Astana, KAZAJISTAN (Agencia Fides, 08/08/2019) – “Descubrí el Mar de Aral cuando aún era
estudiante universitario y a partir de 1978 comencé a estudiarlo. Lo que
he entendido en los últimos años es que el desastre creado por manos
humanas puede repararse con esas mismas manos. Mi deseo es salvar a
todos los países alrededor de este lago que sufre, que ha comenzado a
crecer nuevamente, pero solo en la parte norte. Hoy soy optimista: si
todos los gobiernos de los países afectados por el Mar de Aral trabajan
juntos, podemos recibir fondos del Banco Mundial y salvar otras zonas”.
Es lo que declara a la Agencia Fides Nikolai Vasil'evich Aladin,
profesor del Instituto Zoológico de la Academia de Ciencias de Rusia,
con sede en San Petersburgo, uno de los principales estudiosos del mundo
sobre el desastre ambiental del Mar de Aral, entre Kazajstán y
Uzbekistán.
Tras la implementación de un plan intensivo de cultivo de algodón,
promovido por la Unión Soviética desde la década de 1960, el lago que
era el cuarto más grande del planeta, se vació gradualmente hasta que se
redujo un 75% en comparación con el tamaño inicial. Se cree que la
causa principal del desastre fue la construcción de canales de riego que
causaron la pérdida o evaporación del agua. Según las estimaciones, el
canal de Karakum, el más grande de Asia Central, perdería entre el 30% y
el 75% del agua.
“Los miembros de nuestro laboratorio están haciendo todo lo posible para
garantizar un futuro mejor para todas las naciones bañadas por el lago.
Nuestro proyecto ha ido bien en la cuenca norte tras realizar un
drenaje. Ahora deberíamos hacer todo lo posible por subsanar el centro y
el sur”, agrega el profesor Aladin.
Para confirmar el gran trabajo realizado, las palabras de Jens Thorvald
Hoeg, profesor asociado de biología marina de la Universidad de
Copenhague, que colabora con el investigador ruso en el estudio del
lago: “En gran parte, gracias al profesor Aladin, la parte norte va
mejorando en beneficio de la población local y el medio ambiente en
general. Esto se debe a la de la presa de Korakal, inspirada en los
estudios de Aladin. Así fue posible salvar el agua que en el pasado
escapaba por las juntas. Sin embargo, el grave problema actual sigue
siendo la parte sur. Tenemos ya en marcha planes para la recuperación y
redireccionamiento del agua. Los proyectos están listos y la
financiación ya se ha conseguido. Confiamos, esperamos y trabajamos para
que el Mar de Aral pueda sobrevivir en beneficio de las generaciones
futuras porque si se se ca será uno de los peores desastres
medioambientales del siglo XX”.
Sin embargo, una parte de la opinión pública kazaja no aprecia la
gravedad del problema ya que las cuestiones sobre el cuidado de la
Creación no entran entre las preocupaciones de la población. Por eso, la
Iglesia Católica está trabajando para promover la protección del medio
ambiente en el planeta. El padre Guido Trezzani, sacerdote responsable
de Cáritas en el país, explica a la Agencia Fides: “La cuestión comenzó a
surgir hace unos años gracias a las ambiciones del país de convertirse
en una potencia como las occidentales. Hay algunas iniciativas, todavía
están en fase embrionaria, así como la conciencia ciudadana sobre la
importancia de estos problemas. Uno de los aspectos en los que estamos
trabajando como Cáritas es introducir en la educación y la cultura
propuestas para promover el interés por la protección de la Casa Común,
como lo propone la encíclica Laudato si 'del Papa Francisco”. También
durante la Expo de Astana, celebrada en 2017, la
Iglesia católica aprovechó la oportunidad para reafirmar la importancia
de prestar atención a la Creación. “Todas las personas están llamadas a
usar de modo prudente la energía: debemos conservarla, aplicarla a
actividades dignas y no desperdiciarla. Los responsables de las
decisiones importantes deben asegurarse de que la energía se administre
sabiamente para el bien de toda la familia humana”, enfatizó el
Pontificio Consejo Justicia y la Paz en el documento de presentación del
pabellón del Vaticano.