cincuenta días que seguirán, hasta la venida del Espíritu Santo. ¡Aquel que había sido crucificado ha resucitado! Todas las preguntas y las incertidumbres, las vacilaciones y los miedos son disipados por esta revelación. El Resucitado nos da la certeza de que el bien triunfa siempre sobre el mal, que la vida vence siempre a la muerte y nuestro final no es bajar cada vez más abajo, de tristeza en tristeza, sino subir a lo alto. El Resucitado es la confirmación de que Jesús tiene razón en todo: en el prometernos la vida más allá de la muerte y el perdón más allá de los pecados. Los discípulos dudaban, no creían. La primera en creer y ver fue María Magdalena, fue la apóstola de la resurrección que fue a contar que había visto a Jesús, que la había llamado por su nombre. Y después, todos los discípulos le han visto. Pero, yo quisiera detenerme sobre esto: los guardias, los soldados, que estaban en el sepulcro para no dejar que vinieran los discípulos y llevarse el cuerpo, le han visto: le han visto vivo y resucitado. Los enemigos le han visto, y después han fingido que no le habían visto. ¿Por qué? Porque fueron pagados. Aquí está el verdadero misterio de lo que Jesús dijo una vez: “Hay dos señores en el mundo, dos, no más: dos. Dios y el dinero. Quien sirve al dinero está contra Dios”. Y aquí está el dinero que hizo cambiar la realidad. Habían visto la maravilla de la resurrección, pero fueron pagados para callar. Pensemos en las muchas veces que hombres y mujeres cristianos han sido pagados para no reconocer en la práctica la resurrección de Cristo, y no han hecho lo que el Cristo nos ha pedido que hagamos, como cristianos.

Queridos hermanos y hermanas, también este año viviremos las celebraciones pascuales en el contexto de la pandemia. En muchas situaciones de sufrimiento, especialmente cuando quienes las sufren son personas, familias y poblaciones ya probadas por la pobreza, calamidades o conflictos, la Cruz de Cristo es como un faro que indica el puerto a las naves todavía en el mar tempestuoso. La Cruz de Cristo es el signo de la esperanza que no decepciona; y nos dice que ni siquiera una lágrima, ni siquiera un lamento se pierden en el diseño de salvación de Dios. Pidamos al Señor que nos dé la gracia de servirle y de reconocerle y de no dejarnos pagar para olvidarle. 

 


 

Catequesis y saludo del Santo Padre en español

 

Queridos hermanos y hermanas:

Inmersos en el clima espiritual de la Semana Santa, mañana entramos en el Triduo Pascual, que es el centro del Año litúrgico. En estos tres días, que forman una unidad y son los más importantes de la liturgia de la Iglesia, conmemoramos el misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor Jesús.

En la tarde del Jueves Santo, con la Misa in Coena Domini, haremos memoria de la Última Cena. En ella, Cristo anticipó su sacrificio en la Cruz, y entregó a sus discípulos el testamento de su amor incondicional en la Eucaristía. Con el gesto del lavatorio de los pies, Jesús nos pide que nos amemos, y como Él, que nos hagamos siervos los unos de los otros. El Viernes Santo, día de penitencia, ayuno y oración, de la mano de la Sagrada Escritura y las oraciones litúrgicas nos reunimos espiritualmente en el Calvario, para celebrar la Pasión y Muerte de Jesús. Él, por amor, entrando en el abismo del dolor y del sufrimiento, nos redime y nos salva, dando sentido a nuestras aflicciones y tribulaciones. Pondremos ante Jesús crucificado a todos los crucificados de hoy, hermanos y hermanas, víctimas inocentes del sufrimiento y la maldad del mundo, sólo Él puede consolarlos y darles amor.

El Sábado Santo, día del gran silencio, junto con María, que Jesús desde la Cruz nos entregó como Madre, esperamos vigilantes el cumplimiento de la Promesa de Dios, en la resurrección del Señor, que la Vigilia Pascual nos anuncia con alegría desbordante. El Resucitado, a quien encontramos en la fe, nos manifiesta que la vida triunfa sobre la muerte, el bien vence al mal y el sentido de nuestra existencia es una vida plena y de felicidad infinita junto a Él.

Saludo cordialmente a los fieles de lengua española. Que en estos momentos de incerteza y aflicción por la pandemia, la fuerza de Cristo resucitado afiance nuestra fe, renueve nuestra esperanza y aumente nuestra caridad. Felices pascuas de Resurrección para todos. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.

 

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Nombramientos del Santo Padre [Miércoles 31 de marzo de 2021]

CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 31 de marzo de 2021).-  En otros Actos Pontificios hoy el Santo Padre FRANCISCO:

 

* Ha nombrado Nuncio Apostólico en Papúa Nueva Guinea al Reverendo Monseñor Fermín Emilio Sosa Rodríguez, Consejero de Nunciatura, elevándolo al mismo tiempo a la sede titular de Viruno, con la dignidad de Arzobispo.

Currículum vitae

 
    S.E. Mons. Fermín Emilio Sosa Rodríguez nació en Izamal (México) el 12 de abril de 1968.


    Fue ordenado Sacerdote el 12 de julio de 1998, incardinado en la Arquidiócesis de Yucatán (México).


    Se graduó en Derecho Canónico.


    Entró en el Servicio Diplomático de la Santa Sede el 1° de enero de 2003, trabajando en las Representaciones Pontificias de Papúa Nueva Guinea, Costa de Marfil, Burkina Faso, Estados Unidos de América, Canadá y Serbia.


    Habla español, inglés, italiano y francés.

 

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 * Ha nombrado Obispo de la diócesis de Nebbi (Uganda) al Reverendo Padre Raphael P'Mony Wokorach, M.C.J., hasta ahora Comisario Pontificio de la Congregación Apóstoles de Jesús.

Currículum vitae

 
    S.E. Monseñor Raphael P'Mony Wokorach, M.C.C.J., nació el 21 de enero de 1961 en Ojigo, en la diócesis de Arua (Uganda). Tras sus estudios en el St. Charles Lwanga College de Koboko, asistió al Seminario Menor de Arua durante cinco años (1975-1979) y luego ingresó en el Instituto de los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús, emitiendo los votos perpetuos el 12 de octubre de 1992. Estudió Filosofía en el Uganda Martyrs National Major Seminary Alokolum (1988-89) y Teología en el Tangaza University College de Nairobi (1989-93). Tiene un Máster en Filosofía.


    Ordenado sacerdote el 25 de septiembre de 1993, ha ocupado los siguientes cargos: Ministerio parroquial en Uganda (1993-1994); Misionero en la República Democrática del Congo, Ecónomo de la Comunidad Comboniana de Kisangani y Formador en el postulantado del Instituto (1994-2001); Misionero en Togo y Formador de postulantes combonianos (2001-2003); Misionero en Chicago, EE.UU., y Formador en el Teologado Internacional Comboniano (2003-2007); Misionero en Nairobi, Kenia, Formador y Profesor en el Tangaza University College (2007-2015); Miembro del Consejo Provincial de Kenia y Viceprovincial (2011-2013); Visitador Apostólico de la Congregación de los Apóstoles de Jesús (2015-2018) y desde 2018 Comisario Pontificio de la misma Congregación, con sede en Nairobi, Kenia.


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 * Ha nombrado Obispo de la diócesis de Lafia (Nigeria) al Reverendo David Ajang, hasta ahora Párroco de Immaculate Conception y Decano de Zaramaganda.

Currículum vitae

 
    S.E. Mons. David Ajang nació el 31 de marzo de 1970 en Zaria, en la diócesis del mismo nombre. Tras la educación primaria y secundaria, asistió al St. John Vianney Minor Seminary en Barkin Ladi (1982-1987). Como seminarista de la Arquidiócesis Metropolitana de Jos, estudió filosofía en el St. Thomas Aquinas Major Seminary de Makurdi (1987-1990) y teología en el Saint Augustine's Major Seminary de Jos (1990-1994).


    Fue ordenado Sacerdote el 3 de diciembre de 1994, incardinado en la Arquidiócesis Metropolitana de Jos. Posteriormente, obtuvo la Licenciatura en Filosofía en la Pontificia Universidad Urbaniana de Roma (2002-2004) y es doctorando en la Universidad de Jos.


    Desde su ordenación Sacerdotal, ha ocupado los siguientes cargos: Vicario parroquial de Saint James en Gombe (1994-1995); Párroco de Saint Molumba en Nasarawa Eggon; Director de vocaciones de la Arquidiócesis Metropolitana de Jos; Vicario parroquial de Saint Theresa en Jos (1998-1999); Párroco de Immaculate Conception en Zaramaganda y Capellán de los jóvenes de la Arquidiócesis Metropolitana de Jos (1999-2001); Administrador de la Catedral de Our Lady of Fatima (2001-2002) y Formador en el St Augustine's Major Seminary de Jos (2004-2012); Párroco de Uganda Martyrs y Decano en Kuru. Desde 2012 hasta ahora ha sido Miembro del Colegio de Consultores de la Arquidiócesis Metropolitana de Jos, desde 2015 Capellán del gobernador del estado de Plateau y desde 2018 Párroco de Immaculate Conception y Decano de Zaramaganda.

Confirmación en el cargo del Director Nacional de las Obras Misionales Pontificias en el Canadá francófono

CIUDAD DEL VATICANO (Agencia Fides 31/03/2021) - El Card. Luis Antonio G. Tagle, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, ha confirmado en el cargo de Director Nacional de las Obras Misionales Pontificias en el Canadá francófono (Montreal) por otros cinco años (2021-2026) al Padre Yoland Ouellet, OMI.

Cercanía, solidaridad y oración del CELAM a los Obispos de Colombia tras los actos de violencia y vandalismo

Bogotá, COLOMBIA (Agencia Fides, 31/03/2021) - El Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) se ha pronunciado con un mensaje de “cercanía, solidaridad y oración” hacia la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), ante los lamentables hechos de violencia y vandalismo ocurridos en la noche del 29 de marzo, “cuando un grupo de atracadores irrumpieron en la sede de la CEC, causando graves destrozos a la infraestructura y hurtando información digital y títulos valores destinados a la acción pastoral y a la ayuda humanitaria en el país”.
 

En su mensaje, el Presidente y el Secretario General del CELAM, Monseñor Oscar Urbina Ortega y Monseñor Elkin Fernando Álvarez, lamentan estos hechos, ocurridos en pleno inicio de la Semana Santa, y los daños causados a la misión pastoral de la Iglesia en Colombia y su compromiso social en defensa de la vida y de los derechos humanos. “¡Hermanos, estamos con ustedes! Gracias por ser ‘Iglesia en salida’, que opta por los más pobres. Gracias por su coraje como artesanos de la paz y de la reconciliación” escribe el Presidente del CELAM, esperando que las investigaciones de las autoridades permitan el rápido esclarecimiento de los hechos.
 

Sobre las 18.00 horas de este lunes 29 de marzo, un grupo de 10 hombres, usando indumentaria de la policía, irrumpió en la sede de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) según lo informado en un comunicado por el padre Jaime Marenco, director de Comunicaciones del Episcopado. Los delincuentes forzaron la entrada y algunas oficinas causando graves daños. Cuatro funcionarios que estaban en el trabajo fueron amordazados pero están bien. “Confiamos en la misericordia de Dios y en la eficacia de las autoridades para esclarecer pronto estos hechos que lamentamos profundamente, pero que no opacan la celebración de estos días santos que conforma el centro de la fe cristiana”, concluye el comunicado. 

El Arzobispo de Sucre: "Tendremos momentos muy difíciles pero debemos seguir adelante porque no vivimos para morir, sino para vivir"

Sucre, BOLIVIA (Agencia Fides,31/03/2021) – "Como en todo comienzo de Semana Santa, la celebración del Domingo de Ramos nos invita a vivir la 'Semana Mayor' como la llaman tradicionalmente los cristianos. Así, la historia de la Pasión del Señor nos recuerda que la gente quería que Jesús los liberara de verdad. del Imperio Romano, pero Jesús comunica otro tipo de liberación, quiere liberarnos del pecado, del egoísmo, de la división, del orgullo, de estos antivalores que no nos permiten vivir en fraternidad, respetando la dignidad. de cada uno ". Estas fueron las palabras del arzobispo Ricardo Centellas de Sucre, en su homilía del domingo 28 de marzo, Domingo de Ramos.
 

"Lo interesante de la Pasión de Jesús es que su misión no termina con la muerte, no termina en fracaso, sino que es un paso hacia una nueva vida. Jesús resucita, para que su historia, su misión continúe y esté en el medio para nosotros, lo celebramos en la Eucaristía y en muchos testimonios de fe ”prosiguió el arzobispo, quien luego propuso una comparación con la realidad del país. "Este mensaje es una invitación. Tendremos momentos muy difíciles en la vida personal, social y familiar que marcan el límite humano, pero debemos seguir adelante porque la muerte no es el fin de la vida, no vivimos para morir, sino para vivir".
 

Bolivia sigue experimentando una gran tensión política tras las medidas del gobierno contra los presuntos protagonistas del llamado "golpe de Estado" que supuso el encarcelamiento de la presidenta interina Jeanine Áñez. Ayer el líder de la Comunidad Ciudadana (CC), Carlos Mesa, propuso seis medidas para la reconciliación y pacificación del país, las cuales fueron inmediatamente rechazadas por el presidente de Diputados, Freddy Mamani (del partido MAS), quien también definió la propuesta. "demagógica".
 

El político opositor afirmó que es fundamental que "estemos dispuestos a superar el enfrentamiento y proyectar con voluntad genuina la decisión de buscar la paz y construir un mejor futuro para Bolivia, como condición para solucionar nuestros grandes problemas de empleo, economía, salud, educación y medio ambiente ".
 

La Conferencia Episcopal Boliviana (CEB) instó al gobierno a desistir del "control total del poder, venganza y persecución", en referencia a las detenciones realizadas en el marco de las investigaciones por los hechos de violencia que motivaron la renuncia del expresidente. Evo Morales, en 2019. Monseñor Centellas, presidente de la CEB, solicitó la liberación inmediata de los detenidos, respetando el debido proceso, que forma parte de los derechos fundamentales, reconocidos internacionalmente. "No podemos quedarnos en silencio ante la creciente persecución política, un recordatorio de momentos tristes de la historia, que no genera confianza, paz y reconciliación entre todos los bolivianos", dijo.

Pastoral universitaria: “Resucitar en pandemia para una nueva vida”

Santiago, CHILE (Agencia Fides, 31/03/2021) - La Pastoral Universitaria (UC) de la Conferencia Episcopal de Chile, ha lanzado el libro para la Semana Santa 2021 en tiempos de pandemia, “Resucitar en pandemia para una nueva vida”, que contiene reflexiones de la última encíclica del Papa Francisco “Hermanos todos” además de las catequesis que ha ofrecido en esta contingencia sanitaria. La cita bíblica que guía estas reflexiones es: “Si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con Él” (Rom 6,8).
 

Según la nota recibida en la Agencia Fides, el libro contiene reflexiones para los días Jueves, Viernes, Sábado Santo y Domingo de Pascua con citas bíblicas, lecturas adecuadas para cada uno de estas etapas de Triduo Pascual y preguntas para el diálogo o la reflexión personal.
 

También contiene las meditaciones de las 14 estaciones del Vía Crucis. Los textos que acompañan estas reflexiones buscan unir los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo desde una lectura del contexto actual.
 

“El libro de Semana Santa 2021 busca que los fieles de nuestra comunidad universitaria, y todo aquel que quiera cultivar su espíritu en este tiempo, puedan hacerlo guiados por una serie de recursos y materiales que les pueden ser de gran provecho espiritual”, ha indicado el padre Fernando Valdivieso, capellán general de la UC.


“Para ello hemos querido seleccionar algunos extractos de la encíclica Fratelli Tutti, publicada hace algunos meses por el Papa Francisco, y también algunas catequesis realizadas durante el año pasado sobre el tema de la fe y la caridad en medio de la pandemia, denominadas ´Curar el mundo`. También acompañan este libro algunas reflexiones del Sumo Pontífice sobre temas relacionados con el Triduo Pascual”, ha dicho el sacerdote para concluir.

Liberar a los más de 400.000 marinos varados por las medidas de Covid-19: llamamiento de la Comisión Católica para los Migrantes

Roma, ITALIA (Agencia Fides, 31/03/2021) - El reciente bloqueo del Canal de Suez, debido al encallamiento de un gigantesco buque porta-contenedores, ha puesto ante la opinión pública la importancia del transporte marítimo. Más del 90% del comercio mundial se realiza a través de mares y océanos. Aún menos conocidas son las condiciones de los marineros que trabajan en los buques de carga, cuyas tripulaciones son puestas a prueba por las medidas de contención de Covid-19.
 

Debido al bloqueo impuesto por varios gobiernos a los barcos para atracar en sus puertos en un intento de contener la propagación del Covid-19, “más de 400.000 marinos han quedado atrapados en sus barcos durante mucho tiempo después de la expiración de su contrato original” denuncia una nota enviada a la Agencia Fides por la Comisión Católica Internacional de Migración (International Catholic Migration Commission - CCIM).
 

“Muchos están sufriendo graves traumas y problemas de salud mental y física”, señala la nota. “La crisis del cambio de tripulación también ha creado riesgos de explotación laboral, ya que los marinos se ven obligados a seguir trabajando en el mar sin un contrato válido y superando el límite de 11 meses en el mar impuesto por el derecho internacional. Al mismo tiempo, los marinos recién contratados que esperan embarcarse están atrapados en hoteles y dormitorios sin los medios para mantenerse a sí mismos o a sus familias”.
 

La ICMC es miembro de la Coalición de Organizaciones Católicas contra la Trata de Personas (Coalition of Catholic Organizations Against Human Trafficking - CCOAHT) junto con otras 29 agencias católicas nacionales e internacionales que trabajan para eliminar la lacra de la trata de seres humanos.
 

