CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - 30 de abril de 2021).- Hoy, en el Palacio Apostólico Vaticano, el Santo Padre FRANCISCO ha
recibido en Audiencia a los Miembros del Consejo Nacional de la Acción
Católica Italiana, con motivo de la XVII Asamblea Nacional, que se
desarrolla online del 25 de abril al 2 de mayo de 2021 sobre el tema
"Tengo un pueblo numeroso en esta ciudad".
Texto del saludo que el Pontífice ha dirigido a los presentes
durante el encuentro:
DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS MIEMBROS DEL CONSEJO NACIONAL DE LA ACCIIÓN CATÓLICA
Sala Clementina
Viernes, 30 de abril de 2021
Queridos hermanos y hermanas:
Os saludo con afecto, complacido de encontraros en los días de
vuestra XVII Asamblea Nacional, y agradezco al presidente nacional y al
asistente eclesiástico general sus palabras de presentación. Me gustaría
ofreceros algunas ideas para volver a reflexionar sobre la tarea de una
realidad como la Acción Católica Italiana, especialmente en un tiempo
como el que estamos viviendo. Seguiré las tres palabras acción, católica e italiana.
1.- Acción
Podemos preguntarnos qué significa esta palabra "acción" y, sobre
todo, de quién es la acción. El último capítulo del Evangelio de Marcos,
después de relatar la aparición de Jesús a los apóstoles y la
invitación que les dirigió para que fueran por todo el mundo y
anunciaran el Evangelio a toda criatura, termina con esta afirmación:
"Colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales
que la acompañaban (16,20). ¿De quién es entonces la acción? El
Evangelio nos asegura que la acción pertenece al Señor: es Él quien
tiene el derecho exclusivo de actuar, caminando "de incógnito" en la
historia que habitamos.
Recordar esto no nos exime de responsabilidad, sino que nos devuelve a
nuestra identidad de discípulos-misioneros. De hecho, el relato de
Marcos añade inmediatamente después que los discípulos "salieron"
prontamente "y predicaron por todas partes" (ibíd.). El Señor actuaba y
ellos salían. Recordar que la acción pertenece al Señor, sin embargo,
nos permite no perder nunca de vista que es el Espíritu la fuente de la
misión: su presencia es la causa -y no el efecto- de la misión. Nos
permite tener siempre presente que "nuestra capacidad viene de Dios" (2
Cor 3,5); que la historia está guiada por el amor del Señor y nosotros
somos sus coprotagonistas. Por eso, también vuestros programas se
proponen redescubrir y anunciar en la historia los signos de la bondad
del Señor.
La pandemia ha desbaratado tantos proyectos, nos ha pedido a cada uno
de nosotros que nos enfrentemos a lo inesperado. Acoger lo inesperado,
en lugar de ignorarlo o rechazarlo, significa permanecer dócil al
Espíritu y, sobre todo, fiel a la vida de los hombres y mujeres de
nuestro tiempo.
El evangelista subraya que Jesús "confirmaba la Palabra con señales".
¿Qué significa? Significa que lo que ponemos en marcha tiene un origen
preciso: la escucha y la acogida del Evangelio. Pero también quiere
decir que debe haber un fuerte vínculo entre lo que escuchamos y lo que
vivimos.Vivir la Palabra y proclamar la Palabra (conectada) a la vida.
Os invito, pues, a que la búsqueda de la síntesis entre Palabra y vida,
que hace de la fe una experiencia encarnada, siga caracterizando los
programas de formación de la Acción Católica.Y hablando del Espíritu,
que es lo que nos hace avanzar, y hablando del Señor que actuaba,
que nos acompaña, que está con nosotros, debemos tener mucho cuidado de
no caer en la ilusión del funcionalismo. Los programas, los
organigramas son útiles, pero como punto de partida, como inspiración;
lo que hace avanzar al Reino de Dios es la docilidad al Espíritu, es el
Espíritu, nuestra docilidad y la presencia del Señor. La libertad del
Evangelio. Es triste ver cuantas organizaciones han caído en la trampa
de los organigramas: todo perfecto, todas las instituciones perfectas,
todo el dinero necesario, todo perfecto... Pero dime: la fe, ¿dónde
está? ¿Dónde está el Espíritu? "No, lo estamos buscando juntos, sí,
según el organigrama que estamos haciendo". Cuidado con el
funcionalismo. Cuidado con caer en la esclavitud de los organigramas, de
las cosas perfectas.. El Evangelio es desorden porque el Espíritu,
cuando llega, hace tanto ruido que la acción de los apóstoles parece la
acción de unos borrachos. Por eso decían: "¡Están borrachos!" La
docilidad al Espíritu es revolucionaria, porque Jesucristo es
revolucionario, porque la Encarnación es revolucionaria, porque la resurrección es revolucionaria. Vuestro envío también tiene que tene esta característica revolucionaria.
