CIUDAD DEL VATICANO (http://press.vatican.va - |° de diciembre de 2018).- Discurso pronunciado ayer por S.E. el Cardenal Pietro Parolin,
Secretario de Estado en la Conferencia Internacional “Droga y
Adicciones: un obstáculo para el desarrollo humano integral” organizada
por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, en
curso en el Vaticano del 29 de noviembre al 1° de diciembre de 2018.
Discurso del Cardenal Secretario de Estado.
Eminencias, Excelencias,
Distinguidas autoridades
Señoras y señores,
Deseo agradecer la invitación de Su Eminencia el cardenal Peter K.A.
Turkson, Prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano
Integral, para intervenir en esta Conferencia Internacional sobre un
tema tan espinoso como el que se aborda aquí: "Droga y adicciones: un obstáculo al desarrollo humano integral ".
También quiero dar las gracias al Secretario Mons. Marie Bruno Duffé, a
los Subsecretarios y a todos los Oficiales que han colaborado en la
preparación de este evento.
El fenómeno "adicciones", que durante décadas se calificó como
una emergencia, ahora se presenta como una pandemia con facetas
múltiples y cambiantes, caracterizada por aspectos a veces dramáticos.
En particular, este fenómeno se ha difundido mucho en los últimos años,
especialmente entre los jóvenes, por lo que no podemos dejar de expresar
una profunda tristeza y gran preocupación. Como ha afirmado el Papa
Francisco, la droga, como otras adicciones, "es un mal, y con el mal
no se puede ceder o pactar. Pensar en poder reducir el daño,
consintiendo el uso de psicofármacos a las personas que siguen
consumiendo droga, no resuelve en absoluto el problema. Las
legalizaciones de las así llamadas «drogas ligeras», incluso parciales,
además de ser cuanto menos discutible a nivel legislativo, no producen
los efectos que se habían fijado. Las drogas sustitutivas, además, no
son una terapia suficiente, sino un modo disimulado de rendirse ante el
fenómeno."[1].
En la última década el concepto de abuso y adicción ha experimentado
una dilatación considerable, ya que el abanico de las adicciones se ha
extendido notablemente incluyendo un grupo multiforme de trastornos en
los que el objeto de la adicción no es solamente una sustancia, sino
una actividad, a menudo fomentada y aceptada socialmente. Estas nuevas
formas de adicción compulsiva al juego de azar, a internet, a las
compras, al sexo, a la pornografía, al teléfono celular, donde el objeto
de la adicción se convierte en pensamiento obsesivo de la persona e
influye en su comportamiento y en su vida, son la señal de un profundo
malestar psíquico y del empobrecimiento social de los valores y las
referencias.
El vacío de valores repercute especialmente en los jóvenes que, al no
encontrar respuestas a sus justas preguntas sobre el significado de la
vida, se refugian en la droga, en Internet o en el juego, recibiendo a
cambio fragmentos de placeres efímeros, en lugar de anhelos de libertad y
de felicidad verdadera.
La Iglesia, frente este fenómeno, fiel a la enseñanza de Cristo,
sitúa a la persona en el centro, como protagonista que tiende a la
renovación interior, a la busca del bien, la libertad y la justicia.
Acoge y acompaña en la recuperación a cuantos están atrapados en la
espiral de la droga , así como de las otras adicciones: "ella", -como tuve la ocasión de afirmar-, "los
lleva de la mano, a través de la labor de muchos operadores y
voluntarios, para que redescubren su dignidad y hagan que resurjan esos
recursos, esos talentos personales que la droga ha enterrado en ellos,
pero que no ha podido borrar, ya que cada hombre es creado a imagen y
semejanza de Dios "[2].
Es necesario pensar, no solo en la tarea de la recuperación, sino
también en una acción de prevención que resulte en una intervención en
la comunidad en su conjunto, de modo que la acción educativa, cultural y
formativa involucre al mayor número de personas y no solo a los grupos
de riesgo Es importante, en el ámbito de una política de prevención del
malestar juvenil, "aumentar la autoestima de las nuevas
generaciones, a fin de contrarrestar y superar la sensación de
inseguridad e inestabilidad emocional favorecida sea por las presiones
sociales implícitas como por la naturaleza intrínseca de la fase
adolescente" [3]. Como ha afirmado el Papa Francisco “Las oportunidades de trabajo, la educación, el deporte, la vida sana: este es el camino de la prevención de la droga." [4].