Cada año, durante la Cuaresma, la CCOAHT lanza una campaña de sensibilización sobre el trabajo forzoso en las industrias marítimas y pesqueras. Esta “crisis humanitaria en el mar” es una preocupación mundial y uno de los principales objetivos de la campaña de marzo de 2021 de la CCOAHT. La campaña ofrece recursos e información para ayudar a los católicos y a otras personas interesadas y comprometidas a apoyar su doble llamamiento: para que los gobiernos y las compañías navieras presten más atención y pongan fin a la crisis del cambio de tripulación; y para que los marinos sean designados como trabajadores esenciales con acceso prioritario a las vacunas.


La campaña también anima a sus partidarios a comprometerse con una acción clave de promoción: unirse a las más de 750 organizaciones firmantes de la Declaración de Neptuno sobre el bienestar de la gente de mar y el cambio de la tripulación. La Declaración pide que se reconozca a la gente de mar como trabajadores esenciales y que se ponga fin a la crisis de rotación de tripulaciones.

El Patriarca caldeo Sako revela: el Papa ha donado 350 mil dólares para los pobres iraquíes

Bagdad, IRAK (Agencia Fides 31/03/2021) - El Papa Francisco, en su reciente peregrinación apostólica a Irak, junto con el consuelo espiritual y las esperanzas de renacimiento para todos los iraquíes, dejó también en el país una importante donación de 350 mil dólares, que se destinarán a iniciativas de apoyo a las familias más afectadas por las consecuencias del conflicto, la crisis económica y la pandemia. Así lo ha revelado el Cardenal Louis Raphael Sako, mencionando la donación papal en la parte final de una carta que ha enviado al mismo Papa Francisco para expresar su gratitud al Pontífice por su visita a Irak, también en nombre de la Asamblea local de Obispos Católicos.
 

“La donación - informa el Patriarca Sako a la Agencia Fides - quiere ser un signo de lo real y concreto que es el amor del Papa por todo el pueblo iraquí. De la suma total”, añade el cardenal iraquí, “250.000 dólares serán gestionados por Bagdad, mientras que 50.000 dólares han sido ya enviados a la Aquidiócesis caldea de Mosul y otros 50.000 dólares a la Arquidiócesis sirio-católica que incluye Qaraqosh”.
 

Actualmente ya se esta actuando la fase operativa de tal donación: “Ya hemos distribuido 12.000 paquetes de alimentos en todo el país”, informa el Patriarca caldeo a la Agencia Fides, precisando que miles de ellos han sido enviados también a Nayaf, Basora, Kirkuk y Zakho, para ser entregados a las familias que más los necesitan, “familias cristianas, musulmanas y pertenecientes a todas las demás comunidades religiosas de Irak”.
 

En la carta enviada al Papa Francisco, el Patriarca Sako confiesa que le hubiera gustado viajar a Roma “para agradecerle su histórica visita a nuestro país, pero la pandemia de coronavirus me lo ha impedido, debido a las complicaciones del viaje”. En el texto enviado al Papa, y difundido por los canales de comunicación oficiales del Patriarcado caldeo, el Patriarca reitera que la visita papal ha tocado el corazón de los ciudadanos iraquíes, cristianos, musulmanes y todos los demás componentes de la población: “Usted - se lee entre otras cosas en la misiva -, han sembrado la conciencia de la importancia de aceptar y respetar la diversidad, comportándose como hermanos diferentes, llamados a amarse y ayudarse a construir situaciones en las que todo hombre viva con dignidad, libertad e igualdad de derechos y deberes”. “Esperamos - prosigue el cardenal iraquí -, que esta línea de conducta, tal y como ha indicado en su discurso en Bagdad, inspire también las intenciones de las grandes potencias mundiales”. El Patriarca recuerda que las oraciones del Papa “con nosotros y por nosotros, y su frase: 'Irak permanecerá siempre conmigo, en mi corazón' han dejado un profundo eco que se ha grabado en nuestra memoria de forma indeleble”. El primado de la Iglesia caldea ha añadido también que “para nosotros, sus hijas e hijos cristianos, su visita ha cumplido un gran sueño, y nos ha dado un fuerte apoyo para permanecer, comunicarnos con los demás, tener esperanza y construir confianza. Estamos inmensamente agradecidos por su frase ‘sois una Iglesia viva y fuerte’, que nos ha animado a esperar y a seguir adelante con entusiasmo”. Concluyendo su carta, el Patriarca expresa al Papa “una especial gratitud por su donación de 350 mil dólares en favor de los pobres. Será nuestra alegre preocupación ayudarles en su nombre, sin importar las diferencias de religión, etnia u otras”.

La evangelización en el milenio: el Jubileo de la fe y los retos del futuro

Manila, FILIPINAS (Agencia Fides 31/03/2021) - Una mirada pastoral y misionera sobre el futuro de la Iglesia en los próximos cinco siglos: es lo que proponen los obispos de Filipinas, a partir de la celebración del 500 aniversario de la llegada de la fe cristiana al país (1521-1921). En la Carta Pastoral que se acaba de publicar y distribuir a todas las comunidades católicas, titulada “Para celebrar el 500 aniversario del cristianismo en Filipinas”, el arzobispo de Davao y presidente de la Conferencia Episcopal de Filipinas (CBCP), Romulo G. Valles, afirma que la Iglesia debe mirar al futuro y a la misión de los próximos 500 años.
 

En el Segundo Consejo Plenario de Obispos de 1991, recuerda el texto de la Carta, la Conferencia Episcopal decidió iniciar una preparación de nueve años para el Año Jubilar (2021), dedicando cada año a un tema particular: Año de la Fe para 2013; Año de los Laicos en 2014; Año de los Pobres en 2015; Año de la Eucaristía y la Familia en 2016; Año de la Parroquia como Comunión de Comunidades en 2017; Año del Clero y de las Personas Consagradas en 2018; Año de la Juventud en 2019; Año del Ecumenismo, del Diálogo Interreligioso y de los Pueblos Indígenas en 2020; y Año de la Misión en 2021.
 

Los obispos, en esta década, han encargado una investigación, en colaboración con el Centro de Investigación Histórica de la Universidad de Santo Tomás dirigida por los dominicos en Manila -la primera universidad católica de Asia-, para conocer el estado actual del catolicismo en Filipinas. “Esperamos poder discutir el resultado de este extenso trabajo de investigación en nuestra próxima Asamblea Plenaria, con la esperanza de que sirva de base para decidir la conveniencia de convocar un Tercer Consejo Plenario en Filipinas: esto servirá para considerar la vida misionera de la Iglesia local en los próximos 500 años”, ha dicho Mons. Valles al presentar la Carta Pastoral.
 

“Esperamos que este año sea un año de repensar la historia, en el que hagamos memoria del pasado para entender mejor quiénes somos en el presente como comunidad de discípulos, y que represente una oportunidad para mirar hacia los próximos 500 años con el mismo celo misionero que hizo posible que recibiéramos la fe cristiana. Lo que hemos recibido gratuitamente es lo que damos gratuitamente. La caridad de Cristo”, ha dicho el presidente de la CBCP, recordando el tema elegido para el Jubileo: “Gifted to Give” (Dotados para dar).
 

Los obispos escriben: “Pedimos a todos nuestros fieles que participen activamente en la conmemoración de la Primera Misa celebrada en nuestro país el domingo de Pascua, 4 de abril de 2021. Que esta sea también la ocasión de abrir una Puerta Jubilar en todas las catedrales del país, así como en determinadas iglesias. En cuanto a la conmemoración del Primer Bautismo, además de la celebración nacional del 14 de abril de 2021 en Cebú, pedimos a todos los Obispos de Filipinas que preparen conmemoraciones específicas a nivel local, celebrando el Sacramento del Bautismo, bien el 14 de abril o el tercer domingo de Pascua, el 18 de abril de 2021”.


La celebración inaugural del Jubileo tendrá lugar el domingo de Pascua, 4 de abril, con la apertura de las “Puertas Santas” de más de cien iglesias de todo el país. En relación con los 500 años de fe, los obispos celebrarán el Congreso Misionero Internacional (CIM) y el II Congreso Misionero Nacional en abril de 2022, cuando se produzca la clausura del Año Jubilar.

Medios de comunicación árabes: un “comité gubernamental” trabajará en las sugerencias afloradas durante la visita del Papa FRANCISCO

Bagdad, IRAK (Agencia Fides, 30/03/2021) - El gobierno iraquí ha nombrado un comité inter-ministerial para trabajar en las sugerencias y propuestas que surgieron durante la reciente visita del Papa Francisco a Irak. Así lo informa el periódico árabe Al Araby Al Jadeed, citando de forma genérica y anónima “fuentes de alto nivel” del gobierno iraquí.
 

Las “recomendaciones” contenidas en el dossier que está en el centro de los trabajos de la comisión gubernamental –refiere la fuente citada, refiriéndose también a las conversaciones del Papa Francisco con el presidente iraquí Barham Salih y el primer ministro Mustafa al Kadhimi durante la visita papal- tienen como objetivo sugerir soluciones a los problemas de seguridad, sostenibilidad económica y reconstrucción de posguerra que pesan en particular sobre la condición de las comunidades cristianas y otros componentes sociales especialmente en las gobernaciones de Nínive y Bagdad. La fuente gubernamental citada por el periódico con sede en el Reino Unido se refiere en particular a los problemas relativos a la seguridad y los atribuye a la persistencia de las milicias organizadas según un criterio confesional que siguen actuando en la gobernación de Nínive, zona en la que históricamente estaban arraigadas las comunidades cristianas autóctonas. El expediente que está estudiando la comisión gubernamental incluye la cuestión de los bienes inmuebles arrebatados ilegalmente en los últimos años a las familias cristianas obligadas por el conflicto y la violencia a trasladarse a otras zonas del país o a emigrar al extranjero.
 

A principios de 2021, según informó la Agencia Fides, el líder chiíta iraquí Muqtada al Sadr (jefe de la formación política sadrista que goza de una fuerte representación en el Parlamento de Bagdad) había ordenado la creación de un Comité ad hoc, encargado de recoger y verificar las informaciones y denuncias sobre los casos de expropiación indebida de bienes inmuebles sufridos en los últimos años por propietarios cristianos en diferentes regiones del país. La decisión se dio a conocer en un comunicado en el que se indicaban los nombres de los colaboradores de Muqtada al Sadr elegidos como miembros del Comité, así como las direcciones de correo electrónico y las cuentas de whatsapp a las que los cristianos podían enviar los documentos de propiedad relativos a los bienes inmuebles -casas y terrenos- apropiados ilegalmente en los últimos años por otras personas o grupos de personas.
 

El objetivo de la operación auspiciada por el líder chiíta -dice el comunicado- era restablecer la justicia, poniendo fin a las violaciones de los derechos de propiedad de los “hermanos cristianos”, incluso cuando eran cometidas por miembros del propio movimiento sadrista. La petición de informar de los casos de expropiaciones ilegales sufridas se extendió también a las familias de los cristianos que han abandonado el país en los últimos años, con la solicitud de que enviaran a la comisión antes del final del próximo Ramadán los informes de las usurpaciones fraudulentas sufridas.
 

El fenómeno del robo ilegal de las viviendas de los cristianos se ha podido extender gracias a la connivencia y la cobertura de funcionarios corruptos y deshonestos, que se ponen al servicio de impostores individuales y de grupos organizados de defraudadores. El robo “legalizado” de las propiedades de las familias cristianas está estrechamente relacionado con el éxodo masivo de cristianos iraquíes, tras las intervenciones militares dirigidas por Estados Unidos para derrocar el régimen de Sadam Husein. Muchos defraudadores se apropiaron de casas y terrenos que quedaron desatendidos, contando con la fácil previsión de que ninguno de los propietarios volvería a reclamar sus propiedades.


En este marco, por su parte, el sacerdote Albert Hisham, de la oficina de comunicaciones del Patriarcado caldeo, interpelado por Al Araby Al-Jadeed ha informado de que hasta ahora no se han dado noticias precisas y oficiales sobre la restitución a los legítimos propietarios de los bienes sustraídos ilegalmente a las familias cristianas iraquíes, y ni siquiera se han dado a conocer todavía los procedimientos y disposiciones puestos en marcha al respecto por el gobierno de Bagdad.

Nuevo proyecto misionero para acercar a jóvenes que no pertenecen a las comunidades cristianas de la Prefectura Apostólica de Robe

Dodola, ETIOPÍA (Agencia Fides, 31/0372021) - La creación de un laboratorio de informática y la activación de cursos de computación para jóvenes de la comunidad cristiana de Dodola es el objetivo de un proyecto de don Stefano Ferraretto, fidei donum de la diócesis de Padua que actualmente trabaja en Dodola. Don Stefano está a cargo del proyecto junto con Guyye, coordinador de la parte social del área pastoral de Adaba y feligrés de la comunidad de Dodola.
 

“Después de dos años de trabajo misionero en la zona, podemos decir que son los propios jóvenes los que están pidiendo estas habilidades que les ayudarían a acceder mejor a los estudios universitarios y a entrar en el mundo laboral - escribe el don Stefano a la Agencia Fides-. Nuestro objetivo es activar un primer curso de informática tan pronto como el laboratorio esté listo, y en verano. Queremos que este proyecto sea una oportunidad para que los misioneros y agentes de pastoral nos acerquemos y conozcamos a algunos de esos jóvenes que no pertenecen a nuestras pequeñísimas comunidades cristianas, pero que muestran simpatía y buena predisposición por la fe cristiana. Entendemos bien que no es posible en un territorio de mayoría islámica hacer un anuncio evangélico explícito, sino que es necesario trabajar indirectamente, y este proyecto aumenta nuestras posibilidades de acción”.
 

Se beneficiarán de estos cursos los numerosos jóvenes que pueblan la ciudad de Dodola, inicialmente, con la posibilidad de extender esta oportunidad también a los de la ciudad de Adaba, Herero y Kokossa, lugares donde la Iglesia Católica está presente y que caen dentro de la Prefectura Apostólica de Robe dirigida por Fra Angelo Antolini, Ofm.
 

La presencia de la Iglesia Católica en la zona es reciente, de apenas treinta años y es muy pequeña, unos mil fieles que representan el 0,03%. En todo el territorio de la prefectura, tanto en contextos urbanos como rurales, las acciones educativas y de formación profesional son de vital importancia. El país sufre de un desarrollo económico desigual. A todo esto se suma la pandemia del COVID-19 y la fuerte inestabilidad política de todo el país. “Uno de los colectivos más afectados por la crisis pandémica, que inició aquí en Etiopía el pasado mes de marzo de 2020, es sin duda la juventud - escribe don Stefano - penalizada con la suspensión de la escuela, tanto de secundaria como universitaria, hasta noviembre que se ha podido reanudar tras todas las reglas anti Covid. Como no existen medios informáticos adecuados, se han desarrollado redes eléctricas y de conectividad, el entorno educativo ha sufrido y sigue sufriendo mucho. Esto conducirá a una reducción ulterior del nivel de educación y a un aumento de la deserción escolar. El contexto político inestable tampoco favorece al mundo de los jóvenes que se ven a sí mismos sin un futuro determinado desde el punto de vista laboral y emocional. Además, el inicio del conflicto entre el gobierno federal y la coalición político-militar (TPLF) en Tigray, al norte del país, ha agravado aún más el escenario general. Esperamos que la violencia y las protestas no se extiendan al resto de Etiopía y que pronto se encuentre una solución pacífica”, concluye el misionero.

martes, 30 de marzo de 2021

Conferencia de Prensa para la presentación del volumen "Orientaciones pastorales sobre desplazados climáticos" editado por la Sección de Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral

 CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 30 de marzo de 2021).- Esta mañana, a las 11.30 horas, ha tenido lugar en directo streaming desde la Oficina de Prensa de la Santa Sede la  presentación del volumen "Orientaciones pastorales sobre desplazados climáticos", editado por la Sección de Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral.

          Han intervenido Su Eminencia el Cardenal Michael Czerny S.I., Subsecretario de la Sección de Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral; Padre Fabio Baggio, C.S., Subsecretario de la Sección de Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, H. Joshtrom Isaac Kureethadam, S.D.B., Oficial del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral y Coordinador del Grupo de Trabajo ECOLOGÍA de la Comisión Vaticana para la Covid-19; la Dra. Cecilia Dall'Oglio, Directora Asociada de Programas Europeos del Movimiento Católico Mundial por el Clima; S.E. Mons. Claudio Dalla Zuanna, S.C.I, Arzobispo de Beira, Mozambique, conectado a distancia y la Sra. Maria Madalena Issau, de 32 años, residente en un campo de desplazados a 60 km de la ciudad de Beira, conectada desde Mozambique.

            Siguen las intervenciones:

Intervención del P. Fabio Baggio, C.S.

Las Orientaciones pastorales sobre desplazados climáticos son un documento, publicado en forma de folleto, que recogen hechos, interpretaciones, políticas y propuestas pertinentes al ámbito del fenómeno del desplazamiento por razones ambientales. Para empezar, les propongo retomar la famosa frase pronunciada por Hamlet, “ser o no ser”, y transformarla en “ver o no ver, ésa es la cuestión”. Todo, de hecho, empieza por nuestro ver, sí, por el mío y por el suyo (Papa Francisco, Prefacio)

            Así comienza el Santo Padre su prefacio del último documento publicado por la Sección de Migrantes y Refugiados, titulado "Orientaciones pastorales sobre desplazados climáticos". El verbo "ver" es el primer paso de un proceso de sensibilización que pretende actuar sobre las causas de la crisis climática y sus consecuencias en el ámbito de la migración.

            La crisis climática tiene un "rostro humano". Ya es una realidad para millones de personas en todo el mundo, en particular para los habitantes de las periferias existenciales. La Iglesia católica tiene una preocupación maternal por todos los desplazados por los efectos de esta crisis. Esta situación particular de vulnerabilidad es la razón de ser del presente documento.

