Santarém, BRASIL (Agencia Fides, 27/03/2021) – “Las heridas infligidas al medio ambiente en la Amazonia no son sólo un grave problema ecológico, social y político, sino que implican directamente a la Iglesia porque se trata de defender la vida humana. Así lo explica a la Agencia Fides el padre João Messias Sousa, de la Orden de los Hermanos Menores, que cuenta a la Agencia Fides las difíciles condiciones de vida de los pueblos indígenas que viven en la selva amazónica, cada vez más amenazada por la explotación de la tierra, los ríos, las materias primas y la naturaleza.
“Muchas de estas comunidades - explica el padre João -, están en proceso
de juicio contra el Estado por el acaparamiento de sus territorios, lo
que en muchos casos facilita la autorización de actividades económicas
en esas tierras”. El p. Sousa trabaja desde hace años en una misión en
Brasil, en apoyo del pueblo Munduruku, en la zona de la cuenca del Río
Tapajós, en el norte del país: “Desde hace 25 años esta zona sufre un
empobrecimiento progresivo -señala el misionero- los garimeperos, los
buscadores de oro, están contaminando las aguas del río con mercurio,
provocando la muerte de los peces y privando a los Munduruku de su
principal medio de vida”. El acaparamiento de tierras, el robo de
madera, la extracción de metales preciosos y la contaminación amenazan
de hecho la propia supervivencia de muchas comunidades indígenas de
Brasil.
A partir de un informe elaborado por el Consejo Indigenista Misionero (Cimi), en el país latinoamericano en 2020 se registraron 109 denuncias de “invasiones para la posesión, explotación ilegal de recursos naturales y daños diversos al patrimonio”, mientras que en 2019 se habían registrado 96 casos. También aumenta el número de asesinatos denunciados, que ven como víctimas a indígenas, muchas veces líderes sociales que luchan por sus derechos: los casos, en 2020, fueron 135. En 2019, se habían registrado 110 casos de asesinato. “Los pueblos amazónicos - argumenta el franciscano -, nunca han estado tan amenazados como en este momento: todavía hay huellas residuales de un pasado colonizador que ha generado representaciones de inferioridad y demonización de las culturas indígenas”.
Además, el coronavirus está afectando gravemente a los pueblos indígenas
“que no tienen acceso a ningún tratamiento y no saben cómo hacer frente
a una pandemia como ésta - dice el religioso - en Santarém, las
autoridades locales abrieron un hospital de campaña pero sólo hace un
mes”, afirma.
Según el padre Sousa, “es importante acompañar a estas personas,
caminando con ellas, ayudándolas a construir un futuro en paz”. “La
realidad específica de la Amazonia – concluye -, interpela hoy la
conciencia de todo creyente y de toda persona de buena voluntad, con el
compromiso de recorrer un camino común, para que se preserve su
identidad”.