¿Qué características debe tener la acción, la obra de la Acción Católica? Yo diría que, en primer lugar, la gratuidad.
El impulso misionero no se sitúa en la lógica de la conquista sino en
la del don. La gratuidad, fruto maduro del don de sí, os pide que os
dediquéis a vuestras comunidades locales, asumiendo la responsabilidad
del anuncio; os pide que escuchéis vuestros territorios, sintiendo sus
necesidades, entretejiendo relaciones fraternas. La historia de vuestra
Asociación está formada por muchos "santos de la puerta de al lado",-
¡muchos!- y es una historia que debe continuar: la santidad es una
herencia que hay que conservar y una vocación que hay que acoger.
Una segunda característica de vuestra actividad que me gustaría destacar es la humildad y la mansedumbre.
La Iglesia está agradecida a la Asociación a la que pertenecéis, porque
vuestra presencia a menudo no hace ruido, - y vosotros dejáis que el
ruido lo haga el Espíritu; vosotros no haceís ruido- pero es una
presencia fiel, generosa y responsable. La humildad y la mansedumbre son
las claves para vivir el servicio, no para ocupar espacios sino para
iniciar procesos. Me alegro porque en estos años os habéis tomado en
serio el camino indicado por la Evangelii gaudium. Seguid por este camino: ¡todavía queda mucho por recorrer! Esto por lo que atañe a la acción.
2.- Católica- segunda palabra
La palabra "católica", que define vuestra identidad, dice que la
misión de la Iglesia no tiene fronteras. Jesús llamó a los discípulos a
una experiencia de compartir fuertemente la vida con Él, pero fue donde
ellos vivían y trabajaban. Y los llamó tal y como eran. También a
vosotros se os pide que seáis cada vez más conscientes de que "ser con
los demás y para los demás" (cf. Evangelii Gaudium, 273) no
significa "diluir" la misión, "aguarla", sino mantenerla estrechamente
ligada a la vida concreta, a la gente con la que se vive.
Por ello, la palabra "católica" puede traducirse por la expresión
"hacerse prójimo", porque es universal, “hacerse prójimo”, pero de todos.
El tiempo de la pandemia, que nos ha pedido y nos pide que aceptemos
formas de distanciamiento, ha vuelto aún más evidente el valor de la
cercanía fraterna: entre personas, entre generaciones, entre
territorios. Ser una asociación es precisamente una forma de expresar
este deseo de vivir y creer juntos. A través de vuestro ser asociación,
hoy dais testimonio de que la distancia nunca puede convertirse en
indiferencia, nunca puede convertirse en extrañamiento. Hay un distancia
mala, la de mirar a otro lado, la indiferencia, la frialdad: yo tengo
lo mío, no me hace falta.. yo sigo adelante.
Vosotros podéis hacer mucho en este campo, precisamente porque sois
una asociación de laicos. El peligro es la clericalización de la Acción
Católica, pero de eso hablaremos otra vez porque sería demasiado
largo... Es una tentación de todos los dias. Todavía está muy extendida
la tentación de pensar que la promoción del laicado -frente a tantas
necesidades eclesiales- pasa por una mayor implicación de los laicos en
las "cosas de los curas", en la “clericalización”.Con el riesgo de
acabar clericalizando a los laicos. Pero vosotros, para ser valorados,
no necesitáis convertiros en algo distinto de lo que sois por el
bautismo. Vuestra laicidad es riqueza para la catolicidad de la Iglesia,
que quiere ser levadura, "sal de la tierra y luz del mundo".
En particular, vosotros, los laicos de Acción Católica podéis ayudar a
la Iglesia entera y a la sociedad a repensar juntos qué tipo de
humanidad queremos ser, qué tipo de tierra queremos habitar, qué tipo de
mundo queremos construir. Vosotros también estáis llamados a aportar
una contribución original a la creación de una nueva "ecología
integral": con vuestras competencias, vuestra pasión, vuestra
responsabilidad.
El gran sufrimiento humano y social generado por la pandemia corre el
riesgo de convertirse en una catástrofe educativa y una emergencia
económica. Cultivemos una actitud sabia, como lo hizo Jesús, que
"aprendió, sufriendo, a obedecer" (Hb 5,8). También nosotros debemos
preguntarnos: ¿qué podemos aprender de este tiempo y de este
sufrimiento? Aprendió a obedecer", dice la Carta a los Hebreos, es
decir, aprendió una forma de escucha elevada y exigente, capaz de
impregnar la acción. Prestar escucha a este tiempo es un ejercicio de
fidelidad que no podemos eludir. Os encomiendo sobre todo a los más
afectados por la pandemia y a los que corren el riesgo de pagar el
precio más alto: los pequeños, los jóvenes, los ancianos, los que han
experimentado la fragilidad y la soledad.