            El Magisterio de la Iglesia Católica ha considerado ya anteriormente la situación de los desplazados internos y ha elaborado reflexiones y sugerencias sobre su atención pastoral. Estas nuevas directrices se centran exclusivamente en los desplazados climáticos, es decir, aquellas personas o grupos de personas que se han visto obligadas a abandonar su lugar de residencia habitual a causa de una crisis climática aguda, destacando los nuevos retos que plantea el actual escenario mundial y sugiriendo respuestas pastorales adecuadas.

            El objetivo principal de estas Orientaciones es proporcionar un conjunto de consideraciones, que sean útiles a las Conferencias Episcopales, a las Iglesias locales, a las congregaciones religiosas y a las organizaciones católicas, así como a los agentes de pastoral y a todos los fieles católicos en la planificación pastoral y en el desarrollo de programas de ayuda a los desplazados climáticos.

            Las orientaciones propuestas en este documento están profundamente arraigadas en la reflexión y la enseñanza de la Iglesia, así como en su experiencia práctica de respuesta a las necesidades de los desplazados climáticos, desplazados tanto dentro de las fronteras de sus países de origen como fuera de ellas.

            Las Orientaciones pastorales sobre desplazados climáticos son el resultado de una atenta escucha de las Iglesias locales y de numerosas congregaciones religiosas y organizaciones católicas que trabajan sobre el terreno. Aunque aprobadas por el Santo Padre, no pretenden agotar la enseñanza de la Iglesia sobre la crisis climática y los desplazamientos.

            Las orientaciones se abren con un breve glosario que pretende aclarar algunos de los términos clave utilizados en el documento. Sigue una introducción general en la que se explica el objetivo de las orientaciones y la metodología de trabajo adoptada.

            El cuerpo del documento se desarrolla en diez puntos. El primero está dedicado a un estudio general sobre el tema, con el fin de aclarar el estado de la cuestión en cuanto a la relación entre la crisis climática y el desplazamiento.

Los nueve puntos sucesivos se centran en aspectos concretos del fenómeno, según una dinámica de retos y respuestas.

            Parten, por tanto, de la necesidad de promover la concienciación sobre el tema, para que todos "abran los ojos a la realidad del impacto que la crisis climática tiene sobre la existencia humana" (p. 21). A veces, las fugas precipitadas pueden evitarse encontrando alternativas al desplazamiento climático: el tercer punto está dedicado a ello. Si la partida es inevitable, es necesario preparar a las personas para el desplazamiento (cuarto punto), promover su inclusión e integración en las comunidades que las acogen (quinto punto), ejercer una influencia positiva en los procesos de toma de decisiones que les afectan (sexto punto) y garantizar su atención pastoral (séptimo punto). El octavo punto está dedicado a la cooperación entre todos los actores en la planificación y la acción estratégica para los desplazados climáticos. El noveno se centra en la promoción de la formación profesional en ecología integral para los agentes de pastoral. El último punto hace hincapié en la necesidad de aumentar la investigación académica sobre la crisis climática y los desplazamientos relacionados.

            Las Orientaciones se cierran con un pequeño capítulo dedicado a algunas indicaciones prácticas sobre cómo utilizar el documento, dirigidas principalmente a las Iglesias locales y a otros actores católicos.

Quisiera concluir esta breve presentación citando las palabras finales del prefacio del Santo Padre: “Ver o no ver, es la pregunta que nos lleva a responder actuando juntos. Estas páginas nos muestran qué necesitamos y qué debemos hacer, con la ayuda de Dios". (Papa Francisco, Prefacio).

Intervención del Padre Joshtrom Isaac Kureethadam, S.D.B.

NEXO ENTRE CRISIS CLIMÁTICA Y DESPLAZAMIENTO

            Me gustaría proponer tres reflexiones sobre el intrincado nexo entre la crisis climática y el desplazamiento.

            En primer lugar, es importante reconocer que la crisis climática es real.

            Actualmente vivimos en el Holoceno, que comenzó hace casi 12.000 años -una época interglaciar descrita como el "largo verano" y caracterizada por un clima estable y un nivel del mar estable- durante la cual conseguimos inventar la agricultura y asentarnos y crear la civilización humana.

            Durante todo el periodo del Holoceno, la temperatura media de la Tierra apenas varió más de 1°C. Sin embargo, desde 1850, y sobre todo durante las últimas décadas, las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de las actividades humanas han ido aumentando, lo que ha provocado un drástico cambio climático. La temperatura ya ha aumentado 1,1°C con respecto a la época preindustrial y el ritmo de calentamiento es más rápido que en cualquier otro momento de los últimos 65 millones de años. Con el ritmo actual de emisiones podríamos alcanzar los 3,5°C a finales de siglo. Los científicos nos advierten de que si superamos el umbral de 1,5°C -el ambicioso objetivo del Acuerdo de París- nos arriesgamos a cruzar varios puntos de inflexión (como el deshielo del Ártico y de la capa de hielo de la Antártida Occidental, que podría elevar el nivel del mar varios metros).

            Estamos en una crisis climática, o más bien en una emergencia climática, como nos advirtieron 11.000 científicos en 2019, una preocupación de la que se hizo eco el Papa Francisco en su Mensaje para el Día Mundial de Oración por la Creación de 2020. Es un mensaje que ha sido reforzado por nuestros propios hijos y jóvenes que han salido a la calle por miles durante los últimos dos años, advirtiéndonos del riesgo de dejarles un hogar inhabitable.

            En segundo lugar, debemos reconocer que existe un fuerte nexo entre la crisis climática y el desplazamiento.

            Los desplazamientos pueden deberse a desencadenantes rápidos, principalmente fenómenos meteorológicos extremos como inundaciones, tormentas, sequías e incendios forestales, o a procesos de evolución lenta como la escasez de agua y el agotamiento de otros recursos naturales, la desertificación, el aumento de las temperaturas y la subida del nivel del mar (en todo el mundo, unos 145 millones de personas viven a menos de un metro por encima del nivel actual del mar).

            La crisis climática se está convirtiendo en uno de los principales desencadenantes de los desplazamientos en los últimos años. Las cifras hablan por sí solas. De los más de 33 millones de nuevos desplazados en 2019, 8,5 millones lo fueron a causa de los conflictos y la violencia, mientras que 24,9 millones se debieron a catástrofes naturales. En el primer semestre de 2020, 14,6 millones de personas fueron desplazadas: 9,8 millones como resultado de desastres naturales y 4,8 asociados a conflictos y violencia.  Mientras que unos 10,3 millones de personas fueron desplazadas por eventos inducidos por el cambio climático, como inundaciones y sequías, en los últimos seis meses, otros 2,3 millones fueron desplazados por conflictos en el mismo período, lo que indica que la gran mayoría de los desplazamientos internos son ahora provocados por la crisis climática. Se calcula que más de 253,7 millones de personas fueron desplazadas por desastres naturales entre 2008 y 2018, y que estos desastres desplazan entre tres y diez veces más personas que los conflictos armados en todo el mundo, dependiendo de la región en cuestión.

            La crisis climática y otros peligros ecológicos se están convirtiendo en los principales impulsores de los desplazamientos, y podrían reconfigurar los patrones de migración en las próximas décadas.

            En tercer lugar, debemos ofrecer una respuesta integral al reto de la crisis climática y los desplazamientos.

            Una respuesta integral al reto de la crisis climática y el desplazamiento tendrá que ser "humana", ya que la propia crisis tiene un rostro humano. Es, en última instancia, un problema moral. Las comunidades pobres y vulnerables, cuyas emisiones de carbono son sólo una fracción de las del mundo rico, son ya las primeras y desproporcionadas víctimas de la crisis.

            Es un imperativo ético para el resto de la humanidad reducir sus emisiones, desproporcionadamente grandes, que son las que causan la crisis climática. Tenemos que reducir las emisiones a la mitad para 2030 y llegar a las emisiones netas cero antes de 2050, para mantenernos dentro de 1,5° C, ir más allá sería catastrófico. Las naciones tienen que comprometerse con objetivos mucho más ambiciosos en la Cumbre del Clima - COP26 - que parece ser como "una última llamada" para nuestro planeta (sólo el 30% de las emisiones globales están cubiertas por los compromisos actuales). Tenemos que embarcarnos en estrategias "rápidas y de gran alcance" de bajas emisiones de carbono en términos de transición energética, estilos de vida sostenibles, economía circular, agricultura e industria sostenibles, etc.

            Esto no es sólo filantropía. Es sólo pagar la "deuda ecológica" (Laudato si') que tenemos con los más vulnerables de entre nosotros. Es también el legado que dejaremos a nuestros hijos y a las generaciones futuras.

            También tenemos que ofrecer protección a los desplazados climáticos a través de la legislación y las políticas. La protección internacional para los desplazamientos inducidos por el clima es limitada, poco sistemática y no siempre es jurídicamente vinculante.

            Es, en definitiva, un reto "pastoral". Acompañar a nuestros hermanos y hermanas cada vez más desplazados por la crisis climática y otros peligros ecológicos es el camino que estamos llamados a recorrer para convertirnos en una Iglesia creíble y testimonial, en una comunidad eclesial solidaria e inclusiva, ya que vivimos en una "casa común" (Laudato si') juntos como una familia común, como hermanos y hermanas (Fratelli Tutti). Esto es lo que  son las Orientaciones pastorales sobre los desplazados climáticos”.

Intervención de la Dra. Cecilia Dall'Oglio

            Buenos días a todos y gracias por esta invitación para hablar en nombre del Movimiento Católico Mundial por el Clima, una alianza de más de 700 organizaciones y miles de individuos de diferentes continentes que desde 2015 caminan juntos para vivir la Laudato si' y responder a la urgencia de la crisis climática, al grito de los pobres y de la tierra manteniendo la dimensión espiritual conectada con la de los estilos de vida personales y comunitarios y con la del compromiso en la esfera pública. Estoy aquí para darles mi testimonio sobre el punto 8 de las Orientaciones Pastorales: Colaborar en la planificación y la acción estratégicas y para presentar algunos ejemplos de respuestas concretas para combatir la crisis climática.

            La primera respuesta concreta es encontrar espacios de colaboración y acción estratégica en la alegría de caminar juntos, que es el espíritu del Cántico de San Francisco.

En el Prefacio de las "Orientaciones" el Papa Francisco escribe: "Esta es la obra que nos pide el Señor ahora, y en ella hay una inmensa alegría. No podemos salir de una crisis como la del clima o la del COVID-19 encerrándonos en el individualismo, sino sólo “estando unidos".

            Y de nuevo, en la cita inicial del reto 8 leemos: "Un solo cuerpo, un solo Espíritu, como una sola es la esperanza a la que habéis sido convocados (Efesios 4,)".

            Este no estar solos, sino, juntos, en el Cuerpo del Señor, esta sinodalidad es la respuesta a nuestra oración ante el rostro de los que sufren y a los que quisiéramos amar, al grito que resuena en nuestro corazón, porque el desafío es grande.

            No estamos solos para extender la mano a los descartados de las ciudades, a los descartados de esta economía, sino que hay un cuerpo y una pluralidad de carismas, una comunidad que juntos llega donde nosotros solos no podemos llegar. ¡Qué alegría! Cooperar en la planificación y en la acción estratégica no es una carga que se añade a nuestras agendas y compromisos en los que estamos sumergidos, sino un regalo.

            Un regalo ha sido ya este texto "Esta colaboración es en sí misma una señal del camino a seguir".

            Fruto de esta colaboración ha sido el documento "En camino hacia el cuidado de la casa común - Cinco años después de Laudato si', elaborado por la Mesa Interdicasterial de Ecología Integral de la Santa Sede: os remito a este documento donde encontraréis muchas "prácticas" y elementos operativos para favorecer la cooperación en diferentes ámbitos, entre ellos los que se tocan en los puntos 9 y 10 de estas Orientaciones en el ámbito de la investigación académica y la formación profesional.

            En este sentido, siguiéndolo personalmente, quiero mencionar la experiencia de colaboraciónón entre las Universidades Pontificias y los Ateneos de Roma que en 2017 dieron vida al "Diploma conjunto en ecología integral" al incluir en el programa académico propuestas de formación informal que van precisamente en la dirección de estas Orientaciones ya que los estudiantes fueron llevados a sumergirse en realidades comprometidas con el "Acoger, proteger, promover e integrar", como la Casa Scalabrini 634 de Roma. Con estas Orientaciones pastorales sobre los desplazados climáticos el Papa Francisco nos invita a "ver" y es necesario, conscientes de la urgencia de cambiar el rumbo hacia una ecología integral, junto a la formación formal ofrecer propuestas educativas de fuerte sentido con la metodología del aprender haciendo. Cuando, de hecho, una propuesta se ofrece a través de la experiencia, encuentra una carga de sentido muy especial capaz de superar la barrera de la indiferencia y experimentar "hechos de esperanza" al encontrarse con testigos que hacen posible y experimentable ese futuro.

            Otro ejemplo concreto de colaboraciónón en la promociónón de "Campañas de información que destaquen  la gravedad del fenómeno de la crisis climática y el desplazamiento, centrándose en el “rostro humano” de la crisis y la necesidad de actuar con urgencia y en la promoción del diálogo y de las redes ecuménicas es, sin duda, la experiencia que los cristianos de todo el mundo viven al reunirse en oración y acción para "El tiempo de la creación" -que se celebra cada año desde el 1 de septiembre, Día Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, hasta el 4 de octubre, fiesta de San Francisco de Asís-. Es importante destacar que, en el marco del Tiempo de la Creación, existe también una gran oportunidad de colaborar con las Iglesias locales para celebrar el Día Mundial del Migrante y del Refugiado, el 27 de septiembre, y sensibilizar a los cristianos de todo el mundo sobre la atención a los más vulnerables y afectados por el cambio climático. El tema de este año será "¿Una casa para todos? Redescubrir el oikos de Dios", que enlaza con el tema del Día del Migrante y del Refugiado 2021 "Hacia un "nosotros" cada vez más grande": una oportunidad para involucrar a los más vulnerables en nuestras oraciones ecuménicas y aprovechar su "sabiduría" para la conversión ecológica integral de toda la iglesia.

            Las organizaciones que asisten a las personas desplazadas tienen, de hecho, un papel fundamental de puente dentro de la Iglesia católica para unir a la familia humana y "Desarrollar programas pastorales que integren", como se destaca en el capítulo 9.I de las Orientaciones. I. El sitio web Tempo del Creato nos ayudará a promover y a reproducir las mejores prácticas, tal y como se desea en las Orientaciones, empezando " de abajo y de a uno, pugnar por lo más concreto y local, hasta el último rincón de la patria y del mundo”.

            Las Orientaciones nos piden que colaboremos estratégicamente también promoviendo un proceso de "Incidencia política en colaboración con otras organizaciones religiosas y de la sociedad civil": el capítulo 1 afirma que la Iglesia católica " advirtió de que el mundo debe trabajar para una transición, “rápida y de gran alcance” en la reducción de las emisiones de carbono " ... para que el calentamiento global no sobrepase el umbral crucial de 1,5 °C " y en el capítulo 6 sobre el reto de "Ejercer una influencia positiva en la formulación de políticas", citando la Laudato Si’ 26 nos dice que "Es urgente reducir drásticamente la emisión de dióxido de carbono y otros gases altamente contaminantes". Por lo tanto, como último ejemplo de una respuesta concreta, quiero mencionar aquí la campaña de desinversión en combustibles fósiles (https://catholicclimatemovement.global/divest-and-reinvest/), que también responde a la invitación que hacen las Orientaciones a colaborar con las organizaciones de la sociedad civil. De hecho, las organizaciones católicas desempeñan un papel propio dentro de un movimiento mundial más amplio a favor de la desinversión. También la atención que las Orientaciones piden para “Establecer una estrategia de comunicación más extensa y coherente " está bien representada por la elección de que el anuncio -por parte de las organizaciones católicas que deciden desinvertir y llevar su dinero donde están también sus valores- para tener una mayor eficacia se haga de forma coordinada, en momentos especialmente significativos y en colaboración con el Movimiento de la Sociedad Civil más amplio. La desinversión es el golpe de timón para revertir el curso de este modelo de desarrollo económico extractivo, que somos en primer lugar nosotros, desde nuestros países democráticos, quienes debemos combatir asumiendo nuestra responsabilidad y haciendo lo que nos corresponde por la justicia climática, por nuestros hermanos y hermanas que no tienen nada. (El próximo anuncio de desinversión llegará el 17 de mayo).

            En conclusión, ¿no es cierto, entonces, que para la conversión ecológica integral que tanto se reclama incluso en estas Orientaciones Pastorales, es necesario, "esencial" en primer lugar "dar espacio"? Dar espacio a vías que promuevan, como explicita el documento en sus respuestas a este reto, "la cooperación eficaz en materia de planificación y acciones estratégicas para evitar la duplicidades y malgastar los recursos..."

            "Los jóvenes nos reclaman un cambio", afirman las Orientaciones en su conclusión.

            Los jóvenes nos reclaman un cambio, nos piden que no nos limitemos a hacer nuestro pequeño trabajo bien hecho, sino que seamos estratégicos para lograr el cambio.

            Laudato si' en el n° 49 también nos dice por qué las cosas no cambian: "Ello se debe en parte al hecho de que muchos se encuentran lejos de ellos, en zonas urbanas aisladas, sin contacto directo con sus problemas. Viven y reflexionan desde la comodidad de un desarrollo y una calidad de vida que están fuera del alcance de la mayoría de la población mundial." Y esto es lo que podría ocurrir incluso hoy en día a los que estamos "demasiado llenos" para dejar espacio a la cooperación, a la acción estratégica.

            De aquí no salimos, ciertamente no saldremos mejores.

