Roma, ITALIA (Agencia Fides, 11/04/2019) - “Damos gracias a Dios por la situación actual en
Maiduguri que ha mejorado en los últimos meses”, explica a la Agenzia
Fides el padre Patrick Solomon Zaku, Director Diocesano de las OMP de
Maiduguri y Coordinador Nacional de la Obra para la Propagación de la Fe
en Nigeria, quien participa en el curso de formación de cara al Mes
Misionero Extraordinario de octubre de 2019 en el Centro Internacional
de Animación Misionera (CIAM) .
Maiduguri, capital del estado de Borno, en el norte de Nigeria, ha sido
durante años el epicentro de la violencia de la secta islamista Boko
Haram. Según explica el padre Solomon, “Boko Haram ha llevado a cabo
varios ataques contra civiles en nuestra área durante los últimos 9
años. El pico se alcanzó entre 2014-2016 cuando más de 22 parroquias de
la diócesis fueron atacadas por Boko Haram, convirtiéndose en
territorios de facto controlados por la organización terrorista,
mientras que decenas de miles de personas se vieron obligadas a huir a
campos de refugiados. Gracias a la mejora en las condiciones de
seguridad, varias familias desplazadas han podido regresar a sus
hogares”. “La Iglesia inmediatamente ofreció apoyo a las personas
desplazadas, también porque para muchos de ellos la parroquia fue el
primer lugar donde buscaron refugio”, dice el sacerdote. “En la ciudad
de Maiduguri hemos creado refugios temporales para refugiados de las
aldeas vecinas, a pesar
de que la mayoría de las personas desplazadas de las zonas más remotas
de nuestra diócesis han sido recibidas en la diócesis de Yola, gracias a
la disponibilidad del obispo local. Hay por ejemplo unas 2.000 personas
en la catedral de Yola”.
El padre Solomon destaca que “solo en los últimos 9-10 años en la
diócesis de Maiduguri Boko Haram, ha provocado un daño incalculable a la
Iglesia católica: más de cien iglesias, parroquias y misiones fueron
incendiadas y destruidas, así como numerosas escuelas y clínicas y
hospitales, sin contar los numerosos sacerdotes, catequistas y fieles
simples asesinados”.
Sin embargo, la violencia no ha detenido los esfuerzos misioneros de la
Iglesia. “A pesar de la violencia y las amenazas, continuamos
proclamando el Evangelio”, explica el padre Salomón. “A pesar de los
ataques de Boko Haram, los sacerdotes de la parroquia continuaron
administrando los sacramentos y asistiendo regularmente a la iglesia con
los fieles para celebrar la misa. Incluso las personas desplazadas en
campamentos improvisados no han perdido la fe. Yo mismo fui refugiado en
2014 porque mi parroquia fue atacada por Boko Haram y continué
celebrando la misa junto a otras personas desplazadas”, concluye el
sacerdote.