Cox Bazar, BANGLADESH (Agencia Fides, 30/08/2019) - La tristeza y una creciente desesperación
cunden entre los 1,1 millones de refugiados rohingya que
actualmenteviven en 34 campos de refugiados en Cox's Bazar, Bangladesh,
en la frontera con Mynamar. Lo explica a la Agencia Fides el padre
jesuita Jeyaraj Veluswamy, quien trabaja como miembro del equipo del
Servicio Jesuita a Refugiados (JRS). El 27 de agosto transcurrieron dos
años desde el inicio de esta grave crisis, que provocó la afluencia
masiva de 945.000 refugiados rohingya a los distritos bangladeshíes de
Teknaf y Ukhiya.
Aunque el gobierno de Bangladesh ha puesto en marcha todas las medidas
necesarias para repatriar a un número acordado de 3.450 refugiados
rohingya, ninguno de los refugiados de la lista se ha presentado.
Además, en los últimos dos años han nacido varios miles de niños en los
campamentos. Según la ONG "Save the Children", en 2018 hubo más de
48.000 nuevos nacimientos en los campamentos y en enero de 2019 había
64.000 mujeres embarazadas.
Tras dos intentos fallidos de repatriación en noviembre de 2018 y agosto
de 2019, los refugiados rohingya se sienten ahora completamente
indefensos y abandonados, confundidos y con un futuro incierto. "Dicen
que no pueden esperar construir un futuro viviendo en estos campamentos
estrechos en Bangladesh", explicó el padre Veluswamy. Por otra parte,
pensar en regresar a casa, el estado de Rakhine, en Myanmar, sin
garantías para la seguridad para las mujeres, niñas y niños y el respeto
de sus derechos fundamentales, les resulta igualmente deprimente.
Tras haber acogido a los rohingya en su territorio, Bangladesh acusa el
peso de ocuparse de estas personas y garantizar su seguridad. Su
presencia ya causa muchos problemas. El Gobierno de Bangladesh había
solicitado la ayuda y el apoyo de la comunidad internacional y de las
Naciones Unidas con la esperanza de poder repatriar a 1,1 millones de
ciudadanos de Myanmar desplazados ya en junio de 2018. Pero hasta ahora
todos los esfuerzos no han conducido al resultado deseado.
El jesuita señala que en el pasado, ante una crisis similar, gracias a
los esfuerzos bilaterales entre Bangladesh y Mynamar, apoyados por el
ACNUR, fue posible el retorno voluntario y seguro de 200.000 refugiados
en 1978 Rohingya y otros 250.000 en 1992. Casi todos regresaron a su
patria en el estado de Rakhine, en el oeste de Myanmar, y han podido
recuperar su hogar, su tierra y sus propiedades.
Hoy, los dirigentes rohingya han formulado cinco exigencias cruciales
como condiciones previas para su regreso a Mynamar: el reconocimiento de
su derecho a llamarse a sí mismos "etnia rohingya"; la plena ciudadanía
en Myanmar; la seguridad después de la repatriación; el regreso a sus
hogares y tierras perdidas en el conflicto; y la justicia por los
crímenes cometidos contra ellos.
Según el padre Jeyaraj Veluswamy, la cuestión de la ciudadanía rohingya
sigue siendo el centro de esta crisis de décadas. Mediante la
promulgación de la Ley de ciudadanía birmana de 1982, el régimen militar
de Myanmar privó a los rohingya de ese derecho y los definió como
"extranjeros" que viven ilegalmente en Myanmar. El régimen militar de la
Junta estableció una lista de "razas nacionales" o grupos étnicos
indígenas, declarando legales solo a los 135 grupos étnicos que vivían
en Birmania antes de la llegada de los británicos en 1824. Todas las
demás minorías, como los rohingya, los indios, los chinos, los
nepaleses, solo pueden solicitar una ciudadanía de nivel inferior,
llamada "ciudadanía asociada o ciudadanía naturalizada". Todos ellos
están excluidos del derecho a la "ciudadanía plena" de primer nivel, que
sólo pertenece a los miembros de los 135 grupos étnicos reconocidos.
Sin embargo, hasta ahora 40.000 rohingya
han logrado obtener la ciudadanía naturalizada en Myanmar.
Una delegación birmana encabezada por U Myint Thu, ministro de Asuntos
Exteriores, visitó los campo’s de Rohingya en Cox Bazar los días 28 y 29
de julio. El secretario afirmó claramente que los rohingya "no son
ciudadanos de Myanmar de acuerdo con la Constitución", pero que se les
podría permitir legalmente residir en Myanmar en virtud de un permiso,
la "Tarjeta Nacional de Verificación", que sería un paso hacia la
obtención de la ciudadanía. Los líderes Rohingya no están convencidos de
la promesa sobre la base de sus muchos años de experiencia negativa.
En agosto de 2019, el JRS completó 18 meses de acompañamiento y servicio
a los refugiados Rohingya en el Bazar de Cox. En colaboración con
Caritas Bangladesh, el JRS amplió su servicio humanitario en el campo de
la protección en el campamento. Como informa el jesuita, la protección
de los niños Rohingya es una preocupación importante: los niños por sí
solos representan el 55% de la población total de refugiados, estimada
en 945.000 refugiados. Entre ellos hay unos 6.000 niños huérfanos, solos
o sin compañía. El JRS gestiona actualmente once Espacios Adaptados a
la Niñez en tres campamentos en el mega campamento de Kutupalong,
ayudando a más de 3.300 niños en total. Aquí se acompañan grupos de
diferentes edades, siguiendo el currículo escolar, juegos, atención
médica, apoyo psicológico y social. Dada la enorme necesidad y urgencia
de la educación de los niños rohingya, el JRS está explorando formas de
participar en la educación y organizar escuelas reales.