            Nuestros hermanos y hermanas desplazados por el clima corren el riesgo de encontrarse con manos demasiado llenas para agarrarlas. Las manos que son autosuficientes, parafraseando el documento, participan en "iniciativas unilaterales y no coordinadas que pueden poner en peligro la rapidez y la eficacia de las respuestas" y, por tanto, el cambio. Manos que no buscan otras manos que agarrar para caminar y colaborar y "hacer un hogar juntos" alrededor del fuego que, como dice el punto 1 de las Orientaciones, nos calienta contra el frío de la indiferencia.  El Espíritu nos ha dado los diferentes carismas, pero sopló cuando "estaban todos juntos en el mismo lugar" (Hechos 2,1) y debemos dejar esos lugares, esos "espacios" libres para la colaboración, libres como esa parte del jardín de los conventos franciscanos donde el Espíritu los hace florecer "donde quiere".

            Gracias.

Intervención de S.E. Mons. Claudio Dalla Zuanna, S.C.I.

            Con sus casi 3.000 km de costa que dan al Océano Índico, Mozambique es un país familiarizado con las tormentas tropicales y los ciclones. Su suerte es tener delante, como un gran escudo, la isla de Madagascar, donde los ciclones que se encuentran en tierra pierden su poder destructivo. Sólo los ciclones que rodean las extremidades de la isla y entran en el canal de Mozambique llegan a la costa mozambiqueña, generalmente al sur o al norte de la larga costa. Rara vez los ciclones llegan a la parte central del país, donde se encuentra la ciudad de Beira. ¡Pero ya no es así!

            La temperatura de las aguas del Canal ha subido consistentemente en los últimos años, lo que permite que las tormentas y ciclones tropicales que no agotan su fuerza en el territorio continental de Madagascar se recarguen con una fuerte evaporación y aumenten de categoría en los dos únicos días que suelen tardar dichas perturbaciones en cruzar los 400 km de mar para llegar a Mozambique. Si luego ocurre que, por diferentes motivos, la perturbación se mantiene sobre el canal de Mozambique durante 5 o 6 días como ocurrió en marzo de 2019, se puede desencadenar un ciclón de extraordinaria fuerza como fue el ciclón Idai, el más fuerte que se recuerda en el sur de África. Este ciclón dañó el 90% de los edificios de la ciudad, arrasando los precarios suburbios pero también dejando al descubierto la catedral, que en sus 100 años de existencia nunca había sufrido daños tan graves.  El hospital de la ciudad, al que acuden los cerca de 3 millones de habitantes de la región, múltiples instituciones públicas, escuelas e incluso la casa del obispo quedaron al descubierto por los vientos que soplaron a más de 200 km por hora.

            Desde marzo de 2019, la ciudad de Beira se ha visto afectada por otros dos ciclones, el último el 23 de enero de este año, ciclones que, aunque de menor fuerza, han dejado su rastro de destrucción. (La casa del obispo perdió el techo por segunda vez). Tres ciclones en menos de dos años sobre la ciudad de Beira parecen haber hecho de la ciudad su camino. Algunos estudios recientes han demostrado que la temperatura en la parte central del país ha subido por encima de la media nacional, que también ha subido, quizá debido a que la deforestación para la exportación de madera ha sido mayor en esta región. (En los últimos diez años se ha exportado más madera de Mozambique que en los 500 años anteriores). Este aumento de la temperatura podría ser una de las causas del paso de estas perturbaciones extremas por el centro del país.

            Además de los fuertes vientos, las tormentas tropicales descargan enormes cantidades de lluvia que en una zona llana como Beira, con áreas por debajo del nivel del mar, crean inundaciones a veces enormes como la del ciclón Idai, con 2.000 km2 de zona inundada alrededor de la ciudad, aislándola durante muchos días, causando más de 800 muertos y desplazando a cientos de miles de personas.

            Con estos desplazamientos forzosos la gente pierde sus casas, pertenencias, oportunidades de trabajo, acceso a la escolarización y a los servicios sanitarios (por ejemplo, como consecuencia del ciclón Idai, miles de personas con sida y en tratamiento antirretroviral tuvieron que interrumpirlo con las consecuencias negativas que implica).

            Estos desplazamientos forzados debilitan la comunidad y el tejido social con sus relaciones, todo tiene que reconstruirse en lugares de reasentamiento anónimos, alejados de la ciudad, con poca ayuda y estos de forma temporal, dejando abandonadas a sí mismas a las personas más frágiles que no pueden reconstruir sus vidas.

            El cambio climático no es una amenaza hipotética, sino que es ya una realidad que exige una acción inmediata, también con la creación de condiciones para acoger a los desplazados a causa del número creciente de catástrofes. No podemos limitarnos a la intervención de emergencia, a veces motivada por emociones que se desvanecen rápidamente, ni al reasentamiento de personas desplazadas en zonas donde no se han establecido los servicios esenciales. Esto se aplica a los gobiernos, pero también a la Iglesia en su vocación de ser un hogar acogedor, la familia de Dios. El documento que hoy se difunde es una respuesta en la dirección correcta; de nosotros depende que dé sus frutos.

Intervención de la señora María Madalena Issau

            Me llamo María Magdalena Issau y tengo 32 años. Soy madre de 5 hijos y cuido de otros dos sobrinos huérfanos. Mi marido murió en el año 2018.

            Desde el año 2001 vivía en Praia Nova, un barrio situado en una playa de la ciudad de Beira, donde compraba y revendía pescado para mantener a mi familia.

            Debido a su ubicación, el barrio sufría mucho la erosión de la playa y las frecuentes inundaciones. En el año 2014, una inundación extraordinaria destruyó muchas casas y perdí mis pertenencias y toda mi comida. Muchas familias fueron desplazadas del lugar, pero yo volví a vivir allí, ya que no tenía otro lugar al que ir ni otra forma de mantener a mi familia.

            Lo peor ocurrió en marzo de 2019 con el paso del ciclón Idai que lo destruyó todo. Todas las familias fueron acogidas en dos escuelas y, dos meses después, 618 familias fueron reubicadas en un centro de reasentamiento a 60 km de Beira y a 5 km del pueblo más cercano, que se llama Mutua. El gobierno nos dio un terreno de 20 por 30 metros, una tienda de campaña y puso una fuente de agua. Las familias también recibieron una parcela de tierra para cultivar, pero debido a la distancia muchos dejaron de hacerlo.

            Hace unos meses una ONG inició la construcción de 200 casas de 25 metros cuadrados (una sala y un cuarto) para personas vulnerables, viudas y huérfanos. Otras familias siguen viviendo en tiendas o cabañas. No hay centro de salud y el más cercano está a 8 km. Hay una escuela sólo hasta el cuarto grado, los demás niños deben ir a Mutua (a 5 km). En el reasentamiento no hay electricidad, no hay trabajo y no se puede comerciar, no hay proyectos para instruir a los jóvenes ni para ocupar a la gente, y para tener algún trabajillo la gente debe viajar muchos kilómetros. La ONG que ofrecía alimentos terminó su actividad hace un mes y ahora estamos muy preocupados por nuestro futuro.

            No soy católica, pero puedo dar testimonio de la presencia de la Iglesia católica en el reasentamiento desde los primeros meses de nuestra llegada, cuando el obispo vino a conocer nuestra situación y a solidarizarse con nosotros. La parroquia ayudó a colocar las lonas para cubrir cinco aulas y construyó una capilla como signo de la presencia católica en el pueblo, donde periódicamente se celebran encuentros y catequesis. La parroquia ha distribuido ropa a toda la población y leche a los niños, y sigue ayudando a los más necesitados, especialmente a los niños, para los que tiene previsto construir una pequeña escuela.

Orientaciones Pastorales sobre Desplazados Climáticos

CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 30 de marzo de 2021).-  Orientaciones Pastorales sobre Desplazados Climáticos:

 

ORIENTACIONES PASTORALES SOBRE DESPLAZADOS CLIMÁTICOS

Sección Migrantes y Refugiados - Sector de Ecología Integral

Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral

 

TABLA DE CONTENIDOS

 

PREFACIO

ACRÓNIMOS

GLOSARIO

INTRODUCCIÓN

DOCUMENTO:

  1. Reconocer el nexo entre crisis climática y desplazamiento
  2. Promover acciones de sensibilización y divulgación
  3. Proporcionar alternativas al desplazamiento
  4. Preparar a las personas para el desplazamiento
  5. Favorecer la inclusión y la integración
  6. Ejercer una influencia positiva en la formulación de políticas
  7. Ampliar la atención pastoral
  8. Colaborar en la planificación y la acción estratégicas
  9. Promover la formación profesional en Ecología Integral
  10. Potenciar las actividades de investigación académica sobre la crisis climática y el desplazamiento

CONCLUSIONES

CÓMO UTILIZAR EL DOCUMENTO

 

PRÓLOGO

Las Orientaciones Pastorales sobre Desplazados Climáticos recogen hechos, interpretaciones, políticas y propuestas pertinentes al ámbito del fenómeno del desplazamiento por razones ambientales. Para empezar, les propongo retomar la famosa frase pronunciada por Hamlet, “ser o no ser”, y transformarla en “ver o no ver, ésa es la cuestión”. Todo, de hecho, empieza por nuestro ver, sí, por el mío y por el suyo.

Estamos inundados de noticias e imágenes que muestran a pueblos enteros desarraigados de sus tierras a causa de desastres naturales provocados por el clima, por lo que se ven obligados a migrar. Pero el efecto que tienen estas historias en nosotros y cómo respondemos, si suscitan en nosotros respuestas fugaces o desencadenan algo más profundo, si nos parece algo lejano o las tenemos muy presentes, depende de nosotros, si nos esforzamos por ver el sufrimiento que conlleva cada historia para así “tomar dolorosa conciencia, atrevernos a convertir en sufrimiento personal lo que le pasa al mundo, y así reconocer cuál es la contribución que cada uno puede aportar” (Laudato si’, 19).

Cuando las personas se ven obligadas a migrar porque el ambiente en el que viven ya no es habitable, nos puede parecer la consecuencia de un proceso natural, algo inevitable. Sin embargo, el deterioro del clima es muy a menudo el resultado de decisiones equivocadas y de actividades destructivas, del egoísmo y de la negligencia, que ponen a la humanidad en conflicto con la creación, nuestra casa común.

A diferencia de la pandemia del COVID-19, que se abatió sobre nosotros repentinamente, sin previo aviso y casi en todas partes, y que nos afectó a todos a la vez, la crisis climática empezó a partir de la Revolución Industrial. Durante mucho tiempo se ha venido desarrollando con tal lentitud que ha sido prácticamente imperceptible, con excepción de unos pocos con visión de futuro. Incluso ahora, sus repercusiones se manifiestan de manera desigual: el cambio climático afecta a todo el mundo, pero quienes menos han contribuido a ello son los que más sufren sus consecuencias negativas.

Sin embargo, al igual que la crisis del COVID-19, el número enorme y cada vez mayor de personas desplazadas a causa de la crisis climática, se está convirtiendo rápidamente en una gran emergencia de nuestra época, tal y como podemos ver casi todas las noches en nuestras pantallas, y que exige respuestas globales.

Me vienen a la mente las palabras que el Señor pronunció por boca del profeta Isaías que, adaptadas a nuestra realidad, adquieren un significado especial: Venid entonces, y discutiremos. Si estáis dispuestos a escuchar, nos aguarda un gran futuro juntos. Pero si rehusáis y os negáis a escuchar y actuar, os devorará el calor, la contaminación, la sequía aquí y la subida de las aguas allí (cf. Isaías 1,18-20).

Cuando miramos, ¿qué vemos? Muchos están siendo “devorados” en condiciones que son imposibles para la supervivencia. Obligados a abandonar campos y costas, casas y aldeas, huyen apresuradamente, llevando consigo tan sólo unos pocos recuerdos y pertenencias, fragmentos de su cultura y de su tradición. Partieron llenos de esperanza, con la intención de volver a empezar desde cero en un lugar seguro. Sin embargo, la mayoría termina viviendo en barrios marginales peligrosamente hacinados o en asentamientos improvisados, esperando su destino.

Quienes han sido expulsados de sus hogares por culpa de la crisis climática necesitan ser acogidos, protegidos, promovidos e integrados. Quieren volver a empezar. Para que puedan crear un nuevo futuro para sus hijos, es necesario que se les permita hacerlo y se les tiene que ayudar. Acoger, proteger, promover e integrar son todos los verbos que se corresponden a acciones útiles. Quitemos, entonces, uno por uno, esos escollos que bloquean el camino de los desplazados, aquello que les reprime y margina, que les impide trabajar y acudir a la escuela, lo que les convierte en invisibles y les niega su dignidad.

Las Orientaciones Pastorales sobre Desplazados Climáticos nos invitan a ampliar la forma en que miramos este drama de nuestro tiempo. Nos impulsan a ver la tragedia del desarraigo prolongado que hace gritar a nuestros hermanos y hermanas, año tras año: “No podemos volver atrás y no podemos empezar de nuevo”. Nos invitan a tomar conciencia de la indiferencia de la sociedad y de los gobiernos ante esta tragedia. Nos piden que veamos y nos preocupemos. Invitan a la Iglesia y a demás personas a actuar juntos, y nos explican cómo podemos hacerlo.

Esta es la obra que nos pide el Señor ahora, y en ella hay una inmensa alegría. No podemos salir de una crisis como la del clima o la del COVID-19 encerrándonos en el individualismo, sino sólo “estando unidos”, mediante el encuentro, el diálogo y la colaboración. Esta es la razón por la que me complace especialmente que se hayan elaborado las Orientaciones Pastorales sobre Desplazados Climáticos, en el marco del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, junto con la Sección Migrantes y Refugiados y el Sector de Ecología Integral. Esta colaboración es en sí misma una señal del camino a seguir.

Ver o no ver, es la pregunta que nos lleva a responder actuando juntos. Estas páginas nos muestran qué necesitamos y qué debemos hacer, con la ayuda de Dios.

 

                                   FRANCISCUS

 

ACRÓNIMOS

ACR: Pontificio Consejo “Cor Unum” y Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, Acoger a Cristo en los Refugiados y en los Desplazados Forzosos, Ciudad del Vaticano, 2013.

CA: San Juan Pablo II, Carta Encíclica Centesimus Annus, Ciudad del Vaticano, 1991.

CCD: Crisis Climática y Desplazamiento.

CDP: Desplazados Climáticos.

CIV: Benedicto XVI, Carta Encíclica Caritas in Veritate, Ciudad del Vaticano, 2009.

CV: Francisco, Exhortación Apostólica Postsinodal Christus Vivit, Ciudad del Vaticano, 2019.

EG: Francisco, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, Ciudad del Vaticano, 2013.

EMCC: Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, Instrucción Erga migrantes caritas Christi, Ciudad del Vaticano, 2004.

FT: Francisco, Carta Encíclica Fratelli Tutti, Ciudad del Vaticano, 2020.

IDP: Desplazados Internos.

LS: Francisco, Carta Encíclica Laudato Si’, Ciudad del Vaticano, 2015.

M&R: Sección Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral.

OPDC: Sección Migrantes y Refugiados, Orientaciones Pastorales sobre Desplazados Climáticos, Ciudad del Vaticano, 2021.

OPDI: Sección Migrantes y Refugiados, Orientaciones Pastorales sobre Desplazados Internos, Ciudad del Vaticano, 2020.

QA: Francisco, Exhortación Apostólica Postsinodal Querida Amazonia, Ciudad del Vaticano, 2020.

RDS: Pontificio Consejo “Cor Unum” y Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, Los Refugiados: Un Desafío a la Solidaridad, Ciudad del Vaticano, 1992.

VG: Francisco, Constitución Apostólica Veritatis Gaudium, Ciudad del Vaticano, 2017.

GLOSARIO

En este documento, la expresión Iglesia católica indica e incluye el liderazgo oficial de la Iglesia, los obispos y las conferencias episcopales, los sacerdotes, las religiosas y religiosos, los funcionarios y responsables de organizaciones humanitarias y caritativas de inspiración católica, que se ocupan de cuestiones relacionadas con la migración y cada miembro de la Iglesia católica.

La crisis climática es un término que se emplea cada vez más para transmitir una apremiante emergencia con respecto a la situación actual del cambio climático provocado por las actividades humanas y la urgencia con la que debemos responder a fin de evitar consecuencias desastrosas.

Los desplazados climáticos (CDP) son aquellos individuos o grupos de personas que se ven obligados a abandonar su lugar de residencia habitual debido a una grave crisis climática. Los desplazamientos pueden surgir a causa de factores desencadenantes que se producen de forma repentina, principalmente fenómenos meteorológicos extremos como inundaciones, tormentas, sequías e incendios forestales, o procesos que se van desenvolviendo lentamente, como la desertificación, el agotamiento de los recursos naturales, la escasez de agua, el aumento de las temperaturas y la subida del nivel del mar. En el caso de peligros de origen natural, como los fenómenos meteorológicos extremos, es posible que las víctimas desplazadas puedan regresar a sus hogares. Sin embargo, el desplazamiento será permanente para la mayoría de las víctimas de desastres naturales graves y de procesos de desarrollo a largo plazo, como el aumento del nivel del mar. El desplazamiento puede tener lugar dentro de un Estado o a través de una frontera internacional.

La resiliencia climática es la capacidad de prepararse, adaptarse y responder a fenómenos y efectos relacionados con el clima. Mejorar la resiliencia climática implica comprender cómo la crisis climática generará nuevos riesgos y adoptar medidas para afrontar mejor estos riesgos.

El desplazamiento es aquella situación en la que las personas se ven obligadas a abandonar el lugar donde normalmente residen y a desplazarse a otro lugar, ya sea dentro del territorio nacional o al extranjero.

 

INTRODUCCIÓN

En los últimos años, la comunidad internacional ha reconocido la magnitud de la crisis climática y ha realizado esfuerzos considerables para mitigar sus efectos mediante la adopción de varios acuerdos. La Iglesia católica reconoce y valora dichos esfuerzos dirigidos al establecimiento de marcos jurídicos, recopilación de datos y procedimientos rigurosos de análisis sobre las consecuencias de la crisis climática, así como el compromiso de muchos agentes de la sociedad civil, en particular los jóvenes, para responder a este desafío.