Y no olvidemos que vuestra experiencia asociativa es "católica"
porque involucra a niños, jóvenes, adultos, mayores, estudiantes,
trabajadores: una experiencia del pueblo. La catolicidad es precisamente
la experiencia del santo pueblo fiel de Dios: ¡no perdáis nunca el
carácter popular!En este sentido , el de ser pueblo de Dios
3.-Tercera palabra: Italiana
El tercer término es "italiana". Vuestra asociación siempre ha
formado parte de la historia italiana y ayuda a la Iglesia en Italia a
ser generadora de esperanza para todo el país. Podéis ayudar a la
comunidad eclesial a ser un fermento de diálogo en la sociedad, en el
estilo que indiqué en el Congreso de Florencia. Y la Iglesia italiana
retomará, en esta asamblea [del episcopado] de mayo,el Congreso de
Florencia, para alejarlo de la tentación de archivarlo, y lo hará a la
luz del camino sinodal que iniciará la Iglesia italiana, que no sabemos
cómo terminará y no sabemos las cosas que saldrán. El camino sinodal,
que comenzará con cada comunidad cristiana, desde labajo, desde abajo,
desde abajo, hasta arriba. Y la luz, de arriba a abajo, será lel
Congreso de Florencia.
Una Iglesia del diálogo es una Iglesia sinodal, que se pone a la
escucha conjunta del Espíritu y de la voz de Dios que nos llega a través
del grito de los pobres y de la tierra. Efectivamente, el plan sinodal
no es tanto un plan que hay que planificar y realizar, sino sobre todo
un estilo que hay que encarnar. Y debemos ser precisos, cuando hablamos
de sinodalidad, de camino sinodal, de experiencia sinodal. No es un
parlamento, la sinodalidad no es hacer un parlamento. La sinodalidad no
es sólo la discusión de los problemas, de las diferentes cosas que hay
en la sociedad.... Va más allá. La sinodalidad no es buscar una mayoría,
un acuerdo sobre las soluciones pastorales que tenemos que hacer. Esto
solo no es sinodalidad; es un bello "parlamento católico", está bien,
pero no es sinodalidad. Porque falta el Espíritu. Lo que hace que la
discusión, el "parlamento", la búsqueda de cosas se convierta en
sinodalidad es la presencia del Espíritu: la oración, el silencio, el
discernimiento de todo lo que compartimos. No puede haber sinodalidad
sin el Espíritu, y no hay Espíritu sin oración. Esto es muy importante.
La Iglesia del diálogo es una Iglesia sinodal, a la escucha conjunta
del Espíritu y de esa voz de Dios que nos llega a través del grito de
los pobres y de la tierra. En general, los pecadores son también los
pobres de la tierra. En efecto el plan sinodal no es tanto un plan que
hay que planificar y realizar, una decisión pastoral que hay que tomar,
sino sobre todo un estilo que hay que encarnar.
En este sentido, vuestra Asociación constituye un "entrenamiento" de
sinodalidad y esta actitud vuestra ha sido y podrá seguir siendo un
recurso importante para la Iglesia italiana, que se está interrogando
sobre cómo madurar este estilo en todos sus niveles. Diálogo, discusión,
búsqueda, pero con el Espíritu Santo.
Vuestra contribución más valiosa podrá venir, una vez más, de vuestra
laicidad, que es un antídoto contra la autorreferencia. Es curioso:
cuando no se vive la laicidad verdadera en la Iglesia, se cae en la
autorreferencia. Hacer sínodo no es mirarse al espejo, ni tampoco mirar a
la diócesis o a la conferencia episcopal, no, no es esto. Es caminar
juntos detrás del Señor y hacia la gente bajo la guía del Espíritu
Santo. La laicidad es también un antídoto contra la abstracción: un
camino sinodal debe llevar a tomar decisiones. Y estas decisiones, para
ser factibles, deben partir de la realidad, no de las tres o cuatro
ideas que están de moda o que han surgido de la discusión. No para
dejarla así como está, la realidad, no evidentemente, sino para intentar
incidir en ella, para que crezca en la línea del Espíritu Santo, para
transformarla según el proyecto del Reino de Dios.
Hermanos y hermanas, deseo un buen trabajo a vuestra Asamblea. Ojalá
contribuya a madurar la conciencia de que, en la Iglesia, la voz de los
laicos no debe ser escuchada "por concesión",no. A veces la voz de los
curas, de los obispos, debe ser escuchada y en algunos momentos “por
concesión”; siempre “por derecho”. Pero también la de los laicos “por
derecho”, no “por concesión”. Ambas. Tiene que escucharse por
convicción, por derecho, porque todo el pueblo de Dios es "infalible in credendo".
Y os bendigo de corazón a vosotros y a todas vuestras asociaciones
territoriales. Y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí, porque este
trabajo no es nada fácil. Gracias.
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