Bishkek, KIRGUISTÁN (Agencia Fides, 27/08/2019) – “El trabajo del Centro para la rehabilitación y
la espiritualidad de los niños es, sin duda, el mayor trabajo pastoral y
caritativo de la Iglesia Católica en Kirguistán. Alberga a más de mil
niños al año. El proyecto nació a partir de los campamentos de verano
que se realizaban periódicamente en diferentes lugares y brindaban la
oportunidad a los niños pobres o discapacitados de ir de vacaciones al
mar, a la montaña o al bosque. A partir de ahí, comenzamos a evaluar la
posibilidad de realizar las mismas actividades en una casa estable.
Encontramos un lugar maravilloso a orillas del famoso lago Issy-kul, y
con la ayuda de donantes construimos una casa en menos de un año”. Lo
cuenta a Fides el padre Damian Wojciechowski, un misionero jesuita
polaco en Kirguistán, que explica qué es el Centro Issyk, un hogar
dedicado a los niños necesitados de Kirguistán gestionado por los
religiosos de la Compañía de Jesús.
Ubicado cerca de uno de los lagos más grandes y profundos del mundo, el
centro ofrece un hogar a niños huérfanos con discapacidades o en
situación de pobreza. La casa está ubicada cerca de bosques, de montañas
y de los glaciares de Tien-Shan. Esta disposición permite a los
huéspedes del centro no solo relajarse en la playa, sino también caminar
o nadar en las aguas termales.
“Año tras año aumenta el número de grupos extranjeros que se ofrecen
como voluntarios del centro”, explica el jesuita. Los voluntarios se
encargan de organizar lecciones de inglés, organizar juegos y
competiciones deportivas y también actividades de rehabilitación.
“Esperamos contar con una casa en el futuro para mejorar las condiciones
de vida de los huéspedes y reducir la cantidad de niños que duermen en
cada habitación. Esperamos tener más espacio para una capilla, una sala
más grande para actividades y poder involucrar a más voluntarios, tanto
locales como extranjeros”, concluye el padre Wojciechowski.
En Kirguistán, la presencia católica se concentra en las tres parroquias
de Bishkek, Jalal-Abad y Talas, pero muchas pequeñas comunidades están
distribuidas en las zonas rurales del país. Los católicos locales pueden
contar con la asistencia espiritual de siete sacerdotes, una religiosa y
cinco monjas franciscanas.