La crisis climática posee un “rostro humano”. Es ya una realidad para una multitud de personas en todo el mundo, en particular para quienes son más vulnerables. La Iglesia católica reafirma su solicitud maternal por todos los que han sido desplazados a causa de sus efectos. Esta situación concreta de vulnerabilidad es la raison d’être del presente documento.

El magisterio de la Iglesia católica ya había analizado la difícil situación que atraviesan los desplazados internos, junto con otras categorías de migrantes, y dicho análisis dio lugar a una serie de reflexiones e instrucciones relativas a su atención pastoral, tal y como se refleja, en particular, en la Carta Encíclica Laudato Si’. Las Orientaciones Pastorales sobre Desplazados Climáticos (OPDC) se centran exclusivamente en los desplazados climáticos (CDP), destacando los nuevos retos que plantea la actual situación mundial y sugiriendo respuestas pastorales adecuadas. El objetivo principal de estas Orientaciones es el de proporcionar algunas consideraciones clave, útiles para las conferencias episcopales, Iglesias locales, congregaciones religiosas, organizaciones católicas, agentes de pastoral y todos los fieles católicos, a la hora de planificar su acción pastoral y desarrollar programas concebidos para brindar una asistencia eficaz a los desplazados climáticos.

Las OPDC están profundamente arraigadas en la reflexión y en el magisterio de la Iglesia, además de en su experiencia práctica, con el fin de responder a las necesidades de los desplazados climáticos, ya sea de quienes se han desplazado dentro de las fronteras de sus países de origen, como fuera de ellas. Los desplazados climáticos son migrantes y este documento se inspira, precisamente, en aquellos documentos magisteriales que se refieren a los migrantes, y que por tanto son aplicables también a los desplazados climáticos. Asimismo, las OPDC se basan en la dilatada experiencia práctica de muchas organizaciones católicas que trabajan en este ámbito y en las observaciones formuladas por los representantes de las conferencias episcopales. Aunque han sido aprobadas por el Santo Padre, estas Orientaciones no pretenden ser exhaustivas con respecto a la enseñanza de la Iglesia sobre la crisis climática y el desplazamiento.

Las OPDC presentan diez retos asociados al desplazamiento generado por el cambio climático y a sus víctimas. Estos retos, junto con las respuestas presentadas por la Iglesia católica, sientan las bases de la planificación de acciones pastorales para los CDP y, con este documento, manifiestan la solicitud pastoral del Papa hacia los CDP. Este documento cuenta también con una sección dedicada a la cooperación y al trabajo en equipo, fundamentales en aquellos proyectos llevados a cabo con éxito y esenciales para una prestación eficaz y eficiente, de servicios para los CDP.

1. Reconocer el nexo entre crisis climática y desplazamiento

[Los marineros] echaron la sonda y midieron veinte brazas; pasando un poco más adelante, sondearon de nuevo y midieron quince brazas. Temerosos de que fuéramos empujados contra una escollera, echaron cuatro anclas por popa, esperando con ansia que se hiciera de día. [...] Los naturales nos mostraron una hospitalidad poco común, pues encendieron una hoguera a causa de la lluvia que caía y del frío (Hch, 27, 28-29; 28, 2).

Tormentas fuertes, huracanes violentos y ciclones catastróficos siguen causando devastación. De hecho, son cada vez más frecuentes e intensos, a medida que empeora la crisis climática. Estamos presenciando cómo crece el número de personas que se ven obligadas a desplazarse a causa de los efectos devastadores de la crisis climática y otras manifestaciones de la crisis ecológica. En la práctica, se está destruyendo la vida y los hogares de muchos de nuestros hermanos y hermanas en todo el mundo. Muchos de ellos han tenido que huir de sus países de origen en busca de seguridad y protección.

Como cristianos, creemos que las noches más oscuras pueden iluminarse gracias al amor y al cuidado del prójimo. Los malteses acogieron con extrema amabilidad a San Pablo y a sus compañeros náufragos. Las personas sin hogar encontraron un hogar cuando fueron recibidas con los brazos abiertos, alimentadas y protegidas. Se encendió un fuego, un “hogar”, creando un ambiente cálido contra el frío de la indiferencia.

La crisis climática

Uno de los factores que convierten al planeta Tierra en un hogar único para la vida es su singular clima. No obstante, tras más de 10.000 años de relativa estabilidad, durante todo el período de la civilización humana, el clima de nuestro planeta está cambiando rápidamente debido a la actividad humana.

La temperatura media de la superficie terrestre ha aumentado aproximadamente 1,1 °C desde la época preindustrial, causando “profundas alteraciones en los sistemas humanos y naturales, como el incremento de las sequías, las inundaciones y otros fenómenos climáticos extremos, el aumento del nivel del mar y la pérdida de biodiversidad”[1]. El actual ritmo de aceleración del calentamiento es mayor que en los últimos 65 millones de años.

Nos encontramos ya inmersos en una crisis climática, una crisis que avanza rápidamente. En noviembre de 2019, 11.000 científicos se reunieron para declarar que el planeta se enfrenta a “una emergencia climática”[2], una preocupación de la que se hizo eco el Papa Francisco en su Mensaje para la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación el 1 de septiembre de 2020, cuando declaró que “estamos en medio de una emergencia” y que “se nos acaba el tiempo”[3].

El rostro “humano” de la crisis

La crisis climática no representa una amenaza futura abstracta. La subida de la temperatura de poco más de 1 °C desde la era industrial ya está causando un inmenso sufrimiento a millones de nuestros hermanos y hermanas en todo el mundo, por no hablar de los daños causados a los ecosistemas y al resto del bioma.

Como reconoció acertadamente el Papa Francisco, “es evidente la conexión entre la fragilidad ambiental, la inseguridad alimentaria y los movimientos migratorios”[4]. La crisis climática también representa una amenaza para los derechos humanos fundamentales, como el derecho a la vida, a un suministro adecuado de agua potable y alimentos, a una vivienda digna (o refugio) y a la salud.

Son las comunidades pobres y vulnerables de todo el mundo quienes sufren de manera desproporcionada las consecuencias de las crisis ecológica y climática. Son los más inocentes, puesto que son los que menos han contribuido a causar el problema en su origen. Se trata pues de una cuestión de naturaleza profundamente moral, que exige una justicia ecológica. Al fin y al cabo, la tierra está destinada a ser una casa común, donde todos tienen derecho a vivir y prosperar. Las palabras proféticas pronunciadas por San Juan Pablo II, de las que se hizo eco el Papa Francisco en Fratelli Tutti, resultan ser muy pertinentes: “Dios ha dado la tierra a todo el género humano para que ella sustente a todos sus habitantes, sin excluir a nadie ni privilegiar a ninguno”[5].

El agotamiento de los recursos naturales básicos que proporciona la tierra, el agua en particular, puede causar el desplazamiento temporal o permanente de familias y comunidades enteras. “El acceso al agua potable y segura es un derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos”[6]. En muchas partes del mundo, la escasez de agua es un grave problema, pero “se da especialmente en África, donde grandes sectores de la población no acceden al agua potable segura, o padecen sequías que dificultan la producción de alimentos. En algunos países hay regiones con abundante agua y al mismo tiempo otras que padecen grave escasez”[7].  

La crisis está teniendo repercusiones desproporcionadas en grupos vulnerables como los niños, las mujeres, las personas con discapacidad, los pueblos indígenas y las personas que viven en zonas rurales. Algunos de los denominados “puntos calientes” geográficos afectados por la crisis climática son las regiones fluviales, donde la densidad demográfica es sumamente elevada, como el delta del Ganges (Bangladesh en particular), del Mekong y del Nilo, los países de la región del Sahel en el norte de África, los pequeños Estados insulares, los Países centroamericanos, particularmente vulnerables a huracanes, y las regiones costeras y de litoral bajo en todo el mundo.

Una crisis climática que conduce al desplazamiento

La crisis climática puede provocar desplazamientos cuando los hogares se hacen inhabitables o se pierden los medios de subsistencia. El desplazamiento puede producirse debido a factores desencadenantes de aparición rápida, sobre todo fenómenos meteorológicos extremos, como inundaciones, tormentas, sequías e incendios forestales, o debido a procesos de aparición lenta, como la desertificación, el agotamiento de los recursos naturales, la escasez de agua, la subida de las temperaturas y el aumento del nivel del mar. También debemos tener presente que el desplazamiento puede tener múltiples causas.

La crisis climática ya está impulsando e intensificando los desplazamientos de personas debido a desastres naturales, a corto y largo plazo. Tan sólo en 2019, hubo más de 33 millones de nuevos desplazamientos, lo cual elevaría el número total a casi 51 millones, la cifra más alta jamás registrada. De estos, 8,5 millones se produjeron como consecuencia de conflictos y violencia y 24,9 millones a causa de desastres naturales[8]. En el primer semestre de 2020, se registraron 14,6 millones de nuevos desplazamientos; 9,8 millones, como consecuencia de desastres naturales y 4,8 millones, a causa de conflictos y violencia[9]. Se estima que, entre 2008 y 2018[10], más de 253,7 millones de personas fueron desplazadas como consecuencia de desastres naturales, por lo que tales desastres desplazaron un número de tres a diez veces mayor que los conflictos armados en todo el mundo, dependiendo de la región en cuestión.

La crisis climática puede también generar conflictos en todo el mundo, que a su vez pueden ser otro factor del desplazamiento. El nexo es real, aunque no siempre es directo. En algunas situaciones, la crisis climática conlleva el agotamiento de los recursos naturales, y esto puede generar conflictos entre comunidades y naciones, ya que está en juego el acceso a recursos ya de por sí insuficientes. El cambio climático puede considerarse como un “multiplicador de amenazas”, dado que intensifica los conflictos existentes en aquellos lugares donde escasean los recursos. Como advierte el Papa Francisco en Laudato Si’, “es previsible que, ante el agotamiento de algunos recursos, se vaya creando un escenario favorable para nuevas guerras, disfrazadas detrás de nobles reivindicaciones”[11].

Lamentablemente, algunas formas desequilibradas de desarrollo también pueden contribuir al aumento de la pobreza y el desplazamiento. Como advirtió San Pablo VI hace casi medio siglo, “bruscamente, la persona adquiere conciencia de ella; debido a una explotación inconsiderada de la naturaleza, corre el riesgo de destruirla y de ser a su vez víctima de esta degradación”[12]. A este respecto, nuestros mismos modelos económicos distorsionados contribuyen a este desequilibrio. “Hay reglas económicas que resultaron eficaces para el crecimiento, pero no así para el desarrollo humano integral[13]. Aumentó la riqueza, pero con inequidad, y así lo que ocurre es que «nacen nuevas pobrezas»”[14].

En el caso de peligros de origen natural, como los fenómenos meteorológicos extremos, es posible que las víctimas desplazadas puedan regresar a sus hogares. Sin embargo, el desplazamiento será permanente para la mayoría de las víctimas de desastres naturales graves y de procesos a largo plazo, como el aumento del nivel del mar.

Debido al calentamiento del clima, el nivel del mar seguirá aumentando, representando así una amenaza para ciudades y tierras agrícolas y de pastoreo en todo el mundo. Alrededor de 145 millones de personas viven tan solo a un metro por encima del nivel del mar y casi dos tercios de las ciudades del mundo, con una población de más de cinco millones de habitantes, están situadas en zonas amenazadas por la elevación del nivel del mar. Casi el 40% de la población mundial vive a menos de 100 km de una costa[15].

En medio de estas realidades complejas, es posible que las personas más vulnerables ni siquiera puedan desplazarse, independientemente de las circunstancias, debido a la pobreza u otras razones. Es fundamental dar una respuesta a estas poblaciones “inmóviles” o a quienes no pueden recorrer grandes distancias.

El desplazamiento debido a la crisis climática

El calentamiento descontrolado suscita el temor del desplazamiento masivo de seres humanos. Se prevé, para 2100, que el nivel medio global del mar subirá hasta 0,77 metros, con un incremento de la temperatura mundial de 1,5 °C[16]. Dicha subida será mayor en aquellos escenarios en los que se registre un mayor calentamiento. También se prevé que para 2100, debido a la actual tendencia de un aumento de la temperatura mundial de 3-4 °C, se derretirán grandes secciones de las capas de hielo de la Antártida y de Groenlandia, provocando una rápida subida del nivel del mar[17].

Se teme que este aumento del nivel del mar provoque desplazamientos y migraciones a nivel mundial sin precedentes. Algunas zonas, como las islas de litoral bajo y los atolones, quedarán completamente inhabitables. “Incluso en los escenarios más optimistas, se estima que para 2060 entre 316 y 411 millones de personas en todo el mundo serán cada vez más vulnerables a las tormentas y a las inundaciones costeras”[18].

Es todo un reto poder predecir el número de personas que, en el futuro, podrían verse desplazadas, dados los múltiples factores que impulsan la migración y la dificultad de esclarecer los motivos detrás del movimiento de los seres humanos. Según un informe del Banco Mundial de 2018[19] se estima que para el año 2050, en África subsahariana, Asia meridional y América Latina, entre 31 y 143 millones de personas (aproximadamente el 2,8% de la población mundial) podrían verse obligadas a migrar dentro de sus países debido a la crisis climática. Según este mismo informe, se prevé que para 2050, el 50% de la población de Asia meridional residirá en zonas que se convertirán en puntos críticos, de moderados a graves, para los desastres relacionados con el clima.

Responder al desplazamiento causado por el cambio climático

El desplazamiento de un número significativo de personas conlleva un sinfín de problemas sociales, políticos y humanitarios, sobre todo cuando los países receptores carecen de los recursos y de la capacidad para gestionar desplazamientos a gran escala[20].

La protección internacional que se brinda a las víctimas de los desplazamientos causados por el cambio climático es limitada, fragmentaria y no es siempre jurídicamente vinculante. En particular, los desplazados climáticos no siempre están incluidos bajo la definición de categoría que requiere protección y no están explícitamente reconocidos en la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951. Por consiguiente, existe a menudo un vacío de protección para los CDP, tanto cuando han sido desplazados dentro de las fronteras nacionales de su propio país, como cuando se desplazan a través de fronteras internacionales. Sin embargo, independientemente de su estatus jurídico, todos los Estados están obligados a proteger sus derechos humanos fundamentales. Además, todos los desplazados climáticos merecen recibir asistencia y cuidados adecuados, de conformidad con el derecho internacional y las normas humanitarias vigentes.

La Iglesia católica ya acompaña y asiste a estas personas, y seguirá haciéndolo en el futuro. El histórico Informe de 2018 presentado por el Grupo Inter­gubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, advirtió de que el mundo debe trabajar para una transición, “rápida y de gran alcance”en la reducción de las emisiones de carbono en  la agricultura, la energía, la industria, las infraestructuras, el transporte y el urbanismo, para que el calentamiento global no sobrepase el umbral crucial de 1,5 °C. Debemos intensificar nuestros esfuerzos a nivel colectivo para avanzar hacia la promoción de las energías renovables, la energía verde, la reforestación, la agricultura sostenible y una economía circular, contribuyendo al mismo tiempo a frenar la deforestación y la degradación de los ecosistemas, haciendo especial hincapié en soluciones basadas en la naturaleza. Necesitamos proyectos en países en vías de desarrollo inspirados en la protección del medio ambiente; necesitamos alternativas para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.

La Iglesia católica expresa su preocupación por estos retos y las repercusiones de la crisis climática en la dignidad de los seres humanos. El objetivo de la Iglesia, junto con los gobiernos, otras denominaciones cristianas, las distintas tradiciones religiosas y las personas de buena voluntad, es el de responder a estos desafíos. Como se interrogaba el Papa Benedicto XVI en 2010: “¿Cómo descuidar el creciente fenómeno de los llamados «prófugos ambientales», personas que deben abandonar el ambiente en que viven —y con frecuencia también sus bienes— a causa de su deterioro, para afrontar los peligros y las incógnitas de un desplazamiento forzado?”[21].

Responder al reto que plantean los desplazados climáticos constituye, hoy en día, un compromiso central para ser una Iglesia creíble y testigo, y una comunidad eclesial solidaria e inclusiva.

 

2. Promover acciones de sensibilización y divulgación

Solo sé que yo era ciego y ahora veo (Juan 9,25).

Aumentar el grado de sensibilización, ayudará a abrir los ojos de las personas a las repercusiones de la crisis climática sobre la existencia humana. La ceguera ante estos temas es generalizada y se debe principalmente a: a) simple ignorancia, b) indiferencia y egoísmo frente a fenómenos que ponen en peligro el bien común, c) la negación intencionada de la realidad para proteger intereses creados, d) malentendidos.

Dios proporciona los medios para ver, pero los seres humanos deben estar dispuestos a pasar de la ceguera a la conciencia.

Reto

Hay muchas actitudes que se interponen en el camino para abordar eficazmente los retos que plantean los desplazados climáticos: observamos la negación, la indiferencia general, la resignación indolente, a la vez que un erróneo exceso de confianza en las soluciones técnicas. Debemos seguir evitando la falsa polarización entre el cuidado de la creación, por un lado, y el desarrollo y la economía, por el otro.

Desde esta perspectiva, quisiera reafirmar mi “invitación urgente a un nuevo diálogo sobre el modo como estamos construyendo el futuro del planeta. Necesitamos una conversación que nos una a todos, porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos interesan y nos impactan a todos. [...] Lamentablemente, muchos esfuerzos para buscar soluciones concretas a la crisis ambiental suelen ser frustrados [... que por varias razones] van de la negación del problema a la indiferencia, la resignación cómoda o la confianza ciega en las soluciones técnicas” (LS 14)[22].