Estamos llamados a cuidarnos unos a otros, por lo que "es
importante promover una cultura de solidaridad y subsidiariedad
orientada al bien común; una cultura que se oponga al egoísmo y a la
lógica utilitaria y económica, y que, en cambio, se incline hacia el
otro para escucharlo, en un camino de encuentro y relación con nuestro
prójimo, sobre todo cuando es más vulnerable y frágil, como es quien
hace abuso de drogas."[5]
Todo ser humano busca la unidad y la armonía personal, y la Iglesia, "experta en humanidad",
siempre ha tratado de aportar su contribución para educar, cuidar y
ayudar a la persona, apuntando a su promoción integral, adoptando
perspectivas que apunten a la unidad de la persona, a la trascendencia y
a convertirse en adultos a través de una maduración progresiva de todo
el ser, físico, psicológico, intelectual, moral y espiritual, para que
sea más responsable de sí mismo y sepa cómo diferenciar sus deseos [6].
Son dignos de elogio los estudios y las oportunidades de
confrontación capaces de aumentar la concientización sobre la
repercusión y la naturaleza de los costos sanitarios y sociales causados
por la droga; de consolidar y difundir la base de conocimientos; de
fortalecer la capacidad de gestionar los tratamientos farmacológicos y
reeducativos de las adicciones; de aumentar la movilización y
coordinación de recursos, de mejorar el monitoreo y la prevención.
Esperamos, pues, que los resultados del trabajo realizado en los
últimos días contribuya a involucrar a la opinión pública y, en
particular, a los operadores del sector en un área común de
actualización y confrontación con el objetivo de razonar sobre un
proyecto político que estimule la conciencias y prefigure la posibilidad
de inversiones estructuradas en la prevención y en la educación, así
como actualizaciones regulatorias, para crear un sistema que responda
verdaderamente a las nuevas necesidades emergentes.
Concluyo con las palabras del Papa Francisco a los participantes en
la reunión promovida por la Academia Pontificia de Ciencias sobre
Narcóticos: Problemas y Soluciones de este Tema Global: "El más
necesitado de nuestros hermanos, que aparentemente no tiene nada para
dar, lleva un tesoro para nosotros: el rostro de Dios, que nos habla y
nos interpela."[7].
Os deseo que avancéis con vuestra labor y que se concreticen, dentro
de los límites de vuestras posibilidades, las felices iniciativas que
habéis puesto en marcha al servicio del desarrollo humano integral de
cuantos sufren a causa de la droga y otras adicciones, ya que la
Iglesia está llamada a promover el desarrollo integral del hombre a la
luz del evangelio [8].
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[1] Papa FRANCISCO, Discurso a los participantes en la 31ª edición de la International Drug Enforcement Conference, 20 de junio de 2014
[2] Cardenal Parolin, Homilía de la misa de Navidad en el Centro Italiano para la Solidaridad (CeIs), Roma 22 de diciembre de 2015.
[3] Ibídem
[4] Papa FRANCISCO, Discurso a los participantes en la 31ª edición de la International Drug Enforcement Conference, 20 de junio de 2014.
5] Peter Kodwo Appiah Turkson, Mensaje del Prefecto del Dicasterio
para el Servicio de Desarrollo Humano Integral con motivo del Día
Internacional contra el abuso y el tráfico ilícito de drogas, 26 de junio de 2018.
[6] Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud, Iglesia, Drogas y Drogadicción. Manual de Pastoral, Librería Editorial Vaticana, Ciudad del Vaticano, 2001, págs. 140-141.
[7] Papa FRANCISCO, Discurso a los participantes el encuentro
promovido por la Academia Pontificia de las Ciencias Narcotics: Problems
and Solutions of this Global Issue, 24 de noviembre de 2016.
[8] Cf. Papa FRANCISCO, Carta Apostólica en forma de "Motu Proprio"
con la que se instituye el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo
Humano Integral, 17 de agosto de 2016.