Freetown, SIERRA LEONA (Agencia Fides, 22/04/2021) – “La Iglesia ha desempeñado un papel
fundamental en la consolidación de la paz y la democracia, incluso
durante la guerra. Los cristianos estuvieron en primera línea, junto con
los líderes de otras religiones, a través del Consejo Interreligioso,
para llevar a las facciones a los acuerdos de Lomé (1999) y a emprender
un camino de rehabilitación para los ex combatientes. En las cuatro
diócesis existen comisiones de Justicia y Paz, órganos útiles para
ayudar y supervisar las acciones del gobierno a todos los niveles y
reforzar el proceso de reconciliación. El pasado mes de diciembre, el
arzobispo de Freetown, Edward Tamba Charles, fue elegido por unanimidad
presidente del Consejo Interreligioso de Sierra Leona, un acontecimiento
que hará comprometerse aún más a la Iglesia católica en el camino hacia
la paz en nuestro país”: así explica a la Agencia Fides, el padre Paul
Morana Sandi, Secretario General de la Conferencia Episcopal de
Gambia y Sierra Leona, el lento camino de renacimiento de un país
devastado por un conflicto interno. De hecho, hace 30 años (en 1991)
estalló un terrible conflicto civil en Sierra Leona, que durante más de
una década ha sido testigo de algunos de los peores crímenes de la
historia. Miles de muertos, violencia reiterada, mutilaciones, saqueos y
masacres estuvieron a la orden del día durante años, mientras el triste
fenómeno de los niños soldados aumentaba exponencialmente.
El padre Paul Morana Sandi también ha comentado el papel de los
cristianos y las perspectivas de futuro del país: “Hemos intentado por
todos los medios dejar atrás ese terrible periodo y promover la paz.
Podemos decir que ahora hemos llegado a una relativa paz y a una cierta
estabilidad en el país. Esperamos que podamos seguir en esta línea
después de tantos años de violencia. Somos toda una generación que ha
salido de la guerra y de su horrible retórica. Creo que todos nos hemos
convertido en ciudadanos más responsables y seguimos trabajando con la
comunidad internacional para salir definitivamente de una lógica de
conflicto y tomar el camino del desarrollo”.
En los últimos años, Sierra Leona ha tenido que enfrentarse a muchos
problemas, además del conflicto. La propagación del ébola, ahora la
pandemia y un nivel de pobreza severo del que le cuesta salir: a pesar
de ser un país rico en recursos, tiene la renta per cápita más baja del
mundo y en el Índice de Desarrollo Humano, la clasificación que da fe
del nivel de progreso en desarrollo humano, ocupa el puesto 182 de 189
países.
“Somos una democracia frágil, minada por muchos años de inestabilidad.
Debemos trabajar para tratar de fortalecer las instituciones que
representan al pueblo, restablecer la plenitud de derechos y promover la
igualdad para que todos los ciudadanos puedan sentirse protegidos.
Nuestra economía es muy inestable, con una enorme tasa de inflación y
una pobreza creciente: tenemos dificultades para garantizar las
necesidades mínimas como el agua, la electricidad, la sanidad, la misma
escuela lucha por despegar, nos gustaría al menos alcanzar un nivel de
decencia.
Por desgracia, existen divisiones étnicas, regionales y políticas que socavan nuestra cohesión nacional. Pero también hay esfuerzos del gobierno y de los líderes religiosos para superarlos y llegar a una Sierra Leona que nos represente dignamente ante el mundo. Siempre tendremos diferencias entre nosotros, pero deben enriquecernos, una tribu, una región, enriquece a la otra. Como sacerdotes tenemos un mandato mayor para superar nuestras diferencias políticas que nos frenan a la hora de afrontar los grandes retos que tenemos por delante. Tenemos matrimonios mixtos entre tribus o religiones (en Sierra Leona los cristianos son entre el 15 y el 18%, el 80% son musulmanes y el resto son religiones tradicionales), seguimos a los mismos equipos deportivos, tenemos idénticos intereses y esperanzas, no entendemos por qué tenemos que mantener esas ideologías que siguen dando lugar a la violencia”.