Uagadugú, BURKINA FASO (Agencia Fides, 21/08/2019) - La inestabilidad está creciendo en Burkina
Faso donde el 19 de agosto murieron 24 soldados, otros 7 resultaron
heridos y 5 desaparecieron como resultado de un ataque yihadista.
El asalto ocurrió en las primeras horas del día en Koutougou, en el
norte del país. “El pueblo de Burkina Faso siempre se ha mantenido firme
en la lucha contra el terrorismo”, aseguró el presidente Roch Marc
Christian Kaboré quien reiteró que “Burkina Faso nunca renunciará a
ninguna parte de su territorio, incluso a costa de nuestras vidas”.
A principios de agosto, el Presidente de la Conferencia Episcopal de
Burkina Faso y Níger, monseñor Laurent Birfuoré Dabiré, Obispo de Dori,
denunció las masacres de cristianos llevadas a cabo por grupos
yihadistas apoyados desde el extranjero que “están mejor armados y
equipados que el ejército nacional”.
“Si el mundo continúa sin hacer nada, el resultado será el final de la
presencia cristiana”, lamentó el presidente de la Conferencia Episcopal.
Los grupos yihadistas, según el arzobispo Dabiré, persiguen una
estrategia precisa para controlar más zonas del país o al menos
desestabilizarlas. “Se han instalado poco a poco en nuestro país,
atacando al ejército, las estructuras civiles y la población. Ahora, su
objetivo principal parecen ser los cristianos. Creo que están tratando
de desencadenar un conflicto interreligioso”, indica monseñor Dabiré.
“La inseguridad continúa creciendo y nos obliga a reducir nuestras
actividades pastorales. Ahora es demasiado peligroso ir a ciertas zonas y
me he visto obligado a cerrar dos parroquias”, denuncia el presidente
de la Conferencia Episcopal.
La Iglesia Católica representa una quinta parte de los 16,5 millones de
habitantes de Burkina Faso, cuyo gobierno firmó un acuerdo con el
Vaticano el 12 de julio garantizando el estatus legal de la Iglesia y
comprometiéndose a “colaborar por el bienestar moral, espiritual y
material de la persona humana y para la promoción del bien común”.
Los lugares de culto cristianos, especialmente en el norte del país,
habitados principalmente por musulmanes, han sido blanco de grupos
yihadistas tras la destitución del presidente Blaise Compaore en octubre
de 2014. En junio, los obispos de Burkina Faso y Níger denunciaron que
sus países “llevan años bajo el control del terrorismo”.