Zakopane, POLONIA (Agencia Fides, 19/08/2019) – “Uno se pregunta, ¿por qué tantos santuarios
en el mundo, por qué tanto afecto y devoción a María? En verdad, desde
el momento en que María perdió a Jesús, adoptó como Madre a la Iglesia
nacida de la sangre de su Hijo, convirtiéndose en un primer miembro
electo. Esto significa que, donde haya una comunidad de fe como la
primera comunidad de los Apóstoles, está allí María, encuentra allí una
familia donde vivir. Esto también explica porque María nunca nos ha
dejado solos. Sus apariciones, como Fátima, Lourdes y muchas otras, sus
santuarios como Częstochowa, este de Zakopane y muchos otros diseminados
por los distintos continentes, dan testimonio de su presencia viva
entre nosotros”. Son las palabras del cardenal Fernando Filoni, Prefecto
de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, celebrando la
Fiesta de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María el 15 de agosto
pasado en el Santuario Nacional de Nuestra
Señora de Fátima en Zakopane, una ciudad de 28 000 habitantes ubicada en
el sur de Polonia, en la región llamada “Pequeña Polonia”.
Como recordaba el cardenal Filoni, Karol Wojtyla visitaba a menudo
Zakopane cuando era niño, después como sacerdote, acompañando a los
estudiantes. Regresó varias veces incluso después de ser elegido Papa.
El Santuario Mariano fue construido aquí como un exvoto para la
salvación de la vida del Papa Juan Pablo II después del ataque del 13 de
mayo de 1981.
El Prefecto de la Congregación de Propaganda de la Fide afirmó: “Con
alegría celebramos la solemnidad litúrgica de María, Asunta al Cielo, en
este Santuario Nacional de Zakopane, donde se construyó una casa para
María. Toda la Polonia cristiana hoy está espiritualmente unida a los
sacerdotes y obispos en Jasna Gόra, en Czestochowa, donde María es
coronada reina de Polonia. En el afecto y la devoción a María se han
formado generaciones de polacos y han mantenido viva su fe incluso en
tiempos oscuros. En la escuela de María, Karol Wojtyla, hijo de esta
nación, ha templado su carácter y se ha consagrado totalmente a ella,
Totus tuus, a Cristo y a la Iglesia”.
En la homilía de la celebración de la Asunción, el cardenal continuó:
“La Iglesia no olvida a María, la recuerda y la celebra litúrgicamente
durante todo el año litúrgico. Hoy la Iglesia la celebra en su misterio
de la Asunción al cielo, porque no era posible que su cuerpo, del cual
el Hijo de Dios había tomado la naturaleza humana, sufriera la
corrupción de la muerte al haber sido preservada del pecado original. En
este sentido, María se convierte en la primogénita de una nueva
creación, la salvada por Jesús. Nosotros, como comunidad cristiana, es
decir, como una comunidad redimida por Cristo, estamos felices de estar
aquí reunidos y casi abrazados y besados por ella y poder decirla:
¡María, madre mía, te amo! ¡Te amo! Si cierro los ojos por un momento,
déjame sentir tu perfume de mujer y de madre. Abrázame fuerte como
abrazaste a Jesús, háblame mientras le hablas, mírame con la misma
ternura”.
El santuario mariano de Zakopane fue construido entre 1987-1992 y la
iglesia fue consagrada por el propio Juan Pablo II el 7 de junio de
1997, durante su sexta peregrinación a su tierra natal. El Santuario se
erigió junto a una capilla donde, desde la década de 1950, se adoraba a
la Virgen y donde en 1961 se colocó la imagen de la Virgen de Fátima,
entregada por el obispo de Fátima al cardenal Stefan Wyszyński, quien la
entregó a los Padres Pallotinos, custodios de la capilla. Fue el obispo
de Cracovia de esa época, Karol Wojtyla, quien consagró tanto la imagen
como la capilla. En el llamado Parque de Fátima, en las proximidades
del Santuario, también hay dos monumentos dedicados a Juan Pablo II y el
altar en el que el Papa Wojtyla celebró la Misa en Zakopane el 6 de
junio de 1997.