Respuesta

La Iglesia católica está llamada a promover una conversión ecológica integral en relación con la crisis climática y el desplazamiento, de manera respetuosa con el medio ambiente y el desarrollo humano.

Con justa razón ha surgido la necesidad de una renovada y sana relación entre la humanidad y la creación, la convicción de que solo una visión auténtica e integral del hombre nos permitirá asumir mejor el cuidado de nuestro planeta en beneficio de la generación actual y futura, porque «no hay ecología sin una adecuada antropología» (LS, 118)[23].

Esto puede lograrse mediante una planificación estratégica y a largo plazo, que incluya acciones tales como:

  • Desarrollar campañas de información que destaquen la gravedad del fenómeno de la crisis climática y el desplazamiento, centrándose en el “rostro humano” de la crisis y la necesidad de actuar con urgencia.

No habrá una ecología sana y sustentable, capaz de transformar algo, si no cambian las personas, si no se las estimula a optar por otro estilo de vida, menos voraz, más sereno, más respetuoso, menos ansioso, más fraterno[24].

o   Sensibilizar a la Iglesia y a la comunidad sobre cómo nuestro estilo de vida moderno, caracterizado por un excesivo consumismo, contribuye a la crisis climática, e inculcar un sentido de responsabilidad que genere un cambio o una adaptación de nuestro estilo de vida.

El modo en que el hombre trata el ambiente influye en la manera en que se trata a sí mismo, y viceversa. Esto exige que la sociedad actual revise seriamente su estilo de vida que, en muchas partes del mundo, tiende al hedonismo y al consumismo, despreocupándose de los daños que de ello se derivan. Es necesario un cambio efectivo de mentalidad que nos lleve a adoptar nuevos estilos de vida[25].

o   Desarrollar programas educativos, dirigidos sobre todo a las parroquias y a las escuelas católicas, orientados a desarrollar una actitud responsable respecto al comportamiento y al estilo de vida personales.

La gran ecología siempre incorpora un aspecto educativo que provoca el desarrollo de nuevos hábitos en las personas y en los grupos humanos[26].

o   Mejorar la coordinación entre los organismos eclesiales (tanto a nivel local como internacional) y reconocer que el cambio climático es una de las causas de la migración.

o   Divulgar documentos fundamentales de la Iglesia, incluidas las enseñanzas centrales de la Laudato Si’: a) economía sostenible y centrada en la persona, b) unidad y santidad de toda la Creación, c) obligación de la humanidad de una administración responsable en el cuidado de nuestra casa común.

o   Compartir las mejores prácticas de conversión ecológica integral, para dar un testimonio concreto del compromiso de la Iglesia y mejorar su visibilidad. Utilizar estudios de casos concretos procedentes de diferentes lugares del mundo, para ayudar a las personas a comprender cómo  plantar cara a estas dificultades puede influenciar la vida de las personas y su acceso a los medios de subsistencia.

o   Promover iniciativas concretas, dirigidas a erradicar las disfuncionalidades sistémicas e institucionales presentes en la economía mundial que afectan a la crisis climática y al desplazamiento.

Porque la paz real y duradera sólo es posible «desde una ética global de solidaridad y cooperación al servicio de un futuro plasmado por la interdependencia y la corresponsabilidad entre toda la familia humana»[27].

  • Promover el diálogo ecuménico e interreligioso y la creación de redes para coordinar estos esfuerzos.

Una actitud de abierto diálogo, reconociendo igualmente la multiplicidad de interlocutores: los pueblos indígenas, ribereños, campesinos y afrodescendientes, las otras Iglesias cristianas y denominaciones religiosas, organizaciones de la sociedad civil, movimientos sociales populares, el Estado, en fin, todas las personas de buena voluntad que buscan la defensa de la vida, la integridad de la creación, la paz y el bien común[28].

  • Establecer una estrategia de comunicación más extensa y coherente, que aproveche al máximo el potencial de los medios de comunicación sociales y digitales.

El número cada vez mayor de interdependencias y de comunicaciones que se entrecruzan en nuestro planeta hace más palpable la conciencia de que todas las naciones de la tierra forman una unidad y comparten un destino común[29].

  • Involucrar a los jóvenes, animándoles a ser protagonistas de estas iniciativas y promover comportamientos y estilos de vida cristianos, que no hagan hincapié únicamente en el futuro, sino también en lo eterno, es decir, en las condiciones ambientales que las personas dejarán en herencia a sus hijos y nietos, así como tratar la creación como un don de Dios.

No debemos cargar a las próximas generaciones con los problemas causados por los anteriores. Debemos darles, en cambio, la oportunidad de recordar a nuestra generación como aquella que renovó y actuó [...] la necesidad fundamental de colaborar para preservar y cultivar nuestra casa común. ¡Ojalá podamos ofrecer a la próxima generación razones concretas para esperar y trabajar por un futuro bueno y digno![30]

  • Aprovechar los conocimientos de las poblaciones locales y comunidades indígenas y otros recursos humanos, a la luz de la doctrina social de la Iglesia, para hallar soluciones enraizadas en una ecología integral.

Y esto exige escuchar, reconocer y respetar a las personas y a los pueblos locales como interlocutores válidos. Ellos mantienen un vínculo directo con la tierra, conocen sus tiempos y procesos y saben, por tanto, los efectos catastróficos que, en nombre del desarrollo, provocan muchos proyectos[31].

3. Proporcionar alternativas al desplazamiento

Servirán de provisiones al país para los siete años de hambre que vendrán después en la tierra de Egipto, y así no perecerá de hambre el país (Génesis 41,36).

Es posible disponer de alternativas viables al desplazamiento cuando los gobiernos, los gobernantes, las instituciones y las organizaciones prestan especial atención y tienen realmente en cuenta el interés superior y las preocupaciones de sus pueblos, en particular los más vulnerables. Siempre existe la posibilidad de que se vivan “años de escasez”, pero Dios puede iluminarnos con su sabiduría para encontrar formas creativas y sostenibles para aliviar el sufrimiento y alternativas al trauma del desplazamiento.

Reto

En la mayoría de los casos, el desplazamiento surge debido a la falta de medios de vida alternativos. A veces, las personas se desplazan porque están convencidas de que la supervivencia es, o será pronto, imposible en su lugar de origen, incluso durante las crisis climáticas.

Respuesta

La Iglesia católica está llamada a mejorar la capacidad de adaptación de las personas afectadas por la crisis climática y a contribuir de forma activa en la búsqueda de alternativas al desplazamiento, que defiendan el derecho a la vida, que incluye la posibilidad de vivir una vida digna, en paz y seguridad[32]. Nadie debe ser obligado a huir de su patria.

No existe peor alienación que experimentar que no se tienen raíces, que no se pertenece a nadie. Una tierra será fecunda, un pueblo dará fruto, y podrá engendrar el día de mañana solo en la medida que genere relaciones de pertenencia entre sus miembros, que cree lazos de integración entre las generaciones y las distintas comunidades que la conforman; y también en la medida que rompa los círculos que aturden los sentidos alejándonos cada vez más los unos de los otros[33].

Desarrollar dicha “resiliencia climática” y adaptación exige aplicar enfoques multifacéticos y el compromiso de todas las partes interesadas. La Iglesia católica puede contribuir emprendiendo acciones tales como:

  • Difundir información puntual, de calidad y fiable sobre la crisis climática y los posibles riesgos asociados a territorios específicos y sus residentes. Garantizar la utilización de los conocimientos tradicionales, indígenas y locales, para complementar los conocimientos científicos en la evaluación del riesgo de desastres y en la formulación y aplicación de políticas, estrategias y planes adaptados a sectores, localidades y contextos específicos, y adoptar un enfoque intersectorial.

No se trata de dejar caer desde arriba programas de asistencia social sino de recorrer juntos un camino[34].

  • Promover la adaptación in situ a fin de evitar el desplazamiento, alentando a mantener o reconectar con formas tradicionales o indígenas de relacionarse con la tierra, la naturaleza y la vida sostenible en la tierra.

Nos duele ver las tierras de los pueblos indígenas expropiados y sus culturas pisoteadas por esquemas depredadores y por nuevas formas de colonialismo, alimentadas por la cultura del despilfarro y el consumismo[35].

  • Facilitar programas de desarrollo creativos y respetuosos con la ecología, dirigidos a la asistencia de personas en riesgo de desplazamiento, así como proteger y fortalecer medios de vida alternativos, como la agroecología, la conservación de la comunidad, la educación, el ecoturismo y el uso sostenible de la tierra y el agua.

Se pueden buscar alternativas de ganadería y agricultura sostenibles, de energías que no contaminen, de fuentes dignas de trabajo que no impliquen la destrucción del medioambiente y de las culturas[36].

  • Promover inversiones significativas, éticas y sostenibles, en infraestructuras, viviendas seguras y diversificación de los medios de subsistencia, para mejorar la resiliencia y la capacidad de adaptación de las personas en riesgo de desplazamiento.

«Unidos para defender la esperanza» significa impulsar y desarrollar una ecología integral como alternativa a «un modelo de desarrollo [que] sigue provocando degradación humana, social y ambiental»[37].

o   Establecer relaciones de solidaridad y crear redes de seguridad capaces de garantizar la protección social de las personas en riesgo de desplazamiento.

o   Desarrollar el empoderamiento inclusivo de las personas en riesgo de desplazamiento, prestando especial atención a los jóvenes y a los más vulnerables.

Están involucrados los países transitados ​​por los flujos migratorios y los de destino final, pero también los gobiernos y las iglesias de los Estados de origen de los migrantes, que con la partida de muchos jóvenes ven empobrecido su futuro[38].

o   Promover y ayudar a coordinar sistemas de migración planificada y voluntaria para las poblaciones en situación de riesgo, de modo que la reubicación pueda gestionarse eficazmente durante un período de tiempo.

o   Trabajar para garantizar, en la medida de lo posible, que las personas puedan seguir viviendo en sus hogares, llevando una vida digna, al mitigar las causas y los factores principales que favorecen el desplazamiento, como los conflictos y las devastaciones naturales causadas por la crisis climática.

Es verdad que lo ideal sería evitar las migraciones innecesarias y para ello el camino es crear en los países de origen la posibilidad efectiva de vivir y de crecer con dignidad, de manera que se puedan encontrar allí mismo las condiciones para el propio desarrollo integral. Pero mientras no haya serios avances en esta línea, nos corresponde respetar el derecho de todo ser humano de encontrar un lugar donde pueda no solamente satisfacer sus necesidades básicas y las de su familia, sino también realizarse integralmente como persona[39].

 

4. Preparar a las personas para el desplazamiento

Fabrícate un arca de madera de ciprés. Haz compartimentos en el arca, y calafatéala por dentro y por fuera (Génesis 6,14).

Las personas para quienes el desplazamiento no es una decisión voluntaria tienen que afrontar esta realidad con valentía y fe, contando con el acompañamiento y la ayuda de Dios, sin caer en una aceptación fatalista de un viaje sin esperanza. Dios, a través de la gracia de la Iglesia y de muchas buenas personas, ofrece la posibilidad de prepararse para afrontar el reto del desplazamiento.

Reto

Cuando el desplazamiento es en la práctica la única opción, las decisiones que implican cuándo, dónde y cómo trasladarse suelen estar motivadas por situaciones de emergencia o se basan en información de dudosa calidad o percepciones incorrectas. Además, la mayoría de las personas que se ven obligadas a desplazarse, no suelen estar preparadas para hacer frente a las dificultades que esto supone, tanto si se trata del viaje en avión como de la búsqueda de un refugio y el adaptarse a su nueva situación, en un nuevo lugar.

Respuesta

Cuando se da la necesidad de desplazarse por razones climáticas, la Iglesia católica está llamada a participar, de manera proactiva, en ayudar apreparar a las personas para el desplazamiento, proporcionando información correcta y fidedigna. Esto podría ayudarles en las decisiones que deberán tomar antes de migrar y mejorar su preparación mediante el empoderamiento personal y comunitario. Será importante adoptar medidas como las siguientes, que son el fruto de la cooperación entre organizaciones religiosas, organizaciones de la sociedad civil, gobiernos y organismos internacionales:

o   Realizar un mapeo de aquellos territorios particularmente afectados por la crisis climática y el desplazamiento e identificar las poblaciones en situación de riesgo, aprovechando las herramientas disponibles, como el “Inform Risk Index”[40].   

o   Realizar un gráfico social y de los recursos de la comunidad de acogida, así como de la población desplazada.

o   En previsión de posibles desplazamientos, ayudar a identificar y preparar lugares para el asentamiento o la reubicación de aquellas comunidades más vulnerables a los desastres ambientales. Introducir prácticas de reubicación planificada y voluntaria, así como mejorar el nivel de participación y de consulta de todas las categorías de personas, para garantizar que todos, en particular las personas con discapacidad y los ancianos, puedan participar activamente en las decisiones que les afectan.

o   Realizar un mapeo de las organizaciones comprometidas con la CCD y de los servicios que ofrecen en términos de suministro de información y capacitación sobre el desplazamiento.

o   Abogar por procesos de financiación simplificados, para dar prioridad a las comunidades más pobres y capacitar a las comunidades locales, para que puedan acceder a la financiación lo antes posible, con adecuadas medidas de transparencia y de rendición de cuentas.

o   Apoyar a las autoridades locales en la difusión eficaz de información pertinente y fiable sobre el desplazamiento, incluidos los programas de salvaguardia, entre todas las poblaciones en situación de riesgo.

o   Abogar por el desarrollo de programas que fomenten mecanismos de adaptación y habilidades para la supervivencia de las personas, para prepararlas para el desplazamiento y la adaptación al nuevo lugar.

o   Establecer redes de solidaridad entre las comunidades de origen y las comunidades de llegada, promoviendo una relación de colaboración en todas las fases del desplazamiento y garantizando la necesaria asistencia pastoral a dichas comunidades a su llegada.

A la Iglesia de origen se le pide, por tanto, que se mantenga en contacto con aquellos miembros suyos que, por cualquier razón, se desplazan a otro lugar, mientras que la Iglesia de acogida debe asumir sus responsabilidades hacia quienes se han convertido ya en sus miembros. Ambas Iglesias locales están llamadas a mantener sus respectivas responsabilidades pastorales en un espíritu de comunión activo y expresado en la práctica[41].

  • Desarrollar programas de capacitación orientados a preparar a las personas para su integración, a largo plazo, en las nuevas comunidades, cuando la posibilidad de regresar a sus países de origen no es una opción viable.

 

5. Favorecer la inclusión y la integración

Meterás también en el arca una pareja de cada criatura viviente, macho y hembra, para que conserve la vida contigo (Génesis 6,19).

Una casa común que acoge y sostiene a “todo ser vivo” es el don único de la abundante creación de Dios[42]. Trabajar por la creación y por un mundo que siga abrazando la vida en todas sus hermosas expresiones y formas, sin exclusión, significa convertirse en co-creadores, continuar la misión del Dios de la vida en abundancia para todos los seres humanos y toda “criatura viviente”.

Reto

Los flujos migratorios, grandes y no regulados, pueden abrumar a las sociedades de acogida, a la vez que causar tensiones y conflictos. Las sociedades locales, que a menudo carecen de la preparación y de las competencias y recursos necesarios, precisan una ayuda concreta, pero también el ánimo y la formación necesarios para hacer frente a los retos que plantea la migración. Además, si no se abordan las diferentes respuestas que se generan dentro de las comunidades de acogida - incluidas la indiferencia, el miedo, la intolerancia o la xenofobia - pueden ponerse en peligro los esfuerzos dirigidos a acoger, proteger, promover e integrar a los desplazados climáticos.

Respuesta

La Iglesia católica está llamada a involucrar a la sociedad y a preparar y animar a las personas a tener un espíritu de acogida, a estar dispuestas y deseosas de extender su solidaridad a los desplazados climáticos, proporcionándoles un refugio y condiciones adecuadas para su supervivencia, protegiendo sus derechos y dignidad, promoviendo su desarrollo humano integral, y facilitando los procesos de integración social, laboral y cultural.

Esto puede realizarse mediante acciones tales como:

  • Colaborar con los gobiernos para la promoción y realización de campañas de sensibilización, la organización de alojamientos seguros, el acceso a la asistencia social, incluidos los servicios médicos, la asistencia jurídica y los programas de capacitación.

No es suficiente con … abrir las puertas … y dejar que entren; es preciso, también, facilitarles una real inserción en la sociedad que les acoge. La solidaridad debe convertirse en una experiencia cotidiana de asistencia, de intercambio y de participación[43].

  • Desarrollar campañas de sensibilización sobre la crisis climática y el desplazamiento, que incluyan a la comunidad de acogida y colaboren con ella a todos los niveles, para crear un entorno que favorezca la acogida de los desplazados climáticos, por ejemplo, mediante la publicación de libros infantiles sobre la CCD y la utilización de las redes sociales.
  • Organizar alojamientos seguros y programas para los desplazados climáticos, prestando especial atención a los menores no acompañados y a la inclusión de las personas vulnerables en las comunidades locales.
  • Elaborar programas de capacitación y prestar asistencia para la búsqueda de empleo, para que los desplazados climáticos y demás personas que se encuentran en situaciones análogas de vulnerabilidad, puedan integrarse mejor en las comunidades locales.
  • Invertir en proyectos para la generación de empleo, prestando especial atención a la agricultura (p. ej., agricultura a pequeña escala y comunitaria), y promover un espíritu empresarial innovador para incrementar las posibilidades de empleo de los desplazados climáticos.

El primado del desarrollo agrícola [...] significa apoyar una resiliencia efectiva, reforzando de modo específico la capacidad de las poblaciones para hacer frente a las crisis – naturales o provocadas por la acción humana – y prestando atención a las diferentes exigencias[44].

  • Capacitar a los desplazados climáticos para que puedan desempeñar correctamente funciones sociales básicas, mediante programas de desarrollo de capacidades, como cursos de idiomas, de formación cultural y de ciudadanía activa, y proporcionar espacios para la escucha recíproca y el intercambio cultural, empleando al máximo los recursos disponibles, a nivel local (personas/grupos), para suministrar tales programas.
  • Preparar a las comunidades de acogida, mediante actividades de capacitación, que sensibilicen y faciliten procesos de integración fluidos, para promover la inclusión de los CDP y las personas vulnerables entre la población local.

Insisto una vez más en la necesidad de favorecer, en cualquier caso, la cultura del encuentro, multiplicando las oportunidades de intercambio cultural, demostrando y difundiendo las «buenas prácticas» de integración, y desarrollando programas que preparen a las comunidades locales para los procesos integrativos[45].

 

6. Ejercer una influencia positiva en la formulación de políticas

Entonces me digo: sí, más vale sabiduría que fuerza; pero la sabiduría del pobre fue despreciada, y sus palabras, desoídas (Eclesiastés 9,16).

La sabiduría es, ante todo, un don del Espíritu Santo, un don que no sólo se da a los inteligentes y a los sabios, sino también a los marginados y a los “descartados”. El acceso al poder, a la abundancia de recursos, a una gran energía e incluso a habilidades notables, podría convertirse en algo inútil, si todo esto no está guiado por la sabiduría. Cualquier plan, política o estrategia que no reconozca la sabiduría que proviene de los “pobres”, ignora la sabiduría del Espíritu presente en ellos y, muy probablemente, fracasará.

Reto

Las políticas y los programas que se refieren a la crisis climática y el desplazamiento son a menudo inadecuados, carecen de visión de futuro y están influenciados por las preocupaciones económicas. La intervención humana, en muchos casos, puede dañar el medio ambiente, al igual que la desregulación basada en los principios del libre mercado. No se suele incluir a personas en situación de riesgo, entre ellos los desplazados climáticos, en las consultas que se celebran. Como resultado, los intereses de unos pocos suelen prevalecer generalmente sobre la salvaguardia del bien común.

Muchos de aquellos que tienen más recursos y poder económico o político parecen concentrarse sobre todo en enmascarar los problemas o en ocultar los síntomas, tratando sólo de reducir algunos impactos negativos del cambio climático. Pero muchos síntomas indican que esos efectos podrán ser cada vez peores si continuamos con los actuales modelos de producción y de consumo[46].

Respuesta

La Iglesia católica está llamada a garantizar que se escuchen y tengan en cuenta las opiniones de los más vulnerables, como los desplazados climáticos. Es importante mantener un diálogo fructífero con los gobiernos y los responsables de la toma de decisiones para inspirar la adopción de buenas políticas con respecto a la CCD, y esto se debe llevar a cabo de conformidad con los principios de la enseñanza social de la Iglesia.

Por eso se ha vuelto urgente e imperioso el desarrollo de políticas para que en los próximos años la emisión de dióxido de carbono y de otros gases altamente contaminantes sea reducida drásticamente, por ejemplo, reemplazando la utilización de combustibles fósiles y desarrollando fuentes de energía renovable. En el mundo hay un nivel exiguo de acceso a energías limpias y renovables. Todavía es necesario desarrollar tecnologías adecuadas de acumulación[47].

Esto puede realizarse a través de acciones de incidencia tales como:

  • Participar en una real “conversión ecológica”, con un firme compromiso y acción en el cuidado de la casa común y de los más vulnerables, recurriendo a los aspectos señalados en los Principios y Directrices de Addis Abeba, los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de París que sean pertinentes y acordes con la doctrina social de la Iglesia.

Ellos [los jóvenes] nos reclaman la urgencia de una conversión ecológica, que «debe entenderse de manera integral, como una transformación de las relaciones que tenemos con nuestros hermanos y hermanas, con los otros seres vivos, con la creación en su variedad tan rica, con el Creador que es el origen de toda vida»[48].

  • Garantizar que todas las personas, tanto la población local como los recién llegados, como los desplazados climáticos, puedan acceder de manera equitativa y constante a los servicios públicos básicos[49] y se les proporcione toda la documentación necesaria. Deben poder participar en la formulación de las políticas que les afectan.

Hay que dejar de pensar en «intervenciones» sobre el ambiente para dar lugar a políticas pensadas y discutidas por todas las partes interesadas. La participación requiere que todos sean adecuadamente informados de los diversos aspectos y de los diferentes riesgos y posibilidades, y no se reduce a la decisión inicial sobre un proyecto, sino que implica también acciones de seguimiento o monitorización constante[50].

  • Alertar a los gobiernos y a las organizaciones humanitarias sobre las llamadas “poblaciones invisibles” quienes, habiéndose enfrentado a múltiples situaciones de desplazamiento debidas a circunstancias que escapan de su control, son particularmente vulnerables.

Al mismo tiempo, los gobernantes han de hacer todo lo posible a fin de que todos puedan tener la mínima base material y espiritual para ejercer su dignidad y para formar y mantener una familia, que es la célula primaria de cualquier desarrollo social. Este mínimo absoluto tiene en lo material tres nombres: techo, trabajo y tierra; y un nombre en lo espiritual: libertad de espíritu, que comprende la libertad religiosa, el derecho a la educación y todos los otros derechos cívicos[51].

  • Abogar por el reconocimiento y la protección de los desplazados a causa del cambio climático, defendiendo sobre todo sus derechos humanos y prestándoles asistencia humanitaria, de conformidad con el derecho internacional.

De ahí que hoy se hable de delegar responsabilidades de política migratoria en determinados organismos, dadas las consecuencias de la migración inducida por el clima y por los desplazados internos a causa de calamidades naturales. Como es obvio, necesitan protección de la comunidad internacional[52].

  • Compartir historias, testimonios y datos sobre la realidad del cambio climático y sus repercusiones sobre la existencia humana y el mundo natural, a fin de sensibilizar a los responsables de políticas y facilitar la adopción de medidas eficaces y de gran alcance.

Tal acogida supone una escucha atenta y el compartir recíprocamente experiencias de vida. Requiere apertura de corazón, estar dispuestos a hacer que la propia vida sea visible a los demás, y supone compartir generosamente tiempo y recursos[53].

  • Instar a quienes formulan políticas a adoptar las herramientas existentes destinadas a fortalecer la resiliencia de los desplazados climáticos y de las comunidades de acogida (por ejemplo, esto puede incluir ciertos principios que se encuentran en el Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres[54]) e incluso ir más allá.
  • Instar a los gobiernos a que se sumen a aquellas iniciativas, marcos y acciones acordadas internacionalmente, que son conformes a la doctrina social de la Iglesia, y las implementen en sus ámbitos nacionales y regionales.

Las obligaciones de respetar los derechos y los deberes que se originan a partir de los instrumentos legales internacionales con sus normas contribuyen a la dignidad de los pueblos en movimiento, de los que solicitan asilo y de los refugiados. Hay que proporcionarles siempre el debido proceso, garantías judiciales y los derechos básicos necesarios para que puedan tener una vida libre, digna e independiente y puedan construir esa nueva vida en otra sociedad[55].

  • Abogar por el desarrollo de políticas y programas que asistan en la reubicación y el reasentamiento de los desplazados climáticos, proporcionándoles condiciones de vida dignas que incluyan acceso a la vivienda.
  • Promover, para las personas en situación de riesgo, una migración que se lleve a cabo de manera segura, regular y ordenada.
  • Adoptar un enfoque con visión de futuro, que tenga en cuenta las medidas necesarias para prevenir el sufrimiento de los países en vías de desarrollo como consecuencia de la degradación del territorio y la inseguridad alimentaria, que a su vez provocan migraciones a gran escala y el desarrollo de megalópolis.
  • Alentar y colaborar con los gobiernos para crear sistemas educativos integrados, que permitan a todos los niños, incluidos aquellos niños que son desplazados climáticos, realizar y apreciar plenamente su humanidad común, contribuyendo así a un desarrollo nacional, pacífico y sostenible.
  • Promover la celebración de consultas con los pueblos indígenas y las poblaciones locales, antes de desarrollar proyectos que puedan tener un impacto negativo en el medio ambiente y provocar el desplazamiento.

 

7. Ampliar la atención pastoral

El emigrante que reside entre vosotros será para vosotros como el indígena: lo amarás como a ti mismo, porque emigrantes fuisteis en Egipto. Yo soy el Señor vuestro Dios (Levítico 19,34).

El amor y la misericordia de Dios son ilimitados. No se detiene en las fronteras y no hace distinción entre ciudadanos y extranjeros, porque se preocupa por toda la familia humana y por toda la creación. Ampliar la atención pastoral implica ser testigos fieles y constantes de esta gracia ilimitada.

Desafío

Dadas las diferencias étnicas, culturales, lingüísticas y rituales y las vulnerabilidades especiales a las que se enfrentan, las Iglesias locales experimentan a menudo dificultades a la hora de desarrollar una pastoral específica para la asistencia a los desplazados climáticos y su inclusión en las parroquias locales.

Respuesta

La Iglesia católica está llamada a acoger, proteger, promover e integrar a los desplazados climáticos, haciendo especial hincapié en la necesidad de desarrollar una atención pastoral capaz de responder a las diferentes necesidades de los católicos, así como las de quienes pertenecen a otras religiones y creencias.

Para ello es importante que la catequesis y la predicación incluyan de modo más directo y claro el sentido social de la existencia, la dimensión fraterna de la espiritualidad, la convicción sobre la inalienable dignidad de cada persona y las motivaciones para amar y acoger a todos[56].

Esto puede realizarse mediante acciones tales como:

  • Crear ministerios pastorales e involucrar a los agentes de pastoral en aquellos contextos en los que pueda suceder o ya se esté verificando la crisis climática y el desplazamiento. Como alternativa, si no se dispone de recursos, fortalecer los ministerios y las capellanías de migrantes ya existentes.
  • Siempre que sea posible, establecer una oficina para la coordinación de la pastoral para los desplazados climáticos en la Conferencia Episcopal o a nivel diocesano, cuando así lo justifiquen condiciones graves.
  • Siempre que los gobiernos dispongan de los recursos necesarios para ayudar a los desplazados climáticos, se debe considerar la posibilidad de colaborar y proponer proyectos conjuntos. La aportación de la Iglesia es ofrecer el “rostro humano” de la crisis climática a los expertos, para ayudarles a comprender mejor la realidad a nivel local y respetar la dignidad humana.

Todos tenemos responsabilidad sobre el herido que es el pueblo mismo y todos los pueblos de la tierra. Cuidemos la fragilidad de cada hombre, de cada mujer, de cada niño y de cada anciano, con esa actitud solidaria y atenta, la actitud de proximidad del buen samaritano[57].

  • Desarrollar programas pastorales que integren la asistencia humanitaria, la educación para la reconciliación, la protección efectiva de los derechos y la dignidad, la oración y la liturgia, así como el apoyo espiritual y psicológico.

Se necesita esperanza, valor, amor y creatividad para que la vida pueda recomenzar. Sin embargo, hay que dar prioridad a un esfuerzo concertado, no solamente para proporcionar asistencia logística y humanitaria a estas personas sino, aún más, un apoyo moral y espiritual específico. Los aspectos de la espiritualidad y de la formación deben ser considerados como parte integrante de una «verdadera cultura de la acogida»[58].

  • Incluir a los desplazados climáticos católicos en los programas pastorales de las parroquias locales, ofreciendo una atención espiritual que les respete y valore como hermanos y hermanas con sus propios idiomas, tradiciones, costumbres y ritos, a la vez que se les ayude a conocer las tradiciones, costumbres y ritos de la comunidad de acogida.

El desplazamiento forzado de familias indígenas, campesinas, afrodescendientes y ribereñas, expulsadas ​​de sus territorios por la presión sobre los mismos o por la asfixia ante la falta de oportunidades, exige una pastoral de conjunto en la periferia de los centros urbanos. Para ello será preciso crear equipos misioneros para su acompañamiento, coordinando con las parroquias y demás instituciones eclesiales y extraeclesiales las condiciones de acogida, ofreciendo liturgias inculturadas y en las lenguas de los migrantes; promoviendo espacios de intercambios culturales, favoreciendo la integración en la comunidad y en la ciudad y motivándoles en esta labor al protagonismo[59].

  • Capacitar e incluir eficazmente a los desplazados climáticos católicos en la implementación de programas pastorales que respondan a sus necesidades.

Será importante, asimismo, llevar a cabo una acción que tienda al conocimiento recíproco, aprovechando todas las ocasiones que proporciona la atención pastoral ordinaria para hacer participar a los inmigrantes en la vida de las Parroquias[60].

  • Promover iniciativas ecuménicas e interreligiosas que respondan a las necesidades materiales y espirituales de todos los desplazados climáticos.

La acción común y la cooperación con las distintas Iglesias y comunidades eclesiales, así como los esfuerzos conjuntos con quienes profesan otras religiones, podría dar lugar a la preparación de llamamientos, cada vez más urgentes, en favor de los refugiados y de los otros desplazados forzosos[61].

  • Involucrar a los jóvenes en el trabajo pastoral sobre la crisis climática y el desplazamiento, mediante el desarrollo de materiales creativos, incluso para el catecismo.

[Los jóvenes] tienen mucho que ofrecer con su entusiasmo, con su compromiso y con su sed de verdad, a través de la que nos recuerdan constantemente que la esperanza no es una utopía y la paz es un bien siempre posible. Lo hemos visto en el modo con el que muchos jóvenes se están comprometiendo para sensibilizar a los líderes políticos sobre la cuestión del cambio climático[62].

 

8. Colaborar en la planificación y la acción estratégicas

Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados (Efesios 4, 4).

Aun reconociendo siempre cuán importante es contar con una pluralidad de ideas y de planes de actuación, es esencial perseguir juntos el bien común: una familia humana creada por Dios como un único cuerpo. La familia de la Iglesia no debe olvidar nunca que es el Espíritu Santo “quien suscita una múltiple y diversa riqueza de dones y al mismo tiempo construye una unidad que nunca es uniformidad sino multiforme armonía que atrae”[63].

Reto

La crisis climática y el desplazamiento plantean retos nuevos y complejos, y es responsabilidad de todos los diferentes actores religiosos, sociales y políticos articular las respuestas a dichos retos. Sin lugar a dudas, la adopción de iniciativas unilaterales y no coordinadas pondrá en peligro la rapidez y la eficacia de las respuestas.

Respuesta

La Iglesia católica está llamada a promover la colaboración entre todos los agentes católicos en la planificación estratégica y la actuación relativa a los desplazados climáticos, a colaborar con otros grupos religiosos y organizaciones de la sociedad civil que comparten la misma visión y misión, y a comprometerse a colaborar con más partes interesadas. Todo ello orientado a promover un enfoque del desplazamiento climático integrado y centrado en el ser humano. Esto puede realizarse mediante acciones tales como:

Para afrontar los problemas de fondo, que no pueden ser resueltos por acciones de países aislados, es indispensable un consenso mundial que lleve, por ejemplo, a programar una agricultura sostenible y diversificada, a desarrollar formas renovables y poco contaminantes de energía, a fomentar una mayor eficiencia energética, a promover una gestión más adecuada de los recursos forestales y marinos, a asegurar a todos el acceso al agua potable[64].

  • Establecer redes activas entre todos los agentes católicos involucrados en la CCD, coordinadas por las Conferencias episcopales a nivel nacional y regional, con el fin de intercambiar experiencias positivas, aprendizajes, herramientas e información.

Para lograr una mayor coordinación de todas las actividades pastorales en favor de los inmigrantes, las Conferencias episcopales la confiarán a una Comisión especial y nombrarán un director nacional que animará las correspondientes Comisiones diocesanas[65].

  • Promover una cooperación eficaz en materia de planificación y acción estratégicas con otras organizaciones religiosas y de la sociedad civil, tanto a nivel nacional como regional, para evitar duplicidades y malgastar los recursos disponibles.

La cooperación entre las diversas Iglesias cristianas y las diversas religiones no cristianas en este trabajo caritativo, conducirá a nuevos avances en la búsqueda y la implementación de una unidad más profunda de la familia humana[66].

  • Facilitar un diálogo constructivo entre las organizaciones religiosas, las organizaciones de la sociedad civil, los representantes gubernamentales y los organismos internacionales, con el objetivo de promover la cooperación nacional y regional y una planificación conjunta de contingencias previsoras, durante o después de un desastre provocado por una crisis climática.

Esta cooperación ha demostrado cómo podemos “lograr resultados importantes, que permitan a la vez salvaguardar la creación, promover el desarrollo humano integral y cuidar el bien común, en un espíritu de solidaridad responsable y con profundas repercusiones positivas para las generaciones presentes y futuras”[67].

  • Invertir en el intercambio de conocimientos, en la visibilidad y reproducción de las mejores prácticas y estrategias de comunicación, con el fin de proponer ideas y modelos de acción innovadores.
  • Promover acciones de incidencia en colaboración con otras organizaciones religiosas y de la sociedad civil.

El fenómeno del calentamiento global [...] requiere una respuesta colectiva, capaz de hacer prevalecer el bien común sobre los intereses particulares. [...] Es necesario que los líderes políticos se esfuercen por restablecer con urgencia una cultura del diálogo para el bien común y para reforzar las instituciones democráticas y promover el respeto del estado de derecho, con el fin de prevenir las desviaciones antidemocráticas, populistas y extremistas[68].

  • Promover una participación activa de la comunidad internacional, prestando asistencia técnica y financiera a las naciones más débiles que son víctimas de los desplazamientos climáticos.

Los países pobres necesitan tener como prioridad la erradicación de la miseria y el desarrollo social de sus habitantes. [...] También es verdad que deben desarrollar formas menos contaminantes de producción de energía, pero para ello requieren contar con la ayuda de los países que han crecido mucho a costa de la contaminación actual del planeta[69].

  • Promover, en colaboración con todas las partes interesadas, el desarrollo de un sistema de alerta precoz y de respuesta para supervisar, en tiempo real, el desplazamiento de personas y activar respuestas a nivel nacional o regional.

 

9. Promover la formación profesional en Ecología Integral

Para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo (Efesios 4,12).

Los talentos y los dones recibidos de Dios no se pueden esconder y desaprovechar por culpa del miedo, la pereza, la indiferencia o la codicia. Por el contrario, es necesario valorizarlos y perfeccionarlos, para que podamos estar mejor preparados para seguir adelante en la pastoral que se nos ha encomendado: construir juntos el cuerpo, único y maravillosamente diverso, de Cristo, para ser hermanos y hermanas en la casa común creada por Dios.

Reto

El alcance y la complejidad de la respuesta a los retos planteados por la crisis climática y el desplazamiento exigen conocimientos y una experiencia profesional en este ámbito. Los coordinadores y los agentes de pastoral no pueden simplemente improvisar, ya que ello podría contribuir al fracaso de las iniciativas.

Respuesta

La Iglesia católica está llamada a organizar y a ofrecer una formación profesional en ecología integral a agentes de pastoral y otros profesionales que comparten la misma visión y misión. Este tipo de formación debe tener un amplio alcance y saber adaptarse a las diferentes necesidades de un amplio grupo de personas, desde los desplazados hasta los obispos. Esto puede realizarse mediante acciones tales como:

  • Organizar y ofrecer una educación formal e informal sobre la CCD y la ecología integral, teniendo siempre en cuenta las implicaciones de la dignidad humana y de la ecología humana, con una clara perspectiva teológica.

El derecho a la educación –también para las niñas, excluidas en algunas partes–, [...] se asegura en primer lugar respetando y reforzando el derecho primario de las familias a educar, y el derecho de las Iglesias y de las agrupaciones sociales a sostener y colaborar con las familias en la formación de sus hijas e hijos. La educación, así concebida, es la base para la realización de la Agenda 2030 y para recuperar el ambiente[70].

  • Producir materiales didácticos (libros, películas, etc.) para jóvenes y niños que incorporen temas relativos a la crisis climática y el desplazamiento.

Esta conveniencia se concreta en un compromiso exigente pero altamente productivo: repensar y actualizar la intencionalidad y la organización de las disciplinas y las enseñanzas impartidas en los estudios eclesiásticos con esta lógica concreta y según esta intencionalidad específica. Hoy, en efecto, «se impone una evangelización que ilumine los nuevos modos de relación con Dios, con los otros y con el espacio, y que suscite los valores fundamentales. Es necesario llegar allí donde se gestan los nuevos relatos y paradigmas» (EG, 74)[71].

  • Incluir elementos de la ecología integral y de la conversión ecológica en todos los cursos sobre la doctrina social de la Iglesia: en seminarios, programas de formación de laicos, cursos de formación de catequistas, clases de religión y de ética cristiana.

Esta enorme e impostergable tarea requiere, en el ámbito cultural de la formación académica y de la investigación científica, el compromiso generoso y convergente que lleve hacia un cambio radical de paradigma, más aún —me atrevo a decir— hacia «una valiente revolución cultural» (LS, 114)[72].

  • Mejorar la capacidad de la Iglesia local para recopilar y supervisar los datos relativos a la crisis climática y el desplazamiento, a nivel nacional y regional.
  • Actualizar, periódicamente, los análisis sobre la CCD, así como los escenarios futuros y compartirlos entre los diferentes interlocutores, para contribuir a adaptar la planificación y la acción estratégicas.
  • Mejorar los conocimientos sobre acuerdos importantes como la Conferencia de las Partes (COP) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, el Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-30, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y las Directrices Voluntarias sobre la Gobernanza Responsable de la Tenencia de la Tierra, la Pesca y los Bosques en el Contexto de la Seguridad Alimentaria Nacional de la FAO.

 

10. Potenciar las actividades de investigación académica sobre la crisis climática y el desplazamiento

Mente perspicaz adquiere el saber, el oído de los sabios busca conocer (Proverbios 18,15).           

Una persona sabia y realmente inteligente adquiere conocimientos a través de un trabajo de investigación, paciente y concienzudo, sobre ciertos temas como el desplazamiento, que representan desafíos cruciales que los cristianos estamos llamados a abordar. La búsqueda del conocimiento no es un fin en sí mismo, sino una ayuda para comprender la realidad de manera correcta, para actuar con inteligencia y según el amor de Dios para todos los seres humanos.

Reto

Varias instituciones académicas católicas ya han llevado a cabo investigaciones científicas sobre la CCD, pero son pocos los estudios sobre el nexo entre la CCD y los escenarios futuros.

Los estudios eclesiásticos no pueden limitarse a transmitir a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, deseosos de crecer en su conciencia cristiana, conocimientos, competencias, experiencias, sino que deben adquirir la tarea urgente de elaborar herramientas intelectuales que puedan proponerse como paradigmas de acción y de pensamiento, y que sean útiles para el anuncio en un mundo marcado por el pluralismo ético-religioso[73].

Respuesta

La Iglesia católica está llamada a potenciar las actividades de investigación científica sobre la CCD e invitar a las instituciones académicas y a los estudiosos católicos a participar, activamente, en este ámbito de estudio. Esto puede realizarse mediante acciones tales como:

  • Apoyar el desarrollo de programas académicos sobre la CCD, basados en la colaboración entre instituciones académicas y estudiosos católicos.

Este ministerio requiere claramente una adecuada formación de cuantos tienen la intención o han recibido el encargo de llevarlo a cabo. Por consiguiente, es necesario que, desde el inicio, en los seminarios, «la formación espiritual, teológica, jurídica y pastoral [...] tenga en cuenta los problemas que plantea el campo pastoral de la movilidad»[74].

  • Constituir observatorios mundiales y/o regionales para una supervisión, recopilación y codificación constante de datos y una evaluación actualizada de la CCD.
  • Promover la investigación relacionada con la crisis climática y el desplazamiento, por ejemplo, sobre la dimensión humana de la CCD, el desarrollo agrícola y rural, el desarrollo urbano, la erradicación de la pobreza, la especial vulnerabilidad de las mujeres y los niños, la nutrición y la seguridad alimentaria, los mecanismos de protección social para las personas desplazadas o la resiliencia y capacidad de adaptación.

[Existe una] necesidad urgente de «crear redes» entre las distintas instituciones que, en cualquier parte del mundo, cultiven y promuevan los estudios eclesiásticos, y activar con decisión las oportunas sinergias también con las instituciones académicas de los distintos países y con las que se inspiran en las diferentes tradiciones culturales y religiosas[75].

  • Documentar las mejores prácticas sobre resiliencia climática, asistencia durante el desplazamiento e inclusión social y elaborar recomendaciones relativas a la evaluación del riesgo, estrategias de adaptación climática y planes de contingencia.

[Es necesario] establecer centros especializados de investigación que promuevan el estudio de los problemas de alcance histórico que repercuten en la humanidad de hoy[76].

  • Promover una comprensión académica más amplia, que incluya la perspectiva espiritual y sea coherente con la enseñanza social católica.

Esto no sólo exige una profunda conciencia teológica, sino también la capacidad de concebir, diseñar y realizar sistemas de presentación de la religión cristiana que sean capaces de profundizar en los diversos sistemas culturales. Todo esto pide un aumento en la calidad de la investigación científica y un avance progresivo del nivel de los estudios teológicos y de las ciencias que se le relacionan[77].

 

CONCLUSIÓN

Esperamos, con toda sinceridad, que los lectores de este documento se sientan llamados a profundizar en el conocimientode la crisis climática, de sus causas, su desarrollo, sus consecuencias y las perspectivas de atenuarla y gestionarla correctamente, y sobre todo a considerar el vínculo entre la crisis climática y el desplazamiento.

¿Cómo descuidar el creciente fenómeno de los llamados «prófugos ambientales», personas que deben abandonar el ambiente en que viven —y con frecuencia también sus bienes— a causa de su deterioro, para afrontar los peligros y las incógnitas de un desplazamiento forzado?[78]

La pregunta lleva implícita su respuesta: “¡No, no podemos!”. Por lo tanto, la naturaleza de este documento es eminentemente pastoral, como indica su título, y eminentemente práctica, como indican los títulos de sus diez secciones.

“Los jóvenes nos reclaman un cambio. Ellos se preguntan cómo es posible que se pretenda construir un futuro mejor sin pensar en la crisis del ambiente y en los sufrimientos de los excluidos”[79] entre los que se incluyen, en este caso, los sufrimientos de aquellos a los que la crisis climática obliga a huir.

La Iglesia, agradecida por la conciencia que está creciendo, por la gracia de Dios, entre los habitantes del mundo, seguirá poniendo de manifiesto la difícil situación de los desplazados a causa de la crisis climática y tratará de aumentar nuestra sensibilización sobre su sufrimiento, animándonos a hacer algo eficaz al respecto.

Las OPDC pretenden que comencemos “de abajo y de a uno, pugnar por lo más concreto y local, hasta el último rincón de la patria y del mundo”[80] para acoger, proteger, promover e integrar a los que la crisis climática ha robado, herido y abandonado, al igual que el pobre hombre por quien el Buen Samaritano mostró gran solicitud y cuidado.

 

CÓMO UTILIZAR ESTE DOCUMENTO

La Sección M&R espera que a las Iglesias locales y a las organizaciones católicas les resulten de gran utilidad estas OPDC a la hora de abordar las cuestiones relativas a los desplazados climáticos y las necesidades concretas de nuestros hermanos y hermanas afectados. Al evaluar programas o planificar otros nuevos, al desarrollar actividades de sensibilización o incidencia, no duden en centrarse en las respuestas detalladas en las OPDC que consideren especialmente relevantes en su ámbito de competencia, e incorpore otras basadas en la enseñanza social de la Iglesia. Más concretamente, la Sección sugiere:

  1. Utilizar las OPDC en campañas de información y sensibilización, y orientar los esfuerzos locales para acoger, proteger, promover e integrar a los desplazados climáticos.
  2. Compartir este folleto con las ONG católicas y los grupos de la sociedad civil de su país, sobre todo con quienes se interesan por los desplazados climáticos y otras personas vulnerables en movimiento, invitándoles a adoptar acciones colectivas y de incidencia.
  3. Trabajar con los funcionarios gubernamentales responsables de los desplazados climáticos y entablar un diálogo con ellos sobre la base de estas OPDC.

La Sección M&R espera con gran interés poder recoger las experiencias de los desplazados climáticos y de quienes están involucrados en su acompañamiento. El propósito es dar especial visibilidad a experiencias positivas, iniciativas fructíferas y buenas prácticas. La Sección M&R también desea poder recibir información sobre cómo se abordan las OPDC a nivel pastoral, ecuménico, interreligioso y en el ámbito de las organizaciones de la sociedad civil; asimismo, desea recibir respuestas del mundo académico, empresarial y gubernamental. Por favor, envíe estas informaciones a info@migrants-refugees.va

Para acceder a los archivos de este folleto o sus documentos, o para actualizaciones y reflexiones, visite la página web de M&R: migrants-refugees.va

En nombre de todos los desplazados climáticos y de quienes les acompañan generosa y desinteresadamente, que Dios bendiga todo esfuerzo de justicia y toda obra de misericordia “para reunir a los desterrados de Israel, y congregar a los dispersos de Judá, desde los cuatro extremos de la tierra” (Isaías 11,12).

[1] Grupo Inter­gubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), Calentamiento global de 1,5 °C. Informe especial del IPCC sobre los impactos del calentamiento global de 1,5 °C con respecto a los niveles preindustriales y las trayectorias correspondientes que deberían seguir las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, en el contexto del reforzamiento de la respuesta mundial a la amenaza del cambio climático, el desarrollo sostenible y los esfuerzos por erradicar la pobreza, Ginebra, Capítulo 1.

[2] Cf. BioScience 70/1, 2020.

[3] Francisco, Mensaje para la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, Ciudad del Vaticano, 2020.

[4] Francisco, Discurso a los Participantes en el 41° Período de Sesiones de la Conferencia de la FAO, Ciudad del Vaticano, 2019.

[5] CA, 31.

[6] LS, 30.

[7] Ibíd., 28.

[8] Cf. Observatorio de Desplazamiento Interno (IDMC), Informe Mundial sobre Desplazamiento Interno (GRID, por sus siglas en inglés) 2020, Ginebra 2020. El IDMC es una de las principales fuentes de información y análisis gracias su GRID anual https://www.internal-displacement.org. El IDMC forma parte del Norwegian Refugee Council www.nrc.no.

[9] Cf. Ibíd.

[10] Cf. Ibíd.

[11] LS, 57.

[12] San Pablo VI, Carta Apostólica Octogesima Adveniens, Ciudad del Vaticano, 1971.

[13] Cf. San Pablo VI, Carta Apostólica Populorum Progressio, Ciudad del Vaticano, 1967: AAS 59 (1967), 264.

[14] FT, 21.

[15] Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos, Factsheet: People and Oceans, 2017, https://www.un.org/sustainabledevelopment/wp-content/uploads/2017/05/Ocean-fact-sheet-package.pdf.

[16] Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, Calentamiento global de 1,5 °C (2018), Capítulo 3.

[17] Ibíd.

[18] B. Neumann et al., Future Coastal Population Growth and Exposure to Sea-Level Rise and Coastal Flooding: A Global Assessment, PloS One 10, no. 3, March 2015

[19] Cf. Banco Mundial, Groundswell: Prepararse para las Migraciones Internas Provocadas por Impactos Climáticos, Grupo Banco Mundial, 2018.

[20] Cf. Suárez-Orozco, M. (ed.), Humanitarianism and Mass Migration: Confronting the World Crisis, 1st ed., University of California Press, 2019.

[21] Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, Ciudad del Vaticano, 2009.

[22] Francisco, Mensaje a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP23), Bonn, 2017.

[23] Francisco, Mensaje para la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, Ciudad del Vaticano, 2018.

[24] QA, 58

[25] CIV, 51.

[26] QA, 58.

[27] FT, 127.

[28] Sínodo de los Obispos. Asamblea Especial para la Región Panamazónica, Amazonía: Nuevos Caminos para la Iglesia y para una Ecología Integral, Ciudad del Vaticano 2019, 23.

[29] Francisco, Mensaje para la Jornada mundial de la Paz, Ciudad del Vaticano, 2014.

[30] Francisco, Mensaje a los participantes en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, Ciudad del Vaticano, 2019.

[31] Francisco, Encuentro con las Autoridades, la Sociedad Civil y el Cuerpo Diplomático en Lima, Perú, 2018.

[32] Artículo 3 de la Declaración Universal de Derechos Humanos.

[33] Francisco, Encuentro con las Autoridades, la Sociedad Civil y el Cuerpo Diplomático en Talín, Estonia, 2018.

[34] FT, 129.

[35] CCEE, FCEA, FCBCO, COMECE, SECAM, 2018 Declaración Conjunta sobre la Justicia Climática por las Conferencias Episcopales, Roma, 2018.

[36] QA, 17.

[37] Francisco, Encuentro con las Autoridades, la Sociedad Civil y el Cuerpo Diplomático en Lima, Perú, 2018.

[38] Francisco, Encuentro con los Obispos del Mediterráneo, Bari, 2020.

[39] FT, 129.

[40] INFORM es una colaboración del Grupo de Referencia del Comité Permanente entre Organismos sobre Riesgos, Alerta Temprana y Preparación y la Comisión Europea. Cf. https://drmkc.jrc.ec.europa.eu/inform-index.

[41] ACR, 93.

[42] Cf. LS, 1.

[43] San Juan Pablo II, Discurso a los Participantes en el Tercer Congreso Mundial sobre la Pastoral de los Emigrantes y Refugiados, Ciudad del Vaticano, 1991, 3.

[44] Francisco, Discurso a los participantes en la 39.a Sesión de la FAO, Ciudad del Vaticano, 2015.

[45] Francisco, Mensaje para la 104ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, Ciudad del Vaticano, 2017.

[46] LS, 26.

[47] Ibíd., 26.

[48] Francisco, Discurso a los Miembros del Cuerpo Diplomático Acreditado ante la Santa Sede, Ciudad del Vaticano, 2020.

[49] Cf. Naciones Unidas, Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular, 2018, 31.

[50] LS, 183.

[51] Francisco, Discurso ante la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, Nueva York, 2015.

[52] ACR, Presentación.

[53] Ibíd., 83.

[54] El Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres es una herramienta elaborada por la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNISDR) con el objetivo de prevenir nuevos riesgos de desastres y reducir los existentes. Cf. UNISDR, Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030.

[55] ACR, Presentación.

[56] FT, 86.

[57] Ibíd., 79.

[58] ACR, 85.

[59] Sínodo de los Obispos, Asamblea Especial para la Región Panamazónica, Amazonía: Nuevos Caminos para la Iglesia y para una Ecología Integral, Ciudad del Vaticano 2019, 29.

[60] EMCC, 50.

[61] ACR, 110.

[62] Francisco, Discurso a los Miembros del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, Ciudad del Vaticano, 2020.

[63] EG, 117.

[64] LS, 164.

[65] EMCC, 70.

[66] RDS, 34.

[67] Francisco, Mensaje a los participantes en la XXXI Reunión de las Partes en el Protocolo de Montreal, Ciudad del Vaticano, 2019.

[68] Francisco, Discurso a los miembros del cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede con motivo de las felicitaciones de Año Nuevo, Ciudad del Vaticano, 2020.

[69] LS, 172.

[70] Francisco, Encuentro con los Miembros de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, Nueva York, 2015.

[71] VG, 4.

[72] Ibíd., 4.

[73] Ibíd., 5.

[74] ACR, 101.

[75] VG, 4.

[76] Ibíd., 4.

[77] Ibíd., 5.

[78] Benedicto XVI, Mensaje para la Celebración de la 43ª Jornada Mundial de la Paz, Ciudad del Vaticano, 2009.

[79] LS, 13.

[80] FT